LA CONQUISTA DEL CARIBE

Los éxitos de los viajes colombinos impresionaron a Europa, y las naciones con mayor potencial económico y marítimo comenzaron a pertrechar flotas que les permitiesen disputar a los peninsulares los beneficios que se suponía escondían las nuevas tierras o las nuevas rutas hacia Oriente. Los portugueses, gracias a las concesiones que les daba el Tratado de Tordesillas (1494), alcanzaron las costas brasileñas en 1500, casi de forma accidental, con la expedición de Cabral, y los hermanos Gaspar y Miguel Corte Real (1498-1502) bojearon la península del Labrador y, probablemente, Terranova, buscando el paso norte hacia las Indias Orientales. La Corona inglesa, ceñida por Enrique VII, apoyó al navegante veneciano Juan Caboto (1497-1498), quien tras arribar a Terranova creyendo haber llegado a las tierras de Cipango o del Gran Kan regresó a Bristol. Con apoyo de comerciantes, empresarios y la propia Corona británica, Caboto obtuvo financiación y licencia para armar seis naves que iniciasen la colonización británica en Oriente. Es dudoso que alcanzase de nuevo Terranova, mas la realidad fue que sólo un barco pudo salvarse. El estrepitoso fracaso desentendió a los ingleses de futuras aventuras americanas.
Un poco más tarde, los franceses también realizaron sus intentos con algo más de éxito. Giovanni da Verrazzano desembarcó en Manhattan y Terranova en 1524, y Jacques Cartier exploró Canadá entre 1534 y 1536, pero ni el dominio efectivo ni la colonización pudieron realizarse hasta muchas décadas después. En 1604 establecieron la primera colonia francesa, Acadia, en el actual territorio canadiense.
LOS VIAJES ANDALUCES
Dejando al margen intentos más o menos fallidos de exploraciones por el Atlántico Norte, será la monarquía hispana quien, desde 1498 y hasta el descubrimiento del mar del Sur por Balboa en 1513, explore y colonice el área caribeña y la costa de Tierra Firme. Entre 1499 y 1503 van a tener lugar una serie de viajes conocidos como «viajes menores», o más adecuadamente «viajes andaluces» ya que estuvieron protagonizados por marineros y armadores en su mayoría andaluces, y porque tuvieron su trascendencia para completar el mapa de las aguas y tierras desde el golfo de México hasta la desembocadura del Orinoco: un nuevo mare nostrum hispano en el Caribe.
Alonso de Ojeda, nacido en Cuenca hacia 1470, fue un destacado militar durante la guerra de guerrillas en la campaña de Granada. Paje del duque de Medinaceli y bien relacionado con trato personal con Juan Rodríguez Fonseca, logró embarcarse en el segundo viaje de Cristóbal Colón. El almirante lo comisionó para que buscase la comarca del Cibao, en La Española, famosa entre los indios por su oro. Poco después tuvo que socorrer el fuerte Santo Tomás sitiado por el cacique Caonabó, a quien apresó con una añagaza que se hizo famosa: gracias a su simpatía y aspecto inofensivo, pues era pequeño, logró entrevistarse con el jefe indio, quien sentía fascinación por los metales sonoros, por lo que Ojeda le regaló una campana y unas extrañas pulseras que no dudó en ponerse; en realidad eran un par de esposas. Frente a estas habilidades, también destacaba su carácter excesivo y cruel, y dejó para la historia negra la invención de las guazavaras o carnicerías de indios. Algunas crónicas aseguran que en La Española había derrotado y masacrado a diez mil nativos con sólo cincuenta hombres. Ojeda también fue el responsable del primer cargamento de oro indiano traído a la Península con el que se hizo la custodia de la catedral de Toledo.
