LAS POESIAS

 

 

 

MIL VECES

 

 Mil veces he dejado de soñar,

soñar despierto,

y mil veces he vuelto a transitar

por el desierto

de lo imposible;

no se puede la mente resignar

a no ser libre.

 

Mil veces he dejado de llamar

al sentimiento,

y otras tantas me he vuelto a enamorar

de un rubio pelo,

de una mirada

que expresa lo que no puede explicar

una palabra.

 

Mil veces he dejado de volver

y mil he vuelto

a ser iconoclasta del ayer,

rebelde incierto

que en un poema

trataba la verdad de conocer

sin entenderla.

 

Mil veces he dejado de morir

y mil he muerto

por esa luz que alumbra en el candil

del Universo...

¡cuánta belleza

pasando cada noche sobre mí

y yo sin verla!

 

NO DIGAS QUE FUE UN SUEÑO

 

No digas que fue un sueño

aquel primer verano,

con diez y siete años

y todo por vivir;

tus ojos en mis ojos,

tus manos en mis manos,

qué bellos y lejanos

los besos que te di.

 

No digas que fue un sueño

el verano siguiente,

el castillo, la fuente,

las horas junto a tí;

una canción sonando

sobre el abrazo fuerte

de la palabra siempre

bajo la tarde gris.

 

No digas que fue un sueño

los siguientes encuentros,

las fiestas de los pueblos,

el oscuro jardín,

y a la luz de la luna,

el amor en el río

tu corazón y el mío

en un mismo latir.

 

El amor en el pecho,

el amor en el alma

que comienza y acaba

y no se quiere ir,

y que a veces recuerdo,

y que en verano llama

desde tu pueblo, Ana,

donde te conocí.

 

No digas que fue un sueño

si después de los años

aún recuerdo veranos

que nunca he de olvidar;

ese fuerte, imborrable

sabor del sentimiento

no digas que fue un sueño...

no lo digas jamás.

 

AQUEL AMANECER DE AGOSTO

 

Aquel amanecer no fue de Mayo,

Agosto lentamente oscurecía,

y el amor reclamó soberanía

de repente una noche, como un rayo.

 

Cómo explicar que aquello parecía

preludio de la magia, el ensayo

de un momento sublime; no era Mayo

sino el amanecer del mejor día.

 

El alma se partía en mil pedazos,

los besos, las palabras, los abrazos

eran gotas de vida en pura esencia;

 

después de tantos años sigue estando

aquel amanecer, como sangrando

en un hondo rincón de mi existencia.

 

VIRGENCITA LINDA

 

Virgencita linda, yo no sé si existes,

yo no sé si eres la madre de Dios

o si te inventaron para no estar tristes

en ese momento del último adiós.

 

Virgencita hermosa que, sobre mi cama,

una imagen tuya mi madre colgó,

sigues manteniendo la dulce mirada

y las manos juntas, eterna oración.

 

Cualquier noche de éstas, como están las cosas,

sentiré el vacío llegar a traición;

no valdrán excusas, helará las rosas

que aún andan bailando por la habitación...

 

si existe mi alma, huirá temblorosa

para refugiarse bajo tu oración,

virgencita linda, virgencita hermosa,

si es que tú no existes, te inventaré yo.

 

TE SUPLICARIA

 

Si yo descubriera

detrás de la sombra, la luz de tu rostro,

si yo presintiera

detrás de la nube, el sol de tus ojos,

te suplicaría

que acojas urgente su alma partida,

su voz temblorosa,

su fiebre dormida.

 

Si yo dispusiera

de un solo detalle que intuya tu mano,

de la primavera

que anuncia que llega ya pronto el verano,

te suplicaría

que vayas deprisa, que abras sus ojos,

que encuentre en tu risa

sus claveles rojos.

 

Si yo me creyera

que estás tras la nube que apaga la tarde,

en la torrentera

que alivia del fuego conque quema el aire,

te suplicaría

que venzas su miedo con una palabra,

con una sonrisa,

con una mirada.

 

Y así, los que estamos

en este momento penando su ausencia,

los que nos negamos

a pensar que nada espera a la vuelta,

te suplicarían

que ejerzas de padre tomando sus manos,

apretando en ellas

a los que lloramos.

 

YA NO SE ESCRIBIR OTRA POESIA

 

Hace tantas poesías que te quiero

que ya no sé escribir otra poesía,

de hacerlo, nada más repetiría

una y mil veces más que por tí muero.

 

Hace tantas miradas que eres mía

que al mirarte, no verte lo prefiero,

para qué más miradas si te espero

en la mirada última del día.

 

Hace tanto que soy como el murmullo

de tu vida, que diariamente intuyo,

de tu senda, tan cerca de la mía,

 

que ya no se escribir otra poesía;

sólo sé recrearme en el orgullo

de sentirme completamente tuyo.

 

UN BESO EN PRIMAVERA

 

Qué importa dar un beso en primavera

si seducen del aire los olores,

si se abrazan bailando los colores

en una existencial enredadera.

 

Si los ríos desatan sus rumores

y el cristal hace azul la torrentera,

qué importa dar un beso en primavera

si el beso es el lenguaje de las flores.

 

Por una sola vez, amiga mía,

desconocida intrusa de mi anhelo,

esta noche de gris melancolía

 

dame un beso fugaz que sepa a cielo,

a juventud perdida y volandera...

¡qué importa dar un beso en primavera!

 

LA VIDA SIN TU VIDA

 

La vida sin tu vida languidece

en un ir y venir del desatino,

a veces girasol, otras espino

que ya no guías tú, como otras veces.

 

La vida sin tu vida es un mal vino

que ya me sabe a hiel, que no merece

el título de vida, sólo crece

por la inercia de andar en el camino.

 

Ni esa rosa desprende su fragancia,

ni esa habitación es una estancia

con un lecho al que nada se le olvida;

 

ni siquiera el adiós es despedida,

porque el adiós es signo de arrogancia

y ya no hay arrogancia sin tu vida.

 

PIEL DE TORTUGA

 

“¡Mecachis en los moros!” , esa arruga

que cruza mi expresión, de mala gana,

no estaba ayer aquí, esta mañana

quiere hacer de mi piel, piel de tortuga.

 

Y esa blanca, pomposa, absurda cana,

¡no es mía, de verdad, es sólo suya!

sin embargo no espero que concluya,

seguirá malpariendo nuevas canas.

 

Las sonrisas se han vuelto más distantes,

las señoras no miran, como antes,

la nostalgia pasea por aquí;

 

ya es difícil hallar un solo sí,

huyeron de puntillas mis amantes...

“¡me cagüe en la gran puta!” : envejecí.

 

YA ERA TARDE

 

Ya era tarde, ni mis brazos,

como hiedra, te abrazaban,

ni tus ojos me miraban

con aquel fulgor de antaño;

el invierno nos helaba

del corazón a la piel,

ya era tarde, susurraba,

ya era tarde incluso ayer.

 

Ya era tarde, mis palabras

eran dudas sin aliento,

y se las llevaba el viento

hacia imposibles distancias;

tus marchitos sentimientos

eran flores de papel,

ya era tarde para el beso,

ya era tarde incluso ayer.

 

Las ilusiones perdidas

se redujeron a nada,

las promesas fueron agua

que entre los dedos huían;

ya era tarde para el alba,

para un nuevo amanecer,

para curarnos el alma

ya era tarde incluso ayer.

