CONQUISTADORES: VIAJES MENORES

 

Dejando al margen intentos más o menos fallidos de exploraciones por el Atlántico Norte, será la monarquía hispana quien, desde 1498 y hasta el descubrimiento del mar del Sur por Balboa en 1513, explore y colonice el área caribeña y la costa de Tierra Firme. Entre 1499 y 1503 van a tener lugar una serie de viajes conocidos como «viajes menores», o más adecuadamente «viajes andaluces» ya que estuvieron protagonizados por marineros y armadores en su mayoría andaluces, y porque tuvieron su trascendencia para completar el mapa de las aguas y tierras desde el golfo de México hasta la desembocadura del Orinoco: un nuevo mare nostrum hispano en el Caribe.

Alonso de Ojeda, nacido en Cuenca hacia 1470, fue un destacado militar durante la guerra de guerrillas en la campaña de Granada. Paje del duque de Medinaceli y bien relacionado con trato personal con Juan Rodríguez Fonseca, logró embarcarse en el segundo viaje de Cristóbal Colón. El almirante lo comisionó para que buscase la comarca del Cibao, en La Española, famosa entre los indios por su oro. Poco después tuvo que socorrer el fuerte Santo Tomás sitiado por el cacique Caonabó, a quien apresó con una añagaza que se hizo famosa: gracias a su simpatía y aspecto inofensivo, pues era pequeño, logró entrevistarse con el jefe indio, quien sentía fascinación por los metales sonoros, por lo que Ojeda le regaló una campana y unas extrañas pulseras que no dudó en ponerse; en realidad eran un par de esposas. Frente a estas habilidades, también destacaba su carácter excesivo y cruel, y dejó para la historia negra la invención de las guazavaras o carnicerías de indios. Algunas crónicas aseguran que en La Española había derrotado y masacrado a diez mil nativos con sólo cincuenta hombres. Ojeda también fue el responsable del primer cargamento de oro indiano traído a la Península con el que se hizo la custodia de la catedral de Toledo.

Todas estas historias le dieron gran fama a su regreso, por lo que no tuvo muchos problemas para obtener de los Reyes Católicos licencia para explorar la región de Paria, en las costas de Venezuela, ya descubierta por Colón. En mayo de 1499 organizó una expedición a Tierra Firme, en la cual algunos historiadores afirman que se embarcó por primera vez hacia las Indias Francisco Pizarro. Acompañado por Juan de la Cosa, y probablemente por Américo Vespucio, explorarán la isla Margarita, Curaçao, Barbados, Trinidad, las Bocas del Orinoco y toda la costa venezolana hasta el cabo de Vela, ya en tierras de la actual Colombia, arribando a La Española, en donde fue acogido con ciertos recelos, por lo que decidió retornar a España. En 1501, se le concede la gobernación de Paria y se asocia con Juan Vergara y García de Ocampo para organizar una nueva flota colonizadora. Sin embargo, los pleitos con sus socios arruinaron la empresa.

Pedro Alonso Niño, nacido en Moguer (Huelva), en el seno de una familia marinera, había sido piloto de la Niña durante la primera travesía de Colón a las Indias, participando también como piloto durante el segundo viaje del almirante. A su regreso fue requerido por el rey para que le mostrase cómo era la navegación atlántica. En la Corte aprovechó para solicitar licencia para descubrir. Tras obtenerla se asoció con el comerciante sevillano Cristóbal Guerra para iniciar los contactos comerciales con las Indias. Sin mucho capital, apenas pudieron reunir treinta hombres y una carabela. Zarparon de España con las bodegas llenas de abalorios, ropas y menudencias para intercambiarlas con los nativos. Siguiendo la ruta del tercer viaje de Colón, alcanzaron el golfo de Paria y descubrieron la isla Margarita justo una semana antes de que lo hiciera Ojeda.

El viaje se les dio bien comercialmente y en poco tiempo llenaron las bodegas de perlas y oro mercadeando con los indios. De regreso a España, los vientos huracanados los desviaron de la ruta tradicional y terminaron arribando en el puerto de Bayona, en la ría de Vigo. Su llegada causó bastante revuelo, pues no era normal que allí llegase uno de los primeros barcos que volvían de las Indias, y con las bodegas llenas de perlas y oro. Además, la carga fue rápidamente confiscada y Alonso Niño, propietario del navío, fue acusado de querer evitar pagar el quinto real por lo que fue procesado y encarcelado durante unos meses. El viaje fue importante porque dio la impresión de que las Indias eran fácilmente alcanzables, y de que se podían realizar viajes muy rentables con escasa inversión y altos beneficios, lo que impulsó nuevas expediciones.

Otro marinero colombino, Vicente Yáñez Pinzón, el capitán de la Niña a quien gracias a su pericia el almirante logró regresar con vida de su primer viaje, obtuvo en 1499 capitulación para armar una flota de cuatro carabelas y emprender un viaje por debajo de la línea equinocial. Vicente Yáñez suponía que al sur del ecuador debían encontrarse las islas de la Especería, pero varias tormentas les hicieron variar de rumbo hasta terminar frente a las islas en el cabo de Santa María o de la Consolación. Aquella tierra era Brasil y Yáñez Pinzón su descubridor. Los vientos del noroeste los empujaron hasta alcanzar la desembocadura del río Marañón o Amazonas, que Pinzón llamó Río Grande de Santa María de la Mar Dulce. Navegaron por el estuario del gran río y contactaron con los nativos de las numerosas islas, que no los recibieron de buen agrado. De nuevo en el mar se encontraron con los barcos de Diego de Lepe y juntos costearon en dirección norte hasta el golfo de México y Las Bahamas, y regresaron a España en septiembre de 1500. La expedición dejó un poso agridulce: los barcos volvieron con las bodegas repletas de palo campeche y una veintena de indios esclavos, pero habían perdido la mitad de la tripulación y no habían hallado nada reseñable. Pinzón volvería a embarcarse en 1502, para explorar las costas centroamericanas de Honduras y Nicaragua, siguiendo las derrotas ya establecidas por Colón, y desde ahí bojeó Belice y Yucatán. Más adelante volveremos a encontrarlo en una importante expedición por el Atlántico Sur.

