LOS GENES

En este
artículo intentaré mostrar al lector el mundo desde un punto de vista
diferente. El objetivo es intentar profundizar en nuestros orígenes y en lo que
somos en realidad. Mire a su alrededor, la naturaleza está llena de vida:
pájaros, insectos, plantas, bacterias, virus. ¿De dónde ha salido todo esto?
VEHÍCULOS DE GENES
Comencemos por
uno de los organismos más simples que existen: los virus. Un virus está
compuesto básicamente por una membrana formada por proteínas y una cadena de
ADN en su interior. Por supuesto la membrana sirve fundamentalmente para
proteger al ADN del exterior, por lo que podemos decir que un virus consiste en
un trozo de ADN. Lo que contiene ese trozo de ADN es básicamente un código
(como un programa informático) en el que está codificada la información para
hacer copias de sí mismo. Como un virus no posee la compleja maquinaria
necesaria para copiarse, necesita utilizar organismos más complejos para
reproducirse. Por esto, lo único que hace un virus es introducirse en el
interior de una célula (cuando por puro azar su membrana entra en contacto con la
membrana de la célula) y utilizar la maquinaria celular para hacer copias de sí
mismo. El único objetivo del ADN es reproducirse para poder pasar de
generación en generación y conseguir así perpetuarse en el tiempo.
Por supuesto,
la estrategia del virus es poco efectiva, ya que solo conseguirá reproducirse
cuando por puro azar choque contra una célula. Imaginemos ahora que con el
tiempo el ADN del virus sufre una mutación cuya consecuencia es la aparición de
un pequeño filamento en la membrana que "vibra" con las pequeñas
perturbaciones del medio acuoso en el que se encuentra. Esas vibraciones del
filamento le permitirían aumentar su movilidad, lo que aumentaría su éxito
reproductivo. Ese éxito reproductivo le permitiría crear muchas copias de sí
mismo y producir muchos virus con filamento. Con el tiempo, llegarían más
mejoras: el uso de energía para poder mover el filamento de forma autónoma, el
desarrollo de pequeñas células fotosensibles que le indicasen donde hay una
fuente de luz y de energía, el uso de estas células para extraer energía solar,
etc. El hecho clave es que el ADN va acumulando mejoras en su código para
fabricar "accesorios" que le permitan aumentar su éxito reproductivo.
Si nos fijamos
en los animales más simples, como una ameba o incluso una lombriz, podemos
darnos cuenta de que lo que hacen básicamente es seguir el "programa"
codificado en sus genes: inspeccionan el medio en busca de alimento, procuran
no ser vistos por los depredadores y se reproducen en cuanto tienen ocasión
para pasar así el "programa" a un nuevo cuerpo. Sin duda, podemos
afirmar que estos organismos solo son "vehículos de genes": el
cuerpo, el organismo en si mismo, son los
"accesorios" que los genes han fabricado para aumentar su éxito
reproductivo, el cuerpo es el "avatar" del ADN.
Esta visión es
novedosa, impactante y realmente asombrosa. Si nos fijamos en animales más
complejos, como una abeja o un meerkat (mamífero
parecido a la mangosta), nos encontramos también con un comportamiento similar
aunque a un nivel diferente: las abejas son capaces de volar cientos de
kilómetros en busca de néctar y encontrar la colmena sin ningún problema y son
capaces de comunicarse e indicar a sus compañeras donde están las flores con el
mejor alimento.
Sin embargo,
viven solo y exclusivamente para que sus genes se reproduzcan: las hembras no
se pueden reproducir y trabajan exclusivamente para que los genes de la reina
se reproduzcan ya que, desde el punto de vista genético, es más eficaz que la
reina se reproduzca que no que lo hagan los machos y las hembras de la forma
"usual" (las hembras tienen 2 pares de cromosomas y los machos 1, por
lo que las hermanas comparten más genes entre sí que las hermanas de la
reproducción sexual "usual")
Por otro lado
el meermat es capaz de sacrificar su propia vida por
los demás de forma aparentemente altruista, pero esto lo hace para salvar SUS
GENES, no los que están en su propio cuerpo sino los que están en el cuerpo de
sus familiares. Hay incluso animales como el salmón que mueren casi
inmediatamente después de reproducirse: el cuerpo antiguo ya no es necesario
una vez que los genes han pasado a un nuevo cuerpo más joven y eficiente.
Todo esto no
solo es válido para el mundo animal, también en el mundo vegetal se observa el
mismo patrón. Coja cualquier fruta, una sandia por ejemplo. Parece como si
"alguien" la hubiera puesto en la tierra para alimentarnos: detrás de
la corteza protectora hay una enorme cantidad de nutrientes y de agua,
justamente lo necesario para calmar nuestra sed y proveernos de vitaminas y
proteínas. Además, solo nacen en verano justo la época que más calor hace y más
sedientos estamos. Sin embargo, ¿por qué aparecen en medio de los sabrosos
nutrientes un montón de molestas "pipas"? Es una incomodidad tener
que apartarlas cada vez que queremos saborear una deliciosa sandía. Resulta que
esas incómodas pipas son las que han "fabricado" todos los sabrosos
nutrientes que hay en la sandía. Dentro de las pipas están los genes. Resulta
que son los genes los que han fabricado la sandía precisamente para que algún
animal se la coma con un único y exclusivo propósito: expandirse para
aumentar su probabilidad de reproducirse. Los genes de la sandía han
fabricado alimento para expandirse: el animal come la sandía y accidentalmente
ingiere alguna "pipa" la cual es expulsada en un lugar diferente a
través de las deposiciones. Por eso hay pipas en la sandía, y en las uvas, y en
los tomates... ¡La sandía es el "cuerpo" fabricado por los genes
para reproducirse!
Fijémonos en
otro fruto: el chile. Si pruebas uno sentirás la sensación de abrasarte, de
quemarte. Estos frutos poseen una sustancia química que produce esta sensación
pero ¿Por qué los genes del chile iban a fabricar una sustancia que produce una
sensación desagradable a quien se la coma? ¿No han sido fabricadas para que
quien la coma esparza sus genes? Resulta que esa sensación del picante solo la
sienten los mamíferos, pero no las aves, la sustancia química del picante está
"diseñada" solo para disuadir a los mamíferos porque estos poseen un
sistema digestivo que destruye las semillas durante la digestión; sin embargo,
esto no ocurre con los pájaros, ¡por eso los pájaros no sienten el picante!
Los animales
más complejos como los delfines o los simios han logrado una capacidad de
interacción con el entorno muy sofisticada. Básicamente lo que cambia entre los
animales más simples y los animales más complejos es su grado de interacción
con el ambiente y con otros organismos de su especie. Estos animales parecen
tener cierto grado de razonamiento y de toma de decisiones, pero es tan
primitivo que apenas les permite salirse del guion impuesto por el material
genético.
La pregunta
inmediata sería: y nosotros, los seres humanos ¿también somos solo
"vehículos de genes"? La respuesta, en mi opinión, es un NO. Está
claro que en nuestro pasado evolutivo sí lo fuimos, procedemos de animales que
lo fueron; sin embargo, algo increíble sucedió en algún momento de nuestro
reciente pasado evolutivo. Ese algo, produjo que el órgano más complejo y
fascinante del Universo conocido, el cerebro humano, empezase a ser consciente
de sí mismo.
A partir de
ese momento, todo cambió: la consciencia de su existencia produjo toda una
explosión de las habilidades humanas: las herramientas, el lenguaje, la
tecnología y la cultura produjeron que, por primera vez en la historia del
Universo (conocido), un órgano fabricado por los genes para reproducirse
consiguiese ser consciente de su existencia, captar las leyes de la naturaleza
y utilizarlas en su beneficio. Por primera vez en la historia del Universo, el
cuerpo fabricado por los genes es capaz de salir de la "prisión"
impuesta por el programa genético.
El ser humano
es la única especie conocida capaz de decidir si reproducirse o no (aunque sin
duda el llamado "reloj biológico" que sufren sobre todo las mujeres
es parte del "programa genético") y de controlar voluntariamente la
natalidad. El ser humano es capaz de modificar conscientemente su
comportamiento e incluso ¡modificar en su propio beneficio el propio
programa genético!
Esto es lo que
distingue realmente al ser humano de las demás especies, en esto reside la
verdadera grandeza del ser humano y en nuestras manos está preservar esta
grandeza y utilizarla en nuestro beneficio y en el de las demás especies del
planeta. Sin duda, estamos en deuda con ellas, de hecho somos una parte de
ellas y sin ellas jamás llegaríamos a ser lo que somos.
CUATRO HABILIDADES INCREÍBLES DE LOS GENES

En el interior
de todos los seres vivos del planeta residen unos "entes" microscópicos
muy especiales que llamamos genes. Los genes están compuestos por largas
cadenas de moléculas llamadas nucleótidos que forman una larguísima cadena
llamada ácido desoxirribonucleico. Estas moléculas no serían diferentes de
otras similares si no fuese por un hecho extraordinario: en su interior
contienen información. Al igual que un programa informático es capaz de
almacenar billones de instrucciones a partir de una secuencia de ceros y unos,
el ADN contiene enormes secuencias de "palabras" denominadas A,C,G,T y al igual que un programa de ordenador que es
ejecutado dentro de un PC puede realizar cosas asombrosas; el programa
contenido en el ADN, cuando es ejecutado dentro de la maquinaria celular, es
capaz de realizar cosas mucho más increíbles todavía. En este artículo
analizaré cuatro de las cosas más asombrosas que son capaces de realizar los
genes.
1º) Los genes con capaces de
fabricar objetos y tejidos vivos
Un gen se
puede definir como una cadena de ADN que contiene la información necesaria para
fabricar una proteína. Una proteína está compuesta a su vez por una larga
cadena en la que se enlazan 22 posibles aminoácidos diferentes. El gen define
el orden en que se encadenan estos aminoácidos. Este orden es de vital
importancia ya que determina la composición química de la proteína y por tanto
su forma y su función.
De forma
similar a como un ordenador combina miles de puertas lógicas para conseguir
realizar una operación concreta, la combinación de miles de proteínas
construidas con la información genética permite fabricar membranas, músculos,
nervios o enzimas que aceleren ciertas reacciones químicas. De esta
Un ejemplo
sencillo lo compone, por ejemplo, la cápside con forma de icosaedro de ciertos
tipos de virus. Un virus no es más que un trozo de ADN con una membrana (la
cápside en este caso) de proteínas que lo protege. El icosaedro se compone de
20 triángulos equiláteros unidos por los lados. El virus posee la secuencia
necesaria para fabricar varios tipos de proteínas diferentes que se unen, por
afinidad química, para formar cada triángulo equilátero que formará el
icosaedro.
De maneras
similares pero mucho más complejas, los genes logran fabricar los tejidos
orgánicos que componen todos los seres vivos del planeta: virus, bacterias,
troncos de árboles, frutas, helechos, insectos, pájaros, ardillas o seres
humanos.
2º) Los genes con capaces de
construir grandes estructuras a través de los cuerpos orgánicos que fabrican
Un hormiguero
de termitas puede llegar a medir 7 metros de altura y 3 metros de profundidad.
Además posee una compleja red de galerías y conductos de ventilación. ¿Como es
posible que un organismo tan diminuto pueda llegar a construir una estructura
tan enorme y compleja? La respuesta es que los verdaderos responsables de su
construcción son: los genes.
Si
consideramos la vida típica de una colonia en un termitero que puede tener un
millón o más de termitas, podemos considerar a todas las termitas como
hermanas. Esto significa que los genes originales de la
hormiga reina y de su pareja macho original se han mezclado y
"compactado" un millón de veces dentro de un envoltorio orgánico
capaz de protegerlos hasta que estén preparados para pasar a un nuevo
"envoltorio". Este envoltorio es lo que llamamos termita y es capaz
de interactuar con su entorno y obtener alimento para mantener el cuerpo
durante cierto tiempo. Sin embargo, para aumentar sus opciones de supervivencia
y reproducción, los genes son capaces de fabricar grandes estructuras de
protección contra las inclemencias climatológicas y contra depredadores: los
termiteros.
Para lograr
algo así, los genes han de fabricar un millón de pequeñas "máquinas"
que ejecuten un conjunto de instrucciones locales. Esto quiere decir que
cada "máquina" efectúa un conjunto secuencial de instrucciones
condicionales sin saber qué están haciendo el resto de sus compañeras y sin
tener una imagen o "plano" de la estructura completa. Se sabe que las
termitas utilizan feromonas y señales olorosas como "marcas"
indicadoras de lo que deben realizar en cada fase. No se conocen los detalles
de estas instrucciones, pero probablemente serán del tipo: "si hay una
piedra ya colocada colócala al lado, si no colócala encima" o "si hay
una señal de feromonas coloca ahí la piedra, si no coloca la piedra en el
montón de al lado".
Es muy interesante
recalcar la similitud entre esta forma de fabricar estructuras y el desarrollo
embriológico de un animal o un ser humano: la célula inicial fecundada se
duplica millones de veces y luego inicia la "construcción" del cuerpo
atendiendo a instrucciones locales, cada célula sabe en que
parte del cuerpo está y que tipo de tejido debe construir.
El uso de
reglas locales también es similar al que posee una bandada de estorninos: cada
estornino se guía por un programa del tipo: "mantén la distancia de 3
cuerpos respecto al de al lado" o "gira x grados cuando tu compañero
lo haga" Estas sencillas instrucciones, al ser ejecutadas por cientos o
miles de individuos, producen las sincronizadas y bellas coreografías que
podemos apreciar en sus vuelos.
Otras
estructuras, como las telas de araña, los nidos o incluso las presas de los
castores pueden considerarse también como obras fabricadas por los genes, ya
que han surgido como producto de la selección natural actuando sobre los
genes de las especies, no sobre los individuos.
3º) Los genes son capaces de
reconocer copias de sí mismos en otros cuerpos orgánicos
Existen
numerosos experimentos que demuestran que muchos animales con comportamiento
social son capaces de reconocer a sus familiares aún en el caso de que no hayan
coincidido previamente. Las abejas "guardianes" que vigilan el acceso
a las colmenas solo dejan pasar a las abejas que son parientes directos de la
colonia, es decir, que comparten los genes de los fundadores.
Este
reconocimiento probablemente se realiza a través de "señales
externas", como el movimiento o zumbido o señales olfativas como las
feromonas. Otros experimentos con monos demuestran que estos tienen preferencia
a sentarse junto a sus parientes incluso cuando nunca los han visto antes. Los
perros policía son capaces de diferenciar, a través del olor, prendas de
personas diferentes, lo que es utilizado con frecuencia en investigaciones
policiales. Esto es debido a que el sudor posee sustancias olorosas producidas
por ciertas bacterias que existen en la piel y estas están bajo control
genético, es decir, sus características, están determinadas genéticamente y por
tanto susceptibles de evolucionar bajo selección natural.
Desde el punto
de vista de un gen determinado que se encuentra dentro de un cuerpo complejo,
es muy importante dejar una "huella" visible exteriormente (un
fenotipo) que "avise" de su existencia. Esto les permitiría reconocer
copias de sí mismos en otros cuerpos e intentar ayudar o favorecer a esos
individuos que los poseen de forma que aumente la dispersión del gen en la
población.
Características
como los ojos azules, rasgos faciales o ciertos comportamientos podrían servir
como "señales identificativas". De hecho, es posible que
comportamientos como el altruismo sean posibles gracias a estas señales
exteriores. En los humanos esta increíble característica de los genes abre todo
un abanico de fascinantes posibilidades: ¿Determinan estas señales el grado de
"compatibilidad genética" entre dos personas y por tanto su grado de
afinidad? ¿Dos personas se llevan bien porque tienen más genes en común? ¿Se
podrían llegar a manipular estas señales? ¿Se elige la pareja sexual en función
del grado de "compatibilidad genética"? Existen experimentos que
apuntan hacia esta última posibilidad, varias pruebas con camisetas que han
sido llevadas por hombres diferentes durante 2 o 3 días parecen indicar que las
mujeres, tienen tendencia a seleccionar ciertos olores, es decir, ciertas
configuraciones genéticas de los hombres que las llevaron.
4º) Los genes son capaces de
manipular otros cuerpos orgánicos
Existen gran
variedad de ejemplos de manipulación de unos individuos a otros en la naturaleza.
Esto es debido simplemente a que los individuos cuyos genes lograron tal
habilidad fueron favorecidos por la selección natural. Ciertas variedades de insectos machos generan
feromonas y afrodisiacos para manipular el comportamiento de las hembras e
inducirlas a aparearse con ellos. Ellas contraatacan fabricando sustancias que
intentan reducir el efecto de estos afrodisiacos o engañando al macho
fabricando receptáculos sin óvulos donde guardan el esperma mientras
"deciden" si el pretendiente es digno de fecundar su óvulo o no.
Se sabe que
las hormigas reina segregan feromonas que manipulan a las obreras; algunas
especies segregan una sustancia que induce a las obreras de otra colonia a
¡matar a su propia reina y unirse a la reina manipuladora! Los huevos del cuco
imitan la forma y dibujo de la especie a la que parasitan para engañar a sus
padres y hacer que cuiden a los recién nacidos como si fueran sus hijos, los
cuales, una vez nacidos, manipulan a sus huéspedes con sonoros y llamativos
sonidos, de forma que estos siguen alimentando a la cría del cuco a pesar de
ser, a menudo, ¡mucho más grande que los "padres"!
El parásito
"dicrocoelium dentriticum"
tiene un ciclo de parasitismo consistente en pasar parte de su vida en el
cuerpo de una hormiga y el resto en el hígado de una oveja. Para conseguir
completar su ciclo de vida, los genes del parásito hacen algo increíble:
fabrican una sustancia que manipula el comportamiento de la hormiga adulta.
Esta sale por la tarde del hormiguero, trepa hasta lo alto de una hoja de
hierba y permanece inmóvil esperando que una oveja se la coma. ¡Así los genes
del parásito consiguen pasar del cuerpo de la hormiga al de la oveja!

Desde los
comienzos de la raza humana, el hombre ha tenido miedo a lo desconocido; esto
es una reacción muy natural de supervivencia. Inicialmente el miedo estaba
extendido por todos sitios: miedo a la oscuridad, a las tormentas, a los
reflejos de la luz, al fuego o a los eclipses. Con el tiempo, la ciencia ha ido
explicando todos los fenómenos cuya causa antes era desconocida.
En la
actualidad la ciencia ha transformado tanto nuestro mundo y nuestra forma de pensar
y sentir que casi parecemos una especie distinta a los primeros
homo sapiens: nuestros rasgos físicos han cambiado, llevamos ropa,
poseemos una tecnología que hace un par de siglos era ciencia ficción y vivimos
de media 40 años más. Nadie en su sano juicio puede negar hoy en día que la
ciencia ha mejorado la vida del ser humano de una forma realmente
impresionante. Esta mejora en la vida de las personas ha traído consigo
A pesar de la
enorme mejora, millones de personas en la actualidad siguen pasando hambre y
miseria. Ante estos nuevos retos y como ha pasado casi siempre a lo largo de la
historia, la ciencia tiene soluciones, soluciones que podrían salvar y mejorar
la vida de millones de personas. Sin embargo, nuestro antiguo e irracional
enemigo está de nuevo impidiendo que estas soluciones se desarrollen a la
velocidad necesaria: el miedo. Las nuevas tecnologías han creado nuevos
e irracionales miedos: las centrales nucleares tienen que ser desmanteladas
porque la radiación nos matará, las grandes compañías conspiran para adueñarse
del mundo y controlarnos a nosotros por lo que debemos desmantelarlas, los
alimentos modificados genéticamente producirán nuevas y terribles enfermedades
que acabarán con nosotros, ¿Quién se cree que es el hombre para jugar a ser
Dios?
A continuación
voy a exponer los motivos por los cuales estos miedos son en gran medida
irracionales y porqué la ciencia no solo puede si no que tiene la obligación y
el deber de ayudar a resolver los enormes retos que la humanidad tiene por
delante.
El mito de lo natural es bueno y lo
artificial peligroso
Durante
millones de años, mucho antes de la aparición del ser humano, las plantas han
librado una terrible batalla contra dos enemigos implacables: los insectos y
los microorganismos (virus y bacterias). Para defenderse de ellos, estas han
desarrollado todo tipo de sustancias químicas para eliminar estos organismos,
hasta el punto de que en la actualidad un gran porcentaje de la composición de
las plantas no tiene nada que ver con su "esencia natural": las
plantas están saturadas de todo tipo de venenos. No es de extrañar que un
gran número de las sustancias generadas por las plantas tengan efectos tóxicos
en otros seres vivos, incluidos nosotros. Como dijo el científico Bruce Ames
después de realizar decenas de experimentos de toxicidad en ratas:
"Hay más cancerígenos para los
roedores en una taza de café que los residuos de pesticidas que puedas recibir
en un año".
Exigir una
"pureza" absoluta en los alimentos es absurdo: si la contaminación" se define como la
presencia de una sola molécula de una sustancia extraña, entonces cada bocado
de nuestros alimentos está enormemente contaminado con plomo, DDT, toxinas
bacterianas y muchas otras sustancias. Las plantas han librado una "carrera
armamentística" evolutiva durante millones de años: los virus, bacterias o
insectos desarrollaban un arma nueva para atacar y parasitar a una especie de
planta y con el tiempo ésta desarrollaba una nueva forma de defenderse.
Con la llegada
de la agricultura, el hombre asestó un "golpe mortal" a la
supervivencia de las plantas: antes los microorganismos y los insectos debían
buscar las plantas en grandes extensiones de terreno, ahora el hombre ha creado
enormes superficies de terreno para el cultivo, de forma que no es de extrañar
que los insectos y microorganismos que viven de las plantas estén concentradas
en estas áreas. De hecho, estos organismos han arruinado tantas cosechas y
condenado a pasar hambre a tantas familias que prácticamente la agricultura
sería inviable si no se ayuda de alguna forma a sobrevivir a los cultivos.
La forma
reciente de ayudarlos es con los pesticidas; sin embargo, estos tienen muchos
efectos indeseables: matan indiscriminadamente, son caros y costosos de
aplicar, son perjudiciales para el medio ambiente e incluso pueden serlo para
el ser humano. Imaginemos que un día la ciencia plantea una solución para
ayudar a las plantas a evitar todos estos problemas: el nuevo "arma"
matará solo a los insectos o parásitos que ataquen a la planta, es barata y no
hace falta esparcirla por todas las plantaciones y no tiene ningún efecto
nocivo sobre el medio ambiente o sobre el ser humano. ¿No sería un auténtico
sueño para los agricultores? Sin embargo, para implantar la solución hay que
modificar uno o varios genes en las semillas de las plantas... de nuevo aparece
el miedo.
El argumento
del miedo es que modificar artificialmente los genes de las plantas puede ser
peligroso para el ser humano, puede crear nuevas enfermedades, etc. Sin
embargo, este argumento, al menos su esencia, es absurdo ya que esto es
exactamente lo que la naturaleza lleva haciendo millones de años: modificar los
genes de las plantas para que segreguen sustancias químicas que las protejan de
sus enemigos. La ciencia es capaz de hacerlo ahora incluso mejor que la
naturaleza: puede hacerlo de forma totalmente selectiva de forma que se
modifique solo la información genética necesaria de forma que se asegure que el
cambio tiene exactamente los efectos deseados y es inocuo para el ser humano y
otras formas de vida. Además, sabemos que funciona, ya se ha hecho en varias
especies: en 2006 en EEUU el 89% de las plantaciones de soja, el 83% de las de
algodón y el 61% de las de maíz eran ya transgénicas.
El mito de que las plantas y los
animales que comemos en la actualidad son naturales y no artificiales
Cuando comenzó
la agricultura hace unos 10.000 años, no todo fue "coser y cantar".