 

Por eso dejé tus brazos

aquella oscura mañana,

un adiós sobre la calma

cerró la puerta despacio...

ni una queja de tus labios,

ni un dolor, ni un padecer,

sólo el vacío gritando

que era tarde...incluso ayer.

 

LO NUESTRO

 

Lo nuestro no se explica en un soneto

ni en dos, ni en tres, ni en cuatro ni en cincuenta,

lo nuestro ni es un cuento ni se cuenta,

es sólo para dos, nuestro secreto.

 

Nunca podrá comprarse, no está en venta,

es digno de alabanza y de respeto,

lo nuestro es más que amor, es como un reto:

se tiene o no se tiene, no se inventa.

 

Herederán lo nuestro quienes sean

románticos eternos, esforzados

pobladores de utópicos confines;

 

herederán lo nuestro quienes vean

llegar su última hora abrazados,

danzando como expertos bailarines.

 

SI PERO NO

 

Tus labios dibujaron ese no

que tus ojos gritaban como sí,

mi mano, resbalando ya por ti,

de tu piel asustada se alejó.

 

Tus dudas, tus temores, comprendí,

aunque nunca mi mente lo aceptó,

decepcionado, triste, se perdió

el amor imposible que te di.

 

Tu palabra, rotunda, era no,

tu mirada, sincera, era sí,

y en tu ambigua respuesta me perdí.

 

Creencia o conveniencia te alejó

con un no que jamás llegó a ser no,

con un no que era no y que era sí.

 

ALMA DE NIEVE

 

Alma de nieve, corazón de hoguera,

cruel contradicción sentimental,

una flor del jardín del bien y el mal

escondida en la negra cabellera.

 

Alma de nieve que marcó el final

con una despedida traicionera,

una lágrima dentro, nada fuera,

tan solo una disculpa impersonal.

 

Como un trozo de escarcha que diluye

el tempranero sol de la mañana,

se escapó aquel amor, intenso y breve;

 

hoy vuelve a mi memoria, hoy no huye

el recuerdo del cuerpo de manzana

sobre el alma cruel, alma de nieve.

 

PORQUE TE QUERIA

 

Entorné la puerta de la vieja casa

donde entre las sombras, a solas, vivías,

abrí las ventanas

a la luz del día

porque así lo quise, porque te quería.

 

Sequé aquella lágrima que se desprendía

por el blanco rostro, apenas marchito,

y mientras lo hacía

callabas el grito

que momentos antes resonó maldito.

 

Arranqué sonrisas a tus labios tristes

y borré la mueca del dolor añejo,

horizontes grises,

dolorosos, viejos,

quedaron conmigo apagados, lejos.

 

Y fuiste de nuevo corazón ardiente,

mirada brillante, caminar ligero,

volviste a la gente,

a la calle, al suelo,

a la equidistancia de infierno y de cielo.

 

Porque te quería levanté tu vuelo

sin otras razones, porque te quería,

pero en el intento

olvidé mi vida

y luego, al marcharte, se quedó vacía.

 

Alguna mañana, por la vieja casa

donde ayer vivimos y ahora vivo solo,

volverás cansada,

con los sueños rotos,

buscando de nuevo la luz de mis ojos.

 

Pero será tarde, no hay amor eterno,

ahora ya no tengo lo que ayer tenía,

ahora no te quiero

y lo que hice un día,

fue sólo por eso, porque te quería.

 

AMO OTRA VIDA

 

Amo las tardes nubladas,

amo el silencio,

la soledad sin palabras

del sentimiento,

amo la vida,

pero no la que yo tengo:

amo otra vida.

 

Amo el árbol centenario,

no el rascacielos,

el Otoño solitario

de los recuerdos,

amo la vida

que intuyo pero no tengo,

amo otra vida.

 

Amo la tierra mojada,

amo la lluvia

cuando de forma pausada

la tarde nubla,

y en el silencio,

mi corazón se desata

del desaliento.

 

Amo el murmullo del río,

el agua clara,

y no el clamor del gentío,

sus turbias aguas,

amo la vida

en otro lugar y tiempo,

amo otra vida.

 

Amo un recuerdo lejano

que viene a verme

las noches de los veranos,

ayer y siempre,

amo la vida

de aquel amor imposible

que tuve un día.

 

Amo otra vida marcada

por sentimientos,

por soledades buscadas,

por los silencios,

amo la vida

pero no la que yo tengo:

amo otra vida.

 

A LA ORILLA

 

A la orilla de tus labios

me quedé desguarnecido,

desarmado, entristecido,

como un náufrago,

sin saber ir al espacio

que delimitan tus besos,

sin empuje, sin reflejos,

cabizbajo.

 

A la orilla de tus ojos

me quedé como hechizado,

poseído, maniatado,

compungido,

y buceando en los lagos

que simulan tu mirada,

me sentí menos que nada,

abatido.

 

A la orilla de tu cuerpo

que juventud rebosaba,

los años tanto pesaban

que dolían,

y comprendí que era tarde,

que mi barco no era el tuyo,

mientras sufría mi orgullo

su agonía.

 

A la orilla de tu vida

este antiguo prepotente,

este fatuo y decadente

aventurero,

se hizo viejo de repente

y contempló, derrotado,

cómo pasó por su lado

un imposible te quiero.

 

AME SU JUVENTUD

 

Amé su juventud, el rubio pelo

jugando con el viento y con su piel,

la mirada de niña color miel

acariciándome con cada anhelo.

 

Amé su juventud como ama aquel

que descubre una noche todo el cielo,

que descorre de pronto un negro velo

y encuentra los colores y el pincel.

 

Amé la juventud que se le escapa,

la luz que se le va, que se le tapa

tras las hojas marchitas del invierno;

 

el tiempo nos cambió de tal manera

que yo ya no soy yo ni ella quien era,

que mentí al jurar amor eterno.

 

TE RECUERDO, NIÑA

 

Te recuerdo niña de los ojos negros

como mar de sombras, como oscuros lagos

abiertos al aire de los viejos tiempos,

de las largas noches de aquellos veranos

que fueron tan nuestros y que ahora son

una vieja espina en el corazón.

 

Te recuerdo niña de los diecisiete,

del jersey a rayas y el pantalón blanco,

cuando me esperabas, cuando sólo verte

era ya bastante, era necesario,

¡qué bellos momentos que ahora sólo son

una vieja espina en el corazón!

 

Te recuerdo niña del abrazo fuerte,

de la piel morena, del cálido beso,

del amor que un día brillaba en tu frente

y que no escondías, pese a los recelos,

te recuerdo, niña, como la canción

que era el latido de mi corazón.

 

Te recuerdo niña de tantos veranos

bajo la mirada del viejo castillo,

junto al arroyuelo donde nuestras manos

eran manos blancas de aquellos chiquillos

que se enamoraron y que ahora son

espinas clavadas en el corazón.

 

Volveré algún día al parque sombrío

de los viejos robles y de los castaños,

donde tanto hablamos, donde nos quisimos,

donde nos perdimos en largos abrazos,

donde cada esquina y cada rincón

guardan un trocito de mi corazón.