Todas estas historias le dieron gran fama a su regreso, por lo que no tuvo muchos problemas para obtener de los Reyes Católicos licencia para explorar la región de Paria, en las costas de Venezuela, ya descubierta porColón. En mayo de 1499 organizó una expedición a Tierra Firme, en la cual algunos historiadores afirman que se embarcó por primera vez hacia las Indias Francisco Pizarro. Acompañado por Juan de la Cosa, y probablemente por Américo Vespucio, explorarán la isla Margarita, Curaçao, Barbados, Trinidad, las Bocas del Orinoco y toda la costa venezolana hasta el cabo de Vela, ya en tierras de la actual Colombia, arribando a La Española, en donde fue acogido con ciertos recelos, por lo que decidió retornar a España. En 1501, se le concede la gobernación de Paria y se asocia con Juan Vergara y García de Ocampo para organizar una nueva flota colonizadora. Sin embargo, los pleitos con sus socios arruinaron la empresa.
Pedro Alonso Niño, nacido en Moguer (Huelva), en el seno de una familia marinera, había sido piloto de la Niña durante la primera travesía de Colón a las Indias, participando también como piloto durante el segundo viaje del almirante. A su regreso fue requerido por el rey para que le mostrase cómo era la navegación atlántica. En la Corte aprovechó para solicitar licencia para descubrir. Tras obtenerla se asoció con el comerciante sevillano Cristóbal Guerra para iniciar los contactos comerciales con las Indias. Sin mucho capital, apenas pudieron reunir treinta hombres y una carabela. Zarparon de España con las bodegas llenas de abalorios, ropas y menudencias para intercambiarlas con los nativos. Siguiendo la ruta del tercer viaje de Colón, alcanzaron el golfo de Paria y descubrieron la isla Margarita justo una semana antes de que lo hiciera Ojeda. El viaje se les dio bien comercialmente y en poco tiempo llenaron las bodegas de perlas y oro mercadeando con los indios. De regreso a España, los vientos huracanados los desviaron de la ruta tradicional y terminaron arribando en el puerto de Bayona, en la ría de Vigo. Su llegada causó bastante revuelo, pues no era normal que allí llegase uno de los primeros barcos que volvían de las Indias, y con las bodegas llenas de perlas y oro. Además, la carga fue rápidamente confiscada y Alonso Niño, propietario del navío, fue acusado de querer evitar pagar el quinto real por lo que fue procesado y encarcelado durante unos meses. El viaje fue importante porque dio la impresión de que las Indias eran fácilmente alcanzables, y de que se podían realizar viajes muy rentables con escasa inversión y altos beneficios, lo que impulsó nuevas expediciones.
Otro marinero colombino, Vicente Yáñez Pinzón, el capitán de la Niña a quien gracias a su pericia el almirante logró regresar con vida de su primer viaje, obtuvo en 1499 capitulación para armar una flota de cuatro carabelas y emprender un viaje por debajo de la línea equinocial. Vicente Yáñez suponía que al sur del ecuador debían encontrarse las islas de la Especería, pero varias tormentas les hicieron variar de rumbo hasta terminar frente a las islas en el cabo de Santa María o de la Consolación. Aquella tierra era Brasil y Yáñez Pinzón su descubridor. Los vientos del noroeste los empujaron hasta alcanzar la desembocadura del río Marañón o Amazonas, que Pinzón llamó Río Grande de Santa María de la Mar Dulce. Navegaron por el estuario del gran río y contactaron con los nativos de las numerosas islas, que no los recibieron de buen agrado. De nuevo en el mar se encontraron con los barcos de Diego de Lepe y juntos costearon en dirección norte hasta el golfo de México y Las Bahamas, y regresaron a España en septiembre de 1500. La expedición dejó un poso agridulce: los barcos volvieron con las bodegas repletas de palo campeche y una veintena de indios esclavos, pero habían perdido la mitad de la tripulación y no habían hallado nada reseñable.