El ya mencionado Diego de Lepe también era vecino de Palos, pero al contrario que sus compañeros no se le conocía vinculación con el mar. Se interesó por los descubrimientos del Nuevo Mundo gracias a Bartolomé Roldán, un vecino suyo que había acompañado al almirante en sus dos primeros viajes. Tras pedir y obtener licencia de exploración en 1499 inició un viaje hacia Tierra Firme siguiendo los pasos de Pinzón. La novedad de Lepe es que alcanzó latitudes más meridionales al cabo de San Agustín en Brasil, desembarcando y tomando posesión de aquellas tierras para la Corona española. Sus actos carecerían de validez jurídica, pues los portugueses se acogieron a las demarcaciones establecidas en el Tratado de Tordesillas (1494) y las exploraciones casi simultáneas de Álvares Cabral. El valor del viaje está en la rica información y en las cartas náuticas trazadas, que entre otras cosas insinuaban la posibilidad de que más al sur existiera un paso que llevara a las Indias Orientales. Lepe moriría poco después, cuando preparaba en Portugal un nuevo viaje hacia Brasil.

También merece la pena reseñar la expedición de Vélez de Mendoza y Luis Guerra, quienes entre agosto de 1500 y junio de 1501 alcanzaron el punto más meridional conocido hasta entonces de la costa brasileña, las llamadas tierras de Topia, cerca de la actual ciudad de Recife.

RODRIGO DE BASTIDAS Y LAS SOCIEDADES DE ARMADA

Con el trianero Rodrigo de Bastidas, se puede afirmar que el capitalismo comercial llega definitivamente al Caribe. Hombre con visón más comercial que exploratoria, en 1500 firmó unas novedosas capitulaciones que establecían las llamadas «Sociedades de Armada», con las que se pretendía que los comerciantes, en vez de entregar mercaderías en adeudo y a precios inflados, participasen en las expediciones costeándolas, asumiendo gastos y riesgos y, por tanto, ganancias o pérdidas. Bastidas, acompañado por el reputado cosmógrafo Juan de la Cosa, exploró la costa atlántica de Venezuela y Colombia, descubriendo la desembocadura del río Magdalena, el golfo de Urabá y el de Darién. Cuando intentaban volver a La Española se vieron sorprendidos por un temporal que casi les cuesta la vida. Gracias a que estaban cerca de la costa pudieron salvar sus vidas y parte del importante botín de oro y piedras preciosas, pero sus barcos fueron destrozados. En 1502 embarcaron de regreso en los barcos del depuesto gobernador Francisco de Bobadilla.

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Viaje de Rodrigo de Bastidas (1501)

Las cartas trazadas por Juan de la Cosa y las informaciones dadas a los mismísimos Reyes Católicos animaron nuevas exploraciones e intentos de colonización y comercio. El mismo Rodrigo, en 1504, era ya un próspero mercader caribeño. Establecido en La Española se dedicó a invertir en ganado bovino y, asociado a Diego Colón, a importar esclavos indios capturados en las islas cercanas de las Lucayas (Bahamas). También entre 1519 y 1521 obtuvo pingües beneficios con la extracción y el comercio de perlas. En 1521, el rico empresario ofreció a Hernán Cortes –a quien conocía al menos desde once o doce años antes– tres barcos, hombres y dinero para concluir la conquista de México. Ese mismo año, obtuvo licencia para colonizar y explorar las costas de Tierra Firme. Poco después, fue nombrado gobernador de la zona, trasladó colonos, estableció diversos pactos de paz y comercio con las tribus nativas y fundó la ciudad de Santa Marta (Colombia, 1524), luego abandonada. Quizá afligido por el remordimiento de su pasado esclavista, prohibió la esclavitud de los indios en su gobernación, lo que unido a la negativa a repartir el botín y a una epidemia de disentería provocó un levantamiento entre sus hombres que lo dejó malherido. Cuando se dirigía a Santo Domingo para reponerse, una tormenta destrozó su barco cerca de Cuba. No se sabe a ciencia cierta si murió en el mar o alcanzó la isla y murió poco después, en tierra.

NICOLAS DE OVANDO Y EL CONTROL REAL

Una figura interesante aunque alejada de los cánones de exploradores y marineros vistos hasta la fecha es la del religioso Nicolás de Ovando. Nacido en 1461 en Brozas (Cáceres) dentro de una familia de la alta nobleza. Desde muy joven su vida transcurrió en la Corte de Enrique IV y posteriormente en la de los Reyes Católicos. Comendador de Lares de la Orden de Alcántara, fue nombrado en septiembre de 1501 gobernador de las Indias con la clara intención de poner orden tras los graves disturbios que los colonos habían provocado ante la torpeza administrativa y las largas ausencias de Cristóbal Colón y sus desavenencias con el gobernador Francisco de Bobadilla.

El nombramiento de un personaje noble y cortesano pone de manifiesto la voluntad real de ejercer ellos mismos el control sobre los nuevos territorios. Esta tensión entre el poder que sobre el terreno ejercían los dominadores efectivos de las tierras y el alejado pero intenso poder de los monarcas será una constante durante toda la primera mitad del siglo xvi hasta que se establezcan los virreinatos. La monarquía española siempre tuvo que enfrentarse a las excesivas potestades y prebendas que adquirían los conquistadores, y Nicolás de Ovando es la figura que representa el primer intento manifiesto de los monarcas por imponer su autoridad en ultramar.

