LA CONQUISTA DEL CARIBE

Los éxitos de los viajes colombinos impresionaron a Europa, y las naciones con mayor potencial económico y marítimo comenzaron a pertrechar flotas que les permitiesen disputar a los peninsulares los beneficios que se suponía escondían  las  nuevas  tierras  o  las  nuevas  rutas  hacia Oriente. Los portugueses,  gracias  a  las  concesiones  que  les  daba  el  Tratado  de Tordesillas (1494), alcanzaron las costas brasileñas en 1500, casi de forma accidental, con la expedición de Cabral, y los hermanos Gaspar y Miguel Corte  Real  (1498-1502)  bojearon  la  península  del  Labrador  y, probablemente,  Terranova,  buscando  el  paso  norte  hacia  las  Indias Orientales. La Corona inglesa, ceñida por Enrique VII, apoyó al navegante veneciano  Juan  Caboto  (1497-1498),  quien  tras  arribar  a  Terranova creyendo haber llegado a las tierras de Cipango o del Gran Kan regresó a Bristol.  Con  apoyo  de  comerciantes,  empresarios  y  la  propia  Corona británica, Caboto obtuvo financiación y licencia para armar seis naves que iniciasen la colonización británica en Oriente. Es dudoso que alcanzase de nuevo Terranova, mas la realidad fue que sólo un barco pudo salvarse. El estrepitoso  fracaso  desentendió  a  los  ingleses  de  futuras  aventuras americanas.  

Un  poco  más  tarde,  los  franceses  también  realizaron  sus intentos  con  algo  más  de  éxito.  Giovanni  da  Verrazzano  desembarcó  en Manhattan  y  Terranova  en  1524,  y  Jacques  Cartier  exploró  Canadá  entre 1534  y  1536,  pero  ni  el  dominio  efectivo  ni  la  colonización  pudieron realizarse hasta muchas décadas después. En 1604 establecieron la primera colonia francesa, Acadia, en el actual territorio canadiense.

LOS VIAJES ANDALUCES

Dejando al margen intentos más o menos fallidos de exploraciones por el Atlántico  Norte,  será  la  monarquía  hispana  quien,  desde  1498  y hasta  el descubrimiento del mar del Sur por Balboa en 1513, explore y colonice el área caribeña y la costa de Tierra Firme. Entre 1499 y 1503 van a tener lugar una serie de viajes conocidos como «viajes  menores»,  o  más  adecuadamente  «viajes  andaluces»  ya  que estuvieron  protagonizados  por  marineros  y  armadores  en  su  mayoría andaluces, y porque tuvieron su trascendencia para completar el mapa de las  aguas  y  tierras  desde  el  golfo  de  México  hasta  la  desembocadura  del Orinoco: un nuevo mare nostrum hispano en el Caribe.

Alonso de Ojeda, nacido en Cuenca hacia 1470, fue un destacado militar durante la guerra de guerrillas en la campaña de Granada. Paje del duque de Medinaceli  y  bien  relacionado  con  trato  personal  con  Juan  Rodríguez Fonseca,  logró  embarcarse  en  el  segundo  viaje  de  Cristóbal  Colón.  El almirante  lo  comisionó  para  que  buscase  la  comarca  del  Cibao,  en  La Española,  famosa  entre  los  indios  por  su  oro.  Poco  después  tuvo  que socorrer  el  fuerte  Santo  Tomás  sitiado  por  el  cacique  Caonabó,  a  quien apresó con una añagaza que se hizo famosa: gracias a su simpatía y aspecto inofensivo,  pues  era  pequeño,  logró  entrevistarse  con  el  jefe  indio,  quien sentía fascinación por los metales sonoros, por lo que Ojeda le regaló una campana y unas extrañas pulseras que no dudó en ponerse; en realidad eran un par de esposas. Frente a estas habilidades, también destacaba su carácter excesivo  y  cruel,  y  dejó  para  la  historia  negra  la  invención  de  las guazavaras o carnicerías de indios. Algunas crónicas aseguran que en La Española había derrotado y masacrado a diez mil nativos con sólo cincuenta hombres. Ojeda también fue el responsable del primer cargamento de oro indiano traído a la Península con el que se hizo la custodia de la catedral de Toledo.