 

Volveré a tu pueblo, volveré a buscarte

aunque no te encuentre, aunque estés muy lejos,

volveré a las noches tranquilas de antes

con el alma joven, con el rostro viejo,

para desclavarme de un solo tirón

la espina que llevo en el corazón.

 

LEY DE VIDA

 

Antes o después tendré que marcharme,

antes o después porque es ley de vida,

subiré en el tren de la despedida

sin nunca saber si vas a olvidarme.

 

Ojalá sea yo el de la partida,

que no seas tú quien vaya a dejarme

solo en el andar, para destrozarme

en un callejón donde no hay salida.

 

Porque ya sin ti que sera de mí,

a dónde escapar de pruebas tan duras,

a dónde mirar sin mirarte a ti;

 

tú sabes nadar en aguas oscuras,

sobrevivirás, lo sé, tú sin mí,

será mi final, lo sé, yo sin ti.

 

AHORA QUE

 

Ahora que tú vas,

ahora que yo vuelvo,

ahora que mañana es un misterio,

yo sin recordar

y tú sin tus recuerdos,

es imprescindible nuestro encuentro.

 

Ahora que “jamás”

no tiene secretos,

ahora que estoy sólo en el desierto,

tú para mirar,

tú para un “te quiero”,

tú para el azul de nuestro cielo.

 

Ahora que detrás

sólo queda el cero,

ahora que hay un paso hacia el silencio,

mírame y verás

que te estoy sintiendo

como siente la mar el marinero.

 

Como la verdad

que no tiene dueño,

como viento que empuja tu velero,

mírame y verás

que sin pretenderlo,

quiero mi camino como nuestro.

 

Ahora que tú vas,

ahora que yo vuelvo,

olvida este absurdo sentimiento...

sigue en tu lugar,

yo ya estoy en ello,

¡qué sed la soledad del desencuentro!

 

ARBOL SIN HOJAS

 

Como un árbol sin hojas me quedé

cuando aquel sentimiento se apagó,

cuando aquella ventana se cerró

y dejó tras de sí toda mi fe.

 

Como un árbol sin hojas, que tembló

cuando no hubo respuesta a su por qué,

cuando ya era distinto a lo que fué,

cuando el viento sus ramas desnudó.

 

Como un árbol sin hojas que pedía

aquel poco de amor que pretendía,

aquella juventud que se escapó...

 

contra un cielo nublado, fantasmal,

el devenir del tiempo me dejó

como un árbol sin hojas, al final.

 

EL LIBRO DEL OLVIDO

 

En el libro del olvido te escribí

aquel invierno,

el amor verdadero que te di

no lo recuerdo,

sé que te quise

pero olvidé la angustia que sentí

cuando te fuiste.

 

En el libro del olvido describí

mis sentimientos,

por eso he olvidado que sufrí,

aquel lamento

del triste día

que cortaste la flor de mi jardín

que más quería.

 

En el libro del olvido no hay un fin,

punto y seguido,

espera lo que tenga que escribir

mañana mismo,

cuando me vaya

a otro mar que recoja mi sentir

en otra playa.

 

Porque existe, así puedo existir,

estar viviendo,

sin recuerdos, aún puedo seguir

libre y sin miedo;

la última lágrima

ya está en la pluma que tiene que escribir

la última página.

 

TU NOMBRE

 

Tu nombre es el aire que falta en mi vida,

un aire tranquilo con olor a rosas,

recuerdos de un tiempo que nunca se olvida

porque sucedieron las mejores cosas...

porque de mi vida tu vida fue el son,

tu nombre es el nombre de mi corazón.

 

Tu nombre es el sueño que vuelve a buscarme

cien noches al menos, cien noches por año,

y vuelve a tus brazos de nuevo a llevarme

más allá del tiempo y del desengaño...

porque eres el sueño que está en mi razón,

tu nombre es el nombre de mi corazón.

 

Tu nombre, ventana de los sentimientos

que un día me hicieron volar de alegría,

cuando eran mis alas banderas al viento

antes de plegarlas la melancolía...

porque fuiste mía, ternura y pasión,

tu nombre es el nombre de mi corazón.

 

Tu nombre, compendio de las ilusiones,

tu nombre, resumen de fuerzas y anhelos,

tu nombre estandarte de las emociones,

de las aventuras, de los desconsuelos...

porque sin tu nombre no hay redención,

tu nombre es el nombre de mi corazón.

 

ME HAN HABLADO DE TI

 

Me han hablado de ti, que si perdiste

aquella intensidad en la mirada,

que estabas como ausente, apagada,

que era triste tu voz, débil y triste.

 

Hace tanto de aquella madrugada

que me dijiste adiós y que te fuiste,

que casi ni recuerdo que me hiciste

abrir los laberintos de la nada.

 

Dónde fueron tus diecisiete años,

tus ganas de vivir, tu primavera,

el amor que me diste y que te di...

 

ahora quedan tan sólo desengaños;

lo que tanto quisimos sólo era

mentira para ti y para mí.

 

PRIMERO DE OTOÑO

 

Primero de Otoño, comienza el recuerdo

a bajar la sima profunda del alma,

la hoja se agita,

adiós a la rama

anoche tan verde y ahora marchita.

 

Primero de Otoño, se viste la tarde

de melancolía, de brisa lejana,

alfombra amarilla

sobre la que emana

la limpia mirada de aquella chiquilla.

 

El río del tiempo no vuelve mañana,

ni ahora, ni nunca, ni el río ni el tiempo,

pero sin embargo

vuelven los recuerdos

a llenar vacíos tan lejos, tan largos.

 

Y así reaparece, de pronto, la brisa

de olor a violetas, de olor a verano,

cómplices sonrisas,

cogidas las manos,

volando las almas sobre las cornisas.

 

Primero de Otoño, tan lejos, tan cerca,

a veces parece que fue hace mil años,

mas algunas veces

estás en mis brazos

cuando tras la niebla del sueño apareces.

 

Tan lejos, tan cerca, el tiempo nos miente,

hace veinte años y eran sólo veinte

los que tú tenías

cuando, de repente,

mi vida fue tuya y la tuya mía.

 

Y no hubo más tarde sentimiento alguno

más fuerte, más puro, más limpio, más sabio,

adiós a aquel tiempo

de hacer de tus labios

el blanco rojizo de todos mis besos.

 

Primero de Otoño, qué lejos tus ojos

y a la vez, querida, tus ojos qué cerca,

primero de Otoño,

¡cómo te recuerda

este Invierno mío, solitario y roto!

 

QUE NO PUEDO OLVIDARTE

 

Que no puedo olvidarte, que no puedo,

que lo he intentado ya miles de veces

y cuando lo consigo, reapareces

y sigues en mi vida y en mi miedo.

 

Después de tantos años, tantas preces

para olvidarte y ves que nunca puedo,

no es falta de valor, es que me quedo

vacío de intentarlo tantas veces.

 

Te llevo tan prendida al sentimiento,

al ansia de vivir en otro mundo

donde pueda pedirte y pueda darte,

 

que nunca cambiará lo que te siento,

que siempre latirá el amor profundo

que ni puedo olvidarlo... ni olvidarte.

 

¡VUELVE!

Hay un sabor que me amarga,

una risa que se pierde,

aprieta una oscura carga

…vuelve!

Hay un espacio vacío,

hay promesas que no vienen,

hay un camino sombrío

…vuelve!

