FUTURO CUANTICO
ORDENADORES CUÁNTICOS
La mecánica cuántica abre la posibilidad de crear nuevos
ordenadores cuánticos increíblemente potentes. A diferencia de los ordenadores
actuales, que llamaremos ordenadores clásicos, estas nuevas máquinas aprovechan
las leyes cuánticas que rigen las estructuras básicas de la naturaleza para
realizar cálculos complejos. Las ideas que se utilizan son muy astutas y
comprenderlas requiere avanzar poco a poco.
Un ordenador clásico aplica leyes cuánticas de una forma burda. En
el corazón íntimo de un chip, los elementos cuánticos —como el propio electrón—
ya no muestran comportamientos cuánticos individuales. Por ejemplo, el electrón
no se halla en un estado de superposición.
Otro ejemplo; un transistor de un ordenador actual no es más que
un relé que conmuta el flujo de electrones. En cambio, en un ordenador
cuántico, los elementos básicos utilizan la superposición cuántica para
realizar cálculos de forma más rápida. Los ordenadores cuánticos suponen un
salto conceptual brutal hacia el empleo completo de las leyes cuánticas. Los
ordenadores cuánticos llegarán a ser potentísimos, dejarán atrás a gigantescas
máquinas de cálculo clásicas que parecían inexpugnables. Un solo procesador cuántico
podrá realizar un tipo de cálculo muy específico más rápidamente que todos los
ordenadores clásicos de la Tierra juntos trabajando durante toda la edad del
Universo. La diferencia de capacidad de cálculo entre un ordenador cuántico y
uno clásico es abismal. Pero antes de adentrarnos en el funcionamiento de un
ordenador cuántico, es necesario comprender la trascendencia que implica su
construcción.
¿Para qué queremos construir ordenadores tan potentes? La
respuesta verdadera no es inmediata. Toda la discusión sobre la utilidad de los
nuevos ordenadores queda inmersa en un halo de misterio que no es habitual en
los demás avances que propone la mecánica cuántica. La razón de esta
desconcertante situación es que un ordenador cuántico tiene una implicación
política brutal: puede alterar gravemente todo el mundo de las comunicaciones
secretas. Un ordenador cuántico plantea un problema político extraordinario a
escala planetaria.
Para un científico, crear un ordenador cuántico es un reto
intelectual difícil de soslayar. La construcción de un ordenador cuántico que
realice un cálculo significativo, relevante e incuestionablemente
impresionante, conlleva el sello de la trascendencia. Muchos científicos desean
trascender.
El secreto en peligro
¿Por qué es tan importante la construcción de un ordenador
cuántico? La respuesta rápida es que un ordenador cuántico puede descifrar
todos los mensajes secretos que circulan por Internet. Todos nuestros correos,
todas nuestras comunicaciones con un banco o con una agencia de viajes, todas
nuestras redes sociales, todas las copias de seguridad de las corporaciones,
todas las comunicaciones políticas, todo el tráfico de la nube, todo está
protegido por algoritmos que son descifrables por un ordenador cuántico. Quién
posea un ordenador cuántico podrá descifrar todas las transacciones secretas
que se realizan por Internet, y las que se realizaron en el pasado y han sido
almacenadas a la espera de un progreso disruptivo en el descifrado de la
criptografía actual.
Un cofre y una llave
Viajemos al corazón de la forma en que compartimos secretos en
nuestra sociedad actual. Veamos en detalle cómo realizamos actualmente nuestras
comunicaciones secretas. ¿Qué mejor ejemplo que el de comunicarnos con nuestro
banco? De forma más precisa, imaginemos que quiero hacer una transferencia
bancaria. Quiero que este proceso sea seguro, que sea secreto. Al conectarme al
banco por Internet no quiero que mis datos privados sean leídos por ladrones.
Para que mi comunicación por Internet sea secreta, se debe establecer un
protocolo criptográfico.
Es fácil entender la forma en la que realizamos una transacción
secreta si empleamos un símil con un cofre, de los que usan los piratas para
encerrar tesoros, y la llave que lo abre. Para realizar la transferencia de
dinero, el banco prepara un cofre que se puede sellar herméticamente al cerrar
la tapa y que solo se puede abrir empleando una llave.
Por lo tanto, el banco crea un cofre y su llave. Después, el banco
se queda con la llave y me envía el cofre abierto. En ese cofre introduzco un
mensaje especificando la transferencia que deseo realizar. Sello el cofre y lo
envío de vuelta. El banco recibe el cofre y emplea la llave que está en su
poder para abrirlo y poder leer el mensaje. Hemos realizado una transacción
segura.
