HISTORIA DE LA POESIA EN ESPAÑA

 

TERCERA PARTE

EL SIGLO XVI (HASTA CERVANTES)

 Acuña (Hernando de)

(Valladolid 1520 - Granada 1580). No conocemos datos sobre su infancia y juventud hasta que se alistó en el ejército imperial en 1536. Se trata de un poeta-soldado, perteneciente al petrarquismo español. Su producción poética cuenta con traducciones de poemas caballerescos y con poesía italianizante al gusto de la época.

Es muy célebre y conocido su soneto, "Ya se acerca, Señor, o es ya llegada". El conjunto de su obra compuesta por canciones, madrigales, sonetos, etc...fue publicada por su viuda.

 

SONETO EN RESPUESTA DEL PASADO

Bien os puedo decir, considerando

lo que pruebo del mundo y lo que siento,

que siendo los trabajos dél sin cuento,

se pueden los descansos ir contando.

Mas el fuerte varón, no desmayando,

esfuerza con valor el sufrimiento,

y al sabio da el saber un nuevo aliento

con que, puesto que teme, va esperando.

Y si hay Fortuna en el humano estado,

no es justo que ninguno desespere,

pues todo a su mudanza está sujeto;

mas de remedio estar desconfiado,

no se sufre, señor, en el que fuere,

cual sabemos que sois, fuerte y discreto.

SONETO AL REY NUESTRO SEÑOR

Ya se acerca, señor, o es ya llegada

la edad gloriosa en que promete el cielo

una grey y un pastor solo en el suelo,

por suerte a vuestros tiempos reservada.

Ya tan alto principio, en tal jornada,

os muestra el fin de vuestro santo celo

y anuncia al mundo, para más consuelo,

un monarca, un impeno y una espada.

Ya el orbe de la tierra siente en parte,

y espera en todo, vuestra monarquía,

conquistada por vos en justa guerra:

que a quien ha dado Cristo su estandarte

dará el segundo más dichoso día

en que, vencido el mar, venza la tierra.

SONETO

De la alta torre al mar Hero miraba,

al mar que siempre más se embravecia,

y esperando a Leandro se temía,

mas siempre con temerse le esperaba.

Cuando la tempestad ya le acababa

de su vida la lumbre y de su guía,

y el cuerpo sin el alma a dar venía,

do el alma con el cuerpo deseaba,

esclareciendo en esto, la triste Hero

vio muerto a su Leandro en la ribera

del viento y de las ondas arrojado,

y dejóse venir sobre él diciendo:

«Alma, pues otro bien ya no se espera,

éste al menos te será otorgado.»

SONETO DE DON ALONSO DE ACUÑA

De mí agora huyendo, voy buscando

donde pueda ocupar el pensamiento,

para aliviar en parte mi tormento,

que el alma y corazón está abrasando.

Yo no hallo remedio sospirando,

que suele dar alivio al descontento,

y es tan grave el dolor del mal que siento,

que no descansa el corazón llorando.

Y así como el que está desafiuzado,

que le dejan comer de lo que quiere,

aunque sea contrario a su sujeto:

quedando con disculpa en este estado,

tomado he por remedio, si lo fuere,

dirigimos, señor, este soneto.

A UN BUEN CABALLERO Y MAL POETA,

 LA LIRA DE GARCILASO CONTRAHECHA

De vuestra torpe lira

ofende tanto el son, que en un momento

mueve al discreto a ira

y a descontentamiento,

y vos solo señor quedáis contento,

Yo en ásperas montañas,

no dudo que tal canto endureciese

las fieras alimañas,

o a risa las moviese

si natura el reír les concediese.

Y cuanto habéis cantado

es para echar las aves de su nido,

y el fiero Marte airado

mirándoos se ha reído

de veros tras Apolo andar perdido.

¡Ay de los Capitanes

en las sublimes ruedas colocados,

aunque sean Alemanes,

si para ser loados

fueran a vuestra musa encomendados!

Mas ¡ay, señor de aquella

cuya beldad de vos fuere cantada,

que vos daréis con ella

do verse sepultada

tuviese por mejor que ser loada!

Que vuestra musa sola

basta a secar del campo la verdura,

y al lirio y la vïola,

do hay tanta hermosura,

estragar la color y la frescura.