Busco un calor que no tengo,

oigo una boca que miente,

en unos brazos me vengo

…vuelve!

Y luego el débil quejido

de la tarde que comprende,

que anochece mi gemido

…vuelve!

Y la muda, quieta pena,

y la luz que no se enciende

y el aire que no me llena

…vuelve!

Y un recuerdo que palpita

en un árbol se detiene

y entre sus ramas me grita

…vuelve!

Y el silencio que me toca

¡tengo miedo que me bese

con su agria y fría boca

…vuelve!

Y el vacío que me espera,

el vacío que me envuelve

y la nada compañera

…vuelve!

Y yo solo en el camino,

y el sonido que se pierde

de mis pasos sin destino

…vuelve!

Vuelve a casa, tengo frío,

tengo miedo y oscurece,

estoy solo, estoy vacío,

¡por lo que más quieras… vuelve!

 

NO ES PARA MÍ

 

Hay una lánguida mirada

que se desliza por tu rostro

y llega tarde hasta la nada,

pero a mis ojos llega pronto

y allí se queda en el recodo

de otras miradas que perdí;

hay una lánguida mirada

que sé muy bien no es para mí.

 

Hay una voz que suavemente

más que palabras, se desgrana

en un sonido transparente,

como susurros de campanas,

abriendo puertas y ventanas

de esta mansión donde crecí;

hay una voz que se desgrana

que sé muy bien no es para mí.

 

Hay unas manos que acarician

seguramente, otras manos,

hay unos brazos que terminan

seguramente, en otros brazos,

hay una boca que en sus trazos

dibujan besos que intuí;

hay un vivir en otro espacio

que sé muy bien no es para mí.

 

No te preocupes si una tarde

pienso en la luz de tu mirada

y una nostalgia imperdonable

me habla de ti y te reclama…

estas ideas que te llaman

son invisibles para ti;

para esta flor de porcelana

ya sé que no hay ni habrá un mañana,

ya sé que no eres para mí.

 

VOLVEREMOS A VERNOS

 

Volveremos a vernos, no sé cuándo ni dónde,

quizás el mes que viene o en el próximo año,

en la sombra de un parque que del ruido se esconde

o en un café del centro, del trabajo cercano.

 

Me contarás tu vida apresuradamente

mientras miras inquieta la gente a nuestro lado,

habrá luces y sombras en lo que tú me cuentes,

habrá pocas sorpresas, habrá muy pocos cambios.

 

El mayor tiene novia, se ha vuelto independiente,

es más serio, tranquilo, más como yo el mediano,

la pequeña ha crecido así tan de repente

que me hace mayor con su continuo cambio.

 

Y así, luces y sombras, sin perder la sonrisa,

esa sonrisa mía que se llevó el diablo,

me hablarás de tu vida, te hablaré de la mía,

te cogeré un instante, a escondidas, la mano.

 

Y en un momento dado, cuando no te des cuenta,

como un ladrón furtivo te rozaré los labios

con un beso de niños, con un beso de menta

que tendrá la dulzura de nuestros veinte años.

 

Tus ojos en mis ojos, un apunte de lágrima

brillará en la mirada cuando nos despidamos,

pasaremos después, nuevamente, una página

en este diario nuestro, sin tiempo y sin espacio.

 

Volveremos a vernos quizás el mes que viene

o pasado mañana o el próximo verano,

alguna cana nueva recorrerá las sienes

mas para nuestro amor no pasarán los años.

 

SI TE PREGUNTAN

 

Si te preguntan

quién es ese con quien ayer te vieron

andando por la calle, manos juntas,

miradas encendidas, algún beso,

si te preguntan

no intentes explicarles este asunto,

diles que soy tu lago de ternura,

diles que soy tu amor, tu amor y punto.

 

Si me preguntan

quién es esa mujer de rubio pelo

con quien iba ayer tarde, manos juntas,

un poema en los labios, un te quiero,

si me preguntan

les diré que no es parte de este mundo,

que camina conmigo por la luna,

les diré que es mi amor, mi amor y punto.

 

Si nos preguntan

dónde vamos, qué somos, qué sentimos,

qué es este deambular de manos juntas

por lánguidos y mágicos caminos,

si nos preguntan

cómo estamos así, lejos y juntos,

di que al amor el tiempo no le asusta

y la distancia menos. Dilo y punto.

 

LA BARCA DEL ADIÓS

 

Irán poco a poco creciendo las olas

en un mar de azules, de azules y negros,

y como un presagio

oscuro y sin nombre,

buscará una barca el alma de un hombre.

 

De un hombre que espera atento y a solas

en la incertidumbre y en el desencuentro,

un hombre reacio

a tiempos y a marcas

y a la sombra oculta que habita la barca.

 

Llevará esa barca un adiós profundo,

un adiós inmenso y definitivo,

remoto destino,

ignorado puerto

al que todos llegan, del que nadie ha vuelto.

 

Viaje imposible por rutas extrañas

sin tiempo ni espacio, sin sol y sin luna,

incierta aventura

buscando el olvido

y a los olvidados que en el mundo han sido.

 

Buscará la barca el alma del hombre

que espera, reacio, en la incertidumbre,

y sabrá encontrarle

como encuentra a todos,

de distinta forma, mas del mismo modo.

 

Llevará esa barca un adiós profundo,

un adiós inmenso y definitivo,

subiré tranquilo,

detrás, el pasado,

delante, la ruta de los olvidados.

 

Y las alegrías y las emociones

y los sentimientos que encendí algún día,

se vendrán conmigo

para acompañarme

al camino incierto, de todos, de nadie.

 

BAILAR ABRAZADOS

 

Déjale al corazón si se estremece

oyendo la canción “bailar pegados”,

amarrados dos cuerpos, abrazados,

una vez y otra vez… y muchas veces.

 

Déjale al corazón si ha despertado

del espacio en que, solo, languidece,

y un latido olvidado reaparece

cuando bailan dos cuerpos apretados.

 

La música navega por las rosas

y bailan entre sí las mariposas

y bailan las gaviotas, los delfines;

 

qué pena que entre tantos bailarines,

nosotros, fugitivos del edén,

no estemos abrazándonos también.

 

TU FANTASMA

 

Cuando desperté

el silencio me agredió por la mañana

con un soplo de mortal indiferencia

que recorrió las puertas y ventanas…

cuando me miré,

el espejo reflejó solo tu cara

desde un mundo de grises y de ausencias

por donde agonizaba la esperanza.

 

Si tanto te amé

que aunque el gris se haya instalado en mi alma,

que aunque el frío me haya helado hasta la sangre,

aún conservo el calor de tu mirada;

si tanto te amé

que te llevo en el espíritu grabada,

que aún pregunto a las estrellas por tu nombre,

que aún le hago el amor a tu fantasma.

 

De nuevo el por qué

aparece como un pájaro en el alba

mensajero de sutil melancolía

que me envuelve en sus brazos y me atrapa,

y es que ya no sé

cómo engañarme a mí mismo con palabras

asumiendo que fuiste y no eres mía,

que un día te perdí, te fuiste y basta.

 

Si tanto te amé

que aún despierto con el alma envuelta en llamas

cuando sueño con tu cuerpo alguna noche

y despierto abrazado a la almohada;

si tanto te amé

que aún habitas los rincones de la casa,

que aún le hablo al silencio de tu nombre,

que aún le hago el amor a tu fantasma.