Partió de España en febrero de 1502 al frente de la mayor flota colonizadora abastecida hasta ese momento. En ella viajaban numerosos colonos que iban con la intención clara de establecerse, fundar ciudades, cultivar campos, introducir la ganadería y trasladar el modo de vida español al Nuevo Mundo. También embarcó un grupo importante de sacerdotes para iniciar la llamada «conquista espiritual». Ovando restituyó las leyes de la Corona, apresó a los colonos amotinados, batalló contra los nativos que no aceptaron la sumisión y los impuestos españoles, introdujo el trabajo esclavo en pesquerías y explotaciones mineras y permitió la encomienda de indios. Convirtió la isla de La Española, fundamentalmente el abrigado puerto de Santo Domingo, en el centro desde donde se planificó la colonización del Nuevo Mundo. Aunque la muerte de la reina Isabel inició la expansión caribeña, la regencia del rey Fernando a partir de 1507 permitió nuevas exploraciones hacia las grandes islas antillanas y hacia la costa continental. Ovando fue sustituido en 1509 por Diego Colón, hijo del fallecido almirante.

PONCE DE LEON Y PUERTO RICO

Juan Ponce de León, nacido hacia 1460 en Santervás (Valladolid), en una noble familia vinculada a la Corona, fue uno de los capitanes más destacados que se embarcaron con el gobernador Nicolás de Ovando hacia La Española en 1502. En la isla se le encomendó aplastar la insurrección de los indios jiguaque, lo que hizo sin muchos escrúpulos. En 1508, Ovando le concedió licencia para explorar Boriquén, una isla descubierta en el segundo viaje de Colón, donde Ponce de León halló minas de oro. Ese mismo año exploró la isla, estableció contacto con el cacique Agüeybaná y fundó una pequeña villa. A su regreso a La Española, mostró gran cantidad de oro recogido en el viaje, lo que le permitió lograr una nueva capitulación para colonizar lo que ya denominó Puerto Rico.

En 1510, con el título de gobernador, trasladó a un grupo numeroso de colonos e inició la explotación de la isla. El régimen de encomiendas, el trabajo esclavo en las minas y el maltrato general dado a los indios provocó la rebelión del cacique Agüeybaná, aplastada de forma brutal en 1511. Las disputas entre Diego Colón y la Corona terminaron con su destitución como gobernador, pero el rey Fernando, conociendo su valía y experiencia, le encargó nuevas exploraciones. De cualquier forma, la isla siguió teniendo naborías de indios y explotaciones de oro. Su nombre quedará también asociado a los primeros intentos de conquista de Florida, hacia donde se dirigió en 1512 con tres navíos buscando el manantial de la eterna juventud.

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Los viajes de Ponce de León por el Caribe

LA CONQUISTA DE CUBA

La tierra más hermosa» que descubriera Colón en su segundo viaje tardó casi quince años en ser explorada. Ya a punto de finalizar su mandato, el gobernador Ovando encargó al marino gallego Sebastián de Ocampo la exploración de Cuba; no en vano, Ocampo había sido uno de los tripulante de las naves de Colón que viera por primera vez la isla. En 1508, recorrió con dos embarcaciones la costa norte y tuvo que refugiarse en una abrigada bahía, a la que bautizó con el nombre de puerto de Carenas, hoy La Habana, para carenar los barcos. Siguió navegando alrededor del litoral y completó la circunnavegación de la isla, que hasta entonces se había creído tierra continental. La singladura total demoró ocho meses.

El cambio de gobernador y las tensiones políticas hicieron que la isla estuviera dos años sin recibir nuevas visitas «oficiales», aunque clandestina o fortuitamente arribaron a ella gente como Ojeda o Enciso, entre otros. Ya en 1510, el gobernador Diego Colón encomendó a Diego Velázquez de Cuéllar (1465-1524) su conquista definitiva. Este debió de ser también marinero en el segundo viaje de Cristóbal Colón. Establecido en La Española (Santo Domingo), fue destacado lugarteniente de Ovando, distinguiéndose por la fundación de las ciudades de Salvatierra (1502) –su base de operaciones– y Jaragua (1503) tras protagonizar una masacre de indios. Todo ello sin perder la oportunidad de hacer una interesante fortuna.

En 1510, Colón le encomendó la conquista y colonización de Cuba, nombrándolo adelantado, aunque parece que ya había viajado a la isla dos años antes con casi un centenar de hombres. Velázquez costeó él mismo la empresa y supo rodearse de gente experimentada que jugaría un papel destacado en el futuro de las Indias (Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Juan de Grijalva y el mismísimo fray Bartolomé de las Casas…). En un primer momento, se establecieron unas pequeñas fortificaciones en el sur de Cuba desde donde atacar y dominar a los nativos, cuya débil resistencia capitaneó Hatuey, un bravo cacique huido de La Española. Controlados los nativos y asegurado el apoyo logístico en el sur, en 1513 se pudo completar el dominio de la isla gracias a Pánfilo de Narváez, el auténtico artífice de la conquista, quien se incorporó a la misma desde Jamaica.

Narváez comandó el grueso de la tropa hispana que penetró en el interior, mientras Velázquez tomaba la costa sur y un bergantín exploraba la costa norte. En 1514, dominada en su totalidad, Cuba comenzó a ser poblada por habitantes de La Española. La colonización siguió el mismo esquema de siempre: reparto de tierras e indios y fundación de ciudades. En muy breve tiempo, se levantaron las siete villas que recorrían la costa sur: Baracoa, Bayamo, Trinidad, Sancti Spiritus, Santa María del Puerto del  Príncipe, Santiago y San Cristóbal de La Habana.