Paso a paso, el procedimiento que hemos seguido para realizar una
transacción es:
1) El banco genera un cofre y la llave que lo puede abrir.
2) El banco se queda con la llave y me envía el cofre abierto.
3) Introduzco mi mensaje en el cofre, lo cierro y lo envío de
vuelta al banco.
4) El banco abre el cofre con la llave que ha mantenido en su
poder.
En Internet, el cofre recibe el nombre de clave pública y la llave
el de clave privada. Ambas claves son enormes series de ceros y unos.
Grandes números primos
El cofre y la llave eran una imagen para comprender lo que de
verdad hacen los ordenadores del banco y el mío propio cuando se conectan. La
forma exacta de proceder sigue el espíritu del cofre y la llave, pero empleando
programas informáticos y ficheros. Al iniciar el proceso, el banco toma dos
números primos muy grandes que constituyen su clave privada. Es decir, el
equivalente de la llave es un par de números primos muy grandes.
El banco también multiplica los dos números primos. El resultado
de esta multiplicación es un número enorme que corresponde al cofre, es decir,
a la llave pública. Multiplicar dos números es una operación matemática
eficiente y rápida, no requiere gran esfuerzo de cálculo. Este nuevo número
—resultado de la multiplicación de los dos números primos— llega a mi ordenador
y es utilizado para codificar mi información. Esta información codificada es
enviada al banco. Cuando el banco recibe mi información codificada procede a
descodificarla usando la clave privada, es decir, los números primos iniciales.
Paso a paso:
1) El banco genera dos números primos (llave) y calcula su
producto (cofre).
2) El banco se queda los dos números primos y me envía el
producto.
3) Utilizo el producto para codificar el mensaje y lo envío de
vuelta al banco.
4) El banco usa los números primos originales para descodificar mi
mensaje.
Las fórmulas matemáticas que permiten encriptar y desencriptar los
mensajes usando la idea de los números primos son complejas y se basan en
desarrollos matemáticos bien comprendidos. Son aspectos técnicos de aritmética
modular que definen esta criptografía llamada RSA (nombrada así por los
apellidos de sus creadores: Ron Rivest, Adi Shamir y Leonard Adleman), que no
resultan esenciales para que comprendamos el proceso global. La criptografía
actual RSA en la que sustentamos nuestra economía y nuestras redes sociales se
basa en la enorme dificultad de factorizar grandes números. Si alguien
descubriese una forma de factorizar grandes números, tendría en su poder un
arma terrible porque podría interceptar y leer todas las comunicaciones del
planeta.
Eso es precisamente lo que logrará un ordenador cuántico. Un
ordenador cuántico podrá factorizar números de forma eficiente, será capaz de
descifrar toda la criptografía actual.
Qubits: cálculo cuántico en paralelo
Un ordenador cuántico sí puede factorizar números de forma rápida.
La razón profunda de cómo lo logra es que un ordenador cuántico aprovecha el
hecho de que un estado cuántico puede estar en superposición de varias opciones
clásicas. El ordenador cuántico procesa todas las opciones superpuestas de una
sola tacada. Un sistema cuántico puede basarse en un átomo que tiene un estado
fundamental, al que llamamos «0», y uno excitado al que llamamos «1». El
postulado I nos dice que es posible tener al átomo en superposición de los dos
estados: «0» + «1». Hemos construido una generalización de los bits clásicos,
que llamamos qubit o bit cuántico.
Si deseamos hacer operaciones con tres bits, podemos tomar tres
átomos cuya función de onda puede contener todas las superposiciones posibles:
«000» + «001» + «010» + «011» + «100» + «101» + «110» + «111» Los tres átomos
están representando ocho opciones de cálculo clásico. Si tenemos n átomos,
tendremos un total de 2n estados superpuestos, que es un número exponencial de
opciones. El ordenador cuántico procesará todas las opciones a la vez. El
ordenador cuántico será exponencialmente más potente que uno clásico para
ciertas operaciones. Un ordenador cuántico es potencialmente un ordenador
masivamente paralelo, si logramos hallar un algoritmo que explote la propiedad
cuántica de superposición.