 

PÁGINA AMARGA

 

Acércate,

no ves

que el tiempo es poco,

mi corazón

es un reloj

que se me ha roto,

y sírveme

por favor,

algo especial,

que hay que engañar

al dolor

hasta el final.

 

Esta vez se acabó,

tú lo sabes muy bien

aunque finjas que no,

y no quieras pensar ni entender

 

que se quiebra mi voz,

que se apaga mi fe

que me falla el valor

que me queda un momento tal vez,

 

y que luego me romperé

y ya no tendrás lágrimas

y te arranques la página

que ahora escribes, amarga.

 

Hace calor

quizá

sube la fiebre,

ponme otra vez

esa canción

pero más fuerte,

no quiero oír

a quien ya viene

tras de mis pasos…

quiero morir,

amor,

entre tus brazos.

 

Esta vez se acabó,

tú lo sabes muy bien

aunque finjas que no,

y no quieras pensar ni entender

 

que se quiebra mi voz,

que se apaga mi fe

que me falla el valor

que me queda un momento tal vez,

 

y que luego me romperé

y ya no tendrás lágrimas

y te arranques la página

que ahora escribes, amarga.

 

TU FRÍA PALIDEZ

 

Cómo quise esperarte cuando el día

me sugirió tu aliento

con ese tono grave de tu acento

y tu melancolía…

cómo quise pensar que ya eras mía

robándole a tu piel

aquella sensación que te invadía

de fría palidez.

 

Cómo quise volcarme en un segundo

al borde de tu vida

así, sin más, jugándome mi mundo

a una sola partida;

cómo quise saberte sorprendida,

inquieta, aquella vez,

en que besé en silencio y a escondidas

tu fría palidez.

 

Cómo puse el amor en un te quiero

envuelto en tu mirada,

aquella tan azul que era primero,

que fue antes que nada;

cómo quise cubrir tu retirada,

vencerte la altivez

y cruzarme de un salto aquella helada

y blanca palidez.

 

Y todo en el entorno de un momento,

y todo en un instante,

como una inesperada voz de viento

que lleva por delante;

con ese sentimiento fue bastante

¡qué impulso de niñez

querer como yo quiero tu distante

y fría palidez!

 

DILE AL MAR QUE ME ESPERE

 

Dile al mar que me espere,

que llegaré algún día

con el pelo de nieve

y las manos vacías,

con surcos en la frente

que serán los caminos

en donde quise verte

y tan poco nos vimos.

 

Dile al mar que me espere,

que llegaré algún día

con un poco de siempre

atrapado en mi vida

y otro poco de nunca

en los ojos cansados

de quien te amó de lejos,

y aunque de lejos, ¡cuánto!

 

Dile al mar que me espere,

que la esperanza asoma

en mi pelo de nieve

y en sus abruptas rocas,

que la esperanza vive,

que nunca la arrancaron

de este pecho que vuelve

a su mar del pasado.

 

Que me espere, que un día

cerraré las ventanas,

clausuraré las puertas,

me alejaré de casa,

y llegaré de noche

a tu lejana playa,

alegre por si vienes

y triste por si faltas.

 

TU SOMBRA LUMINOSA

 

Amanece,

el sol es una llama que lentamente asoma,

amanece,

la  noche va dejando tinieblas y derrotas,

y ya cuando despierto, y ya cuando mi mente

se separa del sueño y la conciencia brota,

ya entonces aparece

tu sombra azul y rubia, tu sombra luminosa.

 

Me levanto,

me miro en el espejo y siento que eres tú

quien, acaso,

responde a mi mirada con serena quietud,

me das los buenos días con ese desencanto

de ser solo reflejo, reflejo de mi luz…

yo siempre me levanto

con tu sombra en los ojos, tan rubia y tan azul.

 

Por el día

tu recuerdo se aleja, tu recuerdo se nubla

en la fría

distancia del trabajo, la prisa y la minucia;

no queda ni un resquicio en esa algarabía

para traer tu sombra, que en el día se enturbia,

no es, entonces, mía,

tu sombra luminosa, tu sombra azul y rubia.

 

Anochece,

llega pausadamente la noche silenciosa

y en mi mente

los números se callan, las fórmulas se agotan,

y junto con la noche que silenciosa vuelve,

vuelve también tu sombra a reinar en mis cosas,

como una diosa frágil, lejana y transparente

tu sombra azul y rubia, tu sombra luminosa.

 

APÚNTATE A LA VIDA

 

Te han salido más canas este invierno

y arrugas que bordean tu mirada,

te has vuelto más tranquilo, más sereno

y has sabido encajar el sufrimiento

sin derramar apenas una lágrima.

 

Comprendiste que tú no eres eterno,

que esto tiene un principio y que se acaba,

sabes bien la importancia del dinero

y aunque aquí casi todo tiene un precio,

hay valores que no los compra nada.

 

Has aprendido mucho del concierto

que la vida le pone a la mañana,

mas también aprendiste que es incierto

el camino que pisas y un momento

puede cambiar del todo tus pisadas.

 

Lo que dejaste atrás, lo que está muerto,

lo que barrió el pasado y la distancia,

a veces, por la noche, en el silencio,

se viste de cruel remordimiento

y golpea las puertas de tu alma.

 

Sin embargo te sientes satisfecho

en general, de ti y tu circunstancia,

esas gotas con que te llama el miedo

aparecen solo de tiempo en tiempo

y tú no las concedes importancia.

 

Te dispones a entrar en el milenio

con la mitad del siglo en tus espaldas,

sabes que cada día es un día menos

y quisieras, a veces, detenerlos

por vivirlos distintos, con más calma.

 

Porque ya has aprendido de lo incierto,

porque ya recorriste la distancia,

porque sabes mirar el lado bueno

de esta vida cuajada de misterios…

vivir vale la pena, camarada.

 

Así que desde el fondo del espejo,

despinta incertidumbres en tu cara,

borra oscuros presagios, desalientos,

las canas, las arrugas, los inviernos

y apúntate a la vida. Muchas gracias.

 

SI TANTO AMOR TE DI

 

Si tanto amor te di

que fuiste mi pasado,

aunque esperé de ti

más de lo que me has dado…

no has salido de mi,

aún sigues a mi lado,

si tanto amor te di,

si tanto amor te he dado.

 

Si nunca te olvidé,

si en mí siempre has estado,

no puedes suponer,

no debes preguntarlo,

que me olvide de ti,

que todo ha terminado,

si nunca te olvidé,

si nunca te he olvidado.

 

Si tanto te soñé,

si el sueño es un milagro

que en primavera fue

y al otoño ha llegado,

aunque ahora no estés

te quiero, aún no estando,

si tanto te soñé,

si tanto te he soñado.

 

Si tanto amor te di,

resisto el frío manto

que ha crecido ante mí

y el corazón me ha helado,

y aunque no estás aquí

aguanto solo, impávido,

si tanto amor te di,

si tanto amor te he dado.

 

DISTANCIA

 

Esa inquieta distancia

que me crece en el alma

aunque estemos tan cerca

que tropiece tu espalda…

esa lenta distancia

que consume las horas,

es peor que la otra,

más cruel, más amarga.