Todas estas historias le dieron gran fama a su regreso, por lo que no tuvo muchos  problemas  para  obtener  de  los  Reyes  Católicos  licencia  para explorar la región de Paria, en las costas de Venezuela, ya descubierta porColón. En mayo de 1499 organizó una expedición a Tierra Firme, en la cual algunos  historiadores  afirman  que  se  embarcó  por  primera  vez  hacia  las Indias  Francisco  Pizarro.  Acompañado  por  Juan  de  la  Cosa,  y probablemente  por  Américo  Vespucio,  explorarán  la  isla  Margarita, Curaçao,  Barbados,  Trinidad,  las  Bocas  del  Orinoco  y  toda  la  costa venezolana  hasta  el  cabo  de  Vela,  ya  en  tierras  de  la  actual  Colombia, arribando a La Española, en donde fue acogido con ciertos recelos, por lo que decidió retornar a España. En 1501, se le concede la gobernación de Paria y se asocia con Juan Vergara y García de Ocampo para organizar una nueva flota colonizadora. Sin embargo, los pleitos con sus socios arruinaron la empresa.

Pedro  Alonso  Niño,  nacido  en  Moguer  (Huelva),  en  el  seno  de  una familia marinera, había sido piloto de la Niña durante la primera travesía de Colón  a  las  Indias,  participando  también  como  piloto  durante  el  segundo viaje  del  almirante.  A  su  regreso  fue  requerido  por  el  rey  para  que  le  mostrase  cómo  era  la  navegación  atlántica.  En  la  Corte  aprovechó  para solicitar licencia para descubrir. Tras obtenerla se asoció con el comerciante sevillano  Cristóbal  Guerra  para  iniciar  los  contactos  comerciales  con  las Indias.  Sin  mucho  capital,  apenas  pudieron  reunir  treinta  hombres  y  una carabela. Zarparon de España con las bodegas llenas de abalorios, ropas y menudencias  para  intercambiarlas  con  los  nativos.  Siguiendo  la  ruta  del tercer  viaje  de  Colón,  alcanzaron  el  golfo  de  Paria  y  descubrieron  la  isla Margarita justo una semana antes de que lo hiciera Ojeda. El viaje se les dio bien comercialmente y en poco tiempo llenaron las bodegas de perlas y oro mercadeando con los indios. De regreso a España, los vientos huracanados los desviaron de la ruta tradicional y terminaron arribando en el puerto de Bayona, en la ría de Vigo. Su llegada causó bastante revuelo, pues no era normal  que  allí  llegase  uno  de  los  primeros  barcos  que  volvían  de  las Indias,  y  con  las  bodegas  llenas  de  perlas  y  oro.  Además,  la  carga  fue rápidamente confiscada y Alonso Niño, propietario del navío, fue acusado de querer evitar pagar el quinto real por lo que fue procesado y encarcelado durante unos meses. El viaje fue importante porque dio la impresión de que las  Indias  eran  fácilmente  alcanzables,  y  de  que  se  podían  realizar  viajes muy  rentables  con  escasa  inversión  y  altos  beneficios,  lo  que  impulsó nuevas expediciones.

Otro marinero colombino, Vicente Yáñez Pinzón, el capitán de la Niña a quien gracias a su pericia el almirante logró regresar con vida de su primer viaje, obtuvo en 1499 capitulación para armar una flota de cuatro carabelas y  emprender  un  viaje  por  debajo  de  la  línea  equinocial.  Vicente  Yáñez suponía que al sur del ecuador debían encontrarse las islas de la Especería, pero varias tormentas les hicieron variar de rumbo hasta terminar frente a las islas en el cabo de Santa María o de la Consolación. Aquella tierra era Brasil  y  Yáñez  Pinzón  su  descubridor.  Los  vientos  del  noroeste  los empujaron hasta alcanzar la desembocadura del río Marañón o Amazonas, que Pinzón llamó Río Grande de Santa María de la Mar Dulce. Navegaron por el estuario del gran río y contactaron con los nativos de las numerosas islas,  que  no  los  recibieron  de  buen  agrado.  De  nuevo  en  el  mar  se encontraron  con  los  barcos  de  Diego  de  Lepe  y  juntos  costearon  en dirección  norte  hasta  el  golfo  de  México  y  Las  Bahamas,  y  regresaron  a España en septiembre de 1500. La expedición dejó un poso agridulce: los barcos volvieron con las bodegas repletas de palo campeche y una veintena de  indios  esclavos,  pero  habían  perdido  la  mitad  de  la  tripulación  y  no habían hallado nada reseñable.

