EL FIN DE LA HUMANIDAD

Si hay una pregunta clave que ha figurado en el inconsciente colectivo de nuestra especie, esa ha sido la del fin de la humanidad. ¿Cuándo dejará de haber humanos sobre el planeta Tierra? Tarde o temprano, tendremos que asumir que, al igual que ocurrió con los dinosaurios o con los primeros homínidos, en cualquier momento de nuestra historia nos enfrentaremos al final. Da igual el cómo, ya que las causas pueden ser muy variadas: un apocalipsis nuclear, un gran meteorito... son algunas de las hipótesis más explotadas sobre todo por las historias de ciencia ficción y las películas de Hollywood. 

Lo que está seguro es que vamos a desaparecer. ¿Pero cuándo? William Poundstone, un famoso autor y científico estadounidense del Instituto Tecnológico de Massachusetts, ha calculado la siguiente cifra: 760 años. Es decir, que de ser cierto, no pasaremos del año 2779. A decir verdad, dicho cálculo puede parecer muy pretencioso. ¿Cómo está tan seguro? Esto lo explica en su nuevo libro, 'The Doomsday Calculation', (algo así como "El cálculo del fin del mundo"), el cual se basa en las fórmulas matemáticas y filosóficas de Nicolás Copérnico, así como de importantes científicos de nuestra historia más reciente, como John Richard Gott.

Portada de 'The Doomsday Calculation', de William Poundstone.

 

Portada de 'The Doomsday Calculation', de William Poundstone.

 

Poundstone sigue muy de cerca el principio de mediocridad de Copérnico, el cual, como su nombre indica, consiste en derribar la posición privilegiada del que pretende observar un hecho determinado. Como todo el mundo recordará, la contribución más notable para la astronomía del renacentista fue el haber descubierto que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol y no al revés. Esta teoría heliocéntrica sirvió para desterrar la idea de que nuestro planeta ocupa de algún modo una posición muy favorable dentro del Sistema Solar y, por ende, del Universo. En resumen, porque habitemos aquí y ahora, y hayamos sido capaces de desarrollar métodos científicos para entender el complejo funcionamiento de todo lo que nos rodea, no quiere decir que seamos especiales frente al resto de sustancias (aparentemente) inanimadas que componen el cosmos. Una idea que el astrónomo Carl Sagan desarrollaría para deducir que, por mera probabilidad, resulta más lógico pensar que hay más espacios con vida en nuestra galaxia a que, en realidad, estemos solos. 

El principio y final del Muro de Berlín

En 1969, un joven estadounidense llamado John Richard Gott se encontraba frente al que fue y sería uno de los mayores símbolos de nuestra historia reciente: el Muro de Berlín, construido ocho años antes. En ese momento, y como buen curioso, se dio de bruces con una pregunta. ¿Cuánto tiempo existiría dicha mole arquitectónica? Recordó las teorías de Copérnico, solo que en vez de aplicarlas sobre el cosmos, lo hizo sobre el tiempo de vida del Muro. En un papel, dibujó una línea temporal cuya única cifra fiable es el tiempo transcurrido desde que se edificó hasta que el sujeto lo contempla. En este sentido, acertó, ya que habían pasado ocho años desde su construcción hasta que Gott estuvo frente a él.

Esquema de la línea temporal del Muro de Berlín. (William Poundstone, en 'Vox')

Esquema de la línea temporal del Muro de Berlín. (William Poundstone)

 

De esta forma, Gott estableció una probabilidad de fiabilidad de un 50% (f), de modo que no arriesgó demasiado (la más alta habría sido entre un 90 o 100% y la más baja entre un 10 y un 1%). Por ello, afirmó: "La duración futura del Muro de Berlín será entre un tercio y tres veces más su duración pasada". Así, y sabiendo que ocho años es el tiempo transcurrido desde su nacimiento hasta que fue contemplado (T), diseñó la siguiente fórmula:

La fórmula de Gott. (Wikipedia)

 

La fórmula de Gott

 