 

Esos ojos que fijan

tu mirada en la mía

y que piensas que expresan

aunque no lo consigan;

esas cuatro palabras

que remedian la tarde,

le decoran al aire

su color de distancia.

 

Esas manos que saben,

que cultivan y abren,

que recorren mi cuerpo

como el río su cauce,

son la pálida imagen

de un mecánico rito,

un guión tan sabido

que perdió su mensaje.

 

Cómo y cuánto daría

por cambiar algún día

esta absurda distancia

de las manos cogidas,

por un mundo entre ambos

y una carta viajera

que tan solo dijera

dos palabras: “Te amo”.

 

NO VUELVEN LOS MUERTOS

 

Cayeron las manos

buscando aquel cuerpo

que ya le era extraño,

que ya le era incierto,

y luego, en la senda,

se paró diciendo:

“donde van, se quedan,

no vuelven los muertos”.

 

Sintió, de los brazos,

las fuerzas huyendo,

su sombra buscando,

pidiendo su cuerpo;

estaba tan cerca

y estaba tan lejos

pues, de donde llegan,

no vuelven los muertos.

 

Secados los llantos,

pasados los rezos,

crecía entretanto

más fuerte, el silencio;

la tierra a la tierra,

el hombre al sendero,

por más que se quiera

no vuelven los muertos.

 

Quizá en otro Mayo,

allá en otro tiempo

entrado el verano

o quizá en invierno

no duela la llaga

que se abrió por dentro,

la herida que clama:

“no vuelven los muertos”.

 

No caigan las manos

buscando aquel cuerpo,

no giman los brazos

abrazando al viento,

no quiebren las rimas,

no crezca el acento

de la voz que grita:

“no vuelven los muertos”.

 

Quizá en otro Mayo,

quizá con el tiempo

se muera despacio,

despacio, el recuerdo…

se olviden, se quemen

los viejos momentos

porque nunca vuelven.

No vuelven. Los muertos.

 

UN AVE PEREGRINA

 

Te tocará en el hombro

cuando pálidas, brillen las estrellas,

con ese rumor hondo

que sabe tan bien dar a sus empresas,

y mientras la canción, muy suavemente

os invite a moveros abrazados,

sin darte apenas cuenta, nuevamente

te habrás perdidamente enamorado.

 

Te irás desentendiendo

de todo  aquel ayer que compartimos,

de todos los recuerdos

que hicimos uno a uno, tan seguidos…

cuando toque tu hombro, dulcemente,

ese toque fugaz, irresistible,

el pasado huirá de tu presente

y otra vez sentirás lo indefinible.

 

Quizás, algún momento,

como ave peregrina, pasajera,

te acordarás del tiempo

que fuiste tú la luz de mis estrellas,

y borroso el contorno de mi rostro

y apagadas las luces de mi calma,

pensarás si el amor tocó en mi hombro

como ahora transita por tu alma.

 

Y el ave peregrina

vendrá para contarte mis andanzas,

será una golondrina

que susurre en tu oído estas palabras:

“te dijo, al marcharte, que ese día

el amor de su vida se escapó,

te dijo que ya nunca volvería

y ves, desde aquel día, no volvió”.

 

PINCELES

 

Las dos de la mañana, todos duermen,

la casa está en silencio, aprovecha,

levanta de la cama donde tienes

al hombre que camina por tu senda,

 

y recoge de nuevo tus pinceles,

destapa tus pinturas y comienza

un cuadro para alguien que se pierde

envuelto en el pasado y la leyenda…

 

y píntame del verde de esperanza,

que la esperanza vive en tus pinceles,

y píntame de amor, que el amor salta

cada vez que tu alma me recuerde,

 

y píntame de azul en la mirada

que se va marchitando de no verte,

y rojo el corazón, como una llama,

y blancos los caminos de mis sienes.

 

Las dos de la mañana, de repente

has abierto los ojos y recuerdas

tus diecisiete años, diecisiete

hermosas y radiantes primaveras,

 

y yo, que estaba allí, y que en tu frente

dejé ya para siempre una honda huella,

te pido que recojas tus pinceles

y en el lienzo desates tus quimeras…

 

y píntame una luz dentro del alma

que nació cuando yo te conocía

y aún alumbra el camino y no se apaga,

que apagarse del todo es cobardía,

 

y píntame el amor como un murmullo

de eterna y ancestral melancolía,

píntame joven, sonriente y tuyo,

que yo te estoy pintando siempre mía.

 

LOS OJOS DE LA LUNA

 

Miraba tus ojos, tus ojos de luna,

argéntico sueño de remotas playas,

de blanca aventura

allá en las alturas

tus ojos de luna, de luna tan alta.

 

Y alzaba los brazos pidiendo el milagro

de ser un motivo para tu mirada,

mirada de mayo,

romántico ensayo

en el nacimiento de la madrugada.

 

Quién fuese en tus hilos mariposa leve,

tus hilos de noche, tus hilos de plata,

ave que se mece

y que se estremece

en tus hilos blancos, como la alborada.

 

Quién fuese camino en el ignorado

paisaje remoto de arenas intactas,

paisaje robado

a un cuadro pintado

por luces y sombras en noches extrañas.

 

Y al mirar tus ojos, tus ojos de luna

buscando refugio de alguna mirada,

midiendo tu altura,

aquella estatura

era inaccesible, era demasiada.

 

Bajé la cabeza y al mirar el río

te vi, blanca luna, que te reflejabas…

ahora sonrío

porque en ese río

estás a mi alcance, ya no estás tan alta.

 

CUESTIONES DE FECHAS

 

Volveremos a ser los de siempre,

tú, belleza de cuerpo inaudito,

no fantoche de rostro marchito

con que te ha sorprendido la muerte.

 

Volveremos a ser los de siempre,

yo, poeta de ingenio exquisito,

no patán de agotados escritos

con que me ha abandonado la suerte.

 

Volverán los azules del cielo

a pintar ilusiones y anhelos

en dos cuerpos, dos mentes maltrechas,

 

no será ya cuestiones de fechas,

volveremos, al fin de los tiempos,

yo escribiendo mejor, tú más bella.

 

SONABAN LAS GUITARRAS

 

Sonaban las guitarras

fundidas en la arena,

la noche estaba llena

de ti, que la llenabas;

sonaban las guitarras

mis ojos te seguían,

mis brazos te pedían

y tú me enamorabas.

 

Y el lento pensamiento

que entonces despertabas,

tu piel acariciaba,

jugaba con tu aliento;

sonaban las guitarras

sus cuerdas y tu acento

y yo de sentimiento

allí me emborrachaba.

 

Tus ojos y tu risa,

tapándote la brisa,

la playa era tu marco,

el agua tu sonrisa;

la noche era de farra,

mis ojos te seguían,

sonaban las guitarras

y entonces te quería.

 

Y al rojo de falda

o al negro de tu blusa,

mi mente, ya confusa,

te dio débil la espalda:

al eco de guitarras

despacio interpretaba

que irremediablemente

de ti me enamoraba.

 

Y mientras se perdían

los ecos en la arena,

a solas me bebía

sangría: vino y pena…

callaban las guitarras

y ya no te veía,

callaban las guitarras

y yo por ti moría.

 

PARA VIVIR

 

Recibirás un poco de costumbre

como torpe moneda clandestina

y una nerviosa luna que te alumbre

de manera fugaz y repentina

porque nada te dan, ni como pago

a tanta mala leche y tanto trago.