Un estado cuántico refleja la información del sistema de la cual
disponemos, como la superposición de las historias compatibles. La idea central
de un ordenador cuántico es preparar un sistema en todas las historias
posibles, en todos los números que son candidatos a ser el resultado final. Las
puertas lógicas cuánticas se encargan de ir eliminando aquellas historias que
no dan lugar al resultado deseado. Un ordenador cuántico procesa todas las
opciones posibles en el mismo tiempo en que trata una concreta. Su enorme poder
se basa en el procesamiento paralelo de superposiciones.
No es correcto decir que un ordenador cuántico procesa todas las
opciones clásicas en paralelo, como si fueran independientes. Un ordenador
cuántico mantiene en su registro todas las superposiciones, pero necesita
lograr que aquellas que no nos interesan se vayan eliminando. Para ello precisa
hallar la forma de que se produzca una interferencia destructiva entre las
opciones inútiles. El poder de un ordenador cuántico emana pues de la
colaboración precisa de dos propiedades: superposición e interferencia.
Es posible ver que durante la ejecución de un buen algoritmo
cuántico, el estado físico que se mantiene en el registro se entrelaza
enormemente. Dado que el entrelazamiento es la cualidad que no puede
reproducirse en el mundo clásico, un ordenador cuántico no puede ser simulado
eficientemente por uno clásico. La computación cuántica es genuinamente
diferente de la clásica.
El futuro es cuántico
¿Cómo le afectará a usted, a cada uno de nosotros, la segunda
revolución cuántica? Retrocedamos en el tiempo y pensemos en cómo se vieron
afectados los trabajadores del siglo XIX cuando se produjo la Revolución
industrial. También podemos recordar la transición de una sociedad basada en el
papel a otra digitalizada en la nube.
Los efectos son tan extensos que es difícil decir qué pasó
primero, quién quedó rápidamente afectado y quién vio su negocio desaparecer a
causa de nuevas formas de ganar dinero.
Parece razonable especular sobre el futuro cuántico a diferentes
niveles. Podemos hablar del cambio que puede producirse en primera persona, del
cambio en nuestro sistema económico y, finalmente, del cambio político a escala
planetaria. El pasado nos dice que una revolución tecnológica importante afecta
necesariamente a todos estos ámbitos.
Los siglos XX y XXI se han caracterizado por una aceleración en la
adopción de nuevas tecnologías. Hasta hace años, sustituir una carta por un fax
parecía un portento de progreso. Cambiar de teléfono era algo que no entraba en
los planes de una persona razonable. Una máquina de escribir estropeada se
llevaba a arreglar. Todo ha cambiado. Vivimos en el vértigo. No reparamos,
sustituimos por algo más moderno. No escribimos en papel, toda la información
es digital. Devoramos información porque es ubicua; está en la nube y nosotros
vivimos en esa nube.
Es acertado decir que los cambios que pueda traer la mecánica cuántica,
cuando lleguen, serán abruptos. No habrá tiempo para adaptarse. Aquellos que
sean jóvenes o quienes estén bien informados de antemano sabrán reaccionar. En
cambio, aquellos que se encierren en su ámbito local, se empecinen en no
comprender la esencia de los cambios, pueden sentirse como una persona que en
su día tuvo una tienda de alquiler de vídeos. Aquel negocio funcionó, pero el
progreso tecnológico lo hizo obsoleto abruptamente. La mecánica cuántica
seguirá instalándose en nuestras vidas sin pausa.
Manipulación informativa
El gran debate sobre el futuro cuántico requiere una disculpa
previa sobre el sensacionalismo en la información científica. Quisiera que
estas palabras no parezcan exageradas o sensacionalistas. Estamos tan rodeados
de noticias sacadas de contexto y manipuladas en extremo que no es sencillo
transmitir la relevancia objetiva de un nuevo avance científico. Estamos ya
acostumbrados a oír hablar de fantásticas soluciones para enfermedades, nuevas
formidables formas de almacenar energía o avances intimidantes en inteligencia
artificial. Estamos tan acostumbrados a la manipulación informativa que nos
convertimos en escépticos. Nos es difícil discernir lo que es relevante de lo
que no lo es y, paradójicamente, optamos por no creer nada. Hacemos oídos
sordos a todo nuevo anuncio de progreso disruptivo.
Un daño colateral de la forma sensacionalista de presentar
noticias es que muchos científicos se esconden. Prefieren el anonimato y el
respeto de sus pares a una arriesgada exposición pública. Se rompe la
comunicación fidedigna entre los resultados obtenidos en los laboratorios más
avanzados y la sociedad. A veces —y eso es lo peor—, los propios científicos
caen en el sensacionalismo empujados por la presión que ejercen las agencias
financiadoras de la investigación para dar visibilidad a sus resultados.
