¿NUCLEARES SÍ?

SEGUNDA PARTE

Transparencia nuclear

Con frecuencia se acusa a la industria nuclear de falta de transparencia. Es un mantra que se repite y que ha calado profundamente en la opinión pública, pero déjame decirte que es absolutamente falso. No estoy insinuando que los profesionales nucleares sean más honestos que los de otros sectores, sino que tienen una mayor obligación de ser transparentes por las características especiales de su trabajo. En este artículo voy a explicar en qué consiste la transparencia de la energía nuclear y podrá compararse con otros sectores, para que se pueda entender mejor si cabe (por si todavía no he hecho suficiente incidencia al respecto) el profundo significado de una frase que nos repiten con frecuencia: «la seguridad es lo primero».

El diseño de una central nuclear está sometido a unas bases de licencia, que son los requisitos que debe cumplir la instalación de forma obligatoria, siguiendo todas las normas que define el organismo regulador sobre energía nuclear, que en el caso de España es el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Toda esa reglamentación se debe tener en cuenta en el diseño, en la operación de la central y en cualquier modificación de la instalación. La función fundamental del CSN en materia de seguridad nuclear es verificar el cumplimiento de esos requisitos en todo momento.

El organismo regulador nuclear vigila constantemente qué se hace.Todos los países con centrales nucleares e instalaciones radiactivas disponen de un organismo regulador que tiene como misión velar por la seguridad radiológica de los ciudadanos. Durante la operación de las centrales nucleares el regulador realiza una evaluación permanente de la seguridad revisando, entre otros aspectos, la experiencia operativa (las cosas que ocurren), las modificaciones de diseño (que puedan afectar a la seguridad), la formación de los trabajadores, la vigilancia radiológica del entorno, las dosis que reciben los trabajadores, así como el programa de identificación y resolución de problemas. Este programa es realmente interesante y merece la pena explicarlo.

Cualquier trabajador puede notificar, dando su nombre o de forma anónima, cualquier problema que considere necesario resolver. A veces es algo tan sencillo como una carencia en la formación, pero en otras ocasiones es una avería repetitiva o una forma de trabajar equivocada. Un equipo de personas de diferentes perfiles se dedica a revisar las notificaciones y asignar un responsable para solucionarlas. La empresa tiene la obligación de responder al solicitante con una solución y el CSN audita todo el proceso para asegurarse de que se realiza correctamente. Es como si mi editor tuviera a una persona de la RAE al lado vigilando constantemente lo que hace.

Programa de inspecciones

Cada central nuclear recibe unas 20 inspecciones anuales planificadas sobre distintos aspectos de la seguridad. En cada una de ellas, un equipo de inspectores del CSN pasa varios días en la instalación, se entrevistan con las personas que consideran necesarias, supervisan actividades y consultan documentación. Cuando terminan su inspección editan un informe que posteriormente se publica en la página web del CSN. Así que, si estás interesado en saber qué problemas encuentran los inspectores en las centrales nucleares españolas, no tienes más que consultar los informes.

Todas las centrales nucleares, además de las inspecciones planificadas, tienen inspectores residentes que trabajan cada día en las centrales durante un determinado tiempo (que va de meses a pocos años). Los inspectores están considerados agentes de la ley, acuden a las reuniones diarias, consultan los diarios de operación (donde se detalla todo lo que ocurre), se reúnen con la dirección de la central y los jefes de turno, hacen rondas por las instalaciones, observan trabajos de mantenimiento, supervisan pruebas de equipos de seguridad y consultan la información que necesiten. Finalmente, con toda la información elaboran un parte semanal y un acta trimestral que también se publica en la web del CSN (por si necesitabas más lecturas de interés). Con la información de las inspecciones se pueden definir hallazgos, que son incumplimientos de normas, buenas prácticas o compromisos documentados. Estos hallazgos son públicos y las centrales tienen la obligación de dar una respuesta para solucionarlos. Toda la información es transparente por el mero hecho de hacerse pública.

Información remitida al CSN

Cada central nuclear debe remitir cierta información al CSN con una determinada frecuencia (datos como potencia, temperatura, presión, condiciones químicas del primario o dosis radiactivas). Aunque quizás la notificación más importante de cara a la opinión pública es la de los sucesos relacionados con la seguridad nuclear o la protección radiológica, los llamados sucesos notificables. En función de su importancia y severidad, la notificación deberá realizarse en 1 hora, 24 horas o 30 días. Esta normativa obliga a notificar, por ejemplo, la superación del límite de dosis para trabajadores, accidentes laborales graves, vertidos no planificados, aumento de la tasa de dosis, pérdida de sistemas de seguridad, fenómenos naturales adversos, paradas de la central, actuación de sistemas de seguridad, etc.