Hábil para los negocios y la organización, el gobernador Velázquez puso las bases para el desarrollo colonial de la isla, encomendó indios –aun antes de obtener el permiso de la Corona, no recibido hasta 1513–, los agrupó en aldeas e inició la explotación de los escasos lavaderos de oro y de las más rentables haciendas de ganado y cultivos. Él mismo se otorgó numerosas propiedades. Asociado a Hernández de Córdoba, en febrero de 1517 armó una expedición para explorar las aguas más occidentales de su gobernación. Al encontrar tierra –la península del Yucatán– envió a dos emisarios a España solicitando a la Corona el título de adelantado del Yucatán. Mientras esperaba respuesta, en febrero de 1518, mandó a su sobrino, Juan de Grijalva, con cuatro bergantines a continuar las exploraciones de Hernández de Córdoba. A finales de ese mismo año, el 13 de noviembre, recibió la confirmación de su cargo. Inició entonces los preparativos de una gran armada de conquista y colonización, y puso al frente de la misma a uno de sus hombres de confianza, Hernán Cortés. Estamos ya en vísperas de la conquista del Imperio azteca.

JAMAICA

La isla de Jamaica debía de ser la base de operaciones para la conquista de Tierra Firme, según lo capitulado por Diego de Nicuesa y Alonso de Ojeda. Mas el nuevo gobernador, Diego Colón, el sustituto de Ovando, no aceptó la cesión de la isla, pues consideraba que le pertenecía por los derechos heredados de su padre, el almirante. Aunque Ojeda amenazó con «cortar la cabeza» a quien le sustrajese la isla, Diego Colón obvió las bravuconadas y mandó a su capitán, Juan de Esquivel, junto con sesenta hombres a conquistar y colonizar Jamaica. Esquivel, sin apenas resistencia, dominó a los aborígenes y fundó Sevilla la Nueva (1509) –hoy St. Ann´s Bay– y Melilla (1509) –hoy Port Santa María–. Hasta su muerte en 1512, Juan de Esquivel levantó fortalezas, trasladó colonos, extendió los cultivos, repartió encomiendas e inició una tímida evangelización. Su dureza con los nativos y su apoyo incondicional a Diego Colón frente a sus pleitos con la Corona le costaron un juicio de residencia y, probablemente, la muerte.

A Esquivel le sucedió Francisco de Garay (1475-1523), conquistador que había sido tripulante de una de las carabelas del segundo viaje de Cristóbal Colón (1493-1496) y que había participado en la conquista y colonización de La Española (Santo Domingo), siendo el primer español que construyó una casa de piedra en la isla (1503). Hacia 1513 había regresado a España y se había casado con una cuñada de Colón, Ana Moniz de Perestrelo. De nuevo en Santo Domingo, ejerció de regidor y alcalde de la fortaleza hasta que Diego Colón, su sobrino, presionado por el rey Fernando, lo nombró gobernador de Jamaica con el mandato firme de evangelizar a los indios, iniciar la explotación minera de la isla y convertirla en base para futuras expediciones. Tras la repartición de tierras y el traslado de las principales ciudades del norte al sur, zona más segura, rica y salubre, la isla se quedó pequeña para la ambición de Garay.

Así, en 1519, ante las noticias que llegaban de México, decidió embarcarse en una flotilla de cinco naves para explorar Panuco y La Florida. Dos años más tarde, obtuvo una capitulación por la que se lo nombraba adelantado y gobernador de las tierras que conquistase en la costa norte mexicana entre Pensacola y Cabo Rojo. A pesar del fracaso, insistió en su misión: en 1523 organizó una segunda flota de once barcos, más de cuatrocientos infantes y ciento cincuenta jinetes. Pero, tras llegar a Cuba, descubrió que Cortés se había adelantado y ya estaba en Pensacola.

Como vemos, poco a poco, el eje de atracción antillano se va desplazando hacia occidente. Las noticias de descubrimientos y los rumores de la existencia de una gran civilización en el interior de las costas que rodean el golfo de México incitan a nuevas exploraciones, las Antillas pierden interés y se convierten en la plataforma para nuevas conquistas. En especial, Cuba y Santo Domingo serán en las próximas décadas la puerta de entrada o salida de las Indias.

LA ETAPA EXPERIMENTAL DE LA COLONIZACION

Llegados a este punto, conviene detenerse brevemente en este navegar de descubrimientos y conquistas para observar lo que está ocurriendo en las tierras ya colonizadas. La sociedad que se irá conformando en las Antillas en un primer momento está marcada por la experimentación de diversos tipos de organización sociopolítica y económica. No existía un plan premeditado de colonización y, de haber existido, no hubiese servido para nada, ya que lo hallado no era lo esperado. En realidad, se fue dando forma a un modelo a medida que se ponía en práctica: se tomaba lo positivo de cada experiencia y se desechaba lo que no funcionaba, teniendo siempre en cuenta los intereses de cada uno de los actores implicados: colonos, mercaderes, políticos, soldados y dos instituciones determinantes, la monarquía y la Iglesia.

Colón, dada su trayectoria como marino al servicio de los portugueses, creyó factible la creación de un sistema de colonización por factorías, tal y como la Corona lusa venía desarrollando en las costas africanas. Su plan original, iniciado tempranamente en La Española, era crear con una infraestructura mínima –un puerto, un par de edificios administrativos y un almacén o lonja– un pequeño establecimiento donde adquirir y almacenar los productos comprados o intercambiados a los nativos, en su mayoría de escaso volumen y alto valor (especies, oro, plata, perlas y diamantes) y desde allí redistribuirlos por Europa.