Tu futuro cuántico
¿Cambiará dramáticamente tu día a día cuando las nuevas
tecnologías cuánticas aporten sus aplicaciones? La respuesta es doble: no y sí.
Cada uno de nosotros está pendiente de su teléfono. ¿Tendremos nueva tecnología
cuántica en nuestro teléfono? Lo más probable es que la respuesta sea no. El
control cuántico de átomos y luz es útil en muchos contextos, pero no cambia la
forma de hacer una app. Seguiremos sujetos a nuestro día a día, a nuestros
intentos de socializar, ser amados, compartir el camino de la vida con un ser
querido. Nada de eso va a cambiar.
Pero podemos responder lo contrario. Sí. La mecánica cuántica
podrá estudiar nuevos fármacos que pueden alargar nuestras vidas. También
podremos usar computadores cuánticos que tal vez entrenen redes neuronales
masivas. Ellas llevarán el control de una parte importante de nuestra sociedad.
Tal vez el diseño óptimo del tráfico de coches autónomos necesite de la gran
potencia de cálculo que da un ordenador cuántico. Sí otra vez. La mecánica
cuántica afectará los tipos de trabajo que desempeñaremos. Es muy probable que
la conjunción de tecnologías cuánticas y de inteligencia artificial dé lugar a
una sociedad con una necesidad baja de trabajadores. No creo que sea sostenible
el capitalismo actual, basado en que todo el mundo debería trabajar casi
cuarenta horas a la semana. No habrá trabajo para tanta gente. El ocio, el
entretenimiento, o su necesidad, seguirá creciendo.
Negocio cuántico
La mecánica cuántica permite construir ordenadores cuánticos
capaces de desencriptar la criptografía que empleamos hoy en día. ¿Qué secretos
almacenados en las empresas quedarán expuestos a la luz pública? Muchas
empresas que basan su negocio en datos de personas y de transacciones no pueden
quedar expuestas al ataque de un ordenador cuántico. No es obvio cómo han de
proceder. ¿Deberían tomar ya las riendas y apostar por la criptografía
cuántica? Posiblemente sí. Es razonable aconsejar a cualquier ejecutivo de alto
nivel que haga pruebas de cómo adaptar la criptografía cuántica en su empresa.
Es también aconsejable que tenga buena información sobre los avances en
criptografía poscuántica.
Las empresas se verán obligadas a invertir en ciberseguridad de
nueva generación. Esto no debería ser algo extraño. Es razonable que una
tecnología sea amenazada por otra y, en consecuencia, sea necesario dedicar una
parte de los beneficios de la empresa a estudiar a fondo la solución a
cualquier amenaza. Toda empresa debería estar informada de los avances
científicos que pueden alterar su negocio. La mecánica cuántica debería ser
parte de la información que se transmite en las escuelas de negocios.
Por otra parte, es muy probable que los Estados tomen cartas en el
asunto y obliguen por ley a que las empresas garanticen protección total en el
tratamiento de los datos privados de sus clientes. La ciberseguridad que
garantice privacidad absoluta se impondrá por sentido común, por necesidad
empresarial y por imperativo legal.
Existe otro tipo de influencia directa por parte de la mecánica
cuántica sobre el mundo empresarial. Aparecerán nuevas empresas especializadas
en el aprovechamiento de las leyes cuánticas. Sin duda, la ciberseguridad
cuántica acaparará una parte de las iniciativas empresariales importantes. Pero
también veremos aparecer empresas basadas en computación cuántica, con
aplicaciones directas en el diseño de materiales, en medicamentos y en
inteligencia artificial. Serán también importantes las iniciativas ligadas a
las medidas precisas. Tendremos nuevas empresas que aportarán formas de
determinar aceleraciones, campos magnéticos o posicionamiento de forma muy
precisa. Estas y otras ideas que ahora no sabemos adivinar llegarán en forma de
nuevas empresas.
La lucha entre las viejas tecnologías y las nuevas será dura. El
futuro negocio cuántico crecerá, nos guste o no, porque el futuro de nuestra
tecnología es cuántico.