Pinzón  volvería  a  embarcarse  en  1502,  para  explorar  las  costas centroamericanas  de  Honduras  y  Nicaragua,  siguiendo  las  derrotas  ya establecidas por Colón, y desde ahí bojeó Belice y Yucatán. Más adelante volveremos  a  encontrarlo  en  una  importante  expedición  por  el  Atlántico Sur.

El ya mencionado Diego de Lepe también era vecino de Palos, pero al contrario que sus compañeros no se le conocía vinculación con el mar. Se interesó  por  los  descubrimientos  del  Nuevo  Mundo  gracias  a  Bartolomé Roldán,  un  vecino  suyo  que  había  acompañado  al  almirante  en  sus  dos primeros viajes. Tras pedir y obtener licencia de exploración en 1499 inició un viaje hacia Tierra Firme siguiendo los pasos de Pinzón. La novedad de Lepe es que alcanzó latitudes más meridionales al cabo de San Agustín en Brasil,  desembarcando  y  tomando  posesión  de  aquellas  tierras  para  la Corona  española.  Sus  actos  carecerían  de  validez  jurídica,  pues  los portugueses se acogieron a las demarcaciones establecidas en el Tratado de Tordesillas (1494) y las exploraciones casi simultáneas de Álvares Cabral.

El  valor  del  viaje  está  en  la  rica  información  y  en  las  cartas  náuticas trazadas, que entre otras cosas insinuaban la posibilidad de que más al surexistiera  un  paso  que  llevara  a  las  Indias  Orientales.  Lepe  moriría  poco después, cuando preparaba en Portugal un nuevo viaje hacia Brasil. También merece la pena reseñar la expedición de Vélez de Mendoza y Luis Guerra, quienes entre agosto de 1500 y junio de 1501 alcanzaron el punto  más  meridional  conocido  hasta  entonces  de  la  costa  brasileña,  las llamadas tierras de Topia, cerca de la actual ciudad de Recife.

RODRIGO DE BASTIDAS Y LAS «SOCIEDADES DE ARMADA »

Con el trianero Rodrigo de Bastidas, se puede afirmar que el capitalismo comercial llega definitivamente al Caribe. Hombre con visón más comercial que  exploratoria,  en  1500  firmó  unas  novedosas  capitulaciones  que establecían las llamadas «Sociedades de Armada», con las que se pretendía que los comerciantes, en vez de entregar mercaderías en adeudo y a precios inflados, participasen en las expediciones costeándolas, asumiendo gastos y riesgos y, por tanto, ganancias o pérdidas. Bastidas,  acompañado  por  el  reputado  cosmógrafo  Juan  de  la  Cosa, exploró  la  costa  atlántica  de  Venezuela  y  Colombia,  descubriendo  la desembocadura  del  río  Magdalena,  el  golfo  de  Urabá  y  el  de  Darién. Cuando  intentaban  volver  a  La  Española  se  vieron  sorprendidos  por  un temporal que casi les cuesta la vida. Gracias a que estaban cerca de la costa pudieron  salvar  sus  vidas  y  parte  del  importante  botín  de  oro  y  piedras preciosas,  pero  sus  barcos  fueron  destrozados.  

En  1502  embarcaron  de regreso en los barcos del depuesto gobernador Francisco de Bobadilla.Viaje de Rodrigo de Bastidas (1501). Las cartas trazadas por Juan de la Cosa y las informaciones dadas a los mismísimos Reyes Católicos animaron nuevas exploraciones e intentos de colonización y comercio. El mismo Rodrigo, en 1504, era ya un próspero mercader  caribeño.  Establecido  en  La  Española  se  dedicó  a  invertir  en ganado  bovino  y,  asociado  a  Diego  Colón,  a  importar  esclavos  indios capturados en las islas cercanas de las Lucayas (Bahamas). También entre 1519 y 1521 obtuvo pingües beneficios con la extracción y el comercio de perlas.  En  1521,  el  rico  empresario  ofreció  a  Hernán  Cortes  –a  quien conocía  al  menos  desde  once  o  doce  años  antes–  tres  barcos,  hombres  y dinero  para  concluir  la  conquista  de  México.  Ese  mismo  año,  obtuvo licencia para colonizar y explorar las costas de Tierra Firme. Poco después, fue nombrado gobernador de la zona, trasladó colonos, estableció diversos pactos de paz y comercio con las tribus nativas y fundó la ciudad de Santa Marta  (Colombia,  1524),  luego  abandonada.  