Pero Colón no había llegado a la tierra de la Especería, como creyó en un principio, y el oro o las perlas eran difíciles de conseguir y no se rentabilizaban tan fácilmente. Intentó entonces obtener mayores beneficios con el comercio de esclavos. La trata de humanos necesitaba una mayor inversión inicial, aunque fácilmente recuperable por los pingües beneficios del negocio. Sin embargo, muy pronto se cruzaron otros intereses que abocaron al fracaso el nuevo sistema comercial colombino: la reina Isabel I de Castilla encontró fuertes reparos morales a la trata de esclavos, a los que se unieron las numerosas protestas de los primeros misioneros (Ramón Pané, Antonio Montesinos) y los temores de la Corona a incumplir con lo estipulado en las bulas del papa Alejandro VI, que obligaban a la reina a convertir a la fe cristiana a los indígenas, prohibiendo, por tanto, la esclavización directa de los nativos. Todo ello supuso la búsqueda de un nuevo sistema de colonización que implicaba mucho más a la monarquía y, consecuentemente, recortaba los privilegios del descubridor. En este contexto se enmarcan los largos pleitos entre Colón y la Corona y el nombramiento ya visto del gobernador fray Nicolás de Ovando.

Ya desde el segundo viaje colombino, es patente el interés de la Corona por conquistar y colonizar las nuevas tierras. La flota que parte en septiembre de 1493 la componen diecisiete naves y más de mil doscientos hombres. El encargado de supervisar todo lo relativo a las Indias será el obispo Juan Rodríguez Fonseca, miembro del Consejo de Castilla, quien desempeñará el cargo hasta la muerte de Fernando el Católico (1516). En el segundo viaje embarcan también varios frailes, bajo la autoridad del benedictino catalán fray Bernardo Boyl. Por tanto, quedaba claro que la monarquía española había optado por conquistar y colonizar las tierras vírgenes, abandonando el modelo inicial de factorías pensado por Colón.

Como señala J. H. Elliott, Castilla apuesta pronto por la fórmula seguida durante la Reconquista: afirmar la soberanía, establecer la fe, asentar población y hacer efectiva la dominación de tierras y personas. Los monarcas deseaban que los nativos fuesen sus súbditos en igualdad de condiciones, lo que implicaba impedir su esclavitud al tiempo que contribuían con sus impuestos al sostenimiento real. Desde 1503, con la creación de la Casa de Contratación y el nombramiento de Ovando, la Corona deja muy claras sus intenciones de control absoluto. Por tanto, descubrimiento, conquista y colonización serán desarrollos temporales de un mismo proceso, como lo prueba el rápido establecimiento de una extensa administración y la cantidad de medios y hombres utilizados.

Mas todo esto no es sino el inicio de algo mucho más grande. Lo descubierto y colonizado hasta ahora es insignificante y no colma las expectativas de casi nadie. La ambición depredatoria de los españoles terminó por agotar, en las dos primeras décadas del siglo xvi, todas las riquezas minerales de las Antillas y, peor aún, unido a las enfermedades transmitidas, por exterminar a la población aborigen. Santo Domingo, Puerto Rico y, sobre todo, Cuba dejarán de ser objetivo colonizador para convertirse en la base logística de la conquista de México y del resto del continente. Los más de dos mil españoles que están repartidos en las islas empiezan a soñar con nuevos mundos y más riquezas. Alguien supone que a pocas millas al oeste existe una tierra virgen llena de tesoros.

Descubierto el mar del Sur, ya se sabe que hay un continente y dos océanos entre Europa y la Especería, ahora prima encontrar el paso por el norte, por el centro o por el sur que habilite una ruta rápida desde la Península. Estas serán las dos obsesiones que impulsarán los nuevos descubrimientos: la búsqueda de ricos imperios o El Dorado y el paso  interoceánico.

GLOSARIO

Adelantado: título y funciones otorgados por los monarcas de Castilla a algunos de los primeros conquistadores y exploradores de las Indias que les daba potestad militar, gubernativa y judicial sobre las tierras descubiertas o conquistadas. El adelantado era el representante del rey en su territorio y era la máxima autoridad, pudiendo nombrar regidores, alcaldes ordinarios, corregidores e incluso interinamente oficiales de la Real Hacienda. Asimismo podía promulgar ordenanzas, repartir y encomendar indios y poseía jurisdicción civil y criminal. Como mando militar supremo tenía la capacidad para organizar la milicia y nombrar a sus oficiales. El cargo solía darse por una o dos vidas, e incluso a perpetuidad, aunque cayó en desuso ya a finales del siglo xvi. La institución del adelantado provenía de la época de la Reconquista.

Alcabala: impuesto implantado en América a finales del siglo xvi que gravaba el tanto por ciento estipulado en todo contrato de compraventa o permuta de cualquier mercadería o producto. En 1522 Carlos I declaró el territorio del Nuevo Mundo exento de este tributo castellano, hasta que Felipe II decidió suprimir dicho privilegio, primero en Nueva España (1574) y después, paulatinamente, en el resto de América.

Alcalde mayor: funcionario real, máxima autoridad administrativa de los pueblos de españoles asignados, y juez superior a los alcaldes ordinarios. Sus cometidos eran muy diversos, desde presidir los cabildos, o recoger los tributos, hasta regular las relaciones entre los encomenderos y los indios. Eran nombrados por los virreyes o las Audiencias, o en su defecto por el rey o el Consejo de Indias.

Almojarifazgo de Indias: creado por Carlos I en 1545, este derecho grababa las exportaciones con destino a las Indias y las importaciones que procedían de allí. El pago se hacía a los oficiales de la Real Hacienda en los puertos de Sevilla o Cádiz.

Audiencia: institución jurídica creada en las Indias a semejanza de las Chancillerías o Audiencias castellanas, principalmente para la administración de justicia, pero que en ocasiones actuaron como organismos gubernativos desempeñando las funciones de los virreyes o gobernadores de los territorios sobre los que tenían jurisdicción. Sus miembros –oidores o magistrados– solían ser asesores y colaboradores de los virreyes. En otras ocasiones, por el contrario, mantuvieron duros enfrentamientos con los representantes del Gobierno. La primera Audiencia fue la de santo Domingo (1511), pero llegaron a crearse catorce en todo el territorio americano.

Bateas: artesa con un tamiz de fibras de lianas utilizado para filtrar las pepitas de mineral en los lavaderos de oro.

Bergantín: navío de dos palos, rápido y muy manejable, ideal para navegar tanto en mar abierta como en situaciones complicadas como en lagunas o ríos.

Cabildo: equivalente al ayuntamiento o consejo municipal castellano, fue la institución base de la colonización. El cabildo estaba encargado del gobierno local, y al frente del mismo se hallaba el corregidor o alcalde ordinario, elegido por los propios habitantes del municipio, arropado por los regidores o concejales. Tenía poderes legislativos, administrativos y en ocasiones de justicia. El cabildo abierto, en el que podían participar todos los ciudadanos de la villa, se reunía excepcionalmente para cuestiones graves o urgentes.

Cacique: usado genéricamente por los españoles para designar a cualquier jefe indígena con autoridad o jurisdicción sobre un grupo étnico, tribu o territorio, aunque su origen está en las islas y territorios circundantes al Caribe. Casi siempre jugaron un papel importante, ya que fueron los interlocutores o mediadores entre los españoles y los nativos. En su mayoría mantuvieron su papel predominante, pero siempre sometidos a la autoridad colonial y aceptando su papel subordinado.

Capitulaciones: concesión real hecha a un conquistador o explorador para conquistar, colonizar y poblar –fundando ciudades– un territorio previamente estipulado. El conquistador se comprometía a financiar la empresa de conquista, a reclutar a los hombres y a armar los navíos necesarios, en un plazo de tiempo marcado. Está considerada como un contrato de derecho público entre la Corona y el particular, en el que la Corona como soberana de todas las tierras del Nuevo Mundo da licencia para su exploración y explotación a cambio de ciertas franquicias, prebendas y concesión de tierras con la facultad de hacer repartimientos de las mismas.

Carabela: barco de origen ibérico con casco estrecho, de dos o tres palos con velas cuadradas en uno o dos de sus mástiles. Era un navío que permitía llevar bastante carga y ser ligero y rápido. Fue muy usada en los primeros viajes de descubrimiento y conquista, hasta que fue sustituida principalmente por los galeones y otros barcos de mayor tonelaje.

Casa de Contratación: creada en 1503 e instalada en Sevilla, su misión inicial fue la organización y control de todos los servicios de almacenaje, transporte y de viaje de pasajeros y mercancías, sobre navíos fletados por la Corona o particulares, con destino o procedencia de las Indias. También debía recaudar y gestionar los impuestos que sobre ese tráfico correspondían a la Corona. A partir de 1508 fue asimismo centro cartográfico y sede del piloto mayor de Indias, encargado de la formación de los pilotos que navegaban hacia las Indias.

Consejo Real y Supremo de Indias: creado en 1511, aunque no se conforma definitivamente hasta 1524, es el organismo más importante en la gobernación y administración de las Indias, con autoridad desde 1524 sobre la Casa de Contratación. Su labor primordial era redactar las leyes que gobernaban el Nuevo Mundo y nombrar a los funcionarios reales de cualquier rango que debían ejecutar y hacer cumplir dichas leyes.

Corregidor: presidente del cabildo, elegido en ciertos lugares por el rey, pero en su mayoría nombrado por los vecinos de cada municipio.

Corregidor de indios: nombrado por los virreyes o las Audiencias, a su cargo tenía diversos pueblos de indios. Entre sus principales funciones estaban la protección de los indios y el establecimiento de las relaciones de estos con los encomenderos y asegurar el pago de sus jornales e impedir su explotación.

Criollos: blancos nacidos en América de padres peninsulares. Aunque eran considerados españoles a todos los efectos, sufrieron cierta discriminación política, por lo que pronto asumieron su condición como un estatus que les ligaba más a su tierra de nacimiento que a España.

Curaca: grandes señores del mundo inca que con el crecimiento del Tahuantisuyo se convirtieron en una vasta clase de señores con muy distintos atributos y jurisdicciones. Al igual que los caciques del mundo caribeño, en muchos casos fueron los intermediarios entre la autoridad colonial y el mundo nativo.

Encomienda: figura jurídica institucionalizada por Nicolás de Ovando en 1503 por la cual a un conquistador español, para premiar sus servicios, se le otorgaban tierras o/e indios. Las tierras se entregaban en régimen de propiedad, y del indio el encomendero sólo podía percibir impuestos o su trabajo. A cambio, el nativo debía recibir protección y catequesis católica. El sistema muy pronto degeneró en una situación de casi esclavitud del indio y en la apropiación ilegal de tierras por parte de los encomenderos. Aunque se dictaron varias leyes para intentar remediar el problema, la realidad de los hechos consumados fue casi imposible de cambiar. El sistema de encomiendas se impuso en la mayoría de los territorios conquistados y las leyes apenas mitigaron sus desastrosos efectos sobre los indios.

El Dorado: entre los exploradores y conquistadores españoles se tuvo por cierta la existencia de un fabuloso reino, país de infinitas riquezas, situado en algún lugar escondido entre el Orinoco y el Amazonas. La leyenda originó numerosas expediciones en busca de ese maravilloso reino. Durante los tres siglos de vigencia del mito sufrió diversas transformaciones, tanto en su supuesta localización como en el nombre. Así, hubo un Dorado austral ubicado indistintamente en Trapalanda, en la Ciudad de los Césares o en la Sierra de la Plata. También en América del Norte se buscó con insistencia otro Dorado con el nombre de las Siete Ciudades de Cíbola o Quivira. La importancia de este mito fue el acicate para la búsqueda y exploración por nuevos territorios vírgenes. Todavía hoy sigue buscándose el extraordinario lugar: en agosto de 2002 una expedición liderada por un investigador polaco aseguró haber encontrado las ruinas de la ciudad de El Dorado en un remoto lugar de Perú.

 

Escribano: funcionario público autorizado para dar fe de las escrituras, de los documentos y del resto de los actos que ocurrían ante él.

Factor: funcionario real encargado de recaudar las rentas y los tributos debidos a la Corona en las Indias.

Flotas y galeones de Indias: desde mediados del siglo xvi funcionó el sistema de flotas y galeones. Desde Sevilla se despachaban dos armadas: la denominada galeones partía en agosto y su destino era Panamá, algunas islas antillanas y Cartagena de Indias; la otra, denominada flota, salía en abril y recorría Puerto Rico, Santo Domingo, Cuba, Veracruz y la costa hondureña. Ambas pasaban el invierno en América. La Habana era el punto de reunión para el regreso a España. Los trayectos se hacían en convoyes que, aunque eran mucho más lentos, resultaban más seguros frente a los piratas y corsarios. Portobello (Panamá) era el lugar clave de  este comercio, ya que en invierno tenía lugar una importante feria para intercambiar productos europeos y americanos. Además, desde aquí partían las mercancías en lomos de acémilas hasta el otro lado del istmo para ser recogidas por la armada del mar del Sur que las transportaba hasta El Callao (Perú).

Galeón: gran embarcación de vela utilizada para el transporte y generalmente artillada con una o varias baterías de cañones. Los galeones se utilizaron para el envío de grandes cargamentos, formando convoyes de hasta treinta o cuarenta navíos.

Galeón de Manila: embarcación que una vez al año hacía la travesía de Acapulco a Manila y viceversa con mercancía y correo. Desde 1571 hasta 1734 fue el único barco autorizado a comerciar entre Filipinas y la América hispana.

Gobernador: cargo con funciones administrativas, legislativas y judiciales dependientes de las Audiencias o los virreyes, y designados por estos para gobernar una parte de su territorio.

Juicio de residencia: investigación judicial a la que estaban obligados todos los altos funcionarios públicos con objeto de analizar la conducta del funcionario durante el tiempo que desempeñó su cargo. La realizaba un juez especial, denominado «juez de residencia», una vez cesado definitivamente en el puesto. A la residencia estaban obligados todos los funcionarios reales, desde el virrey hasta el corregidor.

Leyes Nuevas: promulgadas por Carlos I a raíz de una de las Juntas Consultivas para las Indias celebradas en Valladolid en 1542 y continuada en Barcelona. Dictadas en un momento álgido de la polémica sobre la conquista, el trato dado a los indios y la legalidad de las encomiendas, trataban de mitigar la deplorable situación en que se encontraban los indígenas y cortar algunos de los privilegios de los conquistadores y colonos. Entre otras disposiciones que prohibían el trabajo obligatorio y esclavo de los nativos, se regulaban las encomiendas: se suprimían para el futuro, y las existentes se mantenían sólo durante la vida del encomendero y reduciéndolas en muchos casos. La oposición de los encomenderos a su aplicación, con graves disturbios como la guerra civil en Perú, obligaron a modificar algunos capítulos de las mismas en 1545 y a suspender su aplicación.

Maestre de Campo: equivalente al actual general de Estado Mayor y que en tiempos de la conquista solía ser el segundo jefe militar después de la autoridad designada por el rey (virrey, gobernador, adelantado o presidente de Audiencia).

Mita: institución incaica por la cual todos los indios estaban obligados a realizar un trabajo para el Inca o para la colectividad. Los españoles adoptaron este sistema coactivo de asignación laboral para proporcionar a los encomenderos trabajo nativo temporal y, sobre todo, para la explotación de las minas de plata de Porco y Potosí y para las de mercurio en Huancavelica.

Mitayos: indio forzado al servicio de la mita. Los indios obligados a la mita en Potosí, dada la dureza del trabajo, sólo permanecían cuatro meses cada siete años. En Huancavelica los turnos se renovaban cada cuarenta días.

Naborías: en un principio se designaba así a los sirvientes indios de los caciques o reyes de las Antillas. Tras la colonización pasaron a formar parte del servicio personal de los españoles. En México, a finales del siglo xvi comienzan a designarse como naboríos a los indios que abandonan su pueblo para trabajar como asalariados en las haciendas de los colonos.

Náhuatl: lengua preponderante en el Imperio azteca. Era la lengua «franca» de la zona, que se utilizaba para el comercio y la cultura y que llegó a desarrollar una escritura pictográfica con una importante literatura, parte de ella recogida por los misioneros españoles.

Nao: navío de velas cuadradas que podía desplazar unas cien toneladas de carga. Fue uno de los tipos de barco mercante más utilizado durante las primeras décadas de la ruta de las Indias.

Noche Triste: la noche del 30 de junio de 1520 en la que los españoles fueron derrotados por los aztecas y tuvieron que abandonar Tenochtitlán (México). De los mil quinientos soldados con los que contaba Pedro de Alvarado para dominar la ciudad sólo se salvaron cuatrocientos cuarenta.

Oidor: magistrado juez de las Audiencias de Indias encargado de los procesos y fallos de los asuntos civiles y criminales. Eran nombrados por el Consejo de Indias y también ejercían como asesores de los virreyes, gobernadores o capitanes generales.

Patache: pequeña embarcación que servía para reconocer las costas, llevar avisos o guardar las entradas de los puertos y los ríos.

Perulero: conquistador o colono enriquecido en Perú y que regresaba a España.

 

Protector de indios: persona encargada de velar por los derechos de los indios. El cargo se institucionalizó como consecuencia de la creencia que suponía la incapacidad de los nativos para gobernarse y defenderse a sí mismos. En realidad se estableció para protegerlos de los abusos de los colonos y encomenderos, y para controlarlos mejor. Generalmente, el cargo recayó en eclesiásticos o misioneros. Los indios debían acudir al protector para hacer oír sus reclamaciones. Estos, a su vez, informaban y elevaban sus relaciones al Consejo de Indias para que se remediaran las situaciones denunciadas.

Pucará: fuertes o ciudadelas fortificadas con gruesos muros de pircas, situadas en oteros o puntos elevados estratégicos a modo de atalayas. Eran frecuentes en las regiones del altiplano de Perú, Bolivia, Argentina y Chile.

Puna: altiplano estepario de Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Argentina y Chile, situado entre los tres mil y cuatro mil metros de altura.

Quechua: idioma dominante en el Imperio inca, hoy hablado por la mayoría de la población indígena de Ecuador, Perú, Bolivia y norte de Argentina.

Quinto real: prerrogativa real que suponía para la Corona recaudar una quinta parte de las ganancias de las explotaciones mineras y de los rescates. En Perú también se aplicó a los tesoros robados o encontrados de los incas.

Reducción: poblados de indios creados por la administración colonial española para agrupar a los indígenas. El sistema obedece a la preocupación española de conseguir acabar con el nomadismo de los nativos, al tiempo que permitía tenerlos más controlados y facilitaba su evangelización y asimilación cultural, política y económica. Con el tiempo, y por la dominación efectiva que sobre estos poblados ejercieron los religiosos, terminaron siendo comunidades independientes y en muchos casos enfrentándose a la acción de los encomenderos.

Regidor: miembro del cabildo o consejo municipal, equivalente a los actuales concejales.

Repartimiento: sistema de utilización de mano de obra indígena, sancionado por las Leyes de Burgos de 1512, que consistía en entregar un determinado número de indios a un colono español para desempeñar diversos trabajos durante un tiempo estipulado. Por este sistema cada comunidad india estaba obligada a proporcionar una cantidad de trabajadores, bajo el control de un funcionario real o corregidor, y en teoría era un trabajo remunerado y reglamentado. Si bien terminó usándose de forma abusiva y sin ningún respeto por lo estipulado en las leyes.

Requerimiento: texto jurídico de obligada lectura a los indios por parte de los conquistadores o exploradores españoles, por el cual se solicitaba a los nativos su sumisión a la Corona de Castilla. El requerimiento también comunicaba que en caso de no cumplir con lo que en él se decía, los españoles, en virtud de los títulos de dominio sobre las Indias emanados del papado, podrían proceder a la conquista del territorio y la sumisión de los naturales por medio de la guerra. El texto fue redactado por Juan López Palacios Rubios y fue llevado a América por primera vez en la expedición de Pedrarias Dávila en 1515.

Rescate: en principio fue el término empleado para el trueque de mercancías que se hacía con los indios durante los primeros viajes de exploración y conquista. Muy pronto estas «entradas» de los españoles se convirtieron en auténticas expediciones de captura de esclavos, aunque oficialmente se siguiesen denominando rescates y el trueque de baratijas y otros productos sirviese de excusa oficial y señuelo para los nativos.

Soroche: mal de altura o apunamiento, dificultad respiratoria que se siente en lugares por encima de los dos mil quinientos metros, especialmente en la zona andina. Sus síntomas suelen ser: fatiga, mareos, vómitos y agudo dolor de cabeza.

Tahuantinsuyo (‘Tierra de los Cuatro Suyos’): nombre quechua con el que se designaba al Imperio inca, a su vez dividido en cuatro Suyus o regiones: el Chinchaysuyo, que comprendía Ecuador y el Perú norte y centro; el Condesuyu, formado por el Perú meridional; el Andesuyu, donde se incluía la región más inhóspita de selvas, bosques y montañas orientales; y el Collasuyo, la región al sur de Cuzco que comprendía toda la zona del lago Titicaca y la mayor parte de Bolivia, las altas tierras del noroeste argentino y el norte de Chile.

Tenochtitlán: capital del Imperio azteca. Ciudad construida en 1325 sobre una isla en mitad de varias lagunas. Poco antes de la llegada de Cortés la ciudad tenía unos doscientos cincuenta mil habitantes aproximadamente. Los dos espacios más importantes eran el Templo Mayor, que agrupaba unas ochenta edificaciones, y la gran plaza de Tlatelolco, con su enorme mercado que tanto maravilló a cronistas y conquistadores.

Tierra Firme: territorio continental de la América española que en las primeras décadas de la conquista designaba a Colombia y las costas de Panamá y Venezuela descubiertas por Colón en su tercer viaje (1498).

Veedor: inspector de la Corona encargado de que las expediciones o las explotaciones mineras se hiciesen según lo estipulado en las capitulaciones u ordenanzas reales.

Virrey: representante del rey en el virreinato donde ejercían la máxima autoridad. Eran a su vez los gobernadores de la provincia en la que residían, capitanes generales y presidentes de la Audiencia de su ciudad. Durante el siglo xvi sólo se crearon dos virreinatos –en 1535 el de Nueva España (México) y en 1544 el del Perú– que comprendían todos los territorios descubiertos hasta entonces. Con las reformas borbónicas del siglo xviii se crearon dos nuevos virreinatos: el de Nueva Granada (1739), con capital en Bogotá, y el del Río de la Plata (1777), cuya capital fue Buenos Aires.

Visitas: comisiones de inspección o investigación enviadas por la Corona o el Consejo de Indias o la autoridad colonial pertinente para conocer la actuación de funcionarios e instituciones civiles o religiosas en el Nuevo Mundo. Los encargados de realizarlas eran los visitadores. Las visitas y los juicios de residencia eran los dos sistemas principales de control, por parte de la monarquía y el Consejo de Indias, de todo lo que se hacía en la América hispana.

 

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