Primeros poemas, la mayoría escritos entre los nueve y los quince años. El primero de todos, "Mar Cantábrico", a los nueve, coincidiendo con la redacción de mi primer relato del Oeste, "El infalible Farrow". Tanto estos versos como aquellas novelitas pecan, literariamente, de todo, incluyendo faltas de ortografía, pero así las escribí y así quiero publicarlas. A su favor, la ingenuidad, la nostalgia y el cariño que me inspiran.

 

POR VIVIR

 Recibirás un poco de costumbre

como torpe moneda clandestina

y una nerviosa luna que te alumbre

de manera fugaz y repentina

porque nada te dan, ni como pago

a tanta mala leche y tanto trago.

 

Reclamarás entonces al eterno

intérprete ritual de ventanilla

y será tu intención tan solo un tierno

canto de cisne, huérfano de orilla,

porque nadie te mira ni te escucha

aunque exista la gente y haya mucha.

 

Te inventarás quizás algún camino

por aislarte del grito lapidario

y un apunte de cambio de destino

que ocupará muy poco en tu diario,

porque nadie te quiere diferente,

que la gente te quiere solo gente.

 

Rebuscarás detrás por si en el paso

hubiese alguna voz como la tuya,

pero tu voz es parte del fracaso

y es probable que pronto se destruya

y amanezca un silencio cualquier tarde

en esa mueca tuya de cobarde.

 

Posiblemente así, algo maltrecho,

querrás echarte un día por la borda,

rompiéndote la espalda por derecho,

huyendo del tumulto y de la horda

de bárbaros extraños que te invitan,

te engañan, te prometen y te quitan.

 

Mas verás que no existe otra salida

y lo quieras o no, tendrás que hacerte

usurero, ladrón, bala perdida,

viajero perseguido de la suerte

y tendrás que vivir la vida entera,

y tendrás que vivirla a tu manera.

  

NO NOS FUE TAN MAL

 

Cuando el aire pasaba,

si es que pasó,

y tú me sujetabas

el corazón…

cuando fueron distintos

amor y fe,

cuando todo era limpio

si es que lo fue...

 

Cuando hubo de todo,

hielo y amor,

cuando quise a mi modo

darte la voz,

cuando fuimos del viento

arena y sal,

cuando aquel amor nuestro

no fue tan mal.

 

Te robé varios años

de juventud,

pero le puse a cambio

algo de luz

a ese camino tuyo

de duda y sed,

a esa sombra de orgullo,

a esa altivez

 

Y aunque de tus amantes

no fui el mejor,

hubo noches, bastantes,

donde el amor

te llegaba hasta el alma

con fuerza tal,

que no sé por qué hablas

que nos fue mal.

 

No

nos fue tan mal

como ahora tú diciendo vas,

no

nos fue tan mal

hubo también felicidad.

 

En tu blanca piel

creció una vez todo el amor,

por qué ahora recordar

solo lo peor,

lo que fue mal,

por qué no mirar atrás

y ver que no

fue todo mal.

 

QUIÉN

 

Quién en tus ojos cansados pondrá una mirada

cuando no exista ese brillo capaz de admirar,

quién en tu boca dolida, reseca y callada

pondrá algún beso ese día en que nadie lo hará.

 

Quién tu figura perdida, distinta y gastada

no signifique un reproche incapaz de salvar,

quién hará causa contigo en la triste bajada

con el aliento dispuesto a saberte ayudar.

 

Quién tejerá los silencios de noches en vela

junto a ese lecho de fiebre, de miedo y dolor,

quién le pondrá algún motivo que valga la pena

a ese furtivo momento de duda y temor.

 

Quién llegará hasta el fondo

duro y hondo

de tu vida,

para ser el amigo

que dé abrió

a tu anochecer,

el compañero fuerte

que despierte

tu marchita piel,

quien comprenda y perdone,

si una noche

aún te acuerdes de él.

  

LA CASA GRANDE

 

En ese mismo lugar

donde el camino se estrecha,

donde se oye murmurar

un manso río de piedra,

detrás de la vieja cruz

entre montañas de hiedra,

está la casa que tú

has invadido de luz

de tanto soñar con ella.

 

La verja se te abrirá,

te acogerán madreselvas,

olor a manzana habrá,

a septiembre y a tormenta,

te asomarás al balcón,

la soledad, compañera,

y te verás en el sol

y te oirás en el rumor

y pensarás… que despiertas.

 

Allá

en la casa grande

será

más azul el aire,

verás

que el silencio esconde

a salvo tu nombre

en la casa grande,

 

allá

en la casa grande

el sol

brillará más tarde,

será

un rincón ileso

para que tus sueños

no pasen más hambre

en la casa grande.

 

 SOY INOCENTE

 

De haber vendido ya por lo mejor

un poco de alma y un poco de amor,

de ser así

indiferente

soy inocente, sí,

soy inocente.

 

De haber creído y ya no creer,

de haber unido el mal con el bien,

de andar así

por la pendiente

soy inocente, sí,

soy inocente.

 

De haber perdido el rumbo y el sol

la fe en la lucha y en la redención,

de estar aquí

solo y ausente

soy inocente, sí,

soy inocente.

 

De hacerme un mundo solo para mí

por defenderme de lo que perdí,

de andar así

convaleciente,

soy inocente, sí,

soy inocente.

 

Soy inocente

de ser la gente,

de estar del hueso

hastiado y preso,

de haber venido

y no haber querido,

de estar en fila aquí

detrás de mí.

 

 DICEN DE TI

 

Dicen de ti

que aunque estás sola,

sales de noche

como una sombra,

buscando así

a quien de cuajo

el corazón

te hizo pedazos…

 

dicen de ti

que aunque pretendes

no verle más

no ser tan débil,

corres tras él

igual que un perro

cuando en tu sien

arde el deseo.

 

Dicen de ti

que, como llama,

crece tu piel

junto a su cama…

 

quién fuera él

que tiene todo

y yo, ya ves,

yo me conformo

con que tú sepas

que estoy aquí…

“pa” lo que quieras.

  

EN UN RINCÓN

 

 En un rincón

por si acaso tú te acuerdas

que aquí estoy yo

esperando a que amanezcas,

en un rincón

por barrer nubes del cielo

aquí estoy yo

por si valgo de consuelo.

 

En un rincón

por si a ti te sobra algo

de lo que hoy

a otro perro tú le has dado,

en un rincón

por si acaso la costumbre

te hace querer

una brasa de mi lumbre.

 

Puedes hacer de mí

lo que tú quieras, sí,

solo te pido que

vengas aquí

alguna vez

 

 para vestirte

de primavera

con toda la ansiedad

que da la soledad,

 

para cubrirte

como una fiera

todas las veces

que tú lo quieras.

 

TE BUSCARÉ

 

 Si un día amanece

y te parece

que el tiempo manda

y tú obedeces;

 

si un día en el alma

quiebra una voz,

pierdes un cuento,

nace un silencio…

 

Cuando el invierno

parezca eterno,

cuando no traiga

aroma el viento,

 

cuando se caiga

roto el dolor,

y la costumbre

ciegue tu lumbre…

 

Cuando la tarde

te haga cobarde,

mendigo apenas

de cien cadenas;

 

cuando se pare

pronto el reloj

y duela dentro

todo el silencio.

 

Te buscaré

y te diré

que estoy contigo,

que soy tu amigo...

 

te ayudaré

yo, que bien sé

cómo engañar

a la soledad.

 

DESATA MIS DÍAS

 

Asaltas mi frente,

ocupas mi mente

sin gente y sin dueño;

le pones un sueño

pequeño y ausente

a todo mi empeño.

 

En quieta porfía

de noche y de día,

estática y muda,

cabalgas mi duda

por esa apatía

que va sin ayuda.

 

Le inventas paisaje

al gris del viaje,

al eco del río;

le quitas el frío

al viejo equipaje

ya medio vacío.

 

Y pones un cuento

escrito en el viento

con tiento y con arte,

para imaginarte

la voz y el aliento

subiendo a buscarte.

 

Sé pronto un motivo

real, primitivo,

que abarque y pretenda,

que mande y encienda

y al tiempo que vivo

le marque la senda.

 

Deshaz ese hielo

que cubre mi cielo,

desata mis días;

repón alegrías

que cierren el velo

de viejas manías.

 

Renueva mis cosas…

hoy van silenciosas

tras los desengaños.

Repara mis daños

con todas las rosas

de tus veinte años

 

EL DOLOR

 

Yo no sé cómo fue pero un mal día

asomó su perfil hasta mi tienda,

y montó bruscamente su agonía

por los treinta sonidos del reloj;

 

y se puso a venderme, de la vida,

aquel resto infantil que no está en venta,

y dejó en una rama, suspendida,

esa mueca grotesca del dolor.

 

Ahora está acechando en los rincones,

cobrador que aparece y no se anuncia,

que no se va del todo, que se esconde

devorando la fuerza y el valor;

 

quién le puso rondando mis balcones,

implacable guardián de la renuncia,

quién pintó por mi vida las razones

de esa mueca grotesca del dolor.

 

Yo no lo sé

cómo llegó

pero está aquí,

mirándome,

diciéndome

por donde ir.

 

Viejo dolor

hoy vives con

mi soledad,

hoy queda atrás

aquel sabor

de vanidad.

  

ESTILO

 

Por esa cumbre de estilo

quisiera poner mi garra,

como un abrazo de parra

para sujetarte en vilo

y volcarte boca abajo

y tirar por el atajo

por deshojarte la frente

de la costumbre y la gente.

 

Ponerte el cuerpo perdido

de sueños  y sin razones,

desenredar los rincones

que aún son presa del olvido;

hacerme en tu piel más fuerte

para que puedas perderte

y deshacerte el aliento

desde este mismo momento.

 

Entrar a saco en tus brazos

sin permiso ni licencia,

firmarte yo la sentencia

de encaramarte a mis pasos;

abrirte luego cerrojos

para que pasen tus ojos

y desnudar tu mirada

hasta el fondo de la nada.

 

Volver de sangre y de llama

lo que es de mármol y hielo,

perder el aire en tu pelo

cuando ruedes por mi cama;

salpicarte en un segundo

todo el barro de mi mundo

y morir luego tranquilo

por esa cumbre de estilo.

 

 LEJANA

 

En un trozo de viento

grabé cuatro palabras,

apunte de recuento

y de distancia;

yo sé que pretendía

que fueras solo mía

tú que eras del silencio

y la escapada.

 

En una seca rama

tronchada en el camino,

le puse una posdata

a tu retiro;

recuerdo que quería

que fueras solo mía

tú que eras partidaria

del vacío.

 

A veces por el aire

contaba mi secreto

al hueco de la tarde

y al regreso;

no sé cómo podía

pensar que fueras mía

tú que no eras de nadie

ni serías.

 

Pero se me pasaba

el tiempo, suponiendo

que un día ya cansada

del silencio,

vendrías a mi puerta

tan rubia y tan incierta

desnuda de misterio,

descubierta.

 

¡Qué mundo me inventara

para dártelo entero!

qué sarta de miradas,

de deseos…

tú, que nunca serías

ni de nadie ni mía,

jamás podrás saber

lo que te haría.

 

ME VUELVO A MIS VERSOS

 

No quiero palomas

cargadas de cuentos,

con picos que asoman

azogue y veneno;

hay muchos recuerdos

que no me interesan,

no cazo esas presas:

me vuelvo a mis versos.

 

No quiero palabras

mensajes del eco,

continuas miradas

detrás del espejo;

me cansa ese cielo

cargado de grises,

no quiero estar triste:

me vuelvo a mis versos.

 

Prefiero quedarme

lo poco que tengo

que pedirle a nadie

un solo reflejo;

ya sé que es incierto

y ambiguo el camino,

lo sé por mí mismo:

me vuelvo a mis versos.

 

Tú sigue buscando

el verde al sendero,

sabor al pasado,

color al dinero;

yo busco mi cielo

detrás de la pluma,

no sigo tu bruma,

me vuelvo a mis versos.

 

Tú sigue la pista

al tren del deseo,

al hombre que grita,

al tanto por ciento;

yo es que ya no tengo

ni tiempo ni ganas,

me sobra una cana,

me vuelvo a mis versos.

 

A esos versos míos

que llevo por dentro

cuajados de frío,

perdidos de miedo,

pero que los siento

conmigo al abismo,

por eso, ahora mismo,

me vuelvo a mis versos.

 

CUENTO

 

Cómo a veces me siento

prisionero del cuento,

de la burda palabra

que ni siembra ni  labra,

comediante que olvida

entre tanto y tan poco,

ese papel de loco

que le dieron por vida.

 

Cómo siento que a veces

la distancia me crece,

que separa un abismo

los demás de mí mismo;

cómo busco el silencio

como bálsamo enorme

por borrar uniformes

de rutinas y precios.

 

Cómo acaba la prisa

de borrarme la risa,

esa risa de ustedes

entre cuatro paredes;

cómo acabo en el cuarto

aguantando la duda

sin siquiera la ayuda

que yo nunca descarto.