Quizá  afligido  por  el remordimiento de su pasado esclavista, prohibió la esclavitud de los indios en  su  gobernación,  lo  que  unido  a  la  negativa  a  repartir  el  botín  y  a  una epidemia de disentería provocó un levantamiento entre sus hombres que lo dejó  malherido.  Cuando  se  dirigía  a  Santo  Domingo  para  reponerse,  una tormenta destrozó su barco cerca de Cuba. No se sabe a ciencia cierta si murió en el mar o alcanzó la isla y murió poco después, en tierra.

NICOLAS DE OVANDO Y EL CONTROL REAL

Una  figura  interesante  aunque  alejada  de  los  cánones  de  exploradores  y marineros  vistos  hasta  la  fecha  es  la  del  religioso  Nicolás  de  Ovando. Nacido  en  1461  en  Brozas  (Cáceres)  dentro  de  una  familia  de  la  alta nobleza. Desde muy joven su vida transcurrió en la Corte de Enrique IV y posteriormente en la de los Reyes Católicos. Comendador de Lares de la Orden de Alcántara, fue nombrado en septiembre de 1501 gobernador de las Indias con la clara intención de poner orden tras los graves disturbios que los colonos habían provocado ante la torpeza administrativa y las largas ausencias  de  Cristóbal  Colón  y  sus  desavenencias  con  el  gobernador Francisco de Bobadilla.

El nombramiento de un personaje noble y cortesano pone de manifiesto la  voluntad  real  de  ejercer  ellos  mismos  el  control  sobre  los  nuevos territorios.  Esta  tensión  entre  el  poder  que  sobre  el  terreno  ejercían  los dominadores efectivos de las tierras y el alejado pero intenso poder de los monarcas  será  una  constante  durante  toda  la  primera  mitad  del  siglo  XVI hasta  que  se  establezcan  los  virreinatos.  La  monarquía  española  siempre tuvo que enfrentarse a las excesivas potestades y prebendas que adquirían los  conquistadores,  y  Nicolás  de  Ovando  es  la  figura  que  representa  el primer  intento  manifiesto  de  los  monarcas  por  imponer  su  autoridad  en ultramar.

Partió  de  España  en  febrero  de  1502  al  frente  de  la  mayor  flota colonizadora  abastecida  hasta  ese  momento.  En  ella  viajaban  numerosos colonos  que  iban  con  la  intención  clara  de  establecerse,  fundar  ciudades, cultivar campos, introducir la ganadería y trasladar el modo de vida español al Nuevo Mundo. También embarcó un grupo importante de sacerdotes para iniciar la llamada «conquista espiritual». Ovando  restituyó  las  leyes  de  la  Corona,  apresó  a  los  colonos amotinados, batalló contra los nativos que no aceptaron la sumisión y los impuestos  españoles,  introdujo  el  trabajo  esclavo  en  pesquerías  y explotaciones mineras y permitió la encomienda de indios. Convirtió la isla de La Española, fundamentalmente el abrigado puerto de Santo Domingo, en el centro desde donde se planificó la colonización del Nuevo Mundo. Aunque la muerte de la reina Isabel inició la expansión caribeña,  la  regencia  del  rey  Fernando  a  partir  de  1507  permitió  nuevas exploraciones hacia las grandes islas antillanas y hacia la costa continental. Ovando  fue  sustituido  en  1509  por  Diego  Colón,  hijo  del  fallecido almirante.

PONCE DE LEON Y PUERTO RICO

Juan Ponce de León, nacido hacia 1460 en Santervás (Valladolid), en una noble  familia  vinculada  a  la  Corona,  fue  uno  de  los  capitanes  más destacados que se embarcaron con el gobernador Nicolás de Ovando hacia La Española en 1502. En la isla se le encomendó aplastar la insurrección de los indios jiguaque, lo que hizo sin muchos escrúpulos. En 1508, Ovando le concedió  licencia  para  explorar  Boriquén,  una  isla  descubierta  en  el segundo  viaje  de  Colón,  donde  Ponce  de  León  halló  minas  de  oro.  Ese mismo año exploró la isla, estableció contacto con el cacique Agüeybaná y fundó una pequeña villa. A su regreso a La Española, mostró gran cantidad de oro recogido en el viaje, lo que le permitió lograr una nueva capitulación para colonizar lo que ya denominó Puerto Rico.

