En la
vida diaria usamos el centímetro, el metro y el kilómetro para medir
distancias. La Tierra es relativamente pequeña y su tamaño se presta
para emplear estas unidades sin dificultad. En el espacio, en cambio,
las distancias son tan grandes --incluso las distancias más pequeñas--
que los metros y los kilómetros resultan muy incómodos.
La
luz en el vacío siempre viaja a la misma velocidad: 300,000 kilómetros
por segundo. Esta velocidad constante nos proporciona un patrón
conveniente para medir distancias grandes. En un segundo la luz recorre
300,000 kilómetros, por lo que esta distancia podría llamarse un
segundo-luz por analogía con los años-luz.
La Luna se encuentra a aproximadamente 1 segundo-luz de la
Tierra.