 

Abandono el abrigo

y mañana prosigo

por la ruta trazada

de la sombra y la nada,

hasta hacerme el reproche

que de nuevo me hago

al final de ese trago

con que llega la noche.

 

La pregunta en el día

y la inquieta porfía

de si voy o si vengo

de si tuve o si tengo;

la respuesta esperando

aunque nadie responde

ni de cuándo ni dónde,

ni de cómo ni cuándo.

 

 HAY QUE HACERSE

 

 Hay que hacerse a las preguntas

una a una o todas juntas,

hay que hacerse

a las llagas y a las dudas

y a los jueces.

 

Hay que tomárselo a broma

y unas veces ser persona

y otras gente;

hay que adentrarse en la fronda

sin perderse.

 

Hay que hundirse en el milagro

y conservar el esparto

y la moneda;

hay que contar, tras de un salto,

lo que queda.

 

Tirar una piedra al río

por ahuyentarse del frío

cada tarde;

no vengarse del camino

ni del aire.

 

Ser poco de los demás

que son muchos y no están

a la mano;

no detenerse a pensar

demasiado.

 

Que el pensar nos lleva siempre

a un cruce de quince o veinte

posiciones

y después duele perderse

las mejores.

 

Hay que hacerse a la renuncia,

a la respuesta que asusta

y al intento...

 

Hay que hacerse a tiempo el tonto

e inventarse siempre un cuento.

Hay que hacerse así… y pronto.

 

 HAN PUESTO

 

Han puesto sobre una piedra

que se alarga monte abajo,

un escondite de hiedra

que quizás el agua trajo

cuando vino dando tumbos

descendiente de otros rumbos,

a reflejarse en el pino

en la roca y el camino.

 

Y le han pintado de verde,

de un solo color y trazo

a ese río, que se pierde

con la tarde bajo el brazo;

el sol, que plata le arranca

a veces, quieto, se estanca,

por quitarle un poco el frío

a las aguas de ese río.

 

Han puesto al aire un motivo,

un recio motivo sabio,

con acento primitivo

que corta el rostro y el labio,

que parece que suspira,

que me escucha y que me mira

y se lleva mis asuntos

uno a uno, todos juntos.

 

Me salpican cuatro gotas

que también alguien ha puesto,

cuatro inexplicables motas

que se escaparon del cesto…

me saluda alguna nube

que detrás del techo sube

por gastarle alguna broma

a la noche que se asoma.

 

Yo entonces, a quien ha hecho

tanto río y tanto monte,

tanto pino y tanto helecho,

tanto viento y horizonte,

le expreso, cada verano,

que reconozco su mano

y en vez de oraciones lacias,

le digo bajito: gracias.

 

 EL PASO

 

Perderé pronto el paso

si es que lo dejo,

con sabor a fracaso,

a rencor viejo

de rendiciones,

desigual aparejo

por los rincones.

 

Actuación prolongada

sin un aparte,

entelequia forzada

con poco arte,

mucho verismo

por querer preservarte

del uno mismo.

 

En la frente el estigma

del que no llega,

en el aire el enigma

que todo ciega

y que confunde

al que lucha y que brega

y que se hunde.

 

Y si al menos la piel

se resistiera

a surcarse en la hiel

de mil maneras,

sería esa historia

de engañar a la fiera,

una victoria.

 

Pero claro que rueda

por la pendiente

y se arruga y se queda

como exponente

de la aventura,

desigual y doliente

caricatura.

 

Por quitarme de en medio

una manía,

por hallarme un remedio

de un solo día,

ese payaso

que va perdiendo el paso,

aún lucharía.

 

 BOSQUE

 

El silencio parece que explota

por árboles viejos,

y una pizca de aire se asoma

mirándose al eco;

se deshace después ese monte

que grita costumbre,

por toda la cumbre

hasta el horizonte.

 

Se reflejan dos rayos pequeños

allá junto al río

y un matojo de sombras y sueños

callados y fríos;

los helechos se tocan sin verse

y cuentan sin habla,

aquella palabra

de hierba y de verde.

 

La resina resbala en la rota

campana de barro,

y le tira tan solo una gota

al resto del carro;

hay un pájaro gris que me mira

y luego se esconde

por ver si la mía

es sombra del bosque.

 

Ese tronco cortado y caído

me sirve de asiento

para cuatro palabras que escribo

y veinte silencios;

yo quisiera ahora mismo ser árbol

por dar una sombra,

yo quisiera ahora mismo se algo,

algo más que ahora.

 

NO VUELVEN LOS MUERTOS

 

Cayeron las manos

buscando aquel cuerpo

que ya le era extraño,

que ya le era incierto,

y luego, en la senda,

se paró diciendo:

“donde van, se quedan,

no vuelven los muertos”.

 

Sintió, de los brazos,

las fuerzas huyendo,

su sombra buscando,

pidiendo su cuerpo;

estaba tan cerca

y estaba tan lejos

pues, de donde llegan,

no vuelven los muertos.

 

Secados los llantos,

pasados los rezos,

crecía entretanto

más fuerte, el silencio;

la tierra a la tierra,

el hombre al sendero,

por más que se quiera

no vuelven los muertos.

 

Quizá en otro Mayo,

allá en otro tiempo

entrado el verano

o quizá en invierno

no duela la llaga

que se abrió por dentro,

la herida que clama:

“no vuelven los muertos”.

 

No caigan las manos

buscando aquel cuerpo,

no giman los brazos

abrazando al viento,

no quiebren las rimas,

no crezca el acento

de la voz que grita:

“no vuelven los muertos”.

 

Quizá en otro Mayo,

quizá con el tiempo

se muera despacio,

despacio, el recuerdo…

se olviden, se quemen

los viejos momentos

porque nunca vuelven.

No vuelven. Los muertos.

 

DESDE HACE TIEMPO

 

Desde hace mucho tiempo

ya lo sé,

que los malos no son malos

ni los buenos son tan buenos,

que hay menos risa que llanto

y que todo tiene un precio

desde hace muchos años

y hasta este mismo momento.

 

Desde hace mucho tiempo

ya lo sé,

que el camino es algo incierto

y es mejor medir los pasos,

que a veces somos muñecos

de la ira y el fracaso,

hasta este mismo momento

desde hace muchos años.

 

Pero lo que no sabía

es que yo terminaría

amarrándome a tu tabla

como un náufrago a su tabla.

 

Pero lo que no sabía

es que yo terminaría

arrimándome a tu mesa

como un coyote a su presa.

 

Me gustas por clásica,

me gustas por frívola,

me gustas por mágica,

por esa mirada

que a veces me incita

y a veces me calma;

por esa manera

de ser la primera

de todas mis ansias…

por esa palabra

que a veces me hunde

y a veces me salva.

 

 TU MIRADA

 

Por tu mirada verde

el alma se me pierde,

por tu mirada triste…

no sé cómo lo hiciste

pero cayó de hinojos

un poco de mi prisa

al eco de tu risa

y al verde de tus ojos.

 

Hiciste un buen regate

al aire, disparate

creciendo hasta el adiós

al borde de las dos;

la noche quiso darme

quizás, un buen regalo,

por ver que no es tan malo

el traje de marcharme.

 

Bailamos sones, quejas,

lamentos de parejas,

sirviéndome de musa

un pliegue de tu blusa…

llevabas en el pelo

del viento, los aromas,

y un vuelo de palomas

pintándose en tu cielo.

 

Yo quise, de algún modo,

decirte que eras todo

lo que en aquel momento

cruzaba por mi aliento,

mas no tuve licencia

del dime y el reproche,

no estaba aquella noche

para una confidencia.

 

Estaba para darte

el alma y olvidarte,

ponerte alguna venda

y hacerte de mi senda;

pensar que se me pierde

el rumbo y tú lo hiciste

con tu mirada triste,

con tu mirada verde.

 

DÉJAME

 

No pretendo

que compartas

mis grandezas,

mis patrañas,

no quiero

aguantarte a ti,

ni que te aguantes

por mí.

 

Mis mentiras,

tus engaños,

ni te importan

ni me estorban,

mas me aburren

tus manías

como sé que a ti

las mías.

 

No pretendo

darle a nadie

las miserias

de esta carne

que ni entiendo

ni comprendo

y que aunque no quiera

tengo.

 

Déjame pudrirme solo

que el buey solo bien se lame,

que para tocar el fondo

no necesito ayudante.

 

Déjame pudrirme solo

que es razón indispensable

para que el llanto y el lodo

no le salpiquen a nadie.

  

A VECES

 

A veces, la mirada

se escapa de la nada

y a bordo de un paisaje

se marcha de viaje…

se viste, con el viento,

color de sentimiento

y dentro de ese traje

se inventa libertad.

 

A veces nuestros males

parecen ya banales

y el alma que los tapa

los suelta y los escapa…

la lágrima y la pena

olvidan su cadena

y vuelan de mañana

bebiendo libertad.

 

Hay un clavel

que sirve de pincel

por el rincón

cerrado a la razón,

hay un abrir

de sueños y un batir

de alas…

 

Hay una Abril

volcándose febril

hacia el valor

sufrido y luchador,

hay un mirar

más lejos y un entrar

en otra habitación.

  

PÁGINA AMARGA

 

Acércate,

no ves

que el tiempo es poco,

mi corazón

es un reloj

que se me ha roto,

y sírveme

por favor,

algo especial,

que hay que engañar

al dolor

hasta el final.

 

Hace calor

quizá

sube la fiebre,

ponme otra vez

esa canción

pero más fuerte,

no quiero oír

a quien ya viene

tras de mis pasos…

quiero morir,

amor,

entre tus brazos.

 

Esta vez se acabó,

tú lo sabes muy bien

aunque finjas que no,

y no quieras pensar ni entender

que se quiebra mi voz,

que se apaga mi fe

que me falla el valor

que me queda un momento tal vez,

y que luego me romperé

y ya no tendrás lágrimas

y te arranques la página

que ahora escribes, amarga.

  

CRECIÓ EL VACÍO

 

 Me fui dejando

sin advertirlo,

aquí un recuerdo

allá un olvido,

risas y llantos,

calor y frío

y mientras tanto

creció el vacío.

 

Le puse un día

sobre otro día

con un encanto

de rebeldía,

pero en mi santo

ya no confío

porque entretanto

creció el vacío.

 

Si a veces ando

y a veces corro

como esperando

no llegar roto,

nunca me salvo,

el paso es mío,

y así, entretanto,

creció el vacío.

 

Primero ha sido

alguna tarde

por un camino

rondando el aire,

primero nadie

se lo ha creído

que en todas partes

creció el vacío.

 

Y luego encima

de todo el mundo,

palabra escrita

desde el absurdo,

fugaz espanto

por el hastío

y mientras tanto

creció el vacío.

 

Ahora que tapa

mis pensamientos

con una capa

de sucio hielo,

no lo detengo,

no lo consigo,

de donde vengo

creció el vacío.

 

Creció el vacío,

vació informe,

desconocido

que llega y pone

su hueco nombre

en vez del mío…

¡cómo y por donde

creció el vacío!

  

TU FRÍA PALIDEZ

 

Cómo quise esperarte cuando el día

me sugirió tu aliento

con ese tono grave de tu acento

y tu melancolía…

cómo quise pensar que ya eras mía

robándole a tu piel

aquella sensación que te invadía

de fría palidez.

 

Cómo quise volcarme en un segundo

al borde de tu vida

así, sin más, jugándome mi mundo

a una sola partida;

cómo quise saberte sorprendida,

inquieta, aquella vez,

en que besé en silencio y a escondidas

tu fría palidez.

 

Cómo puse el amor en un te quiero

envuelto en tu mirada,

aquella tan azul que era primero,

que fue antes que nada;

cómo quise cubrir tu retirada,

vencerte la altivez

y cruzarme de un salto aquella helada

y blanca palidez.

 

Y todo en el entorno de un momento,

y todo en un instante,

como una inesperada voz de viento

que lleva por delante;

con ese sentimiento fue bastante

¡qué impulso de niñez

querer como yo quiero tu distante

y fría palidez!

 

 Y VOLAR

 

Quisiera ser invierno para huir,

quisiera ser ayer para no estar,

quisiera ni pensar ni presentir,

quisiera ser un pájaro y volar.

 

Volverme del revés para salir,

a tientas, de un plumazo, terminar,

buscar una ventana para abrir

y el aire, todo el aire, respirar.

 

Dejar los sueños rotos y el hastío

bailando como trágicos fantoches

debajo de mi vuelo, por el frío

del fondo y la tiniebla de mi noche.

 

Decir adiós de pronto y perseguir

un eco bajo el cielo y sobre el mar,

volverme barco y vela para ir

deprisa, no sé dónde, y olvidar.

 

Quisiera ser invierno para huir,

quisiera ser ayer para no estar,

quisiera ni pensar ni presentir,

quisiera ser un pájaro... y volar.