 

Reclamarás entonces al eterno

intérprete ritual de ventanilla

y será tu intención tan solo un tierno

canto de cisne, huérfano de orilla,

porque nadie te mira ni te escucha

aunque exista la gente y haya mucha.

 

Te inventarás quizás algún camino

por aislarte del grito lapidario

y un apunte de cambio de destino

que ocupará muy poco en tu diario,

porque nadie te quiere diferente,

que la gente te quiere solo gente.

 

Rebuscarás detrás por si en el paso

hubiese alguna voz como la tuya,

pero tu voz es parte del fracaso

y es probable que pronto se destruya

y amanezca un silencio cualquier tarde

en esa mueca tuya de cobarde.

 

Posiblemente así, algo maltrecho,

querrás echarte un día por la borda,

rompiéndote la espalda por derecho,

huyendo del tumulto y de la horda

de bárbaros extraños que te invitan,

te engañan, te prometen y te quitan.

 

Mas verás que no existe otra salida

y lo quieras o no, tendrás que hacerte

traicionero, ladrón, bala perdida,

viajero perseguido de la suerte

y tendrás que vivir la vida entera,

y tendrás que vivirla a tu manera.

 

TE BUSCARÉ

 

Si un día amanece

y te parece

que el tiempo manda

y tú obedeces;

 

si un día en el alma

quiebra una voz,

pierdes un cuento,

nace un silencio…

 

Cuando el invierno

parezca eterno,

cuando no traiga

aroma el viento,

 

cuando se caiga

roto el dolor,

y la costumbre

ciegue tu lumbre…

 

Cuando la tarde

te haga cobarde,

mendigo apenas

de cien cadenas;

 

cuando se pare

pronto el reloj

y duela dentro

todo el silencio.

 

Te buscaré

y te diré

que estoy contigo,

que soy tu amigo...

 

te ayudaré

yo, que bien sé

cómo engañar

a la soledad.

 

CUMBRE DE ESTILO

 

Por esa cumbre de estilo

quisiera poner mi garra,

como un abrazo de parra

para sujetarte en vilo

y volcarte boca abajo

y tirar por el atajo

por deshojarte la frente

de la costumbre y la gente.

 

Ponerte el cuerpo perdido

de sueños  y sin razones,

desenredar los rincones

que aún son presa del olvido;

hacerme en tu piel más fuerte

para que puedas perderte

y deshacerte el aliento

desde este mismo momento.

 

Entrar a saco en tus brazos

sin permiso ni licencia,

firmarte yo la sentencia

de encaramarte a mis pasos;

abrirte luego cerrojos

para que pasen tus ojos

y desnudar tu mirada

hasta el fondo de la nada.

 

Volver de sangre y de llama

lo que es de mármol y hielo,

perder el aire en tu pelo

cuando ruedes por mi cama;

salpicarte en un segundo

todo el barro de mi mundo

y morir luego tranquilo

por esa cumbre de estilo.

 

MI PIZARRA

 

Sobre su cara

la tiza corre

y nunca para,

escribe sobre

el encerado

los mil absurdos,

grotescos, burdos,

quedan grabados.

 

Y los axiomas,

y los problemas

que a diario tomas,

que a diario cenas…

¿cómo resistes,

cómo digieres,

cómo persistes

y no te mueres?

 

“Haz como yo”

me dijo ella,

y se borró.

 

Si tú, pizarra,

eres mi mente,

locuras grabas

eternamente…

ya no es posible

escribir más,

ya es imposible:

¡estallará!

 

“Haz como yo”

me dijo ella,

y se borró.

 

Borré la mente,

quedó limpiada,

vi de repente

en mí, la nada.

Vacío sentí,

angustia tuve,

pensar no pude,

¡a ella pedí!

 

“Haz como yo”

dijo, “no temas”,

y se llenó

de mil problemas.

 

LOCA Y ARDIENTE

 

Entre sueños, mi mente,

me abandona furtiva,

porque presa, cautiva

y amargada se siente;

es que loca y ardiente,

a que duerma se espera,

y hacia el cielo viajera,

yo la siento partir.

 

Y la miro vagando

por estrellas y mares,

y sus locos pesares

me despierto soñando;

y la sigo mirando

en la noche, en el viento,

recorrer sin aliento

por llegar hacia ti.

 

A los sueños que fueron,

a los tristes rincones

de las rotas pasiones

que en el tiempo murieron;

y a las rosas, que vieron

tu mirar hacia ellas,

cuando un cielo de estrellas

tuvo envidia de ti.

 

En un mundo sin tiempo

a esa playa tan sola,

con espuma de olas

que se rompen al viento;

cuando el dulce lamento

de tu voz escuchaba,

y en la noche juraba

mi cariño por ti.

 

Por la estrecha ventana

ya regresa la mente,

y al volver la mañana

vuelve, triste, a mi frente;

ella siempre me engaña:

“ya su amor he olvidado”,

pero luego, a tu lado,

vuelve ciega a partir.

 

Y a la noche siguiente,

me abandona, furtiva,

porque presa, cautiva

y amargada se siente;

es que loca y ardiente,

a que duerma se espera,

y hacia el cielo viajera

yo la siento partir.

 

LA VUELTA

 

Soplaba un viento que

me obligó a ponerme el jersey,

y allí solo, en la terraza del café,

con el mar abajo,

con las rocas blancas de espuma,

tuve frío.

 

El cielo estaba gris

¡no es raro eso en Zarauz!

pero en octubre es más oscuro,

todo está solo

y huele a lluvia.

 

Tengo frío,

solo siento eso hoy

último día de mi verano,

el mantel de colores fuertes,

un pernod en la mesa

y el camarero, silencioso y ausente.

 

Tengo el coche a la puerta,

con la maleta, todo listo,

pero algo me faltaba:

eran los recuerdos, que se quedaban aquí

en el café, en el mar picado,

en el cielo gris y en el viento.

 

Me vino una canción a la memoria:

“ya nunca podré olvidar

el verano en que me amabas”...

esto es el cierre, el fin

del capítulo más hermoso

y único de mi vida.

 

Por eso consumo hasta el fin

estas últimas gotas de afán,

“tengo miedo al invierno

sin tus recuerdos llenos de sol”,

porque todo esto muere en Madrid,

lo aplasta, lo ahoga el asfalto,

la prisa, el trabajo, los nervios

y la lucha.

 

Aquí está mi alma al aire,

las emociones a flor de piel

en poca cosa: en la playa, en una roca,

bajo unos tamarindos, en la brisa

de mar y lluvia, en el mantel,

en el pernod… en tu imagen

diciendo adiós, en tus ojos…

 

Nunca me viste llorar

y hoy al irme

lo hice, y te extrañaste,

mi adiós no es solo a ti,

mi adiós es ancho y profundo

y no tiene vuelta ni salida.

 

Se me han nublado los ojos

y en la boca tengo el gusto amargo

del sentimiento.

 

Tengo frío,

media vuelta y todo habrá acabado

carretera adelante,

es mi estúpido cambio:

brisa de mar por humo,

vida por nada.

 

Ha sido fácil:

un salto, un choque,

¡y aquí para siempre

aplastado contra una roca!

 

TODOS MATAN LO QUE AMAN

 

 Todo el mundo mata lo que ama;

aquello que con más fuerza persigue,

una vez que lo atrapa cuando huye

y lo consigue,

lo destruye.

 

Todo el mundo mata lo que ama,

hoy más que nunca sé que es realidad,

todos juntos matamos la verdad

porque la amamos,

y nunca a la mentira, pues la odiamos.

 

Yo, que ansioso de amor no lo encontraba,

y vi a mi juventud sola y perdida,

tuve al fin algo hermoso, que me daba

su simple corazón, su simple vida,

sin pedir nada.

Sin motivo, sin causa, fui matando

como un ladrón demente, su ilusión,

acabando fui con fría precisión

su cariño y su fe,

sin un por qué.

 

Yo tuve en mi vida algo sincero,

algo limpio que daba y no pedía,

¡yo tuve un corazón entre mis manos…!

sencillo, transparente y anhelante

de darse entero a mí,

¡y yo, al destruirlo, me reí!

 

Porque todos matamos lo que amamos

aquello que de jóvenes tenemos

por grande y por hermoso, lo pisamos,

lo escondemos,

y en una noche oscura lo matamos.

 

Yo también maté mi pensamiento

porque siempre brillante lo creí,

deshice su ambición y su talento,

a fuerza de alcohol lo embrutecí

y en algo miserable convertí

hasta hacerlo mi angustia y mi tormento.

 

Porque el hombre mata lo que ama,

ciega la luz, enturbia el manantial,

destruye la inocencia, y en el mal

se revuelca, solo y satisfecho,

removiendo el fango con su pecho.

 

Yo todo lo que quise lo maté,

todo, mas aun queda mi vida,

mi cuerpo enfermo y viejo que gasté

tan solo en destruir… yo no lo quiero

¡yo no lo quiero,

por eso estoy aquí y no me muero!

 

TU JAMÁS

 

Esperé tu llegada inútilmente

y a través del cristal te quise ver,

me perdí en aquel quieto atardecer

cuando quise tenerte frente a frente.

 

Y te quise besar y quise ser

lo que fui para ti antiguamente,

lo que dejé escapar, indiferente,

lo que dejé morir sin nada hacer.

 

Pero el cristal ya nada reflejó,

tan solo me vi yo, yo nada más

como una marioneta que perdió

 

los hilos que la mueven desde atrás,

un muñeco de trapo me vi yo

bebiéndome en silencio tu jamás.

 

OLVÍDALA

 

Olvídala, le dije, que su daño

te mata, poco a poco, el corazón,

olvida ya sus ojos, su canción,

sus palabras, sus besos y su engaño.

 

Hoy hace ya de aquello más de un año,

¡no sigas aferrado a su ilusión!

no recuerdes, llorando, su traición,

no sufras más tu amargo desengaño.

 

Piensa que en ella el amor fue ciego;

solo un día fue tuya, es el ayer,

hoy tienes que empezar a reír de nuevo;

 

¿dónde está tu juventud?: “se fue”

¡olvídala!, y contestó: “no puedo”

¡vive sin ella! y respondió: “no sé”.

 

LA VELA APAGADA

 

Así todo empezará:

en la noche estrellada, una canción,

y a su encanto, tú le escucharás,

“te quiero”, te dirá,

y aunque entonces, tal vez, le digas sí,

cuando lo digas,

te acordarás de mí.

 

Y luego cogerá

tu mano y mirándote a los ojos,

tu boca en la noche besará;

“mi vida”, te dirá,

y aunque sientas amor dentro de ti,

cuando le beses,

te acordarás de mí.

 

Te llevará

a esos sitios que ya otro te llevó,

las mismas cosas, quizá, te contará,

te extrañará

su voz, su risa su mirarte así,

porque de pronto,

te acordarás de mí.

 

Y ante un altar

el mismo que tanto prometí,

como soñaste, de blanco vestirás;

y al verle a él

solo un momento tu alma dudará,

y al decir sí,

dirás no al pasado y esta vez

te olvidarás de mí.

 

LO QUE SIENTO POR TI

 

Tú me inspiras

cuando hablas, cuando ríes, cuando miras,

me provoca

solamente el aliento de tu boca,

y el sentido de mi vida tú lo tienes

en medio de tus ojos, escondido.

 

Porque creo

que solo tengo fe cuando te veo,

me iluminan

tus ojos, mi mente se fascina

y se adormece,

mas luego, tu presencia

me llena, me agita y me estremece.

 

Tú me inspiras,

yo me siento morir si no me miras,

necesito

tanto de ti, que al no tenerte grito

¡cariño mío!

sin ti soy como un niño…

un niño que llora y tiene frío,

 

que adora

el brillo de tus ojos cuando lloras,

el cielo

metido en la noche de tu pelo,

la guarida

de tu cuerpo caliente,

de tus brazos abiertos a mi vida.

 

NO LO VISTE

 

La fuente fue derramando

agua y colores, y el rojo

¡el rojo me estaba ahogando!

“tú no me quieres”, dijiste,

¡mi amor estaba en los ojos

y no lo viste!

 

Recuerdo el verde mantel,

la azucarada sangría,

un sabor de alcohol y miel,

“tú te has cansado”, dijiste,

¡mi amor estaba en la piel

y no lo viste!

 

La tarde estaba muriendo

y a mi mente creí loca,

“no es posible”, repitiendo,

“todo ha acabado”, dijiste,

¡mi amor estaba en la boca

y no lo viste!

 

Sonó luego una canción,

¿te acuerdas?, era la nuestra,

nos vimos entre la gente

bailando con ilusión…

“no queda nada”, dijiste,

¡mi amor estaba en la frente

y no lo viste!

 

Te despedí como siempre,

 adiós, dije, estaba en calma,

un “nunca más”, de repente,

solo escuché que dijiste…

¡mi amor estaba en el alma,

mas tú no verlo quisiste

y no lo viste!

 

LA ILUSIÓN

 

Llegó la noche y pensé:

“otra vez, ya pasará”

la ilusión dijo: “por qué

tan pronto se marchará”.

 

Claridad y luna vio,

negrura y abismo vi,

“¿ves la luna?”, dijo: “sí”,

“¿ves el cielo?”, dije: “no”.

 

Ante la vida negué,

la ilusión siempre afirmaba,

yo pregunté: “para qué”

mas ella no contestaba.

 

Alegría y luces vio,

vacío y tristeza vi,

“¿algo esperas?”, dije “no”

“no puedes vivir así”.

 

“¿Tú piensas?”, me preguntó,

“¿y lloras?”, le dije “sí”,

“tú ríes”, le dije yo,

¿y piensas?, me dijo “no”,

¡entonces la comprendí!

 

ME VUELVES LOCO

 

Por qué me dejas solo tantas veces

si sabes que al marcharte no soy nada,

y por qué vuelves luego ilusionada

y así juegas conmigo y me enloqueces.

 

Si a veces yo te encuentro enamorada

y con besos de fuego me estremeces,

por qué en otros momentos me pareces

lejos de mí, ausente y desgraciada.

 

Tus mentiras esperas que me crea

cuando solo otra vez quieres dejarme

y a otros brazos marchar sin que te vea;

 

vuelvo a pensar que algo va a estallarme,

y a sentir otra vez ¡maldita sea!

que la sangre me hierve… y aguantarme.

 

  

                                                      © Javier de Lucas