Pinzón volvería a embarcarse en 1502, para explorar las costas centroamericanas de Honduras y Nicaragua, siguiendo las derrotas ya establecidas por Colón, y desde ahí bojeó Belice y Yucatán. Más adelante volveremos a encontrarlo en una importante expedición por el Atlántico Sur.
El ya mencionado Diego de Lepe también era vecino de Palos, pero al contrario que sus compañeros no se le conocía vinculación con el mar. Se interesó por los descubrimientos del Nuevo Mundo gracias a Bartolomé Roldán, un vecino suyo que había acompañado al almirante en sus dos primeros viajes. Tras pedir y obtener licencia de exploración en 1499 inició un viaje hacia Tierra Firme siguiendo los pasos de Pinzón. La novedad de Lepe es que alcanzó latitudes más meridionales al cabo de San Agustín en Brasil, desembarcando y tomando posesión de aquellas tierras para la Corona española. Sus actos carecerían de validez jurídica, pues los portugueses se acogieron a las demarcaciones establecidas en el Tratado de Tordesillas (1494) y las exploraciones casi simultáneas de Álvares Cabral.
El valor del viaje está en la rica información y en las cartas náuticas trazadas, que entre otras cosas insinuaban la posibilidad de que más al surexistiera un paso que llevara a las Indias Orientales. Lepe moriría poco después, cuando preparaba en Portugal un nuevo viaje hacia Brasil. También merece la pena reseñar la expedición de Vélez de Mendoza y Luis Guerra, quienes entre agosto de 1500 y junio de 1501 alcanzaron el punto más meridional conocido hasta entonces de la costa brasileña, las llamadas tierras de Topia, cerca de la actual ciudad de Recife.
RODRIGO DE BASTIDAS Y LAS «SOCIEDADES DE ARMADA »

Con el trianero Rodrigo de Bastidas, se puede afirmar que el capitalismo comercial llega definitivamente al Caribe. Hombre con visón más comercial que exploratoria, en 1500 firmó unas novedosas capitulaciones que establecían las llamadas «Sociedades de Armada», con las que se pretendía que los comerciantes, en vez de entregar mercaderías en adeudo y a precios inflados, participasen en las expediciones costeándolas, asumiendo gastos y riesgos y, por tanto, ganancias o pérdidas. Bastidas, acompañado por el reputado cosmógrafo Juan de la Cosa, exploró la costa atlántica de Venezuela y Colombia, descubriendo la desembocadura del río Magdalena, el golfo de Urabá y el de Darién. Cuando intentaban volver a La Española se vieron sorprendidos por un temporal que casi les cuesta la vida. Gracias a que estaban cerca de la costa pudieron salvar sus vidas y parte del importante botín de oro y piedras preciosas, pero sus barcos fueron destrozados.
En 1502 embarcaron de regreso en los barcos del depuesto gobernador Francisco de Bobadilla.Viaje de Rodrigo de Bastidas (1501). Las cartas trazadas por Juan de la Cosa y las informaciones dadas a los mismísimos Reyes Católicos animaron nuevas exploraciones e intentos de colonización y comercio. El mismo Rodrigo, en 1504, era ya un próspero mercader caribeño. Establecido en La Española se dedicó a invertir en ganado bovino y, asociado a Diego Colón, a importar esclavos indios capturados en las islas cercanas de las Lucayas (Bahamas). También entre 1519 y 1521 obtuvo pingües beneficios con la extracción y el comercio de perlas. En 1521, el rico empresario ofreció a Hernán Cortes –a quien conocía al menos desde once o doce años antes– tres barcos, hombres y dinero para concluir la conquista de México. Ese mismo año, obtuvo licencia para colonizar y explorar las costas de Tierra Firme. Poco después, fue nombrado gobernador de la zona, trasladó colonos, estableció diversos pactos de paz y comercio con las tribus nativas y fundó la ciudad de Santa Marta (Colombia, 1524), luego abandonada.