  

DISTANCIA

Esa inquieta distancia

que me crece en el alma

aunque estemos tan cerca

que tropiece tu espalda…

esa lenta distancia

que consume las horas,

es peor que la otra,

más cruel, más amarga.

 

Esos ojos que fijan

tu mirada en la mía

y que piensas que expresan

aunque no lo consigan;

esas cuatro palabras

que remedian la tarde,

le decoran al aire

su color de distancia.

 

Esas manos que saben,

que cultivan y abren,

que recorren mi cuerpo

como el río su cauce,

son la pálida imagen

de un mecánico rito,

un guión tan sabido

que perdió su mensaje.

 

Cómo y cuánto daría

por cambiar algún día

esta absurda distancia

de las manos cogidas,

por un mundo entre ambos

y una carta viajera

que tan solo dijera

dos palabras: Te amo.

 

 DE LA SOLEDAD

 

Cuando el silencio crecía

aquella vez y tendía

un crepúsculo de parra

en forma de fría garra,

yo mismo fui del engaño,

del temor y del alarde

porque de pronto, esa tarde,

la soledad me hizo daño.

 

Yo me quedé sorprendido

de verme así, malvendido

por quien pintaba el paisaje

últimamente al viaje;

la tarde colgó una pena

desde algún rincón del cielo

y yo sentí que era hielo

lo que llevaron mis venas.

 

Debí poner el semblante

estúpido, del amante

que una noche se da cuenta

que todo es de compra venta;

la soledad, mi testigo

de ser yo mismo y no gente,

me recordó de repente

que es también mal enemigo.

 

¡Cómo te teme y te nombra

mi alma!, vacío, sombra,

abismo, noche, muralla,

bastión contra la canalla;

cómo siguiendo tu estrella

a tan solo cuatro pasos,

me hicieron daño tus brazos

y me dio miedo tu huella.

 

Y sin embargo, el deseo

de tenerte cerca, creo

que es más fuerte que ese espanto

que creció una noche tanto;

yo que conozco ahora mismo

lo que puedes ayudarme,

sé que igual podrás llevarme

otra noche hacia el abismo.

  

EL SALTO

 

El silencio es eterno

y hay un trágico tierno

retador del desastre;

qué perfecto momento

para hacerme el invento

de evadirme del lastre.

 

Hay también la rutina

de la tarde, adivina

de no ser importante…

una espera que pasa

a las tres por mi casa

y se queda un instante.

 

Me promete decirme

lo que quiera mentirme

por detrás de la piedra;

el silencio me hace

ver la sombra que nace

de su brazo de hiedra.

 

Y al caer de la duda

que la noche desnuda,

dibujarle un ocaso;

repintar esa alfombra

de inquietud y de sombra

que sugiere fracaso.

 

Ni una hoja se mueve

¡qué silencio de breve

y ancestral importancia!

qué minúscula gota

mi garganta, que, rota,

solo grita distancia.

 

La distancia que existe

entre el cielo que viste

y este otro, de chiste;

en el cuadro que creo

 el paisaje que veo

no sería tan triste.

 

Yo presumo otro mundo

tan distinto y profundo

que sea todo uno mismo;

yo reniego de espejos

que se mueren de viejos

y reflejan abismos.

 

Yo, que soy una muestra

de esa mano maestra

que me pone y me quita;

que me marca la pena,

como un grano de arena

o una rosa marchita.

 

Yo, que soy casi nada,

una débil llamada

que se ahoga en asfalto,

tengo el ansia de todo,

metafísico salto

que me libre del lodo.

 

CUANDO ME LIBERE

 

 Cuando me libere

de este sucio traje,

y en el equipaje

solo ponga el alma,

cuando todo en calma,

sin pena, sin llanto,

me cure de espanto

y vuele hacia el sol;

cuando una mañana

se abra mi ventana

y el viento me lleve

con él…

entonces seré una fuente

que hará un torrente

por un camino,

entonces ya libremente

por todo el aire

yo vagaré.

 

Entonces seré el eterno

aire que vuelve

por el invierno,

entonces del claro velo

azul del cielo

algo seré.

 

Cuando me libere

de esta carne blanda,

a la que se manda

pero no obedece,

y que me parece

hecha para el llanto,

para la renuncia

y la abdicación;

cuando los cristales

de mis ventanales

se fundan al fuego

del sol…

entonces vendrá ese día

sobre la noche

de mi agonía,

entonces al fin presiento

que por el viento

yo vagaré.

 

Y cuando sintáis que arde

con el verano

toda la tarde,

pensad que estaré esperando,

y que en el aire

yo vagaré.

 

 MI TIERRA

 

Amo tu piel de verde

que se me pierde

por los caminos,

amo ese silencio

que va de lejos

y que es amigo;

amo, amo tu tierra

mirada tierna

sobre mi voz,

amo, amo tu nombre,

amo tu vientre

mas no a tu gente,

amo, amo tu brisa

sobre la prisa

de mi reloj.

 

Amo tus cuatro sueños

que se escondieron

bajo una rama,

llama que llevo dentro

como un sarmiento

quemando el alma;

amo

amo de siempre,

eternamente

tu despertar,

amo

amo tu nombre,

amo tu vientre

mas no a tu gente,

amo

amo tu brisa

sobre la prisa

de mi reloj.

  

POBRE SEÑOR

 

Nunca se olvidará de aquel momento

cuando con emoción, cuando contento,

agradeció

al personal

la placa, el vino, la foto, todo el ritual.

 

La palmada del jefe, el chistecito,

“vaya suerte que tiene don Agapito,

ya se acabó

el trabajar,

ahora a vivir la vida y a descansar.

 

Asiduo a la quiniela, al crucigrama,

al parque si hace bueno y a la cama,

buen rezador

él, que jamás

antes pisó una iglesia, miró un altar.

 

Paso pasito a paso por la acera,

algo que no cuenta, cero a la izquierda,

objeto de

ningún valor,

hombre que aunque no ha muerto ya se murió.

 

Pobre señor

sin nada por hacer,

eterno contertulio del silencio,

espera cruel

a que el reloj

se pare cualquier día en un momento…

 

lo único que le queda es tiempo y pasado,

cómo y cuánto se aburre el jubilado.

 

 UNA VEZ FUI FELIZ

 

Tú me miras y ves

una sonrisa amarga

que se pierde a través

de esta senda tan larga;

tú me miras y ves

a un payaso quizás,

que se ríe de más

y que llora después.

 

Amarrado a tu ser,

al primer de tu calma,

yo quisiera beber

el sabor de tu alma,

y volver a nacer

por poderte decir

que te puedo querer

sin que fuese mentir.

 

Una vez fui feliz,

lo recuerdo muy bien,

yo tenía también

un montón de ilusiones;

tuve un sueño de Abril

escondido en la piel,

y prendido con él

un amor sin razones.

 

 AMOR DE ANTES

 

Se fueron juntando nubes aquella tarde,

sentía, frente a tus ojos, amor de antes,

apenas te conocía y entre tus brazos

en aquel baile,

te quise, pequeña mía,

pues más que a nadie.

 

De noche no me dormía, me trajo el aire

tu imagen hasta mi cuarto, amor de antes,

apenas te conocía y era tu cara

divina estampa,

y quise que me quisieras

con toda el alma.

 

Y me olvidé que soy barco en la mar que se va a la deriva

sin un porqué que le lleve el timón, que le marque una luz,

y me olvidé que se va sin razón no sé dónde mi vida,

porque pensé que eras tú mi polar, que mi norte eras tú.

 

Tu tiempo frente a mi tiempo era tan breve,

cumpliste aquel Agosto los diez y nueve,

apenas te conocía y era tu cuerpo

mi primavera,

y quise que fueses mía

la noche aquella.

  

FLORECILLA

 

Te buscaba en los rincones

de mis locas ambiciones

con pretensiones de altura,

te buscaba en la andadura

con doradas ilusiones

de riqueza y hermosura.

 

Y en mis noches te soñaba

como una perla que acaba

de abrirse resplandeciente,

y aquel hueco de mi mente

de tu imagen se llenaba

con mirada reluciente.

 

Y de buscarte en salones

de solemnes relumbrones,

de dorados oropeles,

te encontré en otros dinteles

y cambiaron mis acciones

y cambiaron mis pinceles.

 

Y te pinté campesina,

y volaste golondrina

por otro mundo pequeño,

y yo quise ser el dueño

de tu rosa y de tu espina,

de tu vuelo y de tu sueño…

 

porque el amor

se me volvió florecilla,

pequeña, tierna, sencilla,

humilde, sola y gentil,

 

porque el amor

se me cruzó en el sendero,

tan solo con un te quiero,

un te quiero y un yo a ti.

 

 EN EL BAR

 

En el bar

yo me miro en el espejo del salón,

y el reflejo me devuelve la impresión

de mi pobre soledad

y mi vaso de licor…

suelo estar

apoyado de la barra en un rincón,

y bebiendo se me nubla la razón

se me pierde el recordar

que perdí mi corazón.

 

En el bar, soy así,

solo yo, en un mundo que se me rompió,

uno más que busca olvido,

uno más que se ha perdido

y que va sin dirección.

 

Ya no puedo, ya no puedo,

ya no puedo caminar;

tengo miedo, tengo miedo

a mi pobre soledad.

 

En el bar

voy pidiendo a mi vaso explicación

y me dice que no tengo solución

y que beba más y más

hasta ahogarse el corazón…

y al mirar

frente a frente el espejo del salón,

el reflejo me devuelve la impresión

de mi pobre soledad

y mi vaso de licor.

 

En el bar, soy así,

solo yo, en un mundo que se me rompió,

uno más que busca olvido,

uno más que se ha perdido

y que va sin dirección.

 

Ya no puedo, ya no puedo,

ya no puedo caminar;

tengo miedo, tengo miedo

a mi pobre soledad.

  

El DESVÁN

 

 Tal vez mañana

vuelva a buscar

viejos recuerdos

en el desván.

Y nuestras  cosas

que allí enterré,

una vez más

despertaré.

Mis veinte años

y en tu mirar,

nuestra pequeña

felicidad.

Año tras año

sube al desván

donde está todo,

todo está igual.

 

Sentiré

otra vez

la amargura,

la ternura

de ver

cosas tuyas,

se abrirán

los recuerdos

que encierra

el desván,

como un viejo

guardián.

 

Año tras año

me cuesta más

subir peldaños

hasta el desván.

Llegará un día

en que no podré

y en la escalera

me quedaré.

Sin veinte años,

sin tu mirar,

sin la pequeña

felicidad.

Llegará un día

y te dirán

que ya no pude

ir al desván.

 

Dejaré

de sentir

la amargura,

la ternura

de ver

cosas tuyas,

no estarán

los recuerdos

que encierra

el desván,

como un viejo

guardián.

 

 ANIDASTE

 

Anidaste

tú en mí

en primavera,

cuando el campo

vistió

por vez primera

de alegría y color

y de belleza,

su invernal soledad

y su tristeza.

 

Anidaste

tú en mí

un día cualquiera,

cuando yo

solo sé que solo era

un camino sin fe

que no termina,

una copa, un adiós

por cada esquina.

 

fuiste el sol

que hizo brotar

flores en mi alma…

fuiste la luz,

fuiste la paz,

la juventud.

 

Anidaste

tú en mí

un día cualquiera,

cuando yo

solo sé que solo era

un camino sin fe

que no termina,

una copa, un adiós

por cada esquina.

  

GAVIOTA

 

Gaviota, que vas volando

vagando sobre mi playa,

verás que sigo esperando,

que espero, por esperar…

yo sé que se está pasando

el tiempo que voy dejando,

y nada habrá en mi playa

gaviota, cuando me vaya.

 

Ven, para escuchar miles de cosas,

ven para cortar todas mis rosas,

ven, que sobre el mar te esperaré,

ven, que eres mi fe: ahora lo sé.

 

Quizá si fueras bajando

tu vuelo por la distancia,

quizá te fueras fijando

que yo espero tu llegar…

y no seguirías volando

y fueras quizá pensando

que sola estará mi playa

gaviota… cuando me vaya.

 

Ven, para escuchar miles de cosas,

ven para cortar todas mis rosas,

ven, que sobre el mar te esperaré,

ven, que eres mi fe: ahora lo sé.

  

VIEJO MADRID

 

Me gusta en el verano, pasear por esas calles viejas y oscuras, silenciosas y frías, que pararon su reloj hace cien años.

 

Viejo Madrid

que mueres con

cada portal

cada rincón,

sobre el ayer

de un mostrador

o en la escalera

de una pensión.

 

Sabes muy bien

que me perdí

bajo tu piel

dentro de ti,

y que ahora soy

igual que tú,

frío y ausente

triste y sin luz.

 

Aún se ven viejas mujeres, sentadas a la puerta de sus casas, y un

olor a pasado, a olvido, a soledad.

 

Dónde quedó

aquel clavel

que floreció

cuando una vez

eras de sol

eras gentil,

de primavera

de luz y Abril.

