MADE IN SPAIN

 

La historiografía mundial ha tratado de distorsionar una hazaña que no tiene parangón por la única razón que fue realizada por españoles. Nunca antes se escucharon tantas mentiras, exageraciones e injurias sobre un hecho histórico de tal envergadura. Cualquier país del mundo se sentiría orgulloso de la gesta del descubrimiento de América y de los héroes que la llevaron a cabo. Sin embargo, España ha consentido que una falsa leyenda negra la ponga de rodillas ante el mundo, gracias a una absurda indolencia de su clase dirigente y de una sociedad anestesiada, incapaz de defender sus orígenes frente a las calumnias y mentiras de las ideologías más destructivas.

Por todo lo anterior y como decía Francisco de Quevedo: "Estoy cansado de ver el sufrimiento de España, con que ha dejado pasar sin respuesta tantas calumnias de extranjeros, quizá despreciándolas gravemente, y viendo que, desvergonzados nuestros enemigos, lo que perdonamos modestos juzgan que lo concedemos convencidos y mudos, me he atrevido a responder por mi Patria y por mis tiempos".

La labor de España en América ha sido intolerablemente castigada con veredictos falsos, que actualmente cualquier análisis histórico serio considera enteramente absurdos. El 12 de octubre de 1492 tiene como resultado el acontecimiento más trascendental de la historia de la humanidad después del nacimiento de Jesucristo, lo que es conocido como "El Descubrimiento de América". Según el papa León XIII, “el hecho de por sí más grande entre los hechos humanos”.

Es un hecho memorable porque, a partir de entonces, se inició el contacto entre España y América, que culminaría con el llamado "Encuentro de dos mundos", que transformaría la visión de la humanidad y las vidas tanto de españoles como de americanos, ya que, gracias a ese encuentro y sus consecuencias, se gestó lo que hoy conocemos como Hispanoamérica. Pero, ¿por qué los españoles e hispanoamericanos se avergüenzan de ser herederos de las más fascinantes y valientes hazañas que ha registrado la Historia? La explicación la encontramos en la estupidez de nuestras autoridades y de una parte de nuestra ciudadanía que tiene consecuencias desastrosas. Sin ir más lejos, el 12 de octubre se celebra en EE.UU. el Día de Columbus, una fiesta que conmemora la llegada de Cristóbal Colón a América. Para más guasa, el Empire State Building luce la bandera tricolor italiana, una nación que no existía en 1492.

Los ítalo-americanos han conseguido que se olvide que El Descubrimiento fue una empresa colectiva de Castilla y no una hazaña en solitario de Colón. España ha permitido que el legado de nuestros antepasados sea pisoteado de una forma miserable, porque como dice Charles F. Lummis: “Es cierto que fue un genovés el descubridor de América; pero vino en calidad de español; vino de España por obra de la fe y del dinero de españoles; en buques españoles y con marineros españoles, y de las tierras descubiertas tomó posesión en nombre de España”.

Pero la culpa de que nuestra historia haya sido secuestrada la tienen algunos políticos “tercermundistas” que han inculcado el odio en nuestra sociedad contra todo lo español, utilizando la historia como arma política. Pongamos un ejemplo: el pasado 12 de octubre de 2015 en Barcelona, Ada Colau publicó un tuit en el que decía: “Vergüenza de estado aquel que celebra un genocidio, y encima con un desfile militar que cuesta ochocientos mil euros". Por su parte, el alcalde de Cádiz, más conocido como Kichi, afirmó que: “Nunca descubrimos América, masacramos y sometimos un continente y sus culturas en nombre de Dios. Nada que celebrar”.

El odio y la ignorancia que muestran estos dos personajes solo está justificado en su rencor contra todo lo que representa España y los españoles. ¿Cómo se puede permitir en un país serio, que dos dirigentes políticos de tercera división acusen a toda una nación de genocida y que no pase nada? ¿Acaso el honor de nuestra patria no tiene derecho a ser defendido?

Analicemos las palabras de estos dos representantes políticos. Para ello veamos lo que dice la RAE sobre el significado de genocidio: aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos. La pregunta del millón sería la siguiente: ¿Hubo un genocidio por motivos raciales? Totalmente falso. La mayor unión de culturas y razas de la historia de la humanidad surge a partir del descubrimiento, evangelización y colonización de América. Además, hasta el más ignorante sabe perfectamente que los ciudadanos que habitan en Hispanoamérica son por excelencia mestizos. ¿Cómo alguien con un mínimo de sentido común, puede afirmar que existió un genocidio por motivos raciales cuando la mayor parte de la población de Iberoamérica proviene de la mezcla entre españoles, indios y negros?

Siguiendo la definición de genocidio, la siguiente pregunta sería: ¿existió un exterminio sistemático y planificado? Totalmente falso. Por primera vez en la historia universal, España no solo protegió a los indígenas de un territorio conquistado sino que los consideró súbditos de la Corona con los mismos derechos que el resto de sus conciudadanos. Un genocidio implica la voluntad de terminar con un pueblo eliminando en la medida de lo posible su huella sobre la tierra. Por ejemplo, en México el 30% de la población son descendientes de aztecas y mayas y el 60%, mestizo. Si la intención de los españoles, como afirma algún descerebrado, hubiera sido exterminar a los indígenas por medio de un plan sistemático, ¿no lo hubieran conseguido en trescientos años de permanencia en México como lo hicieron los anglosajones en Norteamérica en muchos menos años?

Por último, ningún historiador serio puede decir que existió un exterminio de indios en Hispanoamérica. Sí existió un desastre demográfico en América, pero tiene su origen en las epidemias que arrasaron a la población indígena. Pero la manipulación no tiene límites y existen personajes como el doctor Daniel José Sánchez Silva que afirman: “la viruela fue el arma biológica utilizada por los españoles para la conquista del Nuevo Mundo”. A este señor se le olvida que morir por viruela no era patrimonio exclusivo de los indígenas, sino que en aquella época mataba por igual tanto a españoles como indios.

En definitiva, es irracional decir que los conquistadores utilizaron la viruela para exterminar a los indios como afirma este fanático doctor. Además hay que evocar que fueron precisamente los españoles, en un hecho único en la historia universal, los que llevaron la vacuna de viruela de forma filantrópica a todo el mundo. En 1803 partió de Galicia la expedición del doctor Xavier Balmis; la expedición consiguió llevar la vacuna hasta las islas Canarias, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México, las Filipinas y China salvando a millones de personas, entre ellas muchos indígenas, de morir por la enfermedad de la viruela.

Además, recientes investigaciones demuestran que el origen de las peores epidemias en América no fue debido a las enfermedades llevadas por los europeos, sino a una especie de peste autóctona que en el Nuevo Mundo se llamaba cocolizth.

Según el científico Rodolfo Acuña Soto:

“[…] las enfermedades cocoliztli y matlazáhuatl provocaron las defunciones más numerosas en la época de la Colonia, cuyo índice de mortandad era de casi un 90 por ciento. Los contagios por esta enfermedad autóctona y las sequías pudieron contribuir a la desaparición de gran parte de los teotihuacanos y mayas”. Pero los españoles no solo fueron los primeros en llegar al Nuevo Mundo, además fueron los primeros civilizadores. Según Charles F. Lummis: “Ellos construyeron las primeras ciudades, las primeras iglesias, escuelas y universidades; montaron las primeras imprentas y publicaron los primeros libros; escribieron los primeros diccionarios, historias y geografías, y trajeron los primeros misioneros. Aquellos primeros maestros enseñaron la lengua española y la religión cristiana a mil indígenas por cada uno de los que nosotros aleccionamos en idioma y religión (en referencia a los anglosajones).

Hubo en América escuelas españolas para los indios desde el año 1524. Allá por 1575 —casi un siglo antes de que hubiese una imprenta, en la América inglesa—, se habían impreso en la ciudad de México muchos libros en doce diferentes dialectos indios. Tres universidades españolas tenían casi un siglo de existencia cuando se fundó la de Harvard”.

Si no hubiese existido España hace 500 años, hoy no existiría Hispanoamérica. Y por supuesto países como Cuba, México, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Panamá, Perú, Chile, Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica no tendrían una lengua, religión y cultura encomún.

Para el Premio Nobel de Literatura Octavio Paz:

“No todo fue horror: sobre las ruinas del mundo precolombino, los españoles levantaron una construcción histórica grandiosa que, en sus grandes trazos, todavía está en pie. Unieron a muchos pueblos que hablaban lenguas diferentes, adoraban dioses distintos, guerreaban entre ellos o se desconocían. Los unieron a través de leyes e instituciones jurídicas y políticas pero, sobre todo, por la lengua, la cultura y la religión. Si las pérdidas fueron enormes, las ganancias han sido inmensas. Para juzgar con equidad la obra de los españoles en México hay que subrayar que sin ellos (quiero decir: sin la religión católica y la cultura que implantaron en nuestro país) no seríamos lo que somos. Seríamos, probablemente, un conjunto de pueblos divididos por creencias, lenguas y culturas distintas”.

A pesar de todo lo dicho anteriormente, los defensores de la Leyenda Negra son conscientes de que “una mentira repetida un millón de veces se convierte en una verdad”. Y para ello no dejan de repetir argumentos simplistas como que los españoles “robaron, violaron y mataron indígenas dejando sin futuro a Hispanoamérica”. Un ejemplo de ello es el escritor uruguayo Eduardo Galeano que afirma “que Latinoamérica ha estado perdiendo siempre, tanto económicamente como social y espiritualmente, desde la colonización hasta nuestros días”. Galeano suele pasar por alto que los 400 años de permanencia de España en América supuso el mayor periodo de paz y prosperidad que ha vivido la región convirtiendo a Hispanoamérica en el territorio más pujante del mundo.

En opinión de Javier Esparza, “la América española tenía un nivel de vida y una economía incluso superiores a las de la Europa de entonces y con unas ciudades (como Lima, Santa Fe de Bogotá o México), mucho más importantes que Londres, París o la Roma de aquel momento”. Galeano olvida que la emancipación de los países suramericanos supuso una involución de más de cien años en sus economías, debido principalmente a la desunión de sus países, a las continuas guerras civiles y, sobre todo, gracias a las políticas de tiranos bananeros, como por ejemplo, los que gobiernan en Cuba, Venezuela y Nicaragua, que han condenado a sus conciudadanos a la miseria absoluta.

¿Acaso tiene España la culpa de que uno de los países más ricos del mundo como es Venezuela, haya sido destruido por sátrapas de la calaña de Chaves o Maduro? No, señor Galeano, los españoles no tienen la culpa de que sus “amigos” hayan castigado a nuestros hermanos venezolanos a vivir en la pobreza.

Cuántas veces hemos oído decir que los españoles robaron todo el oro y la plata del Nuevo Mundo hasta el punto de esquilmar estos materiales preciosos de América. Afirmar que los hispanos arramplaron con todas las riquezas dejando sin futuro a sus ciudadanos es una necedad más de los enemigos de la verdad, ya que Hispanoamérica, en la actualidad, es una las regiones más ricas del mundo en recursos naturales.

A continuación analizaremos el significado de riqueza según RAE: “se refiere a poseer una gran cantidad de cosas de gran valor material, como bienes o dinero”. A partir de esta definición tenemos que hacernos la siguiente pregunta: ¿tenía gran valor material para los indígenas el oro y la plata? No tenían ningún valor económico, solo un cierto interés ritual y decorativo. Por eso no comprendían la importancia que le daban los españoles a estos minerales. Para ellos, lo que tenía gran valor económico eran materiales como el vidrio o los espejos que traían los conquistadores porque eran objetos totalmente desconocidos.

¿Se llevaron los españoles todo el oro y la plata que extrajeron del Nuevo Mundo? No. La Corona solo recibía el 20% de un impuesto que se aplicaba sobre las ganancias de las empresas, llamado el Quinto real o Quinto del rey y que fue establecido por los soberanos de España en 1504 sobre oro, plata y joyas de las minas de América. Aunque el Quinto fue establecido por solo diez años, permaneció hasta 1723 cuando fue reducido al diezmo (10%). Y el resto de los materiales preciosos, ¿dónde fue a parar? Sencillamente se quedaron en América.

En el siglo XVI se produjo una gran demanda de productos de consumo en las nuevas tierras. El intercambio comercial entre Hispanoamérica y la península experimentó un gran desarrollo que tuvo como consecuencia la salida de gran cantidad de oro del Nuevo Mundo como pago a esos productos que consumían. Por lo que no podemos confundir, como hacen algunos demagogos, el hecho de intercambiar productos por un precio, con robar. Por otro lado, España es considerada la mayor creadora de ciudades de la historia. Urbes como La Habana, Quito, Lima, Cartagena de Indias, Buenos Aires, San Agustín de la Florida, Ciudad de Panamá, San Juan de Puerto Rico, Santiago de Chile, Caracas, Montevideo y Córdoba entre otras muchas, fueron construidas gracias a la inversión de esas riquezas en América que además contribuyeron a crear una de las sociedades más próspera y avanzadas de su época.

La mayor prueba de lo que afirmo es que gracias a la construcción de estas centenarias ciudades, muchas de ellas Patrimonio Histórico de la humanidad, la huella española perdurará de por vida en Hispanoamérica. Los países hermanos no pueden olvidar que su cultura, su tradición y su lengua tienen un origen común en la Madre Patria. El negarse los unos a los otros en discusiones estériles tiene como consecuencia el triunfo del provincialismo más absurdo que utiliza la manipulación histórica como arma política con el único fin de destruir pueblos y naciones.

Hemos fracasado en buscar la unidad, en primer lugar por la intromisión de Inglaterra, y más tarde de los EE.UU. A todo esto hay que sumar la actitud de determinados caciques locales que, incapaces de ofrecer soluciones a sus conciudadanos han buscado responsables de sus desastrosas políticas en el pasado con el único fin de manipular a una ciudadanía cansada de sufrir tantas penurias. España y el resto de países hermanos tienen que estar orgullosos de su historia común.

Cuando las ideologías más destructivas, por medio de la mentira y la manipulación, condenan el pasado de toda Hispanoamérica, están condenando tus orígenes y por supuesto, sentenciando a todo un pueblo a la orfandad. Nuestros hermanos no pueden permitir que se insulte y manipule el descubrimiento de América por un indigenismo exacerbado dominado por el totalitarismo que niega precisamente que Hispanoamérica sea hija de ese proceso histórico.

                                                                     © 2018 JAVIER DE LUCAS