Política cuántica
¿Quedará alterado el orden político del planeta? Quien desarrolle
la nueva generación de tecnologías cuánticas puede no estar sujeto a leyes
democráticas o a controles éticos. Un gran debate se abre ante nosotros. La
política se verá afectada por el progreso cuántico por varios motivos. En
primer lugar, la segunda revolución cuántica aumenta la brecha entre países
desarrollados y no desarrollados. No es sencillo crear tecnología cuántica. El
control atómico es un arte refinado. Crear una bomba atómica es relativamente
sencillo, pero crear un ordenador cuántico es muy difícil. Solo aquellos países
que inviertan fuertemente en tecnologías cuánticas llegarán a niveles de
influencia política relevante.
Un segundo elemento político disruptivo procede del potencial uso
maligno de las tecnologías cuánticas. Los grandes bloques estructurados en
torno a Estados Unidos, China y Europa no compartirán sus descubrimientos. El
avance en desarrollos en mecánica cuántica aparecerá como una carrera
armamentística. Tener un ordenador cuántico antes que los demás será una meta
esencial de las inversiones públicas.
¿Cuándo?
¿Cuándo quedarán expuestos nuestros mensajes? ¿Cuándo veremos
cambios en la seguridad, en el cómputo, en la medición? ¿Cuándo tendremos un
ordenador cuántico potente? Nos encontramos en los primeros estadios de la
construcción de ordenadores cuánticos. Manipulamos ya decenas de átomos bajo
estricto control cuántico. Se han realizado ya numerosas pruebas de concepto,
que implican el control detallado de un par de decenas de qubits. Para romper
los códigos criptográficos, necesitamos miles de átomos bajo control estricto.
Se podría decir que estamos lejos de tener una tecnología robusta.
Pero es cierto que el desarrollo reciente ha sido mucho más rápido
de lo esperado. Es previsible que el desarrollo de ordenadores cuánticos le
parezca lento al mundo empresarial y al político, siguiendo los tiempos del
progreso científico riguroso. Pero también es muy posible que el progreso sea
vertiginoso y haga rápidamente obsoletos estos comentarios.
La pregunta no es ¿cuándo?, sino ¿quién?
La construcción de un ordenador cuántico da una ventaja política y
comercial inimaginable a quien lo desarrolle. ¿Qué sucedería si China o Rusia
dispusieran de un ordenador cuántico que pudiera descifrar todos los mensajes
políticos enviados en Estados Unidos? ¿Cómo reaccionaría la economía mundial a
que todos los mensajes corporativos de las grandes empresas estuvieran en manos
de unas pocas personas? ¿Qué reacciones pueden seguir al descifrado de mensajes
políticos pasados, que han sido almacenados quién sabe dónde y por quién? ¿Cómo
mantendremos nuestras pequeñas finanzas si sabemos que las transacciones con
nuestro banco no son seguras?
La gran pregunta sobre la construcción de un ordenador cuántico no
es cuándo llegará, sino quién lo conseguirá. ¿Será el primer ordenador cuántico
propiedad de una empresa, de una nación, de un grupo de científicos? ¿Qué leyes
intentarán controlar el uso de los ordenadores cuánticos? ¿Tiene sentido
intentar acotar el progreso científico? ¿Estamos preparados para un futuro
cuántico?
Podemos establecer una analogía entre la situación actual y el
momento en que Estados Unidos lanzó el Proyecto Manhattan para construir una
bomba atómica. En el año 1938, Otto Hahn y Fritz Strassmann observaron por
primera vez la fisión nuclear, que fue inmediatamente descrita por Lise Meitner
y Otto Robert Frisch. En aquel instante quedó abierta la posibilidad de generar
un arma terrible si se propiciaba una reacción en cadena de fisiones nucleares.
Tanto Alemania como Inglaterra y Estados Unidos tenían científicos
potencialmente capaces de explorar esa posibilidad. El 9 de octubre de 1941, el
presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt autorizó el desarrollo del
Proyecto Manhattan y estableció el corazón de su desarrollo teórico en Los
Álamos.
Estados Unidos llegó primero a la bomba atómica. Esa bomba no fue
utilizada para ganar la segunda guerra mundial, sino para iniciar la guerra
fría. Cómo procedió Estados Unidos, con quién
compartió y a quién ocultó sus logros fueron hechos determinantes para el
desarrollo de la historia del siglo XX. Quien construya un ordenador cuántico
tendrá en su mano la posibilidad de compartirlo o de emplearlo de forma
negativa. Viviremos un futuro lleno de incertidumbre.