 

Viejo Madrid

dormido al son

de otra ciudad

que te venció,

que te apartó

y que quizá

hoy o mañana

te matará.

  

ACASO

 

Acaso una mañana, al despertarte,

quizás me buscarás junto a tu cama,

y al ver que ya no estoy, que ya es muy tarde,

quizás me llorarás esa mañana.

 

Acaso alguna tarde, junto a un parque

recuerdes nuestros juegos de otros tiempos,

y sin poder callar lo que tú sabes

mi nombre gritarás, pero hacia dentro.

 

Y acaso en esta noche, si no duermes,

quizás pienses en mí sin tú quererlo

y pongas una lágrima en tu frente

y en tus labios, quizás, pongas un beso.

 

Dime tú dónde está el amor

que por mí tú sentías,

cuando aquel ruiseñor nos cantó

con su acento mejor;

dime tú dónde está el amor

que tuviste aquel día

cuando aquella canción que te di

te robó el corazón.

 

¡ALERTA!

 

Alerta,

mi niña no despierta,

parece que está muerta,

no lo puedo creer,

alerta,

su cara ensangrentada

ya no me dice nada,

ya no me puede ver,

 

Alerta,

la guerra abrió la puerta,

la muerte vino incierta

y la arrancó de mí,

alerta,

tenía cuatro años,

todo el sol en las manos,

todo el cielo de Abril.

 

Quién fue capaz

de inventar una guerra,

para poder

a la calle saltar,

puño cerrado

o mano abierta,

y hacer la muerte

en la impunidad.

 

Quién fue capaz,

dímelo tú,

que hablas de paz,

que hablas de luz,

quién me dará

una razón,

que pueda más

que mi dolor.

  

SI UN DÍA VUELVES TÚ

 

Si un día vuelves tú

a la Villa,

quizás recordarás

que, cuando niña,

jugabas al amor

en aquel parque,

bajo la sombra de

los árboles.

 

Quizá recorrerás

las calles otra vez,

la fuente de cristal

y luego el puente aquel,

la plaza y el dintel

de aquel viejo castillo,

pero, de aquel chiquillo,

ni rastro habrá de él.

 

Si un día vuelves tú

a la Villa,

quizás recordarás

que cuando niña

se abrió como una flor

en primavera,

tu alma al amor

por vez primera.

 

Quizás tú pensarás

que fue de nuestro amor,

quizás lo buscarás

mirando alrededor,

al parque y al vergel

y a aquel viejo castillo,

pero, de aquel chiquillo,

ni rastro habrá de él.

  

CERCA Y LEJOS

 

Con tu sombra tan lejos

y sin embargo cerca,

voy diciendo tus versos,

voy pisando tus huellas;

voy siguiendo tus sueños,

voy buscando tu meta

con tu sombra tan lejos

y sin embargo cerca.

 

Quiero olvidar

y no sé cómo hacer

para escapar

de nuestro ayer,

quiero borrar

este viejo dolor

y así volar

sin ti, mi amor.

 

Con tu sombra tan lejos

y sin embargo cerca,

voy quedándome ciego

y caminando a tientas;

voy haciéndome viejo,

voy muriendo en la senda

con tu sombra tan lejos

y sin embargo cerca.

  

HOY POR TI, MAÑANA POR MÍ

  

Se apagó como una vela

la sonrisa de tu cara,

se escapó de tu mirada

una lágrima por mí;

no quisiste que te viera

frente a mí, desesperada,

aguantaste la estocada

y volviste a sonreír.

 

Yo sabía que luchabas

para no echarte a llorar

pero nada demostrabas

y aún así me fuiste a hablar:

 

Hoy por ti

mañana por mí,

haces bien

si piensas así;

hoy por ti

mañana por mí,

a olvidar

y a vivir.

 

Hoy que el tiempo, nuevamente,

fue a unir nuestros destinos,

hoy, cansado del camino,

te pedí un poco de ti;

y aunque vi tras de tu frente

que lo nuestro no olvidaste,

a la espalda te lo echaste

y te reíste de mí.

 

Y aunque yo estaba luchando

para no echarme a llorar,

no fui nada demostrando,

y aún así yo te fui a hablar:

 

Hoy por ti

mañana por mí,

haces bien

si piensas así;

hoy por ti

mañana por mí,

a olvidar

y a vivir.

 

 VOLVÍ A MI PUEBLO

 

Volví a mi pueblo

pequeño y tierno,

volví a mi pueblo,

era en invierno,

y en cada calle,

y en cada rincón,

estabas tú,

estaba yo

y mi juventud.

 

Volví a mi casa

oscura y fría,

volví a mi casa

vieja y vacía,

y en cada esquina,

en cada habitación,

estabas tú,

estaba yo

y mi juventud.

 

Corrí

después

junto a ti,

te di

temblando

una rosa…

y tú, detrás de la losa,

y yo, tan solo, tan serio,

hablamos de nuestras cosas

en medio del cementerio.

 

Volví a mi pueblo

pequeño y tierno,

volví a mi pueblo

era en invierno,

para quedarme,

para dejarme allí

en un rincón,

cerca de ti,

mi corazón.

 

 EL TREN QUE NUNCA LLEGÓ

 

 Un tren

de un andén cualquiera,

cada primavera

yo salgo a esperar,

un tren

que viene de lejos,

con mis sueños viejos

de felicidad.

 

Un tren

que quizá algún día

esta vida mía

se venga a llevar,

viajar

por la inmensa vía

y llegar un día

y llegar… llegar.

 

Un tren

que pueda arrancarme

de esta vieja carne,

de este viejo andén,

un tren

que me lleve lejos

del camino viejo

y el anochecer.

 

Un tren

y un largo viaje

hacia otro paraje,

hacia el comenzar,

volar,

sentirme el primero

de ese tren viajero

de la soledad.

 

En sueños vi la estación,

en sueños yo estaba allí,

la niebla en torno a mí

a bordo de la razón;

que el tren llegaba sentí

y en el andén se paró,

mas nunca lo conocí,

pues solo en sueños subí

al tren que nunca llegó.

  

UNA VEZ FUI FELIZ

 

Tú me miras y ves

una sonrisa amarga

que se pierde a través

de esta senda tan larga;

tú me miras y ves

a un payaso quizás,

que se ríe de más

y que llora después.

 

Amarrado a tu ser,

al primor de tu calma,

yo quisiera beber

el sabor de tu alma,

y volver a nacer

por poderte decir

que te puedo querer

si n que fuese mentir.

 

Una vez fui feliz,

lo recuerdo muy bien,

yo tenía también

un montón de ilusiones;

tuve un sueño de Abril

escondido en la piel,

y prendido con él

un amor sin razones.

 

 BUSCÁNDOTE

 

En el mantel

del restaurant

también

estás tú,

y ¡fíjate

que te pedí

como menú!

 

En mi vaivén

de soledad

por qué

siempre tú,

haciéndose

irrealidad

toda tu luz.

 

Sé que el ayer

no volverá,

yo sé

que tu amor

es un después,

es un jamás

que se escapó.

 

Vuelvo otra vez

a preguntar

qué fue

de los dos;

de ti, no sé,

de mí, ya ves…

aún te amo yo.

 

Y en el aire,

y en la tarde,

busco tu  mirada gris;

y no hay nada,

y no hay nadie

solo yo pensando en ti.

 

 UN HOLA Y UN ADIÓS

 

Yo no sé qué has hecho

que brotó el despecho

de aquel viejo mundo

roto y vagabundo,

tan insatisfecho,

y aquella mañana

te hiciste campana

y volaste tarde

sin decir, cobarde,

ni siquiera adiós.

 

No fue la culpa tuya ni fue mía,

la culpa fue de nadie y de los dos,

tiene el amor principio, noche y día,

tiene el amor un hola y un adiós.

 

Sé que el sentimiento

va muriendo lento

y que se termina

con esa rutina

de cada momento,

hay que alzar el vuelo,

despegar del suelo,

porque nos encierra

esta vieja tierra

a este viejo amor.

 

No fue la culpa tuya ni fue mía,

la culpa fue de nadie y de los dos,

tiene el amor principio, noche y día,

tiene el amor un hola y un adiós.

 

REY DE MI LUGAR

 

Quién ha dicho que no es mío

este río,

este verde que refleja

su mirar,

estas piedras, estos valles,

este suelo,

y este cielo que me mira

caminar.

 

Cuando vuelvo algún día

a mi pueblo,

tanto siento que el camino

es recordar,

tras un árbol, una roca,

hay un sueño,

un recuerdo en cada esquina

del andar.

 

Tengo presas

tantas rosas,

tantos besos,

tantas cosas

que jamás

podré olvidar.

 

Soy

en mi canción,

rey

de mi lugar,

tengo

el corazón

por

y para amar,

a este mi rincón

donde alguna vez

yo te conocí

y me enamoré.

 

 COMO PUEDO OLVIDARTE

 

Surgen como fantasmas

esos recuerdos

que me dejaste

cuando marchaste

de mi lugar;

saltan por los rincones,

cruzan mi mente

que inútilmente

quiere alejarlos

para olvidar.

 

Quise tus ojos claros

tu piel de niña,

tu primavera,

como si fuera

algo de mí;

quise volverme viento,

beber tu aliento

cada mañana,

como un sustento

para vivir.

 

Cómo puedo olvidarte

si fuiste parte

de mi camino,

si fuiste el vino,

el pan, la sangre

y lo demás…

cómo puedo olvidarte

si el esperarte

forma mi tiempo,

si eres el centro

de mi existencia

aunque no estás.

  

SOLO Y SIN TI

 

Atardecía y el sol se ocultó,

aquel verano qué solo iba yo,

era una noche de Julio en Madrid

y estaba yo

solo y sin ti.

 

En otros busqué tu mirar,

en otros brazos tu forma de amar,

y en aquel cuarto en la calle Amaniel

busqué, después,

amor… ya ves.

 

Intenté

dibujar en su cuerpo tu piel,

trasladarme en su hoy a tu ayer,

a nuestra vida;

me aferré

al alcohol, a la sombra, a la sed,

y a pesar de lo nuestro, yo sé

que tu amor esa noche olvidé.

 

Amanecía y el sol ya salió,

aquel verano qué solo iba yo,

una mañana de Julio en Madrid

seguía yo

solo y sin ti.

  

SILENCIO

 

Fijó el silencio su ausencia

a mi sentido,

y se aferró a mi existencia

como un amigo

impenetrable,

oscuro, amargo, perdido

e indescifrable.

 

La soledad se hizo presa

bajo mi nido,

y aquella vaga promesa

que nunca ha sido,

que no fue nada

en el fondo del suspiro

y la mirada.

 

El vacío abrió una puerta,

miró hacia dentro;

y al hacer casa en mi senda,

hizo el silencio.

 

OLOR DE SOLEDAD

 

Es igual

a otros muchos, es igual,

una cama, una mesa

y un cajón,

un armario, un espejo

en un rincón

y un olor de soledad

sobre el gris de su color.

 

Desde este pequeño cuarto,

desde este hotel cualquiera

te escribo, para que sepas

que no te puedo olvidar,

que te llevo a mi lado

amiga, amor, compañera,

y te comparto con ella,

con mi vieja soledad.

 

El cristal

da a una plaza y a un reloj,

a una tarde que contempla

mi esperar,

las paredes de este cuarto

me hablarán

de ese olor de soledad

que ellas tienen… como yo.

 

Desde este pequeño cuarto,

desde este hotel cualquiera

te escribo, para que sepas

que no te puedo olvidar,

que te llevo a mi lado

amiga, amor, compañera,

y te comparto con ella,

con mi vieja soledad.

 

 FANTOCHE

 

Se rompió

el hilo que me unía a ti,

y sentí

que ya sin ti nadie era yo.

Te perdí

y me nublaste la razón,

mi ilusión

te la llevaste al partir.

 

Veo que

el mundo pasa y al pasar

he de andar

sin esperanzas y sin fe.

Y no sé

lo que me impulsa a caminar,

si jamás

lo que persigo alcanzaré.

 

Y ya ves

sin ti mi vida ya no es

más que estar

obsesionado en olvidar,

 

yo, que soy

como un fantoche sin tu amor

que al gritar

siente el vacío alrededor,

yo, que voy

como un fantoche tras de ti,

sin pensar

que ya te has muerto para mí.

 

 LA SOLEDAD DEL TREN

 

La soledad del tren,

aquel vagar sin luz,

aquel atardecer

y allá, tan lejos, tú,

y el rápido marchar

del tren buscando el mar,

y en la pobre estación

tu pobre corazón,

y tu voz al gritar

nunca te he de olvidar,

y tus ojos que allí

sé que aún lloran por mí.

 

Qué es lo que hago así

siempre hablando de ti,

con gente extraña que no

me entiende ni entiendo yo,

y mientras me gano el pan

mis pensamientos se van

como pájaros de ayer

a refugiarse en tu piel.

 

La soledad del tren,

la lluvia en el cristal,

llueve sobre el andén

y en el alma también,

y yo que en la estación

me dejé el corazón

cuando por prosperar

me fui del monte al mar,

y aunque viviendo aquí

sigo soñando allí,

no pierdas no, la fe,

que un día volveré.

 

Qué es lo que hago así

siempre hablando de ti,

con gente extraña que no

me entiende ni entiendo yo,

y mientras me gano el pan

mis pensamientos se van

como pájaros de ayer

a refugiarse en tu piel.

  

A NINGUNA PARTE

 

Crucé la verja del jardín,

miré despacio alrededor,

y sin amor,

a nuestra historia puse fin

y me alejé de tu calor.

 

Yo voy

a ninguna parte

a ver

que puedo olvidarte,

me voy

de tu vida lejos,

me voy

lejos de tus besos

por ver

que puedo olvidarte

me voy

a ninguna parte.

 

No quise ni mirar atrás,

no quise ni verte al marchar,

y sin amor,

de tu jardín corté una flor

como un adiós por comenzar.

 

Yo voy

a ninguna parte

a ver

que puedo olvidarte,

me voy

de tu vida lejos,

me voy

lejos de tus besos

por ver

que puedo olvidarte

me voy

a ninguna parte.

  

RAZONES AL SUELO

 

Yo,

yo que soy cuadro de un solo color,

yo que soy fuente de una sola sed,

de una vieja fe y de un solo ardor,

yo,

yo que soy huerto de una sola flor,

yo que soy puerto de un solo vapor,

de una vieja red y de un solo adiós...

 

quiero que sepas que tambaleas

con tu presencia, con tus ideas,

mis pensamientos y mis vivencias

y las razones de mi existencia.

 

Tú,

tú que eres cielo y tierra a la vez,

tú eres desierto y eres vergel,

una rosa hoy y ayer un clavel,

que das tu vida por una ilusión,

tú que eres líder de cualquier razón,

que pones tu fe y tu comprensión...

 

sé que tu fuerza se tambalea

cuando tropieza con mis ideas,

tus pensamientos y tus vivencias

y las razones de tu existencia.

 

Mas

hoy que la vida nos juntó a los dos

y en el camino en que nos puso Dios

pareció brotar un poco de amor,

es,

es el momento de dejar atrás

razonamientos y querernos ya

que de proseguir mucho tiempo habrá…

 

ser yo tu sueño y tú mis cosas,

inventar sueños, risas y rosas,

darnos cariño, amarnos lejos,

ser como niños y como viejos.

 

 EN UN BARRIO

 

En un barrio

como hay mil

a lo lejos

de Madrid,

un domingo

estuve allí,

hoy te cuento

lo que vi.

 

Las mujeres con sus batas

y sus medias de algodón,

sacudiéndose la alfombra

en el balcón,

entre la ropa tendida,

entre calles sin hacer,

entre basura extendida

por doquier.

 

Pero a mí

aquel lugar me pareció el cielo

cuando te vi,

entre los niños, viniendo hacia mí,

brillando al sol el oro de tu pelo.

 

Y los hombres discutiendo

en un pobre y sucio bar

y bebiendo su simpleza

y su coñac,

olvidando su pobreza

y su oscuro caminar

en la copa que se acaban

de tomar.

 

Pero a mí

aquel lugar me pareció el cielo

cuando te vi,

entre los niños, viniendo hacia mí,

brillando al sol el oro de tu pelo.

 

En un barrio

como hay mil

a lo lejos

de Madrid,

un domingo

estuve allí,

te he contado

lo que vi.

 

PLAZA DEL PUEBLO

 

Yo te conocí

allí, junto a la fuente,

fue el verano aquel,

tú, miel,

yo casi final;

tu vida sentí

así, desde el balcón,

mi voz en tu sien,

tu sueño en mi adiós.

 

Plaza del pueblo,

pequeña plaza

que en el verano

me diste el agua,

trajiste un sueño

a mi ventana,

ahora en invierno

solo das lástima.

 

Qué poco viví

allí, junto a la fuente,

tu beso fugaz,

tu paz,

tu pálida piel;

qué poco seguí

allí, desde el balcón,

la senda que abrí

por tu corazón.

 

Plaza del pueblo,

pequeña plaza

que en el verano

me diste el agua,

trajiste un sueño

a mi ventana,

ahora en invierno

solo das lástima.

  

CAMINO DE SAN PEDRO

 

El sol fue rompiendo nubes

por el camino

que va a San Pedro,

y en un borde del sendero

te dije un día:

Marga, te quiero.

 

Tus manos fueron mis manos,

tu aliento mío,

el aire nuestro,

cuando en medio del silencio

te di en el río

mi primer beso.

 

No volverá

aquel verano del setenta y dos

porque nosotros no somos igual,

nos ha cambiado el tiempo a los dos;

no volverá

aquel principio ni aquel mismo adiós

porque la vida nos hizo olvidar,

porque en el tiempo nos fuimos los dos.

El verde de aquellos pinos

y tú en el verde

junto a mi cuerpo,

y yo buscando en el suelo

algunas flores

para tu pelo.

 

No volverá

aquel verano del setenta y dos

porque nosotros no somos igual,

nos ha cambiado el tiempo a los dos;

no volverá

aquel principio ni aquel mismo adiós

porque la vida nos hizo olvidar,

porque en el tiempo nos fuimos los dos.

 

 TU FRÍA PALIDEZ

 

Cómo quise esperarte cuando el día

me sugirió tu aliento

con ese tono grave de tu acento

y tu melancolía…

cómo quise pensar que ya eras mía

robándole a tu piel

aquella sensación que te invadía

de fría palidez.

 

Cómo quise volcarme en un segundo

al borde de tu vida

así, sin más, jugándome mi mundo

a una sola partida;

cómo quise saberte sorprendida,

inquieta, aquella vez,

en que besé en silencio y a escondidas

tu fría palidez.

 

Cómo puse el amor en tu te quiero

envuelto en tu mirada,

aquella tan azul que era primero,

que fue antes que nada;

cómo quise cubrir tu retirada,

vencerte la altivez

y cruzarme de un salto aquella helada

y blanca palidez.

 

Y todo en el entorno de un momento,

y todo en un instante,

como una inesperada voz de viento

que lleva por delante;

con ese sentimiento fue bastante

¡qué impulso de niñez

querer como yo quiero tu distante

y fría palidez!

 

 DESATA MIS DÍAS

 

Asaltas mi frente,

ocupas mi mente

sin gente y sin dueño;

le pones un sueño

pequeño y ausente

a todo mi empeño.

 

En quieta porfía

de noche y de día,

estática y muda,

cabalgas mi duda

por esa apatía

que va sin ayuda.

 

Le inventas paisaje

al gris del viaje,

al eco del río;

le quitas el frío

al viejo equipaje

ya medio vacío.

 

Le pones un cuento

escrito en el viento

con tiento y con arte,

para imaginarte

la voz y el aliento

subiendo a buscarte.

 

Sé pronto un motivo

real, primitivo,

que abarque y pretenda,

que mande y encienda

y al tiempo que vivo

le marque la senda.

 

Deshaz ese hielo

que cubre mi cielo,

desata mis días;

repón alegrías

que cierren el velo

de viejas manías.

 

Renueva mis cosas…

hoy van silenciosas

tras los desengaños.

 

Repara mis daños

con todas las rosas

de tus veinte años.

  

DE LA SOLEDAD

 

Cuando el silencio crecía

aquella vez y tendía

un crepúsculo de parra

en forma de fría garra,

yo mismo fui del engaño,

del temor y del alarde

porque de pronto, esa tarde,

la soledad me hizo daño.

 

Yo me quedé sorprendido

de verme así, malvendido

por quien pintaba el paisaje

últimamente al viaje;

la tarde colgó una pena

desde algún rincón del cielo

y yo sentí que era hielo

lo que llevaron mis venas.

 

Debí poner el semblante

estúpido, del amante

que una noche se da cuenta

que todo es de compra venta;

la soledad, mi testigo

de ser yo mismo y no gente,

me recordó de repente

que es también mal enemigo.

 

¡Cómo te teme y te nombra

mi alma!, vacío, sombra,

abismo, noche, muralla,

bastión contra la canalla;

cómo siguiendo tu estrella

a tan solo cuatro pasos,

me hicieron daño tus brazos

y me dio miedo tu huella.

 

Y sin embargo, el deseo

de tenerte cerca, creo

que es más fuerte que ese espanto

que creció una noche tanto;

yo que conozco ahora mismo

lo que puedes ayudarme,

sé que igual podrás llevarme

alguna noche al abismo.

  

EL SALTO

 

El silencio es eterno

y hay un trágico tierno

retador del desastre;

qué perfecto momento

para hacerme el invento

de evadirme del lastre.

 

Hay también la rutina

de la tarde, adivina

de no ser importante…

una espera que paso

a las tres por mi casa

y se queda un instante

 

me promete decirme

lo que quiera mentirme

por detrás de la piedra;

el silencio me hace

ver la sombra que nace

de si brazo de hiedra.

 

Y al crecer de la duda

que la noche desnuda,

dibujarle un ocaso;

repintar esa alfombra

de inquietud  y de sombra

que sugiere fracaso.

 

Ni una hoja se mueve

¡qué silencio de breve

y ancestral importancia!

qué minúscula gota

mi garganta, que, rota,

solo grita distancia.

 

La distancia que existe

entre el cielo que viste

y este otro, de chiste;

entre el cuadro que veo

y el paisaje que creo

no sería tan triste.

 

Yo presumo otro mundo

tan distinto y profundo

que sea todo uno mismo;

yo reniego de espejos

que se mueren de viejos

y reflejan abismos.

 

Yo, que soy una muestra

de esa mano maestra

que me pone y me quita;

que me marca la pena,

como un grano de arena

o una rosa marchita.

 

Yo, que soy casi nada,

una débil llamada

que se ahoga en asfalto,

tengo el ansia de todo:

metafísico salto

que me salve del lodo.

 

 DÉJAME

 

No pretendo

que compartas

mis grandezas,

mis patrañas,

no quiero

aguantarte a ti,

ni que te aguantes

por mí.

 

Mis mentiras,

tus engaños,

ni te importan

ni me estorban,

mas me aburren

tus manías

como se que a ti

las mías.

 

No pretendo

darle a nadie

las miserias

de esta carne

que ni entiendo

ni comprendo

y que aunque no quiera

tengo.

 

Déjame pudrirme solo

que el buey solo bien se lame,

que para tocar el fondo

no necesito ayudante.

 

Déjame pudrirme solo

que es razón indispensable

para que el llanto y el lodo

no le salpiquen a nadie.

 

 LEJANA

 

 En un trozo de viento

grabé cuatro palabras,

apunte de recuento

y de distancia;

yo sé que pretendía

que fueras solo mía

tú que eras del silencio

y la escapada.

 

En una seca rama

tronchada en el camino,

le puse una posdata

a tu retiro;

recuerdo que quería

que fueras solo mía

tú que eras partidaria

del vacío.

 

A veces por el aire

contaba mi secreto

al hueco de la tarde

y al regreso;

no sé cómo podía

pensar que fueras mía

tú que no eras de nadie

ni serías.

 

Pero se me pasaba

el tiempo, suponiendo

que un día ya cansada

del silencio,

vendrías a mi puerta

tan rubia y tan incierta

desnuda de misterio,

descubierta.

 

¡Qué mucho me inventara

para dártelo entero!

qué sarta de miradas,

de deseos…

tú, que nunca serías

ni de nadie ni mía,

jamás podrás saber

lo que te haría.

  

NO VUELVEN LOS MUERTOS

 

Cayeron las manos

buscando aquel cuerpo

que ya le era extraño,

que ya le era incierto,

y luego, en la senda,

se paró diciendo:

“donde van, se quedan,

no vuelven los muertos”.

 

Sintió, de los brazos,

las fuerzas huyendo,

su sombra buscando,

pidiendo su cuerpo;

estaba tan cerca

y estaba tan lejos

pues, de donde llegan,

no vuelven los muertos.

 

Secados los llantos,

pasados los rezos,

crecía entretanto

más fuerte, el silencio;

la tierra a la tierra,

el hombre al sendero,

por más que se quiera

no vuelven los muertos.

 

Quizá en otro Mayo,

allá en otro tiempo

entrado el verano

o quizá en invierno

no duela la llaga

que se abrió por dentro,

la herida que clama:

“no vuelven los muertos”.

 

No caigan las manos

buscando aquel cuerpo,

no giman los brazos

abrazando al viento,

no quiebren las rimas,

no crezca el acento

de la voz que grita:

“no vuelven los muertos”.

 

Quizá en otro Mayo,

quizá con el tiempo

se muera despacio,

despacio, el recuerdo…

se olviden, se quemen

los viejos momentos

porque nunca vuelven.

No vuelven. Los muertos.

  

DESDE HACE TIEMPO

 

Desde hace mucho tiempo

ya lo sé,

que los malos no son malos

ni los buenos son tan buenos,

que hay menos risa que llanto

y que todo tiene un precio

desde hace muchos años

y hasta este mismo momento.

 

Desde hace mucho tiempo

ya lo sé,

que el camino es algo incierto

y es mejor medir los pasos,

que a veces somos muñecos

de la ira y el fracaso,

hasta este mismo momento

desde hace muchos años.

 

Pero lo que no sabía

es que yo terminaría

amarrándome a tu tabla

como un náufrago a su tabla.

 

Pero lo que no sabía

es que yo terminaría

arrimándome a tu mesa

como un coyote a su presa.

 

Me gustas por clásica,

me gustas por frívola,

me gustas por mágica,

por esa mirada

que a veces me incita

y a veces me calma;

por esa manera

de ser la primera

de todas mis ansias…

por esa palabra

que a veces me hunde

y a veces me salva.

  

TU MIRADA

 

 Por tu mirada verde

el alma se me pierde,

por tu mirada triste…

no sé cómo lo hiciste

pero cayó de hinojos

un poco de mi prisa

al eco de tu risa

y al verde de tus ojos.

 

Dejaste un buen regate

al aire, disparate

creciendo hasta el adiós

al borde de las dos;

la noche quiso darme

quizás, un buen regalo,

por ver que no es tan malo

el traje de marcharme.

 

Bailamos sones, quejas,

lamentos de parejas,

sirviéndome de musa

un pliegue de tu blusa…

llevabas en el pelo

del viento, los aromas,

y un vuelo de palomas

pintándose en tu cielo.

 

Yo quise, de algún modo,

decirte que eras todo

lo que en aquel momento

cruzaba por mi aliento,

mas no tuve licencia

del dime y el reproche,

no estaba aquella noche

para una confidencia.

 

Estaba para darte

el alma y olvidarte,

ponerte alguna venda

y hacerte de mi senda;

pensar que se me pierde

el rumbo y tú lo hiciste

con tu mirada triste,

con tu mirada verde.

 

 PÁGINA AMARGA

 

Acércate,

no ves

que el tiempo es poco,

mi corazón

es un reloj

que se me ha roto,

y sírveme

por favor,

algo especial,

que hay que engañar

al dolor

hasta el final.

 

Hace calor

quizá

sube la fiebre,

ponme otra vez

esa canción

pero más fuerte,

no quiero oír

a quien ya viene

tras de mis pasos…

quiero morir,

amor,

entre tus brazos.

 

Esta vez se acabó,

tú lo sabes muy bien

aunque finjas que no,

y no quieras pensar ni entender

que se quiebra mi voz,

que se apaga mi fe

que me falla el valor

que me queda un momento tal vez,

y que luego me romperé

y ya no tendrás lágrimas

y te arranques la página

que ahora escribes, amarga.

 

 LA CASA GRANDE

 

En ese mismo lugar

donde el camino se estrecha,

donde se oye murmurar

un manso río de piedra,

detrás de la vieja cruz

entre montañas de hiedra,

está la casa que tú

has invadido de luz

de tanto soñar con ella.

 

La verja se te abrirá,

te acogerán madreselvas,

olor a manzana habrá,

a septiembre y a tormenta,

te asomarás al balcón,

la soledad, compañera,

y te verás en el sol

y te oirás en el rumor

y pensarás… que despiertas.

 

Allá

en la casa grande

será

más azul el aire,

verás

que el silencio esconde

a salvo tu nombre

en la casa grande,

 

allá

en la casa grande

el sol

brillará más tarde,

será

un rincón ileso

para que tus sueños

no pasen más hambre

en la casa grande.

 

 SOY INOCENTE

 

De haber vendido ya por lo mejor

un poco de alma y un poco de amor,

de ser así

indiferente

soy inocente, sí,

soy inocente.

 

De haber creído y ya no creer,

de haber unido el mal con el bien,

de andar así

por la pendiente

soy inocente, sí,

soy inocente.

 

De haber perdido el rumbo y el sol

la fe en la lucha y en la redención,

de estar aquí

solo y ausente

soy inocente, sí,

soy inocente.

 

De hacerme un mundo solo para mí

por defenderme de lo que perdí,

de andar así

convaleciente,

soy inocente, sí,

soy inocente.

 

Soy inocente

de ser la gente,

de estar del hueso

hastiado y preso,

de haber venido

y no haber querido,

de estar en fila aquí

detrás de mí.

 

 EL PASO

  

Perderé pronto el paso

si es que lo dejo,

con sabor a fracaso,

a rencor viejo

de rendiciones,

desigual aparejo

por los rincones.

 

Actuación prolongada

sin un aparte,

entelequia forzada

con poco arte,

mucho verismo

por querer preservarte

del uno mismo.

 

En la frente el estigma

del que no llega,

en el aire el enigma

que todo ciega

y que confunde

al que lucha y que brega

y que se hunde.

 

Y si al menos la piel

se resistiera

a surcarse en la hiel

de mil maneras,

sería esa historia

de engañar a la fiera,

una victoria.

 

Pero claro que rueda

por la pendiente

y se arruga y se queda

como exponente

de la aventura,

desigual y doliente

caricatura.

 

Por quitarme de en medio

una manía,

por hallarme un remedio

de un solo días,

ese payaso

que va perdiendo el paso,

aún lucharía.

 

 BOSQUE

 

El silencio parece que explota

por árboles viejos,

y una pizca de aire se asoma

mirándose al eco;

se deshace después ese monte

que grita costumbre,

por toda la cumbre

hasta el horizonte.

 

Se reflejan dos rayos pequeños

allá junto al río

y un matojo de sombras y sueños

callados y fríos;

los helechos se tocan sin verse

y cuentan sin habla,

aquella palabra

de hierba y de verde.

 

La resina resbala en la rota

campana de barro,

y le tira tan solo una gota

al resto del carro;

hay un pájaro gris que me mira

y luego se esconde

por ver si la mía

es sombra del bosque.

 

Ese tronco cortado y caído

me sirve de asiento

para cuatro palabras que escribo

y veinte silencios;

yo quisiera ahora mismo ser árbol

por dar una sombra,

yo quisiera ahora mismo se algo,

algo más que ahora.

 

ME VUELVO A MIS VERSOS

 

No quiero palomas

cargadas de cuentos,

con picos que asoman

azogue y veneno;

hay muchos recuerdos

que no me interesan,

no cazo esas presas:

me vuelvo a mis versos.

 

No quiero palabras

mensajes del eco,

continuas miradas

detrás del espejo;

me cansa ese cielo

cargado de grises,

no quiero estar triste:

me vuelvo a mis versos.

 

Prefiero quedarme

lo poco que tengo

que pedirle a nadie

un solo reflejo;

ya sé que es incierto

y ambiguo el camino,

lo sé por mí mismo:

me vuelvo a mis versos.

 

Tú sigue buscando

el verde al sendero,

sabor al pasado,

color al dinero;

yo busco mi cielo

detrás de la pluma,

no sigo tu bruma,

me vuelvo a mis versos.

 

Tú sigue la pista

al tren del deseo,

al hombre que grita,

al tanto por ciento;

yo es que ya no tengo

ni tiempo ni ganas,

me sobra una cana,

me vuelvo a mis versos.

 

A esos versos míos

que llevo por dentro

cuajados de frío,

perdidos de miedo,

pero que los siento

conmigo al abismo,

por eso, ahora mismo,

me vuelvo a mis versos.

 

 EN UN RINCÓN

 

En un rincón

por si acaso tú te acuerdas

que aquí estoy yo

esperando a que amanezcas,

en un rincón

por barrer nubes del cielo

aquí estoy yo

por si valgo de consuelo.

 

En un rincón

por si a ti te sobra algo

de lo que hoy

a otro perro tú le has dado,

en un rincón

por si acaso la costumbre

te hace querer

una brasa de mi lumbre.

 

Puedes hacer de mí

lo que tú quieras, sí,

solo te pido que

vengas aquí

alguna vez

 

para vestirte

de primavera

con toda la ansiedad

que da la soledad,

 

para cubrirte

como una fiera

todas las veces

que tú lo quieras.

 

POR VIVIR

 

Recibirá un poco de costumbre

como torpe moneda clandestina

y una nerviosa luna que te alumbre

de manera fugaz y repentina

porque nada te dan, ni como pago

a tanta mala leche y tanto trago.

 

Reclamarás entonces al eterno

intérprete ritual de ventanilla

y será tu intención tan solo un tierno

canto de cisne, huérfano de orilla,

porque nadie te mira ni te escucha

aunque exista la gente y haya mucha.

 

Te inventarás quizás algún camino

por aislarte del grito lapidario

y un apunte de cambio de destino

que ocupará muy poco en tu diario,

porque nadie te quiere diferente,

que la gente te quiere solo gente.

 

Rebuscarás detrás por si en el paso

hubiese alguna voz como la tuya,

pero tu voz es parte del fracaso

y es probable que pronto se destruya

y amanezca un silencio cualquier tarde

en esa mueca tuya de cobarde.

 

Posiblemente así, algo maltrecho,

querrás echarte un día por la borda,

rompiéndote la espalda por derecho,

huyendo del tumulto y de la horda

de bárbaros extraños que te invitan,

te engañan, te prometen y te quitan.

 

Mas verás que no existe otra salida

y lo quieras o no, tendrás que hacerte

usurero, ladrón, bala perdida,

viajero perseguido de la suerte

y tendrás que vivir la vida entera,

y tendrás que vivirla a tu manera.

 

TE BUSCARÉ

 

 Si un día amanece

y te parece

que el tiempo manda

y tú obedeces;

 

si un día en el alma

quiebra una voz,

pierdes un cuento,

nace un silencio…

 

Cuando el invierno

parezca eterno,

cuando no traiga

aroma el viento,

cuando se caiga

roto el dolor,

y la costumbre

ciegue tu lumbre…

 

Cuando la tarde

te haga cobarde,

mendigo apenas

de cien cadenas;

 

cuando se pare

pronto el reloj

y duela dentro

todo el silencio.

 

Te buscaré

y te diré

que estoy contigo,

que soy tu amigo.

Te ayudaré

yo, que bien sé

cómo engañar

a la soledad.

  

HAY QUE HACERSE

 

Hay que hacerse a las preguntas

una a una o todas juntas,

hay que hacerse

a las llagas y a las dudas

y a los jueces.

 

Hay que tomárselo a broma

y unas veces ser persona

y otras gente;

hay que adentrarse en la fronda

sin perderse.

 

Hay que hundirse en el milagro

y conservar el esparto

y la moneda;

hay que contar, tras de un salto,

lo que queda.

 

Tirar una piedra al río

por ahuyentarse del frío

cada tarde;

no vengarse del camino

ni del aire.

 

Ser poco de los demás

que son muchos y no están

a la mano;

no detenerse a pensar

demasiado.

 

Que el pensar nos lleva siempre

a un cruce de quince o veinte

posiciones

y después duele perderse

las mejores.

 

Hay que hacerse a la renuncia,

a la respuesta que asusta

y al intento

Hay que hacerse a tiempo el tonto

e inventarse siempre un cuento.

Hay que hacerse así… y pronto.

 

 EL DOLOR

Yo no sé cómo fue pero un mal día

asomó su perfil hasta mi tienda,

y montó bruscamente su agonía

por los treinta sonidos del reloj;

 

y e puso a venderme, de la vida,

aquel resto infantil que no está en venta,

y dejó en una rama, suspendida,

esa mueca grotesca del dolor.

 

Ahora está acechando en los rincones,

cobrador que aparece y no se anuncia,

que no se va del todo, que se esconde

devorando la fuerza y el valor;

 

quién le puso rondando mis balcones,

implacable guardián de la renuncia,

quién pintó por mi vida las razones

de esa mueca grotesca del dolor.

 

Yo no lo sé

cómo llegó

pero está aquí,

mirándome,

diciéndome

por donde ir.

 

Viejo dolor

hoy vives con

mi soledad,

hoy queda atrás

aquel sabor

de vanidad.

 

 ESTILO

 

Por esa cumbre de estilo

quisiera poner mi garra,

como un abrazo de parra

para sujetarte en vilo

y volcarte boca abajo

y tirar por el atajo

por deshojarte la frente

de la costumbre y la gente.

 

Ponerte el cuerpo perdido

de sueños  y sin razones,

desenredad los rincones

que aún son presa del olvido;

hacerme en tu piel más fuerte

para que puedas perderte

y deshacerte el aliento

desde este mismo momento.

 

Entrar a saco en tus brazos

sin permiso ni licencia,

firmarte yo la sentencia

de encaramarte a mis pasos;

abrirte luego cerrojos

porque traspasen tus ojos

y desnudar tu mirada

hasta el fondo de la nada.

 

Volver de sangre y de llama

lo que es de mármol y hielo,

perder el aire en tu pelo

cuando ruedes por mi cama;

salpicarte en un segundo

todo el barro de mi mundo

y morir luego tranquilo

por esa cumbre de estilo.

 

 HAN PUESTO

 

 Han puesto sobre una piedra

que se alarga monte abajo,

un escondite de hiedra

que quizás el agua trajo

cuando vino dando tumbos

descendientes de otros rumbos,

a reflejarse en el pino

en la roca y el camino.

 

Y le han pintado de verde,

de un solo color y trazo

a ese río, que se pierde

con la tarde bajo el brazo;

el sol, que plata le arranca

a veces, quieto, se estanca,

por quitarle un poco el frío

a las aguas de ese río.

 

Han puesto al aire un motivo,

un recio motivo sabio,

con acento primitivo

que corta el rostro y el labio,

que parece que suspira,

que me escucha y que me mira

y se lleva mis asuntos

uno a uno, todos juntos.

 

Me salpican cuatro gotas

que también alguien ha puesto,

cuatro inexplicables motas

que se escaparon del cesto…

me saluda alguna nube

que detrás del techo sube

por gastarle alguna broma

a la noche que se asoma.

 

Yo entonces, a quien ha hecho

tanto río y tanto monte,

tanto pino y tanto helecho,

tanto viento y horizonte,

le expreso, cada verano,

que reconozco su mano

y en vez de oraciones lacias,

le digo bajito: gracias.

  

NO NOS FUE TAN MAL

 

Cuando el aire pasaba,

si es que pasó,

y tú me sujetabas

el corazón…

cuando fueron distintos

amor y fe,

cuando todo era limpio

si es que lo fue.

 

Cuando hubo de todo,

hielo y amor,

cuando quise a mi modo

darte la voz,

cuando fuimos del viento

arena y sal,

cuando aquel amor nuestro

no fue tan mal.

 

Te robé varios años

de juventud,

pero le puse a cambio

algo de luz

a ese camino tuyo

de duda y sed,

a esa sombra de orgullo,

a esa altivez

 

Y aunque de tus amantes

no fui el mejor,

hubo noches, bastantes,

donde el amor

te llegaba hasta el alma

con fuerza tal,

que no sé por qué hablas

que nos fue mal.

 

No

nos fue tan mal

como ahora tú diciendo vas,

no

nos fue tan mal

hubo también felicidad.

 

En tu blanca piel

creció una vez todo el amor,

por qué ahora recordar

solo lo peor,

lo que fue mal,

por qué no mirar atrás

y ver que no

fue todo mal.

 

 NO ES PARA MÍ

 

Hay una lánguida mirada

que se desliza por tu rostro

y llega tarde hasta la nada,

pero a mis ojos llega pronto

y allí se queda en el recodo

de otras miradas que perdí;

hay una lánguida mirada

que sé muy bien no es para mí.

 

Hay una voz que suavemente

más que palabras, se desgrana

en un sonido transparente,

como susurros de campanas,

abriendo puertas y ventanas

de esta mansión donde crecí;

hay una voz que se desgrana

que sé muy bien no es para mí.

 

Hay unas manos que acarician

seguramente, otras manos,

hay unos brazos que terminan

seguramente, en otros brazos,

hay una boca que en sus trazos

dibujan besos que intuí;

hay un vivir en otro espacio

que sé muy bien no es para mí.

 

No te preocupes si una tarde

pienso en la luz de tu mirada

y una nostalgia imperdonable

me habla de ti y te reclama…

estas ideas que te llaman

son invisibles para ti;

para esta flor de porcelana

ya sé que no hay ni habrá mañana,

ya sé que no eres para mí.

 

 

JOSÉ LUIS, AMIGO MÍO…

 

Si desde ese destino definitivo, irremediablemente definitivo, donde ahora te encuentras, puedes oírme, recibe estos versos que te dedico y que tú recitarías mucho mejor que yo, y recoge el sentir de todos nosotros, tus compañeros, que te llevamos dentro y no te olvidamos.

 

Dios, que respondes

a las preguntas,

que sabes dónde

y quién se oculta,

Dios, que de oscura

senda, ya has vuelto,

dale la mano

y él hará el resto.

 

Dios, que te sabes

de maravilla,

la luz, el aire,

el sol, la vida,

Dios, que enseguida

fuiste a su encuentro,

dale un camino

y él hará el resto.

 

Dios, que cargaste

en nuestra espalda

la cruel sorpresa

de la desgracia,

Dios, de esperanza

vestido y hecho,

mira sus ojos

y él hará el resto.

 

Abre tus brazos

a un hombre bueno,

te lo pedimos

sus compañeros,

guarda su alma

fuera del tiempo,

sonríele…

y él hará el resto.

 

VOLVEREMOS A VERNOS

 

Volveremos a vernos, no sé cuándo ni dónde,

quizás el mes que viene o en el próximo año,

en la sombra de un parque que del ruido se esconde

o en un café del centro, del trabajo cercano.

 

Me contarás tu vida apresuradamente

mientras miras inquieta la gente a nuestro lado,

habrá luces y sombras en lo que tú me cuentes,

habrá pocas sorpresas, habrá muy pocos cambios.

 

El mayor tiene novia, se ha vuelto independiente,

es más serio, tranquilo, más como yo el mediano,

la pequeña ha crecido así tan de repente

que me hace mayor con su continuo cambio.

 

Y así, luces y sombras, sin perder la sonrisa,

esa sonrisa mía que se llevó el diablo,

me hablarás de tu vida, te hablaré de la mía,

te cogeré un instante, a escondidas, la mano.

 

Y en un momento dado, cuando no te des cuenta,

como un ladrón furtivo te rozaré los labios

con un beso de niños, con un beso de menta

que tendrá la dulzura de nuestros veinte años.

 

Tus ojos en mis ojos, un apunte de lágrima

brillará en la mirada cuando nos despidamos,

pasaremos después, nuevamente, una página

en este diario nuestro, sin tiempo y sin espacio.

 

Volveremos a vernos quizás el mes que viene

o pasado mañana o el próximo verano,

alguna cana nueva recorrerá mis sienes

mas para nuestro amor no pasarán los años.

  

SI TE PREGUNTAN

 

Si te preguntan

quién es ese con quien ayer te vieron

andando por la calle, manos juntas,

miradas encendidas, algún beso,

si te preguntan

no intentes explicarles este asunto,

diles que soy tu lago de ternura,

diles que soy tu amor, tu amor y punto.

 

Si me preguntan

quién es esa mujer de rubio pelo

con quien iba ayer tarde, manos juntas,

un poema en los labios, un te quiero,

si me preguntan

les diré que no es parte de este mundo,

que camina conmigo por la luna,

les diré que es mi amor, mi amor y punto.

 

Si nos preguntan

dónde vamos, qué somos, qué sentimos,

qué es este deambular de manos juntas

por lánguidos y mágicos caminos,

si nos preguntan

cómo estamos así, lejos y juntos,

di que al amor el tiempo no le asusta

y la distancia menos. Dilo y punto.

 

 TU FANTASMA

 

Cuando desperté

el silencio me agredió por la mañana

con un soplo de mortal indiferencia

que recorrió las puertas y ventanas…

cuando me miré,

el espejo reflejó solo tu cara

desde un mundo de grises y de ausencias

por donde agonizaba la esperanza.

 

Si tanto te amé

que aunque el gris se haya instalado en mi alma,

que aunque el frío me haya helado hasta la sangre,

aún conservo el calor de tu mirada;

si tanto te amé

que te llevo en el espíritu grabada,

que aún pregunto a las estrellas por tu nombre,

que aún le hago el amor a tu fantasma.

 

De nuevo el por qué

aparece como un pájaro en el alba

mensajero de sutil melancolía

que me envuelve en sus brazos y me atrapa,

y es que ya no sé

cómo engañarme a mí mismo con palabras

asumiendo que fuiste y no eres mía,

que un día te perdí, te fuiste y basta.

 

Si tanto te amé

que aún despierto con el alma envuelta en llamas

cuando sueño con tu cuerpo alguna noche

y despierto abrazado a la almohada;

si tanto te amé

que aún habitas los rincones de la casa,

que aún le hablo al silencio de tu nombre,

que aún le hago el amor a tu fantasma.

 

 NO ME LLAMES AMOR MÍO

 

No me llames amor mío

que el amor es mucho más que una palabra,

que una sensación de frío

me recorre el corazón y la mirada;

no me llames amor mío

que el amor no es un poema bien escrito,

ni una sombra por el río

sino luz en el mar del infinito.

 

No me llames amor mío

que me suena a parábola distante,

a discurso y a vacío,

a mentira y rutinario disparate;

no me llames amor mío

que el amor no es un canto de sirena,

sino un grito enardecido

que resurge de la sombra y de la pena.

 

Si me llamas amor mío

piensa bien lo que expresa esa palabra,

no malgastes su sentido,

no envilezcas su grandeza, su fragancia;

si me llamas amor mío

deja a un lado tu egoísmo y tu orgullo,

dalo todo sin motivo

y tu amor será mío y el mío… tuyo.

 

 TECHO DE ESTRELLAS

 

 Una tarde en primavera

pondré la primera piedra

de la casa que algún día

será solo mía

y como yo quiera.

 

Allí no habrá concesiones,

en vez de puertas, balcones,

cristales en las paredes,

pinturas, pinceles

en los corredores.

 

El techo será de estrellas,

el suelo, de blanca arena,

el mar le pondrá de fondo

el sonido hondo

de extrañas leyendas.

 

La luna será mi abrigo,

será pálida testigo

de mis románticas cenas

con bellas sirenas

de cantos perdidos.

 

 LA BARCA DEL ADIÓS

 

Irán poco a poco creciendo las olas

en un mar de azules, de azules y negros,

y como un presagio

oscuro y sin nombre,

buscará una barca el alma de un hombre.

 

De un hombre que espera atento y a solas

en la incertidumbre y en el desencuentro,

un hombre reacio

a tiempos y a marcas

y a la sombra oculta que habita la barca.

 

Llevará esa barca un adiós profundo,

un adiós inmenso y definitivo,

remoto destino,

ignorado puerto

al que todos llegan, del que nadie ha vuelto.

 

Viaje imposible por rutas extrañas

sin tiempo ni espacio, sin sol y sin luna,

incierta aventura

buscando el olvido

y a los olvidados que en el mundo han sido.

 

Buscará la barca el alma del hombre

que espera, reacio, en la incertidumbre,

y sabrá encontrarle

como encuentra a todos,

de distinta forma, mas del mismo modo.

 

Llevará esa barca un adiós profundo,

un adiós inmenso y definitivo,

subiré tranquilo,

detrás, el pasado,

delante, la ruta de los olvidados.

 

Y las alegrías y las emociones

y los sentimientos que encendí algún día,

se vendrán conmigo

para acompañarme

el camino incierto, de todos, de nadie.

 

 DÉJALE AL CORAZÓN

 

Déjale al corazón si se estremece

oyendo la canción “bailar pegados”,

amarrados dos cuerpos, abrazados,

una vez y otra vez… y muchas veces.

 

Déjale al corazón si ha despertado

del espacio en que, solo, languidece,

y un latido olvidado reaparece

cuando bailan dos cuerpos apretados.

 

La música navega por las rosas

y bailan entre sí las mariposas

y bailan las gaviotas, los delfines;

 

qué pena que entre tantos bailarines,

nosotros, fugitivos del edén,

no estemos abrazándonos también.

 

 AL MAR

 

Al mar

estas pocas palabras, al menos sinceras,

al mar

cuando trepa la tarde sus doradas crestas

y el sol

se reduce a una esfera de tenue amarillo

que no

se despega del agua, brillando tranquilo.

 

Al mar

estas breves palabras de un hombre cansado

que va

caminando en silencio, curado de espanto,

y es

esa débil sonrisa que asoma a su rostro

la fe

que no quiere dejarle, de repente, solo.

 

Qué voz

surge ahora del agua, del verde profundo,

el son

que se sube a la tarde y llama a mi mundo,

la sed

de perdidas sirenas cantando despacio,

la red

que me tienden sus risas, su mágico canto.

 

Así

la quietud de las aguas, el tenue silencio,

aquí,

otro mundo ignorado, quizás otro tiempo

me va

descansando la mente, curando la herida,

y está

empujándome siempre su palabra amiga.

 

Al mar

que me ayuda a vencer ese tránsito amargo,

al mar

que me calma por dentro, me cura de espanto,

le doy

estas breves palabras, al menos sinceras,

que son

al ponerlas en orden, un simple poema.

 

UN AVE PEREGRINA

 

Te tocará en el hombro

cuando pálidas, brillen las estrellas,

con ese rumor hondo

que sabe tan bien dar a sus empresas,

y mientras la canción, muy suavemente

os invite a moveros abrazados,

sin darte apenas cuenta, nuevamente

te habrás perdidamente enamorado.

 

Te irás desentendiendo

de todo  aquel ayer que compartimos,

de todos los recuerdos

que hicimos uno a uno, tan seguidos…

cuando toque tu hombro, dulcemente,

ese toque fugaz, irresistible,

el pasado huirá de tu presente

y otra vez sentirás lo indefinible.