Quizá afligido por el remordimiento de su pasado esclavista, prohibió la esclavitud de los indios en su gobernación, lo que unido a la negativa a repartir el botín y a una epidemia de disentería provocó un levantamiento entre sus hombres que lo dejó malherido. Cuando se dirigía a Santo Domingo para reponerse, una tormenta destrozó su barco cerca de Cuba. No se sabe a ciencia cierta si murió en el mar o alcanzó la isla y murió poco después, en tierra.
NICOLAS DE OVANDO Y EL CONTROL REAL

Una figura interesante aunque alejada de los cánones de exploradores y marineros vistos hasta la fecha es la del religioso Nicolás de Ovando. Nacido en 1461 en Brozas (Cáceres) dentro de una familia de la alta nobleza. Desde muy joven su vida transcurrió en la Corte de Enrique IV y posteriormente en la de los Reyes Católicos. Comendador de Lares de la Orden de Alcántara, fue nombrado en septiembre de 1501 gobernador de las Indias con la clara intención de poner orden tras los graves disturbios que los colonos habían provocado ante la torpeza administrativa y las largas ausencias de Cristóbal Colón y sus desavenencias con el gobernador Francisco de Bobadilla.
El nombramiento de un personaje noble y cortesano pone de manifiesto la voluntad real de ejercer ellos mismos el control sobre los nuevos territorios. Esta tensión entre el poder que sobre el terreno ejercían los dominadores efectivos de las tierras y el alejado pero intenso poder de los monarcas será una constante durante toda la primera mitad del siglo XVI hasta que se establezcan los virreinatos. La monarquía española siempre tuvo que enfrentarse a las excesivas potestades y prebendas que adquirían los conquistadores, y Nicolás de Ovando es la figura que representa el primer intento manifiesto de los monarcas por imponer su autoridad en ultramar.
Partió de España en febrero de 1502 al frente de la mayor flota colonizadora abastecida hasta ese momento. En ella viajaban numerosos colonos que iban con la intención clara de establecerse, fundar ciudades, cultivar campos, introducir la ganadería y trasladar el modo de vida español al Nuevo Mundo. También embarcó un grupo importante de sacerdotes para iniciar la llamada «conquista espiritual». Ovando restituyó las leyes de la Corona, apresó a los colonos amotinados, batalló contra los nativos que no aceptaron la sumisión y los impuestos españoles, introdujo el trabajo esclavo en pesquerías y explotaciones mineras y permitió la encomienda de indios. Convirtió la isla de La Española, fundamentalmente el abrigado puerto de Santo Domingo, en el centro desde donde se planificó la colonización del Nuevo Mundo. Aunque la muerte de la reina Isabel inició la expansión caribeña, la regencia del rey Fernando a partir de 1507 permitió nuevas exploraciones hacia las grandes islas antillanas y hacia la costa continental. Ovando fue sustituido en 1509 por Diego Colón, hijo del fallecido almirante.
PONCE DE LEON Y PUERTO RICO

Juan Ponce de León, nacido hacia 1460 en Santervás (Valladolid), en una noble familia vinculada a la Corona, fue uno de los capitanes más destacados que se embarcaron con el gobernador Nicolás de Ovando hacia La Española en 1502. En la isla se le encomendó aplastar la insurrección de los indios jiguaque, lo que hizo sin muchos escrúpulos. En 1508, Ovando le concedió licencia para explorar Boriquén, una isla descubierta en el segundo viaje de Colón, donde Ponce de León halló minas de oro. Ese mismo año exploró la isla, estableció contacto con el cacique Agüeybaná y fundó una pequeña villa. A su regreso a La Española, mostró gran cantidad de oro recogido en el viaje, lo que le permitió lograr una nueva capitulación para colonizar lo que ya denominó Puerto Rico.