Triste de aquel cautivo,

que a escuchamos, señor, es condenado,

que está muriendo vivo,

de versos enfadado

y a decir que son buenos es forzado.

Por vos como solía

no reprehende Apolo, ni corrige

la mala Poesía,

ni ya las plumas rige,

pues la vuestra anda suelta y nos aflige.

Por vuestra cruda mano

aquella triste traducción furiosa

no tiene hueso sano,

y vive sospechosa,

que aun vida le daréis más trabajosa.

Por vos la docta Musa

no da favor a nadie con que cante,

y mil querellas usa

con un llanto abundante,

mas nunca escarmentáis para adelante.

A vos es vuestro amigo

grave si no os alaba, y enojoso,

y si verdad os digo

daisme por envidioso,

por hombre que no entiende, o sospechoso.

Si yo poeta fuera,

viendo la cosa ya rota y perdida,

a Apolo le escribiera,

pues que de sí se olvida,

que reforme su casa, o la despida.

Que no ha sido engendrada

la Poesía de la dura tierra,

para que sea tratada

como enemigo en guerra

de quien se muestra amigo y la destierra.

Ella anda temerosa

con sobrada razón y tan cobarde,

que aun quejarse no osa,

ni halla quien la guarde

de que en vuestro poder no haga alarde.

Y estáis vos alegrando,

el pecho contra Apolo empedernido,

y a su pesar cantando

de que él está sentido,

y el coro de las Musas muy corrido.

Por ley es condenado

cualquier que ocupa posesión ajena,

y es muy averiguado

que con trabajo y pena

el oro no se saca do no hay vena.

Pues ¿qué podrá decirse

de quien de versos llenos de aspereza

no quiere arrepentirse,

y para tal dureza

anda sacando fuerzas de flaqueza?

Señor, unos dejaron

fama en el mundo por lo que escribieron,

y de otros se burlaron,

que en obras que hicieron

ajeno parecer nunca admitieron:

Palabras aplicadas

podrían ser éstas a vuestra escritura,

pero no señaladas,

porque es en piedra dura,

y ya vuestro escribir no tiene cura.

Mas digo finalmente,

aunque decirlo es ya cosa excusada,

que no hagáis la gente

de vos maravillada

juntando mal la pluma con la espada;

mueran luego a la hora

las públicas estancias y secretas,

y no queráis agora

que vuestras imperfetas

obras y rudo estilo a los poetas

den inmortal materia,

para cantar en verso lamentable,

las faltas y miseria;

de la alta torre al mar Hero miraba,

digno que no sin rosa dél se hable.

Aguilar (Gaspar de)

(Valencia 1561 - 1623). Perteneció a una familia de artesanos, fue secretario de diversos nobles y mayordomo del duque de Gandía hasta poco antes de morir. Se especializó en obras de encargo, generalmente para el municipio valenciano.

Autor de diversas obras entra las que destacan un poema épico muy conocido, LA EXPULSIÓN DE LOS MOROS DE ESPAÑA, LOS AMANTES DE CARTAGO Y EL MERCADER AMANTE. Merece una especial mención su obra EL GRAN PATRIARCA D. JUAN DE RIBERA, obra hagiográfica muy atípica porque presenta una huelga de jornaleros, la represión del bandolerismo y la expulsión de los moriscos.

SONETO

  Hurta a Abril la mano artificiosa

del tiempo la hermosura soberana,

y de aquellos despojos que le gana

compone el rostro de Belisa hermosa.

  A sus mejillas da encarnada rosa

con que escurece a Venus y a Dïana;

con la azucena, de su frente ufana

descubre la hermosura milagrosa..

 Del tornasol le forma los cabellos,

del lirio azul las venas transparentes,

de la alegre mosqueta los colores,

  del hermoso clavel los labios bellos,

del nevado jazmín los blancos dientes.

¡Quién fuese abeja de tan bellas flores!

Alcázar (Baltasar del)

Sevilla 1530 - Ronda 1606). Se tienen pocas noticias acerca de su vida. Estudió Humanidades en su ciudad natal y muy joven se alistó como soldado  en las naves y galeras del marqués de Santa Cruz. Después de haber sido hecho prisionero y haber conseguido la libertad, dejó el servicio militar. Fue músico y adquirió fama en Andalucía, no solo de músico sino de poeta. De salud precaria, padeció durante muchos años de la gota, enfermedad de la que murió. Escribió poemas amorosos, poesías anacreóntica y burlescas.

Entre estas últimas destaca, LA CENA JOCOSA, el DIÁLOGO ENTRE PERRILLOS, A DOS ENCORVADOS, MODOS DE VIVIR LA VEJEZ, etc... Su obra poética se publicó por primera vez en Sevilla en 1856, bajo el título de POESÍAS REUNIDAS.

LA CENA JOCOSA

En Jaén, donde resido,

vive don Lope de Sosa,

y diréte, Inés, la cosa,

más brava de él que has oído.

Tenía este caballero

un criado portugués...

Pero cenemos, Inés,

si te parece, primero.

La mesa tenemos puesta,

lo que se ha de cenar junto,

las tazas del vino a punto:

falta comenzar la fiesta.

Comience el vinillo nuevo

y échole la bendición;

yo tengo por devoción

de santiguar lo que bebo,

Franco, fue, Inés, este toque,

pero arrójame la bota;

vale un florín cada gota

de aqueste vinillo aloque.

¿De qué taberna se traxo?

Mas ya..., de la del Castillo

diez y seis vale el cuartillo

no tiene vino más baxo,

Por nuestro Señor, que es mina

la taberna de Alcocer;

grande consuelo es tener

la taberna por vecina.

Si es o no invención moderna,

vive Dios que no lo sé,

pero delicada fue

la invención de la taberna.

Porque allí llego sediento,

pido vino de lo nuevo,

mídenlo, dánmelo, bebo,

págolo y voyme contento.

Esto, Inés, ello se alaba,

no es menester alaballo,-

Solo una falta le hallo:

que con la priesa se acaba.

La ensalada y salpicón

hizo fin: ¿qué viene ahora?

la morcilla, ¡oh gran señora,

digna de veneración!

¡Qué oronda viene y qué bella!

Qué través y enjundia tiene!

paréceme, Inés, que viene

para que demos en ella.

Pues, sus, encójase y entre

que es algo estrecho el camino,

no eches agua, Inés, al vino

no se escandalice el vientre,

Echa de lo trasañejo,

porque con más gusto comas,

Dios te guarde, que así tomas,

como sabia mi consejo.

Mas di, ¿no adoras y aprecias

la morcilla ilustre y rica?

¡Cómo la traidora pica;

tal debe tener especias!

¡Qué llena está de piñones!

morcilla de cortesanos,

asada por esas manos

hechas a cebar lechones.

El corazón me revienta

de placer; no sé de ti.

¿Cómo te va?  Yo, por mí,

sospecho que estás contenta.

Alegre estoy, vive Dios;

mas oye un punto sutil.

¿no pusiste allí un candil?

¿Cómo me parecen dos?

Pero son preguntas viles;

ya sé lo qué puede ser:

con este negro beber

se acrecientan los candiles.

Probemos lo del pichel,

alto licor celestial;

no es el aloquíllo tal,

ni tiene que ver con él.

¡Qué suavidad! ¡Qué clareza!

¡Qué rancio gusto y olor!

¡Qué paladar! ¡Qué color!

¡Todo con tanta fineza!

Mas el queso sale a plaza

la moradilla va entrando,

y ambos vienen preguntando

por el pichel y la taza.

Prueba el queso, que es extremo

el de Pinto no le iguala;

pues la aceituna no es mala

bien puede bogar su remo.

Haz, pues, Inés, lo que sueles,

daca de la bota llena

seis tragos; hecha es la cena,

levántense los manteles,

Ya que, Inés, hemos cenado

tan bien y con tanto gusto,

parece que será justo

volver al cuento pasado.

Pues sabrás, Inés hermana,

que el Portugués cayó enfermo...

Las once dan, yo me duermo,

quédese para mañana.

MADRIGAL

Rasga la venda y mira lo que haces,

rapaz; que en esta edad no es hecho honroso

romperme el sueño y las antiguas paces;

desarma el arco, déjame en reposo,

porque la helada sangre no aprovecha,

ni es dispuesto sujeto

donde haga su efeto

la venenosa yerba de tu flecha.

Pero si determinas

con tus armas divinas,

rompiendo mis entrañas,

hacerme historiador de tus hazañas,

ablanda el pecho désta que te priva

de tu imperio y valor con su dureza,

igual a su belleza,

si no quieres, Amor, que, cuando escriba,

forzado en las cadenas,

cante por tus hazañas las ajenas.

CANCIÓN

Tres cosas me tienen preso

de amores el corazón:

la bella Inés, y jamón

y berenjenas con queso.

Una Inés, amante, es

quien tuvo en mí tal poder

que me hizo aborrecer

todo lo que no era Inés.

Trájome un año sin seso,

hasta que en una ocasión

me dio a merendar jamón

y berenjenas con queso.

Fue de Inés la primer palma;

pero ya juzgarse ha mal

entre todos ellos cuál

tiene más parte en mi alma.

En gusto, medida y peso

no les hallo distinción

ya quiero Inés, ya jamón,

ya berenjenas con queso.

Alega Inés su beldad;

el jamón, que es de Aracena;

el queso y la berenjena,

su andaluza antigüedad.

Y está tan en fil el peso

que, juzgado sin pasión,

todo es uno: Inés, jamón

y berenjenas con queso.

Servirá este nuevo trato

destos mis nuevos amores

para que Inés sus favores

nos los venda más barato,

pues tendrá por contrapeso,

si no hiciere razón,

una lonja de jamón

y berenjenas con queso.

SONETO

Yo acuerdo revelaros un secreto

en un soneto, Inés, bella enemiga;

mas, por buen orden que yo en éste siga,

no podrá ser en el primer cuarteto.

 Venidos al segundo, yo os prometo

que no se ha de pasar sin que os lo diga;

mas estoy hecho, Inés, una hormiga,

que van fuera ocho versos del soneto.

        Pues ved, Inés, qué ordena el duro hado,

que teniendo el soneto ya en la boca

y el orden de decillo ya estudiado,

conté los versos todos y he hallado

que, por la cuenta que a un soneto toca,

ya este soneto, Inés, es acabado.

Aldana, Francisco de

 

(Nápoles (Italia), hacia 1537 - Alcazalquivir (N. de Marruecos) 1578). Militar y político, combatió en San Quintín y en los campos de Flandes.

Estudió en Florencia bajo la protección de los Médicis. Llegó a ser general de artillería a las órdenes del tercer duque de Alba. Fue enviado por Felipe II como consejero militar del rey D. Sebastián de Portugal y con él murió en Africa, en la famosa batalla de Alcazalquivir en 1578. Quevedo sentía gran admiración por este poeta, y lo mismo Cervantes (quien lo nombra en "La Galatea") y Lope de Vega.

Sus poesías abarcan temas religiosos, amorosos y patrióticos. Su bellísima EPÍSTOLA A ARIAS MONTANO, es un verdadero tratado de filosofía del amor.

SONETO AL CIELO

Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,

rico de luminarias, patrio Cielo,

casa de la verdad sin sombra o velo,

de inteligencias ledo, almo reposo:

¡oh cómo allá te estás cuerpo glorioso,

tan lejos del mortal caduco velo,

casi un Argos divino alzado a vuelo,

de nuestro humano error libre y piadoso!

¡Oh patria amada!, a ti sospira y llora

esta en su cárcel alma peregrina,

llevada errando de uno en otro instante;

esa cierta beldad que me enamora

suerte y sazón me otorgue tan benina

que, do sube el amor, llegue el amante.

SONETO

«¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando

en la lucha de amor juntos trabados

con lenguas, brazos, pies y encadenados

cual vid que entre el jazmín se va enredando

y que el vital aliento ambos tomando

en nuestros labios, de chupar cansados,

en medio a tanto bien somos forzados

llorar y suspirar de cuando en cuando?»

«Amor, mi Filis bella, que allá dentro

nuestras almas juntó, quiere en su fragua

los cuerpos ajuntar también tan fuerte

que no pudiendo, como esponja el agua,

pasar del alma al dulce amado centro,

llora el velo mortal su avara suerte.»

SONETO

De sus hermosos ojos dulcemente

un tierno llanto Filis despedía

que por el rostro amado parecía

claro y precioso aljófar transparente;

en brazos de Damón, con baja frente,

triste, rendida, muerta, helada y fría,

estas palabras breves le decía,

creciendo a su llorar nueva corriente:

«¡Oh pecho duro, oh alma dura y llena

de mil durezas! ¿Dónde vas huyendo?

¿Do vas con ala tan ligera y presta?»

Y él, soltando de llanto amarga vena,

della las dulces lágrimas bebiendo,

besola, y sólo un ¡ay! fue su respuesta.

SONETO

  Reconocimiento de la vanidad del mundo

En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,

tras tanto varïar vida y destino,

tras tanto de uno en otro desatino

pensar todo apretar, nada cogiendo,

tras tanto acá y allá yendo y viniendo

cual sin aliento inútil peregrino,

¡oh Dios!, tras tanto error del buen camino,

Yo mismo de mi mal ministro siendo,

hallo, en fin, que ser muerto en la memoria

del mundo es lo mejor que en él se asconde,

pues es la paga dél muerte y olvido,

y en un rincón vivir con la vitoria

de sí, puesto el querer tan sólo adonde

es premio el mismo Dios de lo servido.

SONETO

Mil veces digo, entre los brazos puesto

de Galatea, que es más que el sol hermosa;

luego ella, en dulce vista desdeñosa,

me dice, «Tirsis mío, no digas esto.»

Yo lo quiero jurar, y ella de presto

toda encendida de un color de rosa

con un beso me impide y presurosa

busca atapar mi boca con su gesto.

Hágole blanda fuerza por soltarme,

y ella me aprieta más y dice luego:

«No lo jures, mi bien, que yo te creo.»

Con esto de tal fuerza a encadenarme

viene que Amor, presente al dulce juego,

hace suplir con obras mi deseo.

SONETO

Otro aquí no se ve que, frente a frente,

animoso escuadrón moverse guerra,

sangriento humor teñir la verde tierra,

y tras honroso fin correr la gente;

éste es el dulce son que acá se siente:

«Eespaña, Santïago, cierra, cierra!»,

y por süave olor, que el aire atierra,

humo de azufre dar con llama ardiente;

el gusto envuelto va tras corrompida

agua, y el tacto sólo apalpa y halla

duro trofeo de acero ensangrentado,

hueso en astilla, en él carne molida,

despedazado arnés, rasgada malla:

¡oh sólo de hombres digno y noble estado!

Andrade Caminha (Pedro de)

Poeta portugués, (Oporto 1520 - Villaviciosa 1589).Debió cursar humanidades en Lisboa o Coimbra  ya que su conocimiento de los clásicos revelan un profundo estudio de las humanidades. . Sirvió como camarero mayor del hijo del infante D.Duarte, cargo que le permitió dedicarse por completo a la poesía. 

Alternó la poesía italianizante con la tradicional octosilábica característica de los cancioneros peninsulares. Compuso en portugués sonetos, epigramas, canciones. balatas, sextinas, elegías y odas en los que se hace patente el influjo de Petrarca, Sannazaro y los clásicos. 

Su poesía octosilábica está escrita en su mayor parte en castellano y se compone de glosas a canciones y villancicos "velhos", preciosas reliquias, fundamentales para el conocimiento de la lírica tradicional y que reflejan por otra parte, el amor del porta por la poesía cantada en lengua romance, fenómeno característico del Renacimiento hispano. Obtuvo una encomienda en 1581, gracias al influjo de los Braganza, a cuyo servicio permaneció hasta su muerte.

VILLANCICO A ESTE CANTAR VIEJO

  Señora, que no miráis

que si penas tengo,

vos me Ias dais

  Cuanto sufro y cuanto siento

escrito traigo en mis ojos,

mil cuidados, mil enojos,

y nunca un contentamiento.

Vase como niebla al viento

la vida, y vos lo causais,

señora, y no lo miráis.

  Yó vivo de mi cuidado

y muero de vuestro olvido;

cuanto por uno he ganado,

tanto por otro he perdido.

Ando como sin sentido,

ciego y loco, y no miráis

que sola vos lo causais.

Arbolanche (Jerónimo)

(Tudela (Navarra) hacia 1546 - ? 1572). Estudió humanidades en su ciudad natal, y tras una corta trayectoria como escritor, se dedicó a sus actividades mercantiles. Aparte de algún tema encomiástico, su única obra conocida es LAS ABIDAS (Zaragoza 1566). Se trata de un largo poema en nueve libros sobre la historia del rey tarteso Habis, a caballo entre los libros de caballerías y la novela pastoril. Su estilo resulta farragoso y el alarde de erudición del que hace gala no sirve sino para recargarlo.

El libro está precedido de una crítica contra poetas como Dante, Petrarca, Garcilaso y Montemayor, y contra varios géneros literarios, por lo que no resulta extraño que recibiera pullas de casi todos los escritores de la época.

CANCIÓN

  Cantaban las aves

con el buen pastor,

herido de amor.

  Si en la primavera

canta el ruiseñor,

también el pastor

que está en la ribera

con herida fiera,

con grande dolor,

herido de amor.

  Los peces gemidos

dan allá en la hondura;

el viento murmura

en robres crecidos,

los cuales movidos

siguen al pastor

herido de amor.

  Los claros corrientes,

montes y collados,

praderas y prados,

cristalinas fuentes

estaban pendientes

oyendo el pastor

herido de amor.

Argensola (Bartolomé Leonardo)

(Barbastro (Huesca) 1559 - Nápoles 1613). Nació de familia de procedencia italiana afincada en Aragón. Después de estudiar en Huesca y Zaragoza fue secretario del duque de Villahermosa primero y más tarde de la emperatriz María de Austria.  Se trasladó a Italia con el Virrey de Nápoles, conde de Lemos, como secretario de Guerra y de Estado. Allí murió, pero antes destruyó casi todas sus poesías.  Su hijo sólo pudo salvar algunas y las publicó en 1634 junto a las de su hermano Bartolomé, en una obra titulada RIMAS.

Hombre de cultura muy amplia, cultivó la poesía, la historia y el drama. Sus sonetos se caracterizan por cierta finura en la idea y expresión, pero adolecen de una excesiva retórica y de cierta frialdad emotiva. y también del conde de Lemos. Marchó a Italia donde murió (1613) después de destruir casi todas sus poesías, de las que su hijo solo pudo salvar algunas.

SONETO

«Dime, Padre común, pues eres justo,

¿por qué ha de permitir tu providencia,

que, arrastrando prisiones la innocenda,

suba la fraude a tribunal augusto?

¿Quién da fuerzas al brazo, que robusto

hace a tus leyes firme resistencia,

y que el celo, que más las reverencia,

gima a los pies del vencedor injusto?

Vemos que vibran vitoriosas palmas

manos inicias, la virtud gimiendo

del triunfo en el injusto regocijo.»

Esto decía yo, cuando, riendo,

celestial ninfa apareció, y me dijo:

«¡Ciego!, ¿es la tierra el centro de las almas?»

SONETO

          A un caballero y una dama que se criaban

          juntos desde niños y siendo mayores de

          edad perseveraron en la misma conversación

Firmio, en tu edad ningún peligro hay leve;

porque nos hablas ya con voz escura,

y, aunque dudoso, el bozo a tu blancura

sobre esse labio superior se atreve.

Y en ti, oh Drusila, de sutil relieve

el pecho sus dos bultos apresura,

y en cada cual sobre la cumbre pura

vivo forma un rubí su centro breve.

Sienta vuestra amistad leyes mayores;

que siempre Amor para el primer veneno

busca la inadvertencia más sencilla.

Si astuto el áspid se escondió en lo ameno

de un campo fértil, ¿quién se maravilla

de que pierdan el crédito sus flores?

SONETO

                      A una muger que se afeitaba y estaba hermosa

Yo os quiero confesar, don Juan, primero:

que aquel blanco y color de doña Elvira

no tiene de ella más, si bien se mira,

que el haberle costado su dinero.

Pero tras eso confesaros quiero

que es tanta la beldad de su mentira

que en  vano a competir con ella aspira

belleza igual de rostro verdadero.

Mas, ¿qué mucho que yo perdido ande

por un  engaño tal, pues que sabemos

que nos engaña así Naturaleza?

Porque ese cielo azul que todos vemos

ni es cielo ni es azul: ¡Lástima grande

que no sea verdad tanta belleza!

Argensola, (Lupercio Leonardo)

(Barbastro (Huesca)1562- Zaragoza 1631). Fue sacerdote, capellán de María de Austria, esposa de Maximiliano, y canónigo de la catedral de Zaragoza. Su retiro le inspiró la famosa epístola, Con tu licencia, Fabio, hoy me retiro. Sustituyó a su hermano como cronista de Aragón y perteneció a varias academias literarias. 

Escritor pulcro, correcto, de lenguaje puro y castizo, con alardes de antigongorismo.  Sus obras fueron publicadas, junto con las de su hermano Lupercio por un hijo de éste, en una obra titulada Rimas.

SONETO

           Al sueño

Imagen espantosa de la muerte,

sueño cruel, no turbes más mi pecho,

mostrándome cortado el nudo estrecho,

consuelo solo de mi adversa suerte.

Busca de algún tirano el muro fuerte,

de jaspe las paredes, de oro el techo;

o el rico avaro en el angosto lecho

haz que temblando con sudor despierte.

El uno vea el popular tumulto

romper con furia las herradas puertas,

o al sobornado siervo el hierro oculto;

el otro, sus riquezas descubiertas

con llave falsa o con violento insulto:

i déjale al Amor sus glorias ciertas.

SONETO

No fueron tus divinos ojos, Ana,

los que al yugo amoroso me han rendido;

ni los rosados labios, dulce nido

del ciego niño, donde néctar mana;

ni las mejillas de color de grana;

ni el cabello, que al oro es preferido;

ni las manos, que a tantos han vencido;

ni la voz, que está en duda si es humana.

Tu alma, que en tus obras se trasluce,

es la que sujetar pudo la mía,

porque fuese inmortal su cautiverio.

Así todo lo dicho se reduce

a solo su poder, porque tenía

por ella cada cual su ministerio.

SONETO

Tras importunas lluvias amanece,

coronando los montes, el sol claro;

salta del lecho el labrador avaro,

que las horas ociosas aborrece.

La torva frente al duro yugo ofrece

el animal que a Europa fue tan caro;

sale, de su familia firme amparo,

y los surcos solícito enriquece.

Vuelve de noche a su mujer honesta,

que lumbre, mesa y lecho le apercibe,

y el enjambre de hijuelos le rodea.

Fáciles cosas cena con gran fiesta,

el sueño sin envidia le recibe:

¡o Corte, o confusión!, ¿quién te desea?

Arguijo (Juan de)

(Sevilla 1560 - 1623). Escribió algunos excelente sonetos de gusto clásico y fue autor también de una colección de narraciones breves en prosa. Nace en Sevilla en 1562 en la collación de San Andrés, en una de las casas que conformarán su futura residencia.Hijo de Gaspar de Arguijo, comerciante tinerfeño, y Doña Petronila Manuel, gracias a la preeminencia social y económica que había alcanzado la familia con el comercio de América, ostentará cargos y honores públicos como veinticuatro de la ciudad hispalense en 1590, cuyo cargo cederá a Juan de Zuñiga, y como procurador de las Cortes en 1598 tras la muerte de Felipe II.  

Fallecido su padre en 1593, heredará un extenso patrimonio entre los que se encuentra la Casa de Arguijo, ya entonces un amplio espacio fruto de la adquisición de los inmuebles aledaños a la residencia inicial.  Insigne poeta y generoso mecenas, será alabado por sus contemporáneos como prueban las numerosas muestras de aprecio y admiración. Un ejemplo son los versos que le dedica Lope de Vega en La Hermosa Ángelica, en La Dragontea y en las Rimas Humanas y Divinas calificándole como “famoso hijo de las Musas” o“Mecenas Claro” entre otros epítetos Son también conocidas las alabanzas que le dirige Rodrigo Caro, su discípulo, en su obra manuscrita Los claros varones en letras naturales de Sevilla, que lo nombra “no solo elegantísimo poeta, sino el Apolo de todos los poetas de España”.

SONETO

    A Ariadna, dejada de Teseo

«¿A quién me quejaré del cruel engaño,

 árboles mudos, en mi triste duelo?

¡Sordo mar! ¡Tierra extraña! ¡Nuevo cielo!

¡Fingido amor! ¡Costoso desengaño!

Huye el pérfido autor de tanto daño,

Y quedo sola en peregrino suelo,

Do no espero a mis lágrimas consuelo;

Que no permite alivio mal tamaño.

Dioses, si entre vosotros hizo alguno

De un desamor ingrato amarga prueba,

Vengadme, os ruego, del traidor Teseo.»

Tal se queja Ariadna en importuno

Lamento al cielo; y entretanto lleva

El mar su llanto, el viento su deseo.

SONETO

              A Narciso

Crece el insano amor, crece el engaño

Del que en las aguas vio su imagen bella;

Y él, sola causa en su mortal querella,

Busca el remedio y acrecienta el daño.

Vuelve a ver en la fuente ¡caso extraño!

Que de ella sale el fuego; mas en ella

Templarlo piensa, y la enemiga estrella

Sus ojos cierra al fácil desengaño.

Fallecieron las fuerzas y el sentido

Al ciego amante amado; que a su suerte

La belleza fatal cayó rendida:

Y ahora, en flor purpúrea convertido,

La agua, que fue principio de su muerte,

Hace que crezca, y prueba a darle vida.

SONETO

             A Cartago

Este soberbio monte y levantada

Cumbre, ciudad un tiempo, hoy sepultura

De la grandeza, cuya fama dura

Contra la fuerza de la suerte airada,

Ejemplo cierto fue en la edad pasada,

Y será fiel testigo a la futura,

Del fin que ha de tener la más segura

Pujanza, vanamente confiada.

Mas en tanta ruina nueva gloria

No os pudo fallecer, ¡oh celebrados

De la antigua Cartago ilustres muros!,

Que mucho más creció vuestra memoria,

Porque fuisteis del tiempo derribados,

Que si permaneciérades seguros.

SONETO

       La tempestad y la calma

Yo vi del rojo sol la luz serena

Turbarse, y que en un punto desparece

Su alegre faz, y en torno se oscurece

El cielo con tiniebla de horror llena.

El austro proceloso airado suena,

Crece su furia, y la tormenta crece;

Y en los hombros de Atlante se estremece

El alto Olimpo y con espanto truena.

Mas luego vi romperse el negro velo

Deshecho en agua, y a su luz primera

Restituirse apriesa el claro día.

Y de nuevo esplendor ornado el cielo

Miré, y dije: «¿Quién sabe, si le espera

Igual mudanza a la fortuna mía?»

Balbuena (D. Bernardo de)

(Valdepeñas (Ciudad Real) 1568 - Puerto Rico 1627). Se educó en Méjico y se doctoró en España en 1606. Abad de Jamaica y Obispo de Puerto Rico.  Su obra más importante es EL BERNARDO O LA VICTORIA DE RONCESVALLES, representativa de la épica culta, escrita en 5.000 octavas reales.

Tiene por modelo los poetas italianos y su concepción responde a la teoría de la épica de la fantasía. El conjunto resulta confuso y falto de unidad.

SONETO

Perdido ando, señora, entre la gente

sin vos, sin mí, sin ser, sin Dios, sin vida:

sin vos porque de mí no sois servida,

sin mí porque con vos no estóy presente;

 

   sin ser porque del ser estando ausente

no hay cosa que del ser no me despida,

sin Dios porque mi alma a Dios olvida

por contemplar en vos continuamente;

 

   sin vida porque ausente de su alma

nadie vive, y si ya no estoy difunto

es en fe de esperar vuestra venida.

 

   ¡Oh bellos ojos, luz preciosa y alma,

vuelve a mirarme, volveréisme al punto

a vos, a mí, mi ser, mi Dios, mi vida!

Barahona de Soto (Luis)

(Lucena (Córdoba) 1548 - Antequera (Málaga 1548). Bachiller en Artes y en Medicina en la que adquirió fama, ejerciendo como médico en Archidona (Málaga). En Granada y en Sevilