JOSE ANGEL BUESA

BIOGRAFIA
 

El fervor de Buesa hacia la poesía universal ha quedado en "Babel", "Poemas en la arena" y especialmente "Nuevo oasis", y también en "Poeta Enamorado", donde ha ido publicando sus versiones de poemas en otros idiomas. En esta actitud generosa y en su fervor hacia la poesía francesa, que traduce, se emparenta a la labor del poeta Ismael Enrique Arciniegas en Colombia y de Enrique González Martínez en México.

José Angel Buesa nació el 2 de septiembre de 1910, en Cruces, ciudad de la antigua provincia de "Las Villas", actualmente Cienfuegos, Cuba, rodeada de centrales y campos de caña. Es un paisaje donde predominan los tonos verdes y azules, el color de la tierra y el cielo manchado por el humo de los grandes Ingenios, donde se va moliendo la caña.

A los 7 años ya escribe versos. Adolescente, va a Cienfuegos a continuar sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas y, más tarde, a trabajar. Cienfuegos, tan próximo a su pueblo natal, le ofrece horizontes marinos y bellezas que dejarán en su corazón luminosas huellas. Muchos elementos de sus poemas entran entonces a almacenarse en el recuerdo. El paisaje humano y el paisaje geográfico tienen para el poeta, en aquellos años, mucho de magia. Después, muy joven, se traslada a La Habana, donde radica definitivamente. Va a vivir a un barrio que es como una inmensa provincia: Jesús del Monte. Su vida se hace violenta y soñadora, áspera y tumultuosa, lírica y batalladora. Estudia a los clásicos y trabaja en oficinas, rodeado de números y cifras. Viaja a Matanzas y comparte la vida con los grupos literarios matanceros de su generación.

Un día - 1932 - publica un libro: "La fuga de las horas". El poeta tiene solamente 22 años. El poema "El hijo del sueño" se oye en todas partes. El libro es fruto de una dedicación constante de conocer y vivir. "Misas Paganas" vuelve a colocar el nombre del poeta, al año siguiente, en las vitrinas de las librerías. Entonces José Angel Buesa ha dejado ya los números y ha dado un paso definitivo en su vida, que no dejará de tener cierta importancia para su poesía: se dedica a escritor radial y, en adelante, gana el pan de cada día como trabajador intelectual exclusivamente: se hace escritor profesional.

El diario contacto con una radio de audiencia inmensa y su temperamento sincero, vibrante, comunicativo, lo llevan a vivir intensamente cada uno de sus poemas. Después de "Misas Paganas", donde aparecen los fuertes ecos del modernismo musical y rico de colores, Buesa edita "Babel", su tercer libro, que aparece tres años más tarde que el anterior. "Babel" es clave de todos los caminos siguientes de la poesía de José Angel Buesa.

Entre los poemas aparecen "Balada en la Alameda" y "Poema del Renunciamiento". Autorizadas voces de la poesía americana saludan este libro. El público ha advertido ya que se trata de un nuevo gran poeta en el panorama de la poesía cubana. "Canto Final" aparece en 1936, el poeta Juan Ramón Jiménez ha antologado algunos poemas elegíacos y amorosos de Buesa que, más tarde, Leopoldo Panero incluirá en su "Antología de la Poesía Hispanoamericana". "Oasis", el libro de muchas ediciones, aparece por primera vez en 1943. Ese mismo año edita Buesa: "Hyacinthus", "Prometeo", "La Vejez de Don Juan", "Odas por la Victoria" y "Muerte Diaria".

El nombre del poeta cruza las fronteras y sus poemas aparecen traducidos en remotos sitios del mapa. En 1944 aparecen sus "Cantos de Proteo", libro singular y violento, donde se reflejan las angustias del hombre contemporáneo que lucha en un mundo agrio y áspero. "Lamentaciones de Proteo", en 1947, y "Alegría de Proteo", en 1948, cierra ese cielo de la poesía de Buesa, pero, paralelamente, "Canciones de Adán", en 1947, y después "Poemas en la Arena", trabajan el terreno más cálidamente amoroso, que encuentra en "Nuevo Oasis", en 1949, un libro hermano a "Oasis". La ediciones de "Nuevo Oasis" empiezan a sucederse también. Desde entonces el poeta guardaba silencio, hasta "Poeta Enamorado", su obra hermana a "Oasis" y "Nuevo Oasis".

La popularidad extraordinaria del poeta ha sido ganada no por ninguna propaganda política, religiosa o cenacular, sino espontáneamente, por una adhesión entusiasta de la emoción popular. Millares de personas se sienten interpretadas en los versos del lírico en "Oasis" y "Poeta Enamorado". Su canto de amor a América - inédito aún - se llama "Maya", escrito entre la emoción de las ruinas milenarias de Chichén-Itzú y Uxmal. El poeta ha recorrido, además, extensamente, el anfiteatro de las Antias. Su influencia es indudable en los poetas recientes. Cuando la poesía vuelve hacia la sencillez profunda, hacia la comunicación, encuentra a este poeta, desde siempre, dueño de una cantera de emoción y amor, de donde han salido desde la primera página de "La Fuga de las Horas" hasta las últimas estrofas de "Poeta Enamorado".

Buesa vivió en El Salvador más o menos en los años 50. Dirigió una radio que en la actualidad ya desapareció; fue gran inspiración para poetas nacionales y se ganó el respeto y admiración de todas las damas de la alta sociedad de aquel entonces y todo por tener el don de la palabra "que va así si". Antes de su partida de "El Salvador" dejó varios poemas al país.

Catalogado por algunos críticos como poeta menor, cursi y fácil, no obstante se puede afirmar que ningún poeta cubano ha hecho mejor gala del neoromanticismo americano. Su libro "Oasis"( 1943) se reeditó en más de 26 ocasiones, así como "Nuevo Oasis"; sus libros se agotaban tan pronto salían. Se dice que de un poema suyo fueron los primeros versos que se oyeron en la televisión cubana en el año 61. Posteriormente abandonó Cuba rumbo a España, Islas Canarias y Santo Domingo, donde muere en 1982.


POEMAS ESCOGIDOS

CANCION DEL AMOR PROHIBIDO

 Solo tu y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuanto amor esconde mi gesto indiferente.

Sólo tu y yo sabemos porque mi boca miente,
relatando la historia de un fugaz amorío;
y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío...
y aun nos arde en los labios algun beso reciente.

Sólo tu y yo sabemos que existe una simiente
germinando en la sombra de este surco vacío,
porque su flor profunda no se ve, ni se siente.

Y así dos orillas tu corazón y el mío,
pues, aunque las separa la corriente de un río,
por debajo del río se unen secretamente.


POEMA DEL RENUNCIAMIENTO

Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.

Soñaré con el nacar virginal de tu frente;
soñaré con tus ojos de esmeralda de mar;
soñaré con tus labios desesperadamente;
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.

Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.

Yo te amaré en silencio, como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.

Y si un día una lágrima denuncia mi tormento
-el tormento infinito que te debo ocultar-
te diré sonriente: "No es nada... Ha sido el viento."
Me enjugaré la lágrima... y jamás lo sabrás.

  POEMA DEL REGRESO

Vengo del fondo oscuro de una noche implacable,
y contemplo los astros con un gesto de asombro.
Al llegar a tu puerta me confieso culpable,
y una paloma blanca se me posa en el hombro.

Mi corazón humilde se detiene en tu puerta,
con la mano extendida como un viejo mendigo;
y tu perro me ladra de alegría en la huerta,
porque, a pesar de todo, sigue siendo mi amigo.

Al fin creció el rosal aquel que no crecía
y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro:
Yo también he cambiado mucho desde aquel día,
pues no tienen estrellas las noches del destierro.

Quizás tu alma está abierta tras la puerta cerrada;
pero al abrir tu puerta, como se abre a un mendigo,
mírame dulcemente, sin preguntarme nada,
y sabrás que no he vuelto... porque estaba contigo.
 

POEMA DEL OLVIDO

Viendo pasar las nubes fue pasando la vida,
y tú, como una nube, pasaste por mi hastío.
Y se unieron entonces tu corazón y el mío,
como se van uniendo los bordes de una herida.

Los últimos ensueños y las primeras canas
entristecen de sombra todas las cosas bellas;
y hoy tu vida y mi vida son como las estrellas,
pues pueden verse juntas, estando tan lejanas...

Yo bien sé que el olvido, como un agua maldita,
nos da una sed más honda que la sed que nos quita,
pero estoy tan seguro de poder olvidar...

Y miraré las nubes sin pensar que te quiero,
con el hábito sordo de un viejo marinero
que aún siente, en tierra firme, la ondulación del mar.

 

BALADA DEL LOCO AMOR

No, nada llega tarde, porque todas las cosas

tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.
No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.

II

Amor, el niño loco de la loca sonrisa,
viene con pasos lentos igual que viene a prisa;
pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.
Así ocurre que un niño travieso se divierte,
y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.
Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,
porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde
Y ni siquiera entonces el amor llega tarde.

III

No, yo no diré nunca qué noche de verano
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.
No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
la delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
que era como la llave de una puerta cerrada.
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.
que nunca ... y jamás lo sabrás.

 

POEMA DEL FRACASO

Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;
Quería aprisionar un alma en un poema,
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.

Mi corazón, un día, silenció su latido,
y en plena lozanía se sintió envejecer;
Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido
y morir recordando... Pero no pudo ser.

Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;
Subió la escalinata de un palacio de oro
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.

Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,
por vivir plenamente la fiebre del placer;
Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,
un goce para el solo... Pero no pudo ser.

Y hoy llegas tu a mi vida, con tu sonrisa clara,
con tu sonrisa clara, que es un amanecer;
y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,
quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.

Y he de decirte adiós para siempre, querida,
sabiendo que te alejas para nunca volver,
Quisiera retenerte para toda la vida...
Pero no puede ser! Pero no puede ser!

 

CANCION DEL AMOR LEJANO 

Ella no fué, entre todas, la más bella,
pero me dió el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más; y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

Acaso fué porque la amé de lejos,
como una estrella desde mi ventana...
Y la estrella que brilla más lejana
nos parece que tiene mas reflejos.

Tuve su amor como una cosa ajena
como una playa cada vez más sola,
que unicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.

Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
como el agua en cántaro sediento,
como un perfume que se fué en el viento
y que vuelve en el viento todavía.

Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.

Ella fué lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.

Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dió el amor más hondo y largo...
Nunca fué mía. No era la más bella.
Otras me amaron más ... Y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

 

SEMBRAR

Alza la mano y siembra, con un gesto impaciente,
en el surco, en el viento, en la arena, en el mar...
Sembrar, sembrar, sembrar, infatigablemente:
En mujer, surco o sueño, sembrar, sembrar, sembrar...

Yérguete ante la vida con la fe de tu siembra;
siembra el amor y el odio, y sonríe al pasar...
La arena del desierto y el vientre de la hembra
bajo tu gesto próvido quieren fructificar...

Desdichados de aquellos que la vida maldijo,
que no soñaron nunca ni supieron amar...
Hay que sembrar un arbol, una ansia, un sueño, un hijo.
Porque la vida es eso: Sembrar, sembrar, sembrar!

 
POEMA DE LA CULPA

Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.

Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fué como un agua callada que corría ...
Su es culpa tener sed, toda la culpa es mía.

Perdónala Señor, tu que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío:
Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.

Pero, ¿cómo no amarla, si tu hicistes que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?

Trataré de rechazarla, Señor, inutilmente,
como un surco que intenta rechazar el simiente.
Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.

Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
Las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dió su amor como se da una rosa
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...

Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
Ella no fue culpable, Señor ... ni yo tampoco!

La culpa es toda tuya, porque la hicistes bella
y me distes los ojos para mirarla a ella.
Si. Nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpa de un río cuando corre hacia el mar.

Es tan bella, Senor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.

Y por eso, perdoname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hicistes el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
tu también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!

 

POEMA DE LA DESPEDIDA

Te digo adiós si acaso te quiero todavía
Quizas no he de olvidarte... Pero te digo adiós
No sé si me quisiste... No sé si te quería
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste y apasionado y loco
Me lo sembré en el alma para quererte a tí.
No sé si te amé mucho... No sé si te amé poco,
Pero si sé que nunca volvere a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo
Y el corazón me dice que no te olvidaré.
Pero al quedarme solo... sabiendo que te pierdo,
Tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós y acaso con esta despedida
Mi más hermoso sueño muere dentro de mí.
Pero te digo adiós para toda la vida,
Aunque toda la vida siga pensando en ti.

 

CARTA SIN FECHA

Amigo: sé que existes, pero ignoro tu nombre.
No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.
Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que es el único modo de hablar de una mujer.

Esa mujer es tuya, pero también es mía.
Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.
Sólo se que hoy me quiere como ayer te quería,
aunque quizá mañana nos olvide a los dos.

Ya ves: ahora es de noche. yo te llamo mi amigo;
yo, que aprendí a estar solo para quererla más;
y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no la despertarás.

¡Qué importa lo que sueña!. Déjala así, dormida.
Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,
y abrirá las ventanas en el atardecer.

Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.

Y pasarán los años favorables o adversos,
y nacerán las rosas que nacen porque sí;
y acaso tú, algún día, leerás estos versos,
sin saber que los hice por ella y para ti....

 

LA SED INSACIABLE

Decir adiós... La vida es eso.
Y yo te digo adiós, y sigo...
Volver a amar es el castigo
de los que amaron con exceso

Amar y amar toda la vida,
y arder en esa llama.
Y no saber por qué se ama...
Y no saber por qué se olvida...

Coger las rosas una a una,
beber un vino y otro vino,
y andar y andar por un camino
que no conduce a parte alguna.

Sentir más sed en cada fuente
y ver más sombra en cada abismo,
en este amor que es siempre el mismo,
pero que siempre es diferente.

Porque en sordo desacuerdo
de lo soñado y lo vivido,
siempre, del fondo del olvido,
nace la muerte de un recuerdo.

Y en esta angustia que no cesa,
que toca el alma y no la toca,
besar la sombre de otra boca
en cada boca que se besa.

 

OASIS

Así como un verdor en el desierto,
con sombra de palmeras y agua caritativa,
quizás ser tu amor lo que me sobreviva,
viviendo en un poema después que yo haya muerto.

En ese canto, cada vez más mío,
voces indiferentes repetirán mi pena,
y tú has de ser entonces como un rastro en la arena,
casi como una nube que pasas sobre un río...

Tú serás para todos una desconocida,
tú que nunca sabrás cómo he sabido amarte;
y alguien, tal vez, te buscará en mi arte,
y al no hallarte en mi arte, te buscará en mi vida.

Pero tú no estarás en las mujeres
que alegraron un día mi tristeza de hombre:
Como oculté mi amor sabré ocultar tu nombre,
y al decir que te amo, nunca diré quién eres.

Y dirán que era falsa mi pasión verdadera,
que fue sólo un ensueño la mujer que amé tanto;
o dirán que era otra la que canté en mi canto,
otra, que nunca amé ni conocí siquiera

Y así será mi gloria lo que fue mi castigo,
porque, como un verdor en el desierto,
tu amor me hará vivir después que yo haya muerto,
pero cuando yo muera, ¡tú morirás conmigo!

 

POEMA DEL SECRETO

 Puedo tocar tu mano sin que tiemble la mía,
y no volver el rostro para verte pasar.
Puedo apretar mis labios un día y otro día...
y no puedo olvidar.

Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,
casi aburridamente, sobre un tema vulgar,
puedo decir tu nombre con voz indiferente...
y no puedo olvidar.

Puedo estar a tu lado como si no estuviera,
y encontrarte cien veces, asi como al azar...
puedo verte con otro, sin suspirar siquiera,
y no puedo olvidar.

Ya vez: Tu no sospechas este secreto amargo,
mas amargo y profundo que el secreto del mar...
porque puedo dejarte de amar, y sin embargo...
no te puedo olvidar!

 

POEMA PARA EL CREPUSCULO

 Hora de soledad y de melancolía,
en que casi es de noche y casi no es de día.
Hora para que vuelva todo lo que se fue
hora para estar triste, sin preguntar por qué.

Todo empieza a morir cuando nace el olvido.
Y es tan dulce buscar lo que no se ha perdido...
¡Y es tan agria esta angustia terriblemente cierta
de un gran amor dormido que de pronto despierta!

Viendo pasar las nubes se comprende mejor
que asi como ellas cambian, va cambiando el amor,
y aunque decimos: ¡Todo se olvida, todo pasa...!
en las cenizas, a veces nos sorprende una brasa.

Porque es triste creer que se seco una fuente,
y que otro beba el agua que brota nuevamente:
o una estrella apagada que vuelve a ser estrella,
y ver que hay otros ojos que están fijos en ella.
Decimos: ¡Todo pasa, porque todo se olvida...!
y el recuerdo entristece lo mejor de la vida.

Apenas ha durado para amarte y perderte
este amor que debía durar hasta la muerte.
Fugaz como el contorno de una nube remota,
tu amor nace en la espiga muriendo en la gaviota.
Tu amor, cuando era mío, no me pertenecía.
Hoy, aunque vas con otro, quizás eres mas mía.

Tu amor es como el viento que cruza de repente:
Ni se ve, ni se toca, pero existe y se siente.
Tu amor es como un árbol que renuncio a su altura,
pero cuyas raíces abarcan la llanura.
Tu amor me negó siempre lo poco que pedí,
y hoy me da esta alegría de estar triste por ti.
Y, aunque creí olvidarte, pienso en ti todavía,
cuando, aun sin ser de noche, dejo de ser de día.

 

ELEGIA LAMENTABLE

Desde este mismo instante seremos dos extraños
por estos pocos días, quien sabe cuantos años...
yo seré en tu recuerdo como un libro prohibido
uno de esos que nadie confiesa haber leído.
Y asi mañana, al vernos en la calle, al ocaso,
tú bajarás los ojos y apretaras el paso,
y yo, discretamente, me cambiaré de acera,
o encenderé un cigarro, como si no te viera...

Seremos dos extraños desde este mismo instante
y pasarán los meses, y tendrás otro amante:
y como eres bonita, sentimental y fiel,
quizás, andando el tiempo, te casaras con él.
Y ya, más que un esposo será como un amigo,
aunque nunca le cuentes que has soñado conmigo,
y aunque, tras tu sonrisa, de mujer satisfecha,
se te empañen los ojos, al llegar una fecha.

Acaso, cuando llueva, recordarás un día
en que estuvimos juntos y en que también llovía.
Y quizás nunca más te pongas aquel traje
de terciopelo verde, con adornos de encaje.
O harás un gesto mío, tal vez sin darte cuenta,
cuando dobles tu almohada con mano soñolienta.
Y domingo a domingo, cuando vayas a misa,
de tu casa a la Iglesia, perderás tu sonrisa.

¿Qué mas puedo decirte? Serás la esposa honesta
que abanica al marido cuando ronca la siesta:
tras fregar los platos y tender las camas,
te pasarás las noches sacando crucigramas...
y así, años y años, hasta que, finalmente,
te morirás un día, como toda la gente.
Y voces que aun no existen sollozarán tu nombre,
y cerraran tus ojos los hijos de otro hombre.

 

CON LA SIMPLE PALABRA

Con la simple palabra de hablar todos los días,
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
voy diciendo esta cosas que casi no son mías,
así como las playas casi no son mar.

Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,
que es la vejez eterna de la eterna niñez,
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
muere con la esperanza de nacer otra vez.

Con simple palabra te ofrezco lo que ofreces,
amor que apenas llegas cuando te has ido ya:
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
pues la rosa se seca y el perfume se va.

Con la simple palabra que arde en su propio fuego,
siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:
Las estrellas no existen en las noches del ciego,
pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.

Y así, como un arroyo que se convierte en río,
y que en cada cascada se purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
con la simple palabra que no muere jamás!

 

ELEGIA PARA MI Y PARA TI

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,
y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizá, poco a poco, dejaré de hacer versos,
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.

Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré quizá: " Qué linda es todavía."
Tú quizá pensarás: " Se está poniendo viejo "
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.
o tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.

Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....

Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Yo ya te habré olvidado definitivamente
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
(Y quizá, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.)

Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosa,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.

 

POEMA DEL DOMINGO TRISTE

 Este domingo triste pienso en ti dulcemente
y mi vieja mentira de olvido ya no miente.
La soledad a veces es peor castigo,
ah, ¡pero qué alegre todo si estuvieras conmigo!

Entonces no querría mirar las nubes grises
formando extraños mapas de imposibles países
y el monótono ruido del agua no sería
el motivo secreto de mi melancolía.

Este domingo triste nace de algo que es mío,
que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío,
mientras corren las aguas por la calle en declive
y el corazón se muere de un ensueño que vive.

La tarde pide un poco de sol, como un mendigo,
y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo,
y tendría la tarde, fragantemente muda,
el ingenuo impudor de una niña desnuda.

Si estuvieras conmigo, amor que no volviste.
Oh, ¡que alegre me sería este domingo triste!

 

POEMA DE LAS COSAS

Quizás estando sola, de noche, en tu aposento
oirás que alguien te llama sin que tu sepas quién
y aprenderás entonces, que hay cosas como el viento
que existen ciertamente, pero que no se vén...

Y también es posible que una tarde de hastío
como florece un surco, te renazca un afán
y aprenderás entonces que hay cosas como el río
que se estan yendo siempre, pero que no se van...

O al cruzar una calle, tu corazón risueño
recordará una pena que no tuviste ayer
y aprenderás entonces que hay cosas como el sueño,
cosas que nunca han sido, pero que pueden ser...

Por más que tu prefieras ignorar estas cosas
sabrás por qué suspiras oyendo una canción
y aprenderás entonces que hay cosas como rosas,
cosas que son hermosas, sin saber que lo son...

Y una tarde cualquiera, sentirás que te has ido
y un soplo de ceniza regará tu jardín
y aprenderás entonces, que el tiempo y el olvido
son las únicas cosas que nunca tienen fin.

 

TE CONTARE LA HISTORIA

Te contaré la historia del bergantín sombrío
que echó un día las anclas en la quietud de un puerto,
para ser en la turbia resaca del hastío,
el ataúd flotante de su pasado muerto.

Allí evocaba el luto de la insignia pirata
y las tripulaciones con su bárbaro coro,
en las fosforescencias de las noches de plata
y en el deslumbramiento de las tardes de oro.

Allí, en largos letargos bajo las nubes lentas,
entre un enloquecido revuelo de gaviotas,
adoraban el soplo brutal de las tormentas,
en sus podridos pliegues, las pobres velas rotas.

Abajo, en la sentina, mortecinos fanales,
moscas y telarañas y barriles flotando,
arriba en la cubierta, náufragos espectrales
agitando los puños hacia el puente de mando.

Ah, las islas del trópico, los dulces archipiélagos
para siempre en los mapas de la mala fortuna,
y un buque torvamente rondando los murciélagos
mientras las mariposas vuelan hacia la luna.

Viejo barco que supo que el confín no es redondo
en las noches siniestras y en las albas felices,
con las anclas hundidas más y más en el fondo
como si de las anclas le nacieran raíces.

Mástiles carcomidos donde las golondrinas
reposan el otoño, como un último ultraje;
timón con verdes costras de lepras submarinas
y brújula sin norte para morir un viaje.

Vientos del sur, o lluvias o locas primaveras,
que poco importa todo para los barcos viejos;
pero un escalofrío crujía en sus maderas
al zarpar otras naves y al perderse a lo lejos.

Allí, escuchando el himno de las resacas gordas,
vaivén de espumas negras que nunca finaliza,
se hubiera dicho un barco cargado hasta las bordas
con un gran contrabando funeral de ceniza.

Y allí estaba, en el puerto, con su largo letargo,
de proa hacia el olvido, muriendo hacia el poniente.
Y, sin embargo un día...Ah, un día, sin embargo,
Soplo un viento de rosas, maravillosamente.

Era el sagrado soplo del amor que transfigura
los seres y las cosas en el tiempo sin fín
y le dió un casco nuevo con nueva arboladura
y nueve velas blancas al viejo bergantín.

Y así fue que en la gloria de una alegre mañana,
con la proa hacia el sueño y el timón al azar,
esta vez bajo el mando de gentíl capitana,
el bergantín sombrío se echó de nuevo al mar.

Y así acaba este cuento que es mas tuyo que mío,
tu, que escuchas mi cuento convertido en canción;
tu, gentil capitana del bergantín sombrío,
del bergantín sombrío que era mi corazón.

 

AMOR TARDIO

 Tardíamente, en el jardín sombrío,
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.

Y, sedienta de miel y de rocío,
tardíamente en el rosal se posa,
pues ya se deshojó la última rosa
con la primera ráfaga de frío.

Y yo, que voy andando hacia el poniente,
siento llegar maravillosamente,
como esa mariposa, una ilusión;

pero en mi otoño de melancolía,
mariposa de amor, al fin del día,
qué tarde llegas a mi corazón...

 

ASI VERTE DE LEJOS

Así, verte de lejos, definitivamente.
Tu vas con otro hombre, y yo con otra mujer.
Y sí que como el agua que brota de una fuente
aquellos bellos días ya no pueden volver.

Así, verte de lejos y pasar sonriente,
como quien ya no siente lo que sentía ayer,
y lograr que mi rostro se quede indiferente
y que el gesto de hastío parezca de placer.

Así, verte de lejos, y no decirte nada
ni con una sonrisa, ni con una mirada,
y que nunca sospeches cuanto te quiero así.

Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo,
la noche entera es corta para soñar contigo
y todo el día es poco para pensar en ti.

 

LA DAMA DE LAS PERLAS 

Yo he visto perlas claras de inimitable encanto,
de esas que no se tocan por temor a romperlas.
Pero solo en tu cuello pudieron valer tanto
las burbujas de nieve de tu collar de perlas.

Y más, aquella noche del amor satisfecho,
del amor que eterniza lo fugaz de las cosas,
cuando fuiste un camino que comenzó en mi lecho
y el rubor te cubría como un manto de rosas.

Yo acaricié tus perlas, sin desprender su broche,
y las vi, como nadie nunca más podrá verlas,
pues te tuve en mis brazos, al fin, aquella noche
vestida solamente ¡con tu collar de perlas!

 

POEMA DEL AMOR PEQUEÑO

 Fue breve aquella noche. Fue breve, pero bella.
Poca cosa es el tiempo, que es también poca cosa,
porque nadie ha sabido lo que dura una estrella
aunque todos sépamos lo que dura una cosa.

Nuestro amor de una noche fue un gran amor pequeño
que rodó por la sombra como un dado sin suerte,
pero nadie ha sabido lo que dura un ensueño
aunque todos sepamos lo que dura la muerte.

Una noche es eterna para el que no la olvida,
y el tiempo nada importa para el sueño y la flor,
y, como nadie sabe lo que dura la vida,
nadie sabe tampoco lo que dura el amor.

 

DISCRETO AMOR

 Mi viejo corazón toca a una puerta,
mi viejo corazón, como un mendigo
con el afán de su esperanza incierta
pero callando lo que yo no digo.

Porque la que me hirió sin que lo advierta,
la que sólo me ve como un amigo
si alguna madrugada está despierta
nunca será porque soñó conmigo...

Y sin embargo, ante la puerta oscura
mi corazón, como un mendigo loco
va a pedir su limosna de ternura

Y cerrada otra vez, o al fin abierta,
no importa si alguien oye cuando toco,
porque nadie sabrá cuál es la puerta.

  

POEMA DEL POEMA

 Quizás pases con otro que te diga el oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido
!te amare mas que nunca....y jamas lo sabrás!

La desolada estrofa, como si fuera un ala,
voló sobre el silencio...Y tu estabas allí:
Allí en el más oscuro rincón de aquella sala,
estabas tú, escuchando mis versos para tí.

Y tú, la inaccesible mujer de ese poema
que ofrece su perfume pero oculta su flor,
quizás supiste entonces la amargura suprema
de quien ama la vida porque muere de amor.

Y tú, que nada sabes, que tal vez ni recuerdes
aquellos versos tristes y amargos como el mar,
cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes,
los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar.

Después, se irguió tu cuerpo como una primavera,
mujer hoy y mañana distante como ayer...
vi que te alejabas sin sospechar siquiera
¡que yo soy aquel hombre...y tú aquella mujer!

 

EL HIJO DEL ENSUEÑO

 ¡Un hijo! Tu sabes, tu sientes que es eso:
ver nacer la vida del fondo de un beso
por un inefable milagro de amor.
Un beso que llene la cuna vacía
y que ingenuamente nos mire y sonría,
¡un beso hecho flor!
¡Un hijo! Un fragante, fuerte y dulce lazo.
Me parece verlo sobre tu regazo palpitando ya;
y miro con moverse con pueril empeño
las pequeñas manos de nuestro pequeño,
como si quisieran sujetar un sueno
que llega y se va.

En el agua fresca de nuestras ternuras
mojara las alas de sus travesuras
como una paloma que aprende a volar.
y será violento, loco y peregrino,
y amará igualmente la mujer y el vino
y el cielo y el mar.
Con la sed amarga de la adolescencia
beberá en la fuente turbia de la ciencia.
¡Mi tierno cantor!

Ira por el mundo con su lira al hombro
dejando un reguero de rosas de asombro
y aun áureo fulgor.
Cruzara al galope la árida llanura
pálido de ensueño, loco de aventura
y ebrio de ideal.

Y en su desvarío de viajes remotos
volverá algún día con los remos rotos,
trayendo en los labios un sabor de sal.
Caminante absurdo, de caminos muertos
pasará su sombra sobre los desiertos
en una infinita peregrinación,
y su alucinada pupila inconforme
verá en su destino gravada
una enorme interrogación.

Pero será inútil su tenaz andanza
persiguiendo un sueno que jamás se alcanza.
Y ha de ser así, pues no hallará nunca, como yo,
la meta de todas sus ánsias de hombre y poeta,
porque en las mujeres de su vida inquieta
no hallará ninguna parecida a tí.
Que tu eres la rosa de una sola vida,
la rosa que nadie verá repetida
porque al deshojarse secará el rosal.
Y como en el mundo ya no habrá esa rosa,
el ira en su búsqueda infructuosa
en pos de una igual...

 

CELOS

 Ya solo eres aquella
que tiene la costumbre de ser bella.
Ya pasó la embriaguez.
Pero no olvido aquel deslumbramiento,
aquella gloria del primer momento,
al ver tus ojos por primera vez

Y se que, aunque quisiera,
no he de volverte a ver de esa manera.
Como aquel instante de embriaguez;
y siento celos al pensar que un día,
alguien, que no te ha visto todavía,
verá tus ojos por primera vez.

 

CANCION PARA LA ESPOSA AJENA

 Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta,
sin que nadie descubra cual relata su historia,
pues será simplemente, los versos de un poeta,
tras de arrancar la página de la dedicatoria...

Y pasarán años... Pero acaso algún día,
o acaso alguna noche que estés sola en tu lecho,
abrirás la gaveta - como una rebeldía,
y leerás mi libro- tal vez como un despecho.

Y brotará un perfume de una ilusión suprema
sobre tu desencanto de esposa abandonada.
Y entonces con orgullo, marcaras la página...
y guardarás mi libro debajo de la almohada.

 

EL RESUCITADO

 No, nunca fue lo oscuro tan oscuro.
Y está acostado pero no en su lecho.
Quiere moverse y se lo impide un muro.
Un muro en derredor, largo y estrecho.

Llama, y su voz resuena extrañamente,
sin que acudan su madre ni su hijo.
Y un súbito sudor hiela su frente,
Al palpar en su pecho un crucifijo.

No, no hay duda: Esa sombra que lo aterra
es sombra de ataúd bajo la tierra,
y no es soñando, porque está despierto.

Y lo aturde un pavor definitivo
Al comprender que se le dió por muerto
y al comprobar que fue enterrado vivo

II

Pero un día, al abrir la sepultura,
se sabría su muerte verdadera.
Si el ataúd mostrara la hendidura,
de un golpe de su mano en la madera.

Y al pensar de repente en el mañana,
piensa también enloquecídamente
en el espanto de la madre anciana
y en el horror del hijo adolescente.

Y allí, en la sombra, sin quejarse en vano
sin dar un grito, sin alzar la mano,
con una abnegación casi suicida

Cierra los ojos y se queda quieto
Porque así, solo así, será un secreto
Su horrible muerte de enterrado en vida

 

NO ERA AMOR

 No era amor. Fue otra cosa.
Pero según murmuran en la ciudad aquella,
yo cometí el delito de inventarte una estrella,
y fue tuyo el pecado de ofrecerme una rosa.

No era amor, no era eso
que se enciende en la sangre como una llamarada;
Era mirar tus ojos y no decirte nada
o acercarme a tu boca sin codiciar un beso.

Tarde para mi hastío,
tarde para tu angustia de mariposa en vano,
era como dos ciegos que se daban la mano,
como dos niños pobres, tu corazón y el mío.

Nada más. Ni siquiera
suspirar en la lluvia de una tarde vacía,
No era amor, fue otra cosa. No sé lo que sería.
Yo sé que es triste que nadie lo creyera.

 

POEMA CREPUSCULAR

 En el recogimiento de la tarde que muere,
entre las imprecisas brumas crepusculares,
cada jirón de sombra cobra vida, y sugiere
vaporosas siluetas familiares.

En la brisa que pasa, parece que suspira
la virgen de ojos claros que aún sueña en mi regreso;
el rumor de las frondas abre el ala de un beso,
y desde aquella estrella, alguien me mira…

Allá, entre la alameda, se perfila la sombra
grácil de la mujer que amé más en la vida,
y en la voz de la fuente vibra una voz querida,
que en su canción de oro y cristal me nombra…

Todo canta, a esa hora, la canción olvidada;
todo sueña el ensueño que quedó trunco un día,
y verdece de nuevo la ilusión agostada,
ebria de fe, de ardor y de armonía…

Y entre la sutil bruma de prestigios de incienso
que exalta mis recuerdos y mi melancolía,
en la paz de este parque abandonado, pienso
en la mujer que nunca será mía…

 

TE ACORDARAS UN DIA

 Te acordaras un día de aquel amante extraño
que te besó en la frente para no hacerte daño.
Aquel que iba en la sombra con la mano vacía
porque te quiso tanto... que no te lo decía.

Aquel amante loco... que era como un amigo,
y que se fue con otra... para soñar contigo.

Te acordarás un día de aquel extraño amante.
Profesor de horas lentas con alma de estudiante.
Aquel hombre lejano... que volvió del olvido
solo para quererte... como a nadie ha querido.

Aquel que fue ceniza de todas las hogueras
y te cubrió de rosas sin que tu lo supieras.

Te acordarás un día del hombre indiferente
que en las tardes de lluvia te besaba en la frente.
Viajero silencioso de las noches de estío
que miraba tus ojos, como quien mira un río.

Te acordaras un día de aquel hombre lejano
del que más te ha querido... porque te quiso en vano.

Quizás así de pronto... te acordarás un día
de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.
Tu rosal preferido se secara en el huerto
como para decirte que aquel hombre se ha muerto.

Y el andará en la sombra con su sonrisa triste.
Y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.

 

YA TODOS LA OLVIDARON

 Ya todos la olvidaron. Ahora sí que se ha ido,
pero, sobre las rosas de la tumba reciente,
florecía el recuerdo más allá del olvido…
Yo era el hosco, el ausente.

Qué le importa a la noche que se apague una estrella,
si el mar sigue cantando cuando pierde una ola.
Ya están secos los ojos que lloraron por ella.
Ya se ha quedado sola.

Ahora ya sigue, sola, su viaje hacia el espanto,
por las noches profundas, bajo el cielo inclemente.
Ya nadie me reprocha que no lloré aquel llanto,
que fui el hosco, el ausente…

Ya nadie le disputa su silencio y su sombra,
sobre todo su sombra, bajo la luz del día.
Ya todos la olvidaron, Señor. Nadie la nombra.
Yo la recuerdo todavía…

 

CANCION DE LA NOCHE SOLA

 Fue mía una noche. Llegó de repente,
y huyó como el viento, repentinamente.
Alumna curiosa que aprendió el placer,
fue mía una noche. No la he vuelto a ver.
Fue la noche sola de una sola estrella.
Si miro las nubes, después pienso en ella.
Mi amor no la busca; mi amor no la llama;
la flor desprendida no vuelve a la rama,
y las ilusiones son como un espejo
que cuando se empaña pierde su reflejo.

Fue mía una noche, locamente mía:
me quema los labios su sed todavía.
Bella como pocas, nunca fue más bella
que soñando el sueño de la noche aquella.
Su amor de una noche sigue siendo mío:
la corriente pasa, pero queda el río;
y si ella es la estrella de una noche sola,
yo he sido en su playa la primera ola.

Amor de una noche que ignoró el hastío.
Somos las distales orillas de un río,
entre las que cruza la corriente clara,
y el agua las une, pero las separa.
Amor de una noche: si vuelves un día,
ya no he de sentirte tan loca y tan mía.
Más que la tortura de una herida abierta,
mi amor ama el viento que cierra una puerta.

El amor florece tierra movediza,
y es ley de la llama trocarse en cenizas.
El amor que vuelve, siempre vuelve en vano,
así como un ciego que tiende la mano.
Amor de una noche sin amanecer:
¡acaso prefiero no volverte a ver!

 

EL GRAN AMOR

 Un gran amor, un gran amor lejano
es algo así como la enredadera
que no quisiera florecer en vano
y sigue floreciendo aunque no quiera.

Un gran amor se nos acaba un día
y es tristemente igual a un pozo seco,
pues ya no tiene el agua que tenía
pero le queda todavía el eco.

Y, en ese gran amor, aquel que ama
compartirá el destino de la hoguera,
que lo consume todo con su llama
porque no sabe arder de otra manera.

 

RECAPITULACION

 Yo he vivido mi vida: Si fue larga o fue corta,
si fue alegre o fue triste, ya casi no me importa.
Y aquí estoy, esperando. No se bien lo que espero,
si el amor o la muerte, - lo que pase primero.

Algo tuve algún día; lo perdí de algún modo,
y me dará lo mismo cuando lo pierda todo.
Pero no me lamento de mi mala fortuna,
pues me queda un palacio de cristal en la Luna,
y por andar errante, por vivir el momento,
son tan buenos amigos mi corazón y el viento.

Por eso y otras me deja indiferente,
aquí, allá y dondequiera, lo que diga la gente.
- ¿Trampas? - Pues si, hice algunas;
pero, mal jugador, yo perdí mas que nadie
con mis trampas de amor.

-¿Pecados? - Si, aunque leves, de esos que Dios perdona,
porque, a pesar de todo, Dios no es mala persona.
- ¿Mentiras?- Dije muchas, y de bello artificio,
pero que en un poeta son cosas del oficio.
Y en los casos dudosos, si hice bien o mal,
ya arreglaremos cuentas en el Juicio Final.

Eso es todo. He vivido.
La vida que me queda puede tener dos caras,
igual que una moneda: una que es de oro puro
- la cara del pasado - y otra - la del presente
- que es de plomo dorado.

Por lo demás, ya es tarde; pero no tengo prisa,
y esperare la muerte con mi mejor sonrisa,
Y seguiré viviendo de la misma manera,
que es vivir cada instante como una vida entera,
mientras siguen andando, de un modo parecido,
los hombres con el tiempo y el tiempo hacia el olvido.

 

POEMA DEL AMOR AJENO

 Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo
como queda un perfume donde había una flor.
Tú sabes que te quiero, pero no te lo digo;
y yo se que eres mía, sin ser mío tu amor.

La vida nos acerca y la vez nos separa,
como el día y la noche en el amanecer...
Mi corazón sediento ansía tu agua clara,
pero es un agua ajena que no debo beber...

Por eso puedes irte, porque, aunque no te sigo,
nunca te vas del todo, como una cicatriz;
y mi alma es como un surco cuando se corta el trigo,
pues al perder la espiga retiene la raíz.

Tú amor es como un río, que parece más hondo,
inexplicablemente, cuando el agua se va.
Y yo estoy en la orilla, pero mirando al fondo,
pues tu amor y la muerte tienen un más allá.

Para un deseo así, toda la vida es poca;
toda la vida es poca para un ensueño así...
Pensando en ti, esta noche, yo besaré otra boca;
y tú estarás con otro... ¡pero pensando en mí!

  

EL CLAVEL SECO

 Como el clavel del patio estaba seco,
yo, entristecido por sus tristes males,
baje al jardín para cavar un hueco,
en buena sombra entre dos rosales.

Y eran rosales cerca, gajo a gajo
en una cercanía indiferente
pero al cavar un poco, vi allá abajo
sus raíces trenzadas locamente.

Así, esta tarde, descubrí el secreto
de un cariño verdadero, hondo y discreto,
transplantando un clavel que se secó.

Y, en nuestra indiferente cercanía,
que loco ensueño se descubriría
si alguien cavara un hueco entre tu y yo.

 

POEMA DE UNA CALLE

 Amo esta calle, y amo sus tristes casas
en las que se entristecen cumpleaños y bodas,
porque esta calle triste, se alegra cuando pasas
tú, mujer preferida entre todas.

Amo esta calle acaso porque en ella subsiste
no se que somnolencia de arrabal provinciano.
Pero a veces la odio, porque aunque siempre es triste
me parece mas triste cuando te espero en vano.

Y yo bien sé que esta calle nunca podrá ser bella
con sus fachadas sucias y sus portales viejos.
Pero sé que es distinta cuando pasas por ella
y te miro pasar... desde lejos.

Por eso amo esta calle de soledad y hastío
que ensancha sus aceras para alejar las casas.
Mientras te espera en vano mi corazón vacío,
¡que es una calle triste por donde nunca pasas!

 

NOCTURNO

 Así estás todavía de pie bajo la lluvia,
bajo la clara lluvia de una noche de invierno.
De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,
de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.
Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos
y tu voz que nacía del fondo de tus ojos
y tus manos cansadas que se iban en el viento
y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles
y la hoja aquella que te cayó en el seno
y el rocío nocturno dormido en tus pestañas
y engarzando diamantes en tu vestido negro.

Así estás todavía lejanamente cerca
desde tu lejanía de sombra y de silencio.
Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia,
de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.
La vida es tan pequeña que cabe en una noche.
Quizá fue que en la sombra me encontré con tu beso
y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia,
el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.

Si, me has dejado triste porque pienso que acaso
ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo.
Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia
con las manos temblando de frío y de deseo.
Pero aunque habrá otras noches cargadas de perfumes
y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo,
siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
bajo la lluvia clara de una noche de invierno...

 

TERCER POEMA DEL RIO

 El agua del río pasaba indolente,
reflejando noches y arrastrando días…
Tú, desnuda en la fresca corriente,
reías…

Yo te contemplaba desde la ribera,
tendido a la sombra de un árbol sonoro;
y resplandecía tu áurea cabellera,
desatada en el agua ligera,
como un remolino de espuma de oro…

Y pasaban las nubes errantes,
mientras tú te erguías bajo el sol de estío,
con los blancos hombros llenos de diamantes,
en la rumorosa caricia del río.

Y tú te reías…
Y mirando mis manos vacías,
pensé en tantas cosas que ya fueron mías,
y que se me han ido, como tú te irás…

Y tendí mis brazos hacia la corriente,
hacia la corriente cantarina y clara,
porque tuve miedo, repentinamente,
de que el agua feliz te arrastrara…

Y ya no reías…
bajo el sol de estío,
ni resplandecías de oro y de rocío.
Y saliste corriendo del río,
y llenaste mis manos vacías…

Y al sentir tu cuerpo tan cerca y tan mío,
al vivir en tu amor un instante
más allá del placer y del hastío,
vi pasar la sombra de una nube errante,
de una nube fugaz sobre el río…

 

MI CORAZON SE SIENTE SATISFECHO

 Mi corazón se siente satisfecho
de haberte amado y nunca poseído:
así tu amor se salva del olvido
igual que mi ternura del despecho.

Jamás te vi desnuda sobre el lecho,
ni oí tu voz muriéndose en mi oído:
así ese bien fugaz no ha convertido
un ancho amor en un placer estrecho.

Cuanto el deleite suma a lo vivido
acrecentado se lo resta el pecho,
pues la ilusión se va por el sentido.

Y, en ese hacer y deshacer lo hecho,
sólo un amor se salva del olvido,
y es el amor que queda insatisfecho.

 

YA ERA MUY VIEJECITA

 Ya era muy viejecita... Y un año y otro año
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,
sola como una hermana mayor en su jardín.

Se fue quedando sola con los brazos abiertos,
que es como crucifican los hijos que se van,
con su suave manera de cruzar los cubiertos,
y aquel olor a limpio de sus batas de holán.

Déjenme recordarla con su vals en el piano,
como yéndose un poco con lo que se le fue;
y con qué pesadumbre se mira la mano
cuando le tintineaba su taza de café.

Se fue quedando sola, sola... sola en su mesa,
en su casita blanca y en su lento sillón;
y si alguien no conoce qué soledad es esa,
no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.

Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,
en aquel "hasta pronto" que fue un adiós final,
aprendí que unas manos pueden ser mariposas,
dos mariposas tristes volando en su portal.

Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.
Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:
Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,
ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.

  POESIA DEL AMOR IMPOSIBLE 

Esta noche pasaste por mi camino
y me tembló en el alma no se que afán
pero yo estoy consciente de mi destino
que es mirarte de lejos y nada más

No, tu nunca dijiste que hay primavera
en las rosas ocultas de tu rosal.
Ni yo debo mirarte de otra manera
que mirarte de lejos y nada más

Y así pasas aveces tranquila y bella,
así como esta noche te vi pasar.
Más yo debo mirarte como una estrella
que se mira de lejos y nada más.

Y así pasan las rosas de cada día
dejando las raíces que no se ván.
Y yo con mi secreta melancolía
de mirarte de lejos y nada más.

Y así seguirás siempre, siempre prohibida,
más allá de la muerte, si hay mas allá.
Porque en esa vida, si hay otra vida,
te mirare de lejos y nada más...

  

CANCION DE LOS REMOS

Quizás olvidaremos, pues siempre hay que olvidar
pero escucha los remos, cantando sobre el mar.
Bajo este cielo claro tu alma llega a la mía
como la luz de un faro desde la lejanía.

Así como la espuma pasará este momento
nuestra ilusión se esfuma, como la espuma al viento.
Pero en el alma sola si un gran amor la llena
hay algo de la ola y hay algo de la arena.

Náufrago de su espanto, piloto de su hastío
el mar canta en su canto que ya tu amor es mío.
Yo soy la vela rota que da al aire su vuelo,
y tu eres la gaviota que va a estrenar su vuelo.

Pero aún quedan futuros que yo desconocía
en tus ojos oscuros donde nunca es de día.
Aún hay algo postrero mas allá del olvido
y en tu amor recupero todo lo que he perdido.

Ni digo que te quedes, ni quiero que te vayas.
Pues soy como las redes tendidas en las playas
arroyo de ternuras hazme tuyo en lo mío
llenando de agua pura mi cántaro vacío.

Ya mi voz tiene un eco, ya mi voz no se pierde.
Por eso el tronco seco retoña la hoja verde.
Y así mi vida espera la gracia de un retoño
como la primavera que ilumina un otoño.

Por eso aunque olvidemos
que siempre hay que olvidar
oye cantar los remos
sobre el dolor del mar. 