En 1510, con el título de gobernador, trasladó a un grupo numeroso de colonos e inició la explotación de la isla. El régimen de encomiendas, el trabajo esclavo en las minas y el maltrato general dado a los indios provocó la rebelión del cacique Agüeybaná, aplastada de forma brutal en 1511. Las disputas entre Diego Colón y la Corona terminaron con su destitución como gobernador, pero el rey Fernando, conociendo su valía y experiencia, le encargó nuevas exploraciones. De cualquier forma, la isla siguió teniendo naborías de indios y explotaciones de oro. Su nombre quedará también asociado a los primeros intentos de conquista de Florida, hacia donde se dirigió en 1512 con tres navíos buscando el manantial de la eterna juventud.

Los viajes de Ponce de León por el Caribe
LA CONQUISTA DE CUBA
«La tierra más hermosa» que descubriera Colón en su segundo viaje tardó casi quince años en ser explorada. Ya a punto de finalizar su mandato, el gobernador Ovando encargó al marino gallego Sebastián de Ocampo la exploración de Cuba; no en vano, Ocampo había sido uno de los tripulante de las naves de Colón que viera por primera vez la isla. En 1508, recorrió con dos embarcaciones la costa norte y tuvo que refugiarse en una abrigada bahía, a la que bautizó con el nombre de puerto de Carenas, hoy La Habana, para carenar los barcos. Siguió navegando alrededor del litoral y completó la circunnavegación de la isla, que hasta entonces se había creído tierra continental. La singladura total demoró ocho meses.
El cambio de gobernador y las tensiones políticas hicieron que la isla estuviera dos años sin recibir nuevas visitas «oficiales», aunque clandestina o fortuitamente arribaron a ella gente como Ojeda o Enciso, entre otros. Ya en 1510, el gobernador Diego Colón encomendó a Diego Velázquez de Cuéllar (1465-1524) su conquista definitiva. Este debió de ser también marinero en el segundo viaje de Cristóbal Colón. Establecido en La Española (Santo Domingo), fue destacado lugarteniente de Ovando, distinguiéndose por la fundación de las ciudades de Salvatierra (1502) –su base de operaciones– y Jaragua (1503) tras protagonizar una masacre de indios. Todo ello sin perder la oportunidad de hacer una interesante fortuna.
En 1510, Colón le encomendó la conquista y colonización de Cuba, nombrándolo adelantado, aunque parece que ya había viajado a la isla dos años antes con casi un centenar de hombres. Velázquez costeó él mismo la empresa y supo rodearse de gente experimentada que jugaría un papel destacado en el futuro de las Indias (Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Juan de Grijalva y el mismísimo fray Bartolomé de las Casas…). En un primer momento, se establecieron unas pequeñas fortificaciones en el sur de Cuba desde donde atacar y dominar a los nativos, cuya débil resistencia capitaneó Hatuey, un bravo cacique huido de La Española. Controlados los nativos y asegurado el apoyo logístico en el sur, en 1513 se pudo completar el dominio de la isla gracias a Pánfilo de Narváez, el auténtico artífice de laconquista, quien se incorporó a la misma desde Jamaica. Narváez comandó el grueso de la tropa hispana que penetró en el interior, mientras Velázquez tomaba la costa sur y un bergantín exploraba la costa norte.
En 1514, dominada en su totalidad, Cuba comenzó a ser poblada por habitantes de La Española. La colonización siguió el mismo esquema de siempre: reparto de tierras e indios y fundación de ciudades. En muy breve tiempo, se levantaron las siete villas que recorrían la costa sur: Baracoa, Bayamo, Trinidad, Sancti Spiritus, Santa María del Puerto del Príncipe, Santiago y San Cristóbal de La Habana.
Hábil para los negocios y la organización, el gobernador Velázquez puso las bases para el desarrollo colonial de la isla, encomendó indios –aun antes de obtener el permiso de la Corona, no recibido hasta 1513–, los agrupó en aldeas e inició la explotación de los escasos lavaderos de oro y de las más rentables haciendas de ganado y cultivos. Él mismo se otorgó numerosas propiedades. Asociado a Hernández de Córdoba, en febrero de 1517 armó una expedición para explorar las aguas más occidentales de su gobernación.