Los primeros cultivos eran difíciles de sembrar y su producción era escasa y de
tamaño muy reducido. Había que modificar el sistema de cultivo; los primeros
agricultores ya se dieron cuenta de que sembrando solo las semillas de las
mejores plantas y eliminando las malas (aquellas más pequeñas o improductivas)
se obtenían mejores resultados en cada cosecha. Esto también era válido para el
ganado: haciendo que se reproduzcan solo las vacas que dan mejor leche o los
animales que dan mejor carne conseguimos mejorar la cantidad y calidad de la
leche y la carne generación tras generación. Esto es una modificación genética
por selección artificial, que es lo mismo que hace la naturaleza pero realizado
de forma artificial o selectiva. ¡Los humanos llevamos modificando
genéticamente las especies animales y vegetales miles de años! De hecho la
mayoría de especies vegetales son hoy tan diferentes en la actualidad a sus
especies originales naturales que algunas son casi irreconocibles.
La diferencia entre lo que hace la naturaleza mediante la selección natural e
incluso lo que llevamos haciendo miles de años mediante selección artificial es
que ahora la ciencia puede hacer lo mismo que hace la naturaleza, pero sin
tener que esperar varias generaciones. Además la naturaleza no discrimina ni
selecciona el mejor cambio posible: cualquier modificación que mejore la
supervivencia de la especie, aunque sea perjudicial para el resto de las
especies, sobrevivirá y se esparcirá. Nosotros podemos elegir la mejor
solución para todas las especies. Los riesgos de la manipulación
genética controlada no pueden exceder a lo que lleva haciendo la naturaleza de
forma natural mediante selección natural durante millones de años, porque el
mecanismo subyacente es exactamente el mismo.
Por supuesto,
cualquier modificación de cualquier especie animal o vegetal deberá hacerse de
forma totalmente controlada y con los mecanismos de seguridad necesarios para
asegurar que los efectos son solo y exclusivamente los deseados. Ninguna
actividad humana está totalmente exenta de riesgos: el uso de vacunas tenía sus
riesgos e inicialmente fue objeto de controversia, lo que parecía claro y se ha
demostrado cierto es que las ventajas superaban con creces los posibles riesgos
y hoy en día el haber salvado millones de vidas constituye uno de los mayores
logros de la humanidad.
En la
actualidad, el balance entre potenciales beneficios y potenciales peligros del
uso controlado de herramientas de modificación genética es tan positivo que su
implantación es tanto una necesidad como una obligación con los millones de
personas que pasan hambre en el mundo. El miedo irracional puede retrasar
décadas el uso de estas herramientas, que con toda probabilidad se acabarán
imponiendo según se vaya demostrando su seguridad; sin embargo, países con
economías emergentes como China, Brasil o la India y por supuesto los países
subdesarrollados no pueden esperar más: cada año mueren miles de personas de
hambre y de enfermedades relacionadas con la malnutrición.
La revolución genética que se
avecina

La revolución genética
ya está en marcha, aún está en sus inicios; sin embargo, a medida que se vaya
demostrando la seguridad de su uso, los enormes beneficios para la agricultura,
la ganadería, la pesca, la medicina, el medio ambiente y para todas las
ciencias biológicas en general su uso será imprescindible. Esta revolución,
previsiblemente, se desarrollará en varios campos:
1º) Alimentación:
El uso de
técnicas de modificación genética selectivas y controladas permitirá mejorar la
calidad de los cultivos, su resistencia a las plagas e inclemencias
meteorológicas, su cantidad nutricional; permitirá realizar cultivos en zonas
donde antes era imposible e incluso permitirá (usando técnicas de uso de
células madre) fabricar alimentos sin siquiera sacrificar animales.
2º) Medicina:
En 1992, la
UNICEF estimó que unos 124 millones de niños en todo el mundo tenían una grave
deficiencia de vitamina A; debido a esto, unos 500.000 niños al año se quedarán
ciegos y miles morirán directamente por esta causa. El arroz, uno de los
alimentos más usados en el mundo, no tiene vitamina A; sin embargo, es posible
utilizando técnica de modificación genética, modificar el genoma del arroz para
que este produzca por sí mismo esta vitamina. Esto es solo un ejemplo de lo que
se puede lograr; también sería posible introducir genes que producirían la
vacuna contra cierta enfermedad, esto permitiría salvar millones de vidas en
los próximos años.