Una duda
La mecánica cuántica ha marcado a generaciones de científicos. El
debate intelectual sobre sus principios se contrapone a la acumulación
imparable de logros prácticos. Vivimos a caballo del éxito cuántico, aunque
seguimos debatiendo con pasión los principios más básicos de la mecánica
cuántica. Algunos científicos que trabajan en mecánica cuántica llevan en su
corazón un apego irracional a algunas explicaciones de nuestro mundo que son
superiores a la mecánica cuántica. Los retos intelectuales que plantean los
postulados cuánticos son de diferente magnitud. Por una parte, el hecho de
establecer que la relación entre el hombre y la naturaleza se forje en términos
de información me parece la forma más profunda de comprender el rol de la
ciencia. No creo que el hombre tenga derecho a ir más allá.
Nuestras teorías no son más que constructos, llenos de propuestas
para describir los resultados de nuestras preguntas a la naturaleza. Nos
informamos sobre ella. No tenemos acceso a su esencia profunda ni a su razón
última. En el mismo sentido, creo que la limitación en el conocimiento que
emerge del propio proceso de medir es natural. No veo nada incorrecto en el
principio de incertidumbre. Si medimos, alteramos. Toda pregunta hecha a la
naturaleza conlleva un cambio de esta.
Al medir, nuestra información cambia abruptamente. Tampoco hay,
para mí, ningún misterio en el colapso de la función de onda, que es una
actualización de nuestra información del sistema. El punto central, el que
reviste mayor trascendencia desde mi punto de vista, es que la mecánica
cuántica postula la aleatoriedad en el resultado de la medida. Según la
mecánica cuántica, la naturaleza responde a los experimentos con un elemento
intrínseco de azar. Este punto sí es conflictivo para mi forma de comprender la
naturaleza. El mundo contiene azar. Toda interrogación de la naturaleza aporta
azar puro, genuino. No es un azar aparente ni ligado a la falta de poder de
cálculo o de comprensión de un sistema. Es azar puro.
Este azar cuántico da al traste con el determinismo. Todos los
experimentos confirman el mundo de probabilidades dictadas por los principios
cuánticos. No hay resquicio aparente para el determinismo. Einstein no aceptó
jamás esta idea. Para él, Dios no juega a los dados en el mundo atómico. Con o
sin un dios, muchos científicos se sienten incómodos con el azar cuántico. De
esta incomodidad intelectual que nunca cesa nace la idea de que la mecánica
cuántica podría ser una teoría efectiva. ¿Qué significa que nuestra teoría
cuántica sea efectiva? La mecánica cuántica podría ser una forma aproximada,
gruesa, suficiente pero no fundamental de describir nuestro mundo.
Veamos un ejemplo de teoría efectiva. Deseamos entender los
fenómenos asociados al calor. Para ello introducimos los conceptos de temperatura,
de energía interna, de calor, estudiamos propiedades de materiales y vemos
comportamientos comunes. Así se construyó la termodinámica. Es una teoría
magnífica que permite comprender el funcionamiento de un motor, la propagación
del calor o el comportamiento de los gases. Sin embargo, al analizar la materia
a nivel más detallado, podemos ver que la termodinámica es una teoría efectiva
que emerge del movimiento de las partes más elementales de un sistema.
Por ejemplo, podemos entender la temperatura de un gas como un
promedio de las energías cinéticas de las partículas del gas. Cuando el sistema
está compuesto de muchos elementos, las leyes de la termodinámica son
perfectas. En cambio, si tenemos sistemas de pocas partículas, debemos buscar
formas más refinadas de describir el sistema.
Es posible que la mecánica cuántica sea una teoría efectiva, una
versión burda de una teoría mucho más refinada que desconocemos. Nos ha tocado
vivir en este siglo en el que nuestro conocimiento se basta con las leyes cuánticas
actuales. Tal vez en un futuro necesitaremos ideas más sofisticadas. Tal vez en
una teoría superior a la mecánica cuántica no habrá azar.
Se puede y debe argumentar tanto a favor como en contra de esta
idea. Si no hay crítica, hay prejuicio. Para evitar todo prejuicio debemos ser
críticos tanto con la mecánica cuántica como con las ideas que la cuestionan.
Es cierto que en mecánica cuántica hay experimentos muy sutiles que niegan el
determinismo en su forma de elementos de realismo local. Los demás elementos de
la teoría cuántica son totalmente asumibles.
©
2024 JAVIER DE LUCAS