En las notificaciones más urgentes, la sistemática es siempre la misma: lo antes posible después de identificar el suceso, la central debe comunicarlo por teléfono al regulador y a otras instituciones, y posteriormente enviar la documentación por escrito vía fax (sí, todavía existen) o correo electrónico antes de una hora. Todos los sucesos notificados al CSN están disponibles para consulta pública en su web clasificados por instalación y por fecha. No hablo de oídas, ya que por mi puesto de trabajo soy responsable de enviar las notificaciones más urgentes (1 hora) en caso de producirse un suceso importante durante mi turno de trabajo. En caso de activación del Plan de Emergencia, la sistemática es muy similar. En los casos en los que sea necesaria ayuda exterior o avisar a la población, estas notificaciones se envían también a Protección Civil. A mi modo de ver, más transparencia es casi imposible.

OIEA, WANO, ARN… Difíciles de pronunciar, pero claves para la seguridad

El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que forma parte de Naciones Unidas, tiene como principio los «Átomos para la paz y el desarrollo» y promueve el uso pacífico de la tecnología nuclear en condiciones de seguridad. Esta agencia ofrece a sus estados miembros una amplia gama de inspecciones, en las que un equipo de expertos compara prácticas concretas de las centrales nucleares con las normas del OIEA en materia de seguridad nuclear.

Durante las misiones OSART (Operational Safety Review Team), un grupo de expertos internacionales realizan exámenes en profundidad del comportamiento de la central nuclear en materia de seguridad. La «misión» tiene una duración de tres semanas. Al acabar, el grupo OSART prepara un informe para que lo examine la dirección de la central, y unos 18 meses después tiene lugar una visita de seguimiento, donde un grupo de tres o cuatro miembros evalúa los progresos hechos en la solución de las cuestiones planteadas en el examen inicial. Los profesionales nucleares saben muy bien lo que significa sentirse observado.

La Asociación Mundial de Operadores Nucleares (WANO) es una organización internacional privada fundada después del accidente de la central nuclear de Chernóbil para promover la cooperación y excelencia profesional de la industria nuclear. La misión de WANO es maximizar la seguridad y fiabilidad de las centrales nucleares de todo el mundo mediante el trabajo en equipo para asesorar, comparar y mejorar el funcionamiento para el apoyo mutuo, intercambio de información y realización de las mejores prácticas. Un peer review es una revisión por pares, por homólogos. Los peer review ayudan a los miembros a compararse con los estándares de excelencia mediante una profunda revisión de sus operaciones por un equipo independiente externo.

Pero eso no es todo. Otros organismos realizan inspecciones en las centrales nucleares, como las auditorías de AENOR a las que las centrales se someten voluntariamente para certificar la calidad de sus procesos, las misiones especiales encargadas a distintas organizaciones como INPO (Institute of Nuclear Power Operators) o como la Aseguradora de Riesgos Nucleares (ARN). Aunque existe un mito muy extendido de que ninguna compañía quiere asegurar las centrales nucleares, es mentira; existe tal aseguradora y además todo está regulado por ley. En caso de accidente, el seguro es limitado, como cualquier seguro de cualquier actividad, y el responsable final es el Estado.

La industria nuclear es una de las más auditadas con el objetivo de optimizar la seguridad nuclear de sus instalaciones. Es obvio que a nadie le interesa un accidente nuclear, ni a los trabajadores, ni a la población, pero tampoco a los propietarios. Y estarás de acuerdo conmigo en que no se trata de falta de modestia, sino que es una conclusión: probablemente no exista una industria más transparente que la nuclear.

Las centrales nucleares no producen más cáncer

Ahora entraremos de lleno en un mito muy extendido sobre la energía nuclear: que las centrales nucleares aumentan el riesgo de cáncer entre las personas que viven a su alrededor. Los seres humanos solemos hacer estadísticas con un solo caso y rápidamente se vincula cualquier cáncer con la cercanía de la central, aunque la persona afectada de un cáncer de pulmón fuera, por ejemplo, un fumador empedernido.

Precisamente para hacer frente a esta preocupación, en España se realizó un estudio epidemiológico entre 2006 y 2009, llevado a cabo por el Instituto de Salud Carlos III por encargo del Consejo de Seguridad Nuclear, que arrojó unos resultados compatibles con otros estudios realizados en otros países. Pero antes de indagar en esos resultados, vamos a conocer qué emisiones radiactivas tiene una central nuclear en su operación normal,

¿Cómo emiten radiactividad las centrales nucleares?

No estamos hablando aquí de accidentes nucleares, sino del día a día, del funcionamiento normal de una central nuclear. Una central produce residuos sólidos, líquidos y gaseosos (los tres estados clásicos de la materia). Los residuos sólidos se gestionan en función de su nivel de actividad (según lo radiactivos que sean) y se almacenan con seguridad para que no supongan un riesgo para las personas y para el medioambiente.