 

POEMA DE LA ESPERA

 Yo sé que tú eres de otro y a pesar de eso espero.
Y espero sonriente porque yo sé que un día
como en amor, el último vale más que el primero
tu tendrás que ser mía.

Yo sé que tu eres de otro pero eso no me importa.
Porque nada es de nadie si hay alguien que lo ansía.
Y mi amor es tan largo y la vida es tan corta
que tendrás que ser mía.

Yo sé que tu eres de otro.
Pero la sed se sacia solamente en el fondo de la copa vacía.
Y como la paciencia puede más que la audacia
tu tendrás que ser mía.

Por eso en lo profundo de mis sueños despiertos
yo seguiré esperando porque se que algún día
buscarás el refugio de mis brazos abiertos
y tendrás que ser mía.

  

SONETO DEL AHORCADO

 El beodo narraba dificultosamente
con hipos de agonía y vahos de aguardiente.
El, residuo de hombre, sin vigor ni decoro,
era el único dueño de un singular tesoro.

Y vi en su mano torpe, tal como una serpiente
de escamas de oro puro, la trenza reluciente:
su tesoro romántico, su reliquia - aunque ignoro
de quién era la trenza de cabellos de oro.

Y una noche de lluvia se colgó de una rama,
y un rechinar de dientes epilogó su drama
de recorrer a tientas las brumas del alcohol.

Y allí lo vimos todos, al inflamarse el día,
y en su cárdeno cuello la trenza relucía
cual si se hubiese ahorcado con un rayo de sol.

 

BALADA DEL MAL AMOR

 Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar.
Yo soy un árbol seco que sólo espera el hacha,
y tú un arroyo alegre que sueña con el mar.

Yo eché mi red al río…
Se me rompió la red…
No unas tu vaso lleno con mi vaso vacío,
pues si bebo en tu vaso voy a sentir más sed.

Se besa por el beso,
por amar el amor…
Ese es tu amor de ahora, pero el amor no es eso,
pues sólo nace el fruto cuando muere la flor.

Amar es tan sencillo,
tan sin saber por qué…
Pero así como pierde la moneda su brillo,
el alma, poco a poco, va perdiendo su fe.

¡Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar!
Hay velas que se rompen a la primera racha,
¡y hay tantas velas rotas en el fondo del mar!

Pero aunque toda herida
deja una cicatriz,
no importa la hoja seca de una rama florida,
si el dolor de esa hoja no llega a la raíz.

La vida, llama o nieve,
es un molino que
va moliendo en sus aspas el viento que lo mueve,
triturando el recuerdo de lo que ya se fue…

Ya lo mío fue mío,
y ahora voy al azar…
Si una rosa es más bella mojada de rocío,
el golpe de la lluvia la puede deshojar…

Tuve un amor cobarde.
Lo tuve y lo perdí…
Para tu amor temprano ya es demasiado tarde,
porque en mi alma anochece lo que amanece en ti.

El viento hincha la vela, pero la deshilacha,
y el agua de los ríos se hace amarga en el mar…
¡Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar!

 

CANCION DE LA LLUVIA

 Acaso está lloviendo también en tu ventana;
Acaso esté lloviendo calladamente, así.
Y mientras anochece de pronto la mañana,
yo sé que, aunque no quieras, vas a pensar en mí.

Y tendrá un sobresalto tu corazón tranquilo,
sintiendo que despierta su ternura de ayer.
Y, si estabas cosiendo, se hará un nudo en el hilo,
y aún lloverá en tus ojos, al dejar de llover.

 

EL PEQUEÑO DOLOR

 Mi dolor es pequeño,
pero aun así bendigo este dolor,
que es como no soñar después de un sueño,
o es como abrir un libro y encontrar una flor.

Déjame que bendiga
mi pequeño dolor,
que no sabe crecer como la espiga,
porque la espiga crece sin amor.

Y déjame cuidar como una rosa
este dolor que nace porque sí,
este dolor pequeño, que es la única cosa
que me queda de ti.

 

POEMA DEL OLVIDO

 Viendo pasar las nubes fue pasando la vida,
y tu, como una nube, pasaste por mi hastío.
Y se unieron entonces tu corazón y el mío,
como se van uniendo los bordes de una herida.

Los últimos ensueños y las primeras canas
entristecen de sombra todas las cosas bellas;
y hoy tu vida y mi vida son como las estrellas,
pues pueden verse juntas, estando tan lejanas...

Yo bien sé que el olvido, como una agua maldita,
nos da una sed mas honda que la sed que nos quita,
pero estoy tan seguro de poder olvidar...

Y miraré las nubes sin pensar que te quiero,
con el hábito sordo de un viejo marinero
que aun siente, en tierra firme, la ondulación del mar.

 

CANCION DEL VIAJE

 Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío
y las iluminadas ventanillas de un tren.
Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,
ya no recuerdo cuando, ya no recuerdo quien.

Pero sí que fue un viaje para toda la vida
y que el último gesto, fue un gesto de desdén,
porque dejó olvidado su amor sin despedida
igual que una maleta tirada en el andén.

Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.
Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,
como esos pueblos tristes, donde no para el tren.

 

POEMA DEL DESENCANTO 

Y comenzaremos juntos un viaje hacia la aurora.
Como dos fugitivos de la misma condena.
Lo que ignoraba antes no he de callarlo ahora;
No valías la pena.

Ya llegaba el otoño y ardía el mediodía.
Sentí sed. Vi tu copa. Pense que estaba llena,
pero acerque mis labios y la encontré vacía.
No valías la pena.

Te di a guardar un sueño pero tu lo perdiste,
o acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.
Es triste pero es cierto. Por ser cierto es tan triste.
No valías la pena.

Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,
y el eslabón amable que es mas que una cadena.
Pero hoy puedo decirte, sin rencor ni despecho;
No valías la pena.

Me alegre con tu sonrisa; me apene por tu llanto,
sin pensar que eras mala, sin creer que eras buena.
Te cante en mis canciones y a pesar de mi canto.
No valías la pena.

Me queda el desencanto del que enturbio una fuente,
o acaso el desaliento del que sembró en la arena.
Pero yo no te culpo. Te digo simplemente;
No valías la pena.

 

CUARTETOS DEL TRANSEUNTE

 - Bebed.- Dice el amor junto a la fuente
cuya corriente clara dice también:- Bebed...
Y como a cada sorbo tu sed es diferente
al secarse la fuente, tendrás la misma sed.

Sonríe, jardinera que en surco te inclinas
y buscas el secreto profundo de las cosas.
No pienses que las rosas se afean con espinas,
sino que las espinas se embellecen con rosas.

Jugué al amor contigo con vanidad tan vana,
que marqué con la uña los naipes que te di.
Y en este extraño juego donde pierde el que gana
gané tan tristemente, que te he perdido a ti.

Fue un amor del que apenas quedaría,
lo que queda del viento cuando el viento pasó.
Y yo doblo la almohada como tú, todavía,
y tu marcas los libros, a veces, como yo...

 
                                                                                                   © Javier de Lucas