Al encontrar tierra –la península del Yucatán– envió a dos emisarios a España solicitando a la Corona el título de adelantado del Yucatán. Mientras esperaba respuesta, en febrero de 1518, mandó a su sobrino, Juan de Grijalva, con cuatro bergantines a continuar las exploraciones de Hernández de Córdoba. A finales de ese mismo año, el 13 de noviembre, recibió la confirmación de su cargo. Inició entonces los preparativos de una gran armada de conquista y colonización, y puso al frente de la misma a uno de sus hombres de confianza, Hernán Cortés. Estamos ya en vísperas de la conquista del Imperio azteca.
JAMAICA

La isla de Jamaica debía de ser la base de operaciones para la conquista de Tierra Firme, según lo capitulado por Diego de Nicuesa y Alonso de Ojeda. Mas el nuevo gobernador, Diego Colón, el sustituto de Ovando, no aceptó la cesión de la isla, pues consideraba que le pertenecía por los derechos heredados de su padre, el almirante. Aunque Ojeda amenazó con «cortar la cabeza» a quien le sustrajese la isla, Diego Colón obvió las bravuconadas y mandó a su capitán, Juan de Esquivel, junto con sesenta hombres a conquistar y colonizar Jamaica. Esquivel, sin apenas resistencia, dominó a los aborígenes y fundó Sevilla la Nueva (1509) –hoy St. Ann´s Bay– y Melilla (1509) –hoy Port Santa María–. Hasta su muerte en 1512, Juan de Esquivel levantó fortalezas, trasladó colonos, extendió los cultivos, repartió encomiendas e inició una tímida evangelización. Su dureza con los nativos y su apoyo incondicional a Diego Colón frente a sus pleitos con la Corona le costaron un juicio de residencia y, probablemente, la muerte.
A Esquivel le sucedió Francisco de Garay (1475-1523), conquistador que había sido tripulante de una de las carabelas del segundo viaje de Cristóbal Colón (1493-1496) y que había participado en la conquista y colonización de La Española (Santo Domingo), siendo el primer español que construyó una casa de piedra en la isla (1503). Hacia 1513 había regresado a España y se había casado con una cuñada de Colón, Ana Moniz de Perestrelo. De nuevo en Santo Domingo, ejerció de regidor y alcalde de la fortaleza hasta que Diego Colón, su sobrino, presionado por el rey Fernando, lo nombró gobernador de Jamaica con el mandato firme de evangelizar a los indios, iniciar la explotación minera de la isla y convertirla en base para futuras expediciones. Tras la repartición de tierras y el traslado de las principales ciudades del norte al sur, zona más segura, rica y salubre, la isla se quedó pequeña para la ambición de Garay.
Así, en 1519, ante las noticias que llegaban de México, decidió embarcarse en una flotilla de cinco naves para explorar Panuco y La Florida. Dos años más tarde, obtuvo una capitulación por la que se lo nombraba adelantado y gobernador de las tierras que conquistase en la costa norte mexicana entre Pensacola y Cabo Rojo. Apesar del fracaso, insistió en su misión: en 1523 organizó una segunda flota de once barcos, más de cuatrocientos infantes y ciento cincuenta jinetes. Pero, tras llegar a Cuba, descubrió que Cortés se había adelantado y ya estaba en Pensacola.
Como vemos, poco a poco, el eje de atracción antillano se va desplazando hacia occidente. Las noticias de descubrimientos y los rumores de la existencia de una gran civilización en el interior de las costas que rodean el golfo de México incitan a nuevas exploraciones, las Antillas pierden interés y se convierten en la plataforma para nuevas conquistas. En especial, Cuba y Santo Domingo serán en las próximas décadas la puerta de entrada o salida de las Indias.
© 2025 JAVIER DE LUCAS