Gott razonó que el Muro de Berlín, con sus 8 años de existencia, tenía un 50% de probablidades de seguir en pie más de 2,66 años (8 años dividido entre 3) y 24 años (8 años multiplicados por tres). El Muro fue derribado veinte años después, por lo que el astrofísico acertó. En caso de haber usado otro rango mucho más fiable (imaginemos un 95%), la predicción no sería nada sorprendente ya que el intervalo de tiempo sería demasiado extenso. La zona sombreada cubriría el 95% de la línea temporal, por lo que el rango de predicción sería más amplio (habría que dividir y multiplicar los 8 años entre y por 39). Si Gott quisiera entonces estar casi cien por cien seguro de su aproximación, el cálculo resultante sería que faltarían de 0,21 a 312 años para que el Muro fuera derribado. No habría sido tan relevante, ya que es un intervalo de tiempo muy amplio, pero también habría sido correcto.

La predicción de Poundstone

Es precisamente de este tema de lo que va el nuevo libro de Poundstone, en el cual aplica la fórmula Gott para intentar averiguar cuántos años de vida le podrían quedar a la humanidad sobre la faz de la Tierra. En un reciente artículo, establece su teoría. "El homo sapiens ha existido durante alrededor de 200.000 años y en los últimos años hemos asistido a una enorme explosión demográfica", sostiene. "Por tanto, es muy probable que estemos viviendo un momento en el que más humanos viven. Esto debe tenerse en cuenta para realizar el cálculo: usar a las vidas humanas, en lugar de años, como marcador temporal". 

Así, Poundstone dibuja una línea en la que realiza la siguiente predicción, que como diría Gott, existe la mitad de probabilidades de que sea cierta a que sea falsa: "La cantidad de nacimientos futuros será menor que la de nacimientos pasados".

La línea temporal de Poundstone.

 

La línea temporal de Poundstone

 

"Los demógrafos estiman que el número total de personas que han vivido sobre el planeta ha sido de unos 100.000 millones", diserta el científico. "Eso significa que cerca de 100.000 millones nacieron antes que yo. Actualmente, cada año fallecen cerca de 130 millones de personas. A ese ritmo, tan solo se necesitarían unos 760 años para que nacieran otros 100.000 millones más de personas. Esta es la base de la afirmación de que existen un 50% de probabilidades de que los humanos se extingan en ese lapso de tiempo. La otra, que también hay un 50% de posibilidades de que sobrevivamos más de 760 años, posiblemente mucho más allá". 

Claro que aquí habría que tener en cuenta que las condiciones y esperanza de vida de los primeros humanos no es ni mucho menos la misma que las del presente o futuro. A decir verdad, no son las mismas que hace un siglo. Gracias a los avances científicos y tecnológicos, ahora el ser humano no solo vive más y mejor, sino de forma completamente distinta. Pero también hay una contrapartida, y es que la tasa de natalidad ha ido decreciendo con el paso del tiempo. 

La percepción sobre el hecho de tener hijos también ha cambiado a lo largo de los siglos, no hace falta irse a la Edad Antigua, sino a hace cien años, a la generación de nuestros padres y abuelos, conocida como los 'baby boomers'. Ahora, sin embargo, aquellos que están en la edad fértil ('los millennials') tienen una idea muy distinta de lo que significa generar descendencia. La precariedad, el paro o los problemas económicos son algunos de los problemas que se presentan, entre otros muchos. 

"Los tecnooptimistas nos aseguran que tenemos un futuro largo y superhabitado por delante", concluye Poundstone. "No deja de ser un pensamiento muy atractivo. Hasta ahora, hemos sobrevivido a todas las grandes calamidades que se nos han presentado, desde mamuts a bombas atómicas, y nada nos ha matado todavía. La discusión sobre el día del juicio final nos abre la puerta a contemplar la posibilidad de que nosotros y el universo somos mucho más aleatorios que lo que nos gustaría creer. El hecho de que nuestra especie pueda y quiera vivir un futuro largo no significa que esto sea remotamente probable. Puede que la cuestión radique en ser más inteligentes, más sabios, mejores personas, más cuidadosos que nunca". Las predicciones sobre el fin del mundo no se encuentran  reservadas para los videntes, psíquicos y adivinos.

 

Para William Poundstone, autor estadounidense de “El cálculo del fin del mundo” (2019), algunas de las respuestas podrían estar en una ecuación matemática. La simple idea de que las predicciones sobre la destrucción de la humanidad pudieran tener conexión con números y no con hechos comprobables resultaba, al comienzo, absurda para Poundstone, quien adquirió popularidad tanto por sus textos de divulgación científica como por su escepticismo. Lo que en un inicio parecía imposible, terminó por llenar las páginas de su último libro y todo gracias a Richard Gott III, “uno de varios académicos que formularon de forma independiente el argumento del fin del mundo en las últimas décadas del siglo XX”, señaló William.

Richard Gott, la inspiración detrás de “la ecuación del fin del mundo”. Para llegar a obtener una fecha exacta del fin del mundo, Poundstone tomó como punto de partida el método que Richard Gott utilizó para predecir la caída del Muro de Berlín.

Gott, quien en 1969 era un estudiante de física recién egresado de Harvard, señaló que la duración de la pared de hormigón sería entre un tercio y tres veces más que su vida útil. Dado que había sido construido hacía ocho años atrás, concluyó con un 50 por ciento de confianza que permanecería en pie otros 3 a 24 años.

El Muro de Berlín cayó 21 años después de la predicción de Gott

Foto: Efe

 

El Muro de Berlín cayó 21 años después de la predicción de Gott

 

“La idea de Gott fue que conocer la duración pasada del muro da una pista sobre su duración futura. Para un turista al azar, es probable que esa duración pasada sea una fracción sustancial de la existencia pasada y futura del muro. Esto permite una estimación del orden de magnitud de la duración futura”, detalla Poundstone en el artículo mencionado anteriormente.

Para entender el razonamiento de Gott es necesario imaginar una línea del tiempo de 0 a 100 porciento. Si, por ejemplo, una persona visitó el muro cuando aún estaba en un 25 porciento en términos de duración, el futuro del muro sería tres veces más largo que su pasado. En este caso, un 75 porciento.

Tal y como había sentenciado Gott, la demolición del Muro de Berlín comenzó 21 años después y fue tal su repercusión en el campo científico que tuvo la oportunidad de publicar su método en la revista Nature en 1993. Este, por supuesto, no estuvo exento de críticas.

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La teoría fue puesta en duda por varios expertos, como es el caso del bioestadístico Steven Goodman, pero también recibió reconocimiento y elogios por parte de medios como The New York Times New Yorker, y más recientemente del autor William Poundstone.

¿Cómo funciona, entonces, la ecuación del fin del mundo?

Según él mismo explica, el método de Gott no es más que una aplicación del principio copernicano que puede ser utilizado también para pronosticar la fecha del fin del mundo.

Para ello, lo que hizo Poundstone fue cambiar el marcador de tiempo por vidas humanas, en vez de años. En palabras del autor: “Los demógrafos han estimado el número total de personas que alguna vez vivieron en alrededor de 100 mil millones. Actualmente, alrededor de 130 millones de personas nacen cada año. A ese ritmo, se necesitarían solamente unos 760 años para que nacieran otros 100.000 millones de personas más”.

La predicción podría cambiar, dependiendo de la dinámica de la tasa de natalidad.

Foto: iStock

 

La predicción podría cambiar, dependiendo de la dinámica de la tasa de natalidad En esa línea, el experto señala que existe un 50 por ciento de probabilidades de que los humanos se extingan dentro de unos 760 años, así como se tiene exactamente la misma posibilidad de que sobrevivan. Una de las críticas más fuertes al método de Gott está relacionada con el mal uso del principio de la indiferencia, por medio del cual se establece que, ante el desconocimiento del resultado, deben asignarse las mismas posibilidades. Otra objeción tiene que ver con la suposición de autoindicación.

Poundstone lo explica de la siguiente manera: “Digamos que estoy tratando de decidir entre la hipótesis (1), que dice que 200 mil millones de humanos nacerán antes del día del juicio final, y (2), que dice que 200 billones de humanos están destinados a existir”. Y añade: “Entonces puedes hacer el caso metafísico ‘soy un ser humano único. La probabilidad de que yo exista es 1000 veces mayor con (2) que con (1). Eso me da razones para pensar que (2) es más probable que sea correcto’”.

El autor llegó a aceptar la ecuación del fin del mundo, luego de reconocer que los humanos no se encuentran en un punto aleatorio de la existencia humana.

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