 

Quizás, algún momento,

como ave peregrina, pasajera,

te acordarás del tiempo

que fuiste tú la luz de mis estrellas,

y borroso el contorno de mi rostro

y apagadas las luces de mi calma,

pensarás si el amor tocó en mi hombro

como ahora transita por tu alma.

 

Y el ave peregrina

vendrá para contarte mis andanzas,

será una golondrina

que susurre en tu oído estas palabras:

“te dijo, al marcharte, que ese día

el amor de su vida se escapó,

te dijo que ya nunca volvería

y ves, desde aquel día, no volvió”.

 

 PINTAME

 

Las dos de la mañana, todos duermen,

la casa está en silencio, aprovecha,

levanta de la cama donde tienes

al hombre que camina por tu senda,

y recoge de nuevo tus pinceles,

destapa tus pinturas y comienza

un cuadro para alguien que se pierde

envuelto en el pasado y la leyenda…

 

y píntame de verde y de esperanza,

que la esperanza vive en tus pinceles,

y píntame de amor, que el amor salta

cada vez que tu alma me recuerde,

y píntame de azul en la mirada

que se va marchitando de no verte,

y rojo el corazón, como una llama,

y blancos los caminos de mis sienes.

 

Las dos de la mañana, de repente

has abierto los ojos y recuerdas

tus diecisiete años, diecisiete

hermosas y radiantes primaveras,

y yo, que estaba allí, y que en tu frente

dejé ya para siempre una honda huella,

te pido que recojas tus pinceles

y en el lienzo desates tus quimeras…

 

y píntame una luz dentro del alma

que nació cuando yo te conocía

y aún alumbra el camino y no se apaga,

que apagarse del todo es cobardía,

y píntame el amor como un murmullo

de eterna y ancestral melancolía,

píntame joven, sonriente y siempre tuyo,

que yo te estoy pintando siempre mía.

  

LOS OJOS DE LA LUNA

 

Miraba tus ojos, tus ojos de luna,

argéntico sueño de remotas playas,

de blanca aventura

allá en las alturas

tus ojos de luna, de luna tan alta.

 

Y alzaba los brazos pidiendo el milagro

de ser un motivo para tu mirada,

mirada de mayo,

romántico ensayo

en el nacimiento de la madrugada.

 

Quién fuese en tus hilos mariposa leve,

tus hilos de noche, tus hilos de plata,

ave que se mece

y que se estremece

en tus hilos blancos, como la alborada.

 

Quién fuese camino en el ignorado

paisaje remoto de arenas intactas,

paisaje robado

a un cuadro pintado

por luces y sombras en noches extrañas.

 

Y al mirar tus ojos, tus ojos de luna

buscando refugio de alguna mirada,

midiendo tu altura,

aquella estatura

era inaccesible, era demasiada.

 

Bajé la cabeza y al mirar el río

te vi, blanca luna, que te reflejabas…

ahora sonrío

porque en ese río

estás a mi alcance, ya no estás tan alta.

  

CUESTIONES DE FECHAS

 

Volveremos a ser los de siempre,

tú, belleza de cuerpo inaudito,

no fantoche de rostro marchito

con que te ha sorprendido la muerte.

 

Volveremos a ser los de siempre,

yo, poeta de ingenio exquisito,

no patán de agotados escritos

con que me ha abandonado la suerte.

 

Volverán los azules del cielo

a pintar ilusiones y anhelos

en dos cuerpos, dos mentes maltrechas,

 

no será ya cuestiones de fechas,

volveremos, al fin de los tiempos,

yo escribiendo mejor, tú más bella.

 

 DILE AL MAR QUE ME ESPERE

 

Dile al mar que me espere,

que llegaré algún día

con el pelo de nieve

y las manos vacías,

con surcos en la frente

que serán los caminos

en donde quise verte

y tan poco nos vimos.

 

Dile al mar que me espere,

que llegaré algún día

con un poco de siempre

atrapado en mi vida

y otro poco de nunca

en los ojos cansados

de quien te amó de lejos,

y aunque de lejos, ¡cuánto!

 

Dile al mar que me espere,

que la esperanza asoma

en mi pelo de nieve

y en sus abruptas rocas,

que la esperanza vive,

que nunca la arrancaron

de este pecho que vuelve

a su mar del pasado.

 

Que me espere, que un día

cerraré las ventanas,

clausuraré las puertas,

me alejaré de casa,

y llegaré de noche

a tu lejana playa,

alegre por si vienes

y triste por si faltas.

 

 TU SOMBRA LUMINOSA

 

Amanece,

el sol es una llama que lentamente asoma,

amanece,

la  noche va dejando tinieblas y derrotas,

y ya cuando despierto, y ya cuando mi mente

se separa del sueño y la conciencia brota,

ya entonces aparece

tu sombra azul y rubia, tu sombra luminosa.

 

Me levanto,

me miro en el espejo y siento que eres tú

quien, acaso,

responde a mi mirada con serena quietud,

me das los buenos días con ese desencanto

de ser solo reflejo, reflejo de mi luz…

yo siempre me levanto

con tu sombra en los ojos, tan rubia y tan azul.

 

Por el día

tu recuerdo se aleja, tu recuerdo se nubla

en la fría

distancia del trabajo, la prisa y la minucia;

no queda ni un resquicio en esa algarabía

para traer tu sombra, que en el día se enturbia,

no es, entonces, mía,

tu sombra luminosa, tu sombra azul y rubia.

 

Anochece,

llega pausadamente la noche silenciosa

y en mi mente

los números se callan, las fórmulas se agotan,

y junto con la noche que silenciosa vuelve,

vuelve también tu sombra a reinar en mis cosas,

como una diosa frágil, lejana y transparente

tu sombra azul y rubia, tu sombra luminosa.

 

 APÚNTATE A LA VIDA

 

Te han salido más canas este invierno

y arrugas que bordean tu mirada,

te has vuelto más tranquilo, más sereno

y has sabido encajar el sufrimiento

sin derramar apenas una lágrima.

 

Comprendiste que tú no eres eterno,

que esto tiene un principio y que se acaba,

sabes bien la importancia del dinero

y aunque aquí casi todo tiene un precio,

hay valores que no los compra nada.

 

Has aprendido mucho del concierto

que la vida le pone a la mañana,

mas también aprendiste que es incierto

el camino que pisas y un momento

puede cambiar del todo tus pisadas.

 

Lo que dejaste atrás, lo que está muerto,

lo que barrió el pasado y la distancia,

a veces, por la noche, en el silencio,

se viste de cruel remordimiento

y golpea las puertas de tu alma.

 

Sin embargo te sientes satisfecho

en general, de ti y tu circunstancia,

esas gotas con que te llama el miedo

aparecen solo de tiempo en tiempo

y tú no las concedes importancia.

 

Te dispones a entrar en el milenio

con la mitad del siglo en tus espaldas,

sabes que cada día es un día menos

y quisieras, a veces, detenerlos

por vivirlos distintos, con más calma.

 

Porque ya has aprendido de lo incierto,

porque ya recorriste la distancia,

porque sabes mirar el lado bueno

de esta vida cuajada de misterios…

vivir vale la pena, camarada.

 

Así que desde el fondo del espejo,

despinta incertidumbres en tu cara,

borra oscuros presagios, desalientos,

las canas, las arrugas, los inviernos

y apúntate a la vida. Muchas gracias.

 

 SI TANTO AMOR TE DI

 

Si tanto amor te di

que fuiste mi pasado,

aunque esperé de ti

más de lo que me has dado…

no has salido de mi,

aún sigues a mi lado,

si tanto amor te di,

si tanto amor te he dado.

 

Si nunca te olvidé,

si en mí siempre has estado,

no puedes suponer,

no debes preguntarlo,

que me olvide de ti,

que todo ha terminado,

si nunca te olvidé,

si nunca te he olvidado.

 

Si tanto te soñé,

si el sueño es un milagro

que en primavera fue

y al otoño ha llegado,

aunque ahora no estés

te quiero, aún no estando,

si tanto te soñé,

si tanto te he soñado.

 

Si tanto amor te di,

resisto el negro manto

que ha crecido ante mí

y el corazón me ha helado,

y aunque no estás aquí

aguanto solo, impávido,

si tanto amor te di,

si tanto amor te he dado.

  

HORAS AZULES

 

 Horas,

horas azules,

inquietantes, primorosas,

horas envueltas en tules,

horas de todas las cosas,

 

a veces esplendorosas

como un cántico a la vida,

a veces horas perdidas

que no recuerdo, borrosas,

y otras veces angustiosas

teñidas de negro manto,

a veces horas de espanto

que se ahogan con el llanto

de las esperanzas rotas.

 

Horas,

horas precisas,

horas frías o ardorosas,

horas de llantos y risas,

horas de espinas y rosas,

 

a veces sois presurosas

y escapáis sin darme cuenta

y a veces lánguidas, lentas,

sois aburridas, tediosas,

a veces horas dichosas

que engalanáis los abriles,

y a veces horas febriles

que quemáis las infantiles

alas de las mariposas.

 

Horas,

horas eternas,

o rápidas y preciosas,

horas románticas, tiernas,

horas tranquilas y hermosas,

 

os deslizáis, sigilosas,

sin darme tiempo siquiera

a sentir la primavera

que lleváis como gloriosas

actitudes victoriosas

del mar en que nos movemos,

del tiempo con que corremos,

del silencio con que vemos

cómo pasáis, caprichosas.

 

Horas,

horas azules,

horas negras, horas rosas,

horas de sombras y luces,

horas de todas las cosas.

 

 AMORES PERDIDOS, AMORES ETERNOS

 

Volvieron a verme mis pájaros tristes,

esos que se marchan cuando no te pienso

y que puntualmente, su alas humildes

golpean mi mente, cuando te recuerdo.

 

Ahora que vuelves, con fuerza, a danzarme

entre las tinieblas de  mis pensamientos,

hay puñales dulces que van a clavarse

en toda mi sangre, en todo mi cuerpo.

 

Perdía el pasado distancia y penumbra,

tu imagen brotaba con ávido empeño,

¡cómo te quería!, con cuánta ternura

soñaba tus ojos, soñaba tu pelo.

 

Bebía tu alma, profunda y precisa

entre los claveles de tus labios tiernos;

te quise, te quiero, te querré, mi vida,

amores perdidos, amores eternos.

  

ANIDASTE

 

Anidaste tú en mí un día de enero

y llegaste hasta el fondo de mi sendero

con un vuelo cercano de mil palomas,

iluminando el cielo, borrando sombras.

 

Anidaste tú en mí un día cualquiera

cuando yo solo sé que solo era

un camino sin fe que no termina,

una copa, un adiós en cada esquina.

 

fuiste el sol

Que hizo brotar

flores en mi alma,

fuiste la luz,

fuiste la paz,

la juventud.

 

Anidaste tú en mí un día cualquiera

y me hiciste olvidar que solo era

golondrina sin nido, golondrina

que dejaba un adiós por cada esquina.

  

PERDIDO

 

La palabra en tu voz no fue bastante

al decirme, sin fuerzas, amor mío,

el calor de tu mano se hizo frío

y de noche fue todo en un instante.

 

Y tus labios, amor, fueron de hastío,

y el brillo de tus ojos fue distante;

entonces me sentí tan anhelante,

tan nadie, tan solo, tan vacío...

 

que me perdí de nuevo en el camino,

que me borré otra vez en el sendero

en el que me encontraste, peregrino,

 

aquel atardecer, un día de enero

cuando diste el sol a mi destino

y cambiaste mi mundo por entero.

 

 NOSOTROS, LOS ROMÁNTICOS

 

 Nosotros, los románticos,

somos seres extraños,

que no estamos tan locos

aunque un poco, lo estamos;

viajamos los ingrávidos

minutos de lo mágico,

así, como evadiéndonos

de tiempos y de espacios.

 

Donde solo hay otoños,

primaveras pintamos,

y de este mundo tópico

con frecuencia escapamos;

le ponemos un diáfano

sentimiento distinto

a este gris pasadizo

por el que resbalamos.

 

Nosotros, los románticos

somos seres extraños,

no nos gusta este invento

y por eso inventamos

un azul más intenso

a este cielo nublado,

un impulso frenético

a este mundo cansado.

 

No nos gustan los precios

que a todo le colgamos,

etiquetas y miedos,

aburridos presagios;

no nos gustan los sueños

que acaban despertando,

y por eso seguimos

ya despiertos, soñando.

 

Nosotros, los románticos,

pedimos lo que damos,

nos gusta que nos dejen

con nuestros aires lánguidos;

ya quedan pocos seres

de esta clase, tan raros,

que sigan conmoviéndose

con el canto de un pájaro.

 

Nosotros, los románticos,

somos algo enigmáticos,

indolentes a veces

y otras, exaltados,

perdedores, ambiguos,

sentimentales, cálidos,

¡qué será de nosotros,

pobrecitos románticos.

                                                                                          © Javier de Lucas