El circuito primario de los reactores, el que refrigera el núcleo, es radiactivo porque tiene pequeñas trazas de restos de la fisión y de materiales activados de las tuberías. Lógicamente, no se pueden desechar sin un adecuado tratamiento. Aunque se trata de un circuito cerrado, es necesario ir renovando parcialmente su contenido y se va almacenando en unos grandes depósitos. El objetivo es dejarlo un tiempo allí, que puede variar desde días hasta meses, para que el decaimiento radiactivo haga que disminuya el nivel de actividad del agua. Una vez pasado ese tiempo, el agua se hace pasar por filtros y por desmineralizadores, unos depósitos que contienen unas resinas (en forma de bolitas de milímetros) que retienen los minerales. Posteriormente, se toma una muestra del agua, se analiza para ver si cumple con los límites legales (que se ha demostrado que producen dosis inocuas) y en caso afirmativo se descarga al río, mar o lago del que se refrigera la central. Un detector comprueba en todo momento que la descarga cumpla con esos límites y, en caso contrario, la detiene automáticamente.

¿Y los gases? En el caso de las descargas gaseosas el proceso es muy similar, aunque la mayor parte de los gases emitidos son gases nobles de vida corta.

Programa de vigilancia radiológica ambiental

Entre las misiones del organismo regulador en materia nuclear, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en España, está el supervisar las medidas de protección radiológica de las personas (el público) y el medioambiente. Este organismo vigila las descargas de materiales radiactivos que realizan las instalaciones nucleares y radiactivas para que se realicen siempre como te he explicado antes, cumpliendo los límites legales.

La red de vigilancia radiológica ambiental está formada por dos tipos de redes. Por un lado, las redes propias de cada instalación y, por otro, una red de vigilancia nacional que se distribuye por todo el territorio y que gestiona el propio CSN. En cada instalación se toman muestras periódicas en su entorno: aire, radiación directa, agua potable, agua de lluvia, agua subterránea, suelo, sedimentos y organismos indicadores, leche y cultivos, carne, huevos, peces, mariscos y miel. La frecuencia es variable: unas muestras se toman de manera semanal, otras son mensuales y otras semestrales. Los resultados se analizan y se envían al CSN para que determine si las instalaciones están cumpliendo con la legislación.

Características del estudio y resultados

Pero volvamos al estudio epidemiológico que se realizó, como no podía ser de otra forma, con las debidas condiciones de rigor científico y transparencia. Un comité consultivo, que realizó un seguimiento detallado e independiente del estudio, estaba formado por representantes de las autoridades sanitarias de las comunidades autónomas, organizaciones sindicales, autoridades municipales, compañías propietarias de las instalaciones, organizaciones ecologistas y expertos independientes. No faltaba nadie.

Se estudiaron todas las centrales nucleares españolas y todas las instalaciones nucleares y radiactivas relacionadas con el combustible nuclear, independientemente de su estado de operación. Se incluyeron todos los municipios en un radio de 30 km de las instalaciones, comparándolos con otros municipios con similares características, pero alejados de las instalaciones. En total se estudiaron más de 1000 municipios, la mitad de ellos cerca de las instalaciones. En el estudio se contrastaba la mortalidad por diferentes tipos de cáncer de los residentes entre los años 1975 y 2003. Como variable se utilizó la dosis efectiva, que es un parámetro fácilmente medible, y se comparó con las dosis producidas por las descargas legales de efluentes líquidos y gaseosos de las instalaciones, que he explicado más arriba.

En el análisis de las zonas alrededor de las instalaciones radiactivas no se observó un patrón de incremento de la mortalidad por cáncer asociado a la dosis recibida. Las dosis estimadas recibidas por la población como consecuencia de las instalaciones estaban muy por debajo de las que podrían relacionarse, con los conocimientos científicos actuales, con efectos en la salud. Curiosamente, en los estudios tampoco se detectó una mayor mortalidad debida a la radiactividad natural, que es muy diferente de unos lugares a otros y siempre resulta mucho mayor que la que emiten las instalaciones radiactivas. Esto podría indicar que el fondo radiactivo natural también es lo suficientemente bajo como para no aumentar la incidencia del cáncer.

En todos los estudios, la dosis equivalente anual que reciben las personas que viven alrededor de las centrales nucleares (dentro de un radio de 30 km) está cuatro órdenes de magnitud (diez mil veces menos) por debajo del límite legal de 1 mSv anual. La dosis media anual medida en el entorno de las centrales nucleares es menor de 0,0001 mSv (0,1 µSv). Curiosamente, es la misma dosis que recibe una persona al comerse un solo plátano. O sea, un desayuno equivale a que se viviese un año entero en un radio de 30 km de una central nuclear. Insisto, la conclusión no es que se deba dejar de comer plátanos, sino conocer que su riesgo radiológico es tan bajo como el de vivir cerca de una central nuclear, algo que seguro no pensamos cada mañana mientras desayunamos.

 

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