En 1510, con el título de gobernador,  trasladó  a  un  grupo  numeroso  de  colonos  e  inició  la explotación de la isla. El régimen de encomiendas, el trabajo esclavo en las minas  y  el  maltrato  general  dado  a  los  indios  provocó  la  rebelión  del cacique Agüeybaná, aplastada de forma brutal en 1511. Las disputas entre Diego Colón y la Corona terminaron con su destitución como gobernador, pero el rey Fernando, conociendo su valía y experiencia, le encargó nuevas exploraciones.  De  cualquier  forma,  la  isla  siguió  teniendo  naborías  de indios y explotaciones de oro. Su nombre quedará también asociado a los primeros intentos de conquista de Florida, hacia donde se dirigió en 1512 con tres navíos buscando el manantial de la eterna juventud.

                                                                                     Los viajes de Ponce de León por el Caribe

LA CONQUISTA DE CUBA

«La tierra más hermosa» que descubriera Colón en su segundo viaje tardó casi quince años en ser explorada. Ya a punto de finalizar su mandato, el gobernador  Ovando  encargó  al  marino  gallego  Sebastián  de  Ocampo  la exploración de Cuba; no en vano, Ocampo había sido uno de los tripulante de las naves de Colón que viera por primera vez la isla. En 1508, recorrió con dos embarcaciones la costa norte y tuvo que refugiarse en una abrigada bahía, a la que bautizó con el nombre de puerto de Carenas, hoy La Habana, para carenar los barcos. Siguió navegando alrededor del litoral y completó la  circunnavegación  de  la  isla,  que  hasta  entonces  se  había  creído  tierra continental. La singladura total demoró ocho meses.

El  cambio  de  gobernador  y  las  tensiones  políticas  hicieron  que  la  isla estuviera dos años sin recibir nuevas visitas «oficiales», aunque clandestina o fortuitamente arribaron a ella gente como Ojeda o Enciso, entre otros. Ya en  1510,  el  gobernador  Diego  Colón  encomendó  a  Diego  Velázquez  de Cuéllar  (1465-1524)  su  conquista  definitiva.  Este  debió  de  ser  también marinero  en  el  segundo  viaje  de  Cristóbal  Colón.  Establecido  en  La Española  (Santo  Domingo),  fue  destacado  lugarteniente  de  Ovando, distinguiéndose por la fundación de las ciudades de Salvatierra (1502) –su base  de  operaciones–  y  Jaragua  (1503)  tras  protagonizar  una  masacre  de indios. Todo ello sin perder la oportunidad de hacer una interesante fortuna.

En  1510,  Colón  le  encomendó  la  conquista  y  colonización  de  Cuba, nombrándolo adelantado, aunque parece que ya había viajado a la isla dos años antes con casi un centenar de hombres. Velázquez costeó él mismo la empresa  y  supo  rodearse  de  gente  experimentada  que  jugaría  un  papel destacado  en  el  futuro  de  las  Indias  (Hernán  Cortés,  Pedro  de  Alvarado, Juan  de  Grijalva  y  el  mismísimo  fray  Bartolomé  de  las  Casas…).  En  un primer momento, se establecieron unas pequeñas fortificaciones en el sur de Cuba  desde  donde  atacar  y  dominar  a  los  nativos,  cuya  débil  resistencia capitaneó Hatuey, un bravo cacique huido de La Española. Controlados los nativos y asegurado el apoyo logístico en el sur, en 1513 se pudo completar el dominio de la isla gracias a Pánfilo de Narváez, el auténtico artífice de laconquista, quien se incorporó a la misma desde Jamaica. Narváez comandó el grueso de la tropa hispana que penetró en el interior, mientras Velázquez tomaba  la  costa  sur  y  un  bergantín  exploraba  la  costa  norte.  

En  1514, dominada en su totalidad, Cuba comenzó a ser poblada por habitantes de La Española. La colonización siguió el mismo esquema de siempre: reparto de tierras  e  indios  y  fundación  de  ciudades.  En  muy  breve  tiempo,  se levantaron  las  siete  villas  que  recorrían  la  costa  sur:  Baracoa,  Bayamo, Trinidad, Sancti Spiritus, Santa María del Puerto del Príncipe, Santiago y San Cristóbal de La Habana.

Hábil para los negocios y la organización, el gobernador Velázquez puso las bases para el desarrollo colonial de la isla, encomendó indios –aun antes de obtener el permiso de la Corona, no recibido hasta 1513–, los agrupó en aldeas e inició la explotación de los escasos lavaderos de oro y de las más rentables  haciendas  de  ganado  y cultivos. Él mismo se otorgó numerosas propiedades. Asociado a Hernández de Córdoba, en febrero de 1517 armó una expedición para explorar las aguas más occidentales de su gobernación.