Prácticamente
todas las enfermedades humanas tienen una base genética. Se estima que entorno
al 2% de los bebés nacen con algún tipo de anormalidad genética seria y se
calcula que los genes son directamente responsables de 1 de cada 10 ingresos
hospitalarios infantiles e indirectamente responsables de 5 de cada 10. El
listado de enfermedades con base genética es interminable: cáncer, alzeimer, esquizofrenia, autismo, VIH, SCID, síndrome de
Down, enfermedad de Huntington...
En un futuro
no muy lejano muchas de estas enfermedades podrán ser detectadas y curadas
mediante modificación genética en el periodo embrionario; por otro lado, el
estudio de los mecanismos genéticos implicados en estas enfermedades es
imprescindible para poder desarrollar una cura. Por otro lado, el uso de
técnicas con células madre podría hacer realidad en pocos años la medicina
regenerativa: los tejidos u órganos dañados se regeneran automáticamente lo que
hace innecesarios la cirugía o los trasplantes.
3º) Medio ambiente:
El uso de
estas técnicas produciría una enorme mejora para el medio ambiente: disminución
del uso de pesticidas, mejor distribución de la tierra cultivable, mejora de la
distribución de los caladeros, eliminación de hierbas nocivas y aumento de la
tierra cultivable, uso de bacterias modificadas para eliminar vertidos, etc,etc.
4º) Industria:
Modificando el
genoma de ciertas especies vegetales sería posible que estas fabricasen en su
propio metabolismo ciertos productos valiosos para el desarrollo industrial de
zonas sin recursos ni materias primas. Por ejemplo, una compañía ha conseguido
inducir a las plantas de algodón a producir un tipo de poliéster, de forma que
la planta produce por sí misma una mezcla de algodón-poliéster con gran valor
industrial. Por otro lado, la modificación genética de ciertos tipos de
bacterias podría servir para generar energía, ya que estas serían capaces de
obtener energía útil a partir de residuos orgánicos.
5º) Investigación científica:
Conocer cómo
funciona nuestro genoma es imprescindible para conocer lo que somos, de donde
venimos, cual será nuestra evolución futura, porqué nos comportamos como lo
hacemos, porqué sentimos o tenemos fobias, porqué nos ruborizamos, porqué
amamos... gran parte de lo que somos está escrito en
6º) Prevención ante pandemias y
desastres evolutivos:
Los
microorganismos no solo son los más grandes enemigos de plantas y animales,
también son nuestros más grandes enemigos. Actualmente existe una terrible
batalla entre ellos y nosotros: con el tiempo, los microorganismos se hacen
resistentes a nuestras medicinas y esto puede ser el origen de pandemias
potencialmente devastadoras. Solo investigando el ADN de estos microorganismos
y analizando cómo evolucionan podremos desarrollar nuevos
Por otro lado,
una de las características más notables de la evolución es que está no es
inteligente, no planifica; una mejora para la supervivencia de una especie será
automáticamente favorecida por la selección natural independientemente de si es
nociva para otras especies o si a la larga desemboca en la extinción de la
propia especie: a lo largo de la evolución se han extinguido miles de especies.
Pero actualmente, estamos en el único periodo de la historia en que el hombre
puede mejorar la lenta y poco inteligente selección natural: el hombre puede
evitar su propia extinción.
CONCLUSIONES
De todo lo
dicho, de los cientos de informes y estudios científicos realizados y de las
pruebas prácticas que demuestran la seguridad de los alimentos modificados
genéticamente, se puede concluir que el uso controlado de estas técnicas no
solo es recomendable sino absolutamente necesario si queremos hacer frente a
los retos que se nos avecinan. Por otro lado, cada año de retraso supone, dicho
con toda claridad, aumentar el sufrimiento de la humanidad: pobreza,
malnutrición, enfermedades, dolor... ¿Quién va a explicar a estos cientos de
miles de seres humanos que la ciencia puede ayudarles pero que no lo va a hacer
porque los que tienen el poder de hacerlo están cargados de prejuicios de todo
tipo (ideológicos, religiosos, etc.) y además poseen una inmensa ignorancia en
materias científicas?
© 2024 JAVIER DE LUCAS