EL EFECTO DUNNING-KRUGER

El efecto Dunning-Kruger describe la incapacidad de evaluar las propias competencias, lo que lleva a la tendencia general de sobreestimar las propias habilidades. Como dijo Daniel Boorstin, el mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino la ilusión del conocimiento. ¿Por qué parece que el mundo está lleno de personas que creen que son inteligentes y eficientes cuando en realidad son ignorantes e ineptas? ¿Es esta percepción tan solo una apariencia de confirmación o hay algo de cierto en ella?

En 1999, el psicólogo David Dunning y su ayudante Justin Kruger publicaron un artículo en el que describen lo que ha pasado a conocerse (acertadamente) como el efecto Dunning-Kruger. En un artículo publicado en 2014 en el que hablaba de su famoso artículo, Dunning sintetizó el efecto: «Las personas incompetentes no reconocen —no, borra eso: no son capaces de reconocer— lo incompetentes que son».

Y luego explica: Lo que resulta curioso es que, en muchos casos, la incompetencia no lleva a las personas a ser cautelosas o a que se sientan desconcertadas o perplejas. Al contrario, los incompetentes suelen estar bendecidos con una inapropiada seguridad en sí mismos azuzada por algo que a ellos les parece que es conocimiento.

Como se observa en el gráfico, los individuos más competentes tienden a infravalorar un poco su capacidad relativa, pero la mayoría de las personas (el 75% de las puntuaciones más bajas) cada vez sobreestiman más su capacidad, y todo el mundo cree estar por encima de la media. Este efecto se describe erróneamente como «cuanto más incompetente eres, más sabio te crees». Como puede verse, las autoestimaciones sí decrecen a medida que decrece el conocimiento, pero la diferencia entre la capacidad y la autoevaluación aumenta a medida que la capacidad decae.

 

 

Son muchos los estudios que han documentado el efecto Dunning-Kruger en multitud de campos. El efecto se debe a varias causas posibles. Una es el mero ego: nadie quiere pensar de sí mismo que está por debajo de la media, así que los sujetos inflan su autoevaluación. A las personas también les resulta más fácil reconocer la ignorancia en los demás que en sí mismos, lo que crea la ilusión de que se encuentran por encima de la media, incluso cuando su capacidad se encuentra un 10% más bajo. Sin embargo, el núcleo del efecto parece ser lo que describe Dunning: la ignorancia lleva asociada la incapacidad de evaluar la propia ignorancia con exactitud. Dunning también observa algo que a todo escéptico veterano le resultará familiar: Una mente ignorante no es, precisamente, un receptáculo inmaculado y vacío, sino uno lleno de la morralla de experiencias, teorías, hechos, intuiciones, estrategias, algoritmos, descubrimientos heurísticos, metáforas y presentimientos irrelevantes o engañosos que, desafortunadamente, tienen la apariencia de conocimiento útil y preciso.

Esta observación describe con mucho tino a las personas que albergan creencias acientíficas o no fundamentadas con las que nos enfrentamos muchos días. Si se leen los comentarios de cualquier publicación en Facebook, no tardarás en darte cuenta de lo potente que es el efecto Dunning-Kruger. Lo que creo que Dunning ha descrito más arriba —una conclusión con la que estoy totalmente de acuerdo— son los diversos componentes del sesgo de confirmación. En nuestro intento por comprender el mundo, partimos de los conocimientos y paradigmas que ya poseemos; formulamos ideas para luego, sistemáticamente, buscar información que las confirme; consideramos que cualquier información contraria es una excepción y la rechazamos; interpretamos que ciertas experiencias ambiguas encajan con nuestras teorías; hacemos consideraciones subjetivas que refuerzan todavía más nuestras creencias; asimilamos estas aparentes confirmaciones y, con el tiempo, nuestros recuerdos se van modificando para que la apariencia de dicha confirmación parezca todavía más destacada.

Al final, lo que nos queda es una fuerte sensación de conocimiento, pero se trata de conocimiento falso. El sesgo de confirmación conduce a un alto grado de seguridad: sentimos en nuestras entrañas que tenemos razón. Y cuando nos encontramos con alguien que nos dice que estamos equivocados o que aboga por una visión alternativa, tendemos a ponernos a la defensiva, incluso a comportarnos de forma hostil.

El efecto Dunning-Kruger no es una mera curiosidad de la psicología, ya que se adentra en un aspecto muy importante del funcionamiento por defecto del pensamiento humano y en un grave defecto de nuestra forma de pensar. Además, afecta a todo el mundo: todos nos encontramos en un punto u otro de la línea en relación con distintos campos de conocimiento. Puede que seas un experto en ciertas cosas y competente en otras, pero también hay campos en los que te posicionarás en el punto más bajo de la línea. Admítelo: hasta este momento, probablemente te estabas imaginando a ti mismo en la parte superior de la línea, mirando desde arriba con una sonrisa burlona a los pobres patanes de más abajo. Pero todos estamos ahí abajo en algún momento.

El efecto Dunning-Kruger no solo es aplicable a los demás, nos afecta a todos. Por eso el mundo está lleno de incompetentes e ilusos, porque todos lo somos. Sin embargo, este patrón solo describe cómo funcionamos por defecto. No es nuestro destino. Dentro de la filosofía escéptica, de la metacognición y del pensamiento crítico está el reconocimiento de que todos estamos a merced de unos sesgos cognitivos que son tan poderosos como sutiles. Lo primero que debemos hacer es reconocerlos para luego hacer un esfuerzo activo por luchar contra ellos, siendo plenamente conscientes de que el proceso es infinito. En parte, para hacerlo debemos cuestionarnos a nosotros mismos de forma sistemática. Debemos sustituir el proceso que Dunning ha descrito anteriormente por un proceso lógico y científico.

Una lección concreta que traté de transmitir siempre que pude, tanto en el contexto de la formación científica como en general, es la que sigue: piensa en un campo en el que goces de gran conocimiento, en el que tengas pericia o dominio (o en un área de interés especial en la que tu conocimiento esté por encima de la media). Ahora, piensa sobre cuánto sabe una persona común sobre tu tema de especialización. No solo sabrá poco en comparación, sino que además es probable que no sea consciente de lo poco que sabe y del volumen de conocimiento especializado que existe. Asimismo, es probable que gran parte de lo que cree saber sea erróneo o confuso.

Y aquí viene la parte crítica: ahora, date cuenta de que eres igual de ignorante que esa persona común en todos los campos en los que no eres un experto. El efecto Dunning-Kruger no habla únicamente de personas ignorantes que no saben lo ignorantes que son. También tiene que ver con la psicología humana básica y las capacidades cognitivas. Todos somos víctimas del efecto Dunning-Kruger.

Además de los diversos aspectos del pensamiento crítico, la autoevaluación es una capacidad para cuyo desarrollo podemos esforzarnos de forma específica. Pero la regla de oro es pecar siempre de humildes. Si presupones que sabes relativamente menos de lo que crees saber y que existe más conocimiento del que ni siquiera tienes constancia, lo más probable es que estés en lo cierto.

 

                                                                                                                                                                           © 2020 Javier De Lucas