Al  encontrar  tierra  –la  península  del  Yucatán–  envió  a  dos  emisarios  a  España solicitando a la Corona el título de adelantado del Yucatán. Mientras esperaba  respuesta,  en  febrero  de  1518,  mandó  a  su  sobrino,  Juan  de Grijalva, con cuatro bergantines a continuar las exploraciones de Hernández de  Córdoba.  A  finales  de  ese  mismo  año,  el  13  de  noviembre,  recibió  la confirmación  de  su  cargo.  Inició  entonces  los  preparativos  de  una  gran armada de conquista y colonización, y puso al frente de la misma a uno de sus  hombres  de  confianza,  Hernán  Cortés.  Estamos  ya  en  vísperas  de  la conquista del Imperio azteca.

JAMAICA

La isla de Jamaica debía de ser la base de operaciones para la conquista de Tierra Firme, según lo capitulado por Diego de Nicuesa y Alonso de Ojeda. Mas el nuevo gobernador, Diego Colón, el sustituto de Ovando, no aceptó la  cesión  de  la  isla,  pues  consideraba  que  le  pertenecía  por  los  derechos heredados de su padre, el almirante. Aunque Ojeda amenazó con «cortar la cabeza» a quien le sustrajese la isla, Diego Colón obvió las bravuconadas y mandó  a  su  capitán,  Juan  de  Esquivel,  junto  con  sesenta  hombres  a conquistar y colonizar Jamaica. Esquivel, sin apenas resistencia, dominó a los  aborígenes  y  fundó  Sevilla  la  Nueva  (1509)  –hoy  St.  Ann´s  Bay–  y Melilla (1509) –hoy Port Santa María–. Hasta su muerte en 1512, Juan de Esquivel levantó fortalezas, trasladó colonos, extendió los cultivos, repartió encomiendas e inició una tímida evangelización. Su dureza con los nativos y su apoyo incondicional a Diego Colón frente a sus pleitos con la Corona le costaron un juicio de residencia y, probablemente, la muerte.

A Esquivel le sucedió Francisco de Garay (1475-1523), conquistador que había sido tripulante de una de las carabelas del segundo viaje de Cristóbal Colón (1493-1496) y que había participado en la conquista y colonización de La Española (Santo Domingo), siendo el primer español que construyó una casa de piedra en la isla (1503). Hacia 1513 había regresado a España y se  había  casado  con  una  cuñada  de  Colón,  Ana  Moniz  de  Perestrelo.  De nuevo en Santo Domingo, ejerció de regidor y alcalde de la fortaleza hasta que Diego Colón, su sobrino, presionado por el rey Fernando, lo nombró gobernador de Jamaica con el mandato firme de evangelizar a los indios, iniciar  la  explotación  minera  de  la  isla  y  convertirla  en  base  para  futuras expediciones. Tras la repartición de tierras y el traslado de las principales ciudades del norte al sur, zona más segura, rica y salubre, la isla se quedó pequeña  para  la  ambición  de  Garay.  

Así,  en  1519,  ante  las  noticias  que llegaban de México, decidió embarcarse en una flotilla de cinco naves para explorar Panuco y La Florida. Dos años más tarde, obtuvo una capitulación por  la  que  se  lo  nombraba  adelantado  y  gobernador  de  las  tierras  que conquistase  en  la  costa  norte  mexicana  entre  Pensacola  y  Cabo  Rojo.  Apesar del fracaso, insistió en su misión: en 1523 organizó una segunda flota de  once  barcos,  más  de  cuatrocientos  infantes  y  ciento  cincuenta  jinetes. Pero,  tras  llegar  a  Cuba,  descubrió  que  Cortés  se  había  adelantado  y  ya estaba en Pensacola.

Como  vemos,  poco  a  poco,  el  eje  de  atracción  antillano  se  va desplazando hacia occidente. Las noticias de descubrimientos y los rumores de  la  existencia  de  una  gran  civilización  en  el  interior  de  las  costas  que rodean  el  golfo  de  México  incitan  a  nuevas  exploraciones,  las  Antillas pierden interés y se convierten en la plataforma para nuevas conquistas. En especial, Cuba y Santo Domingo serán en las próximas décadas la puerta de entrada o salida de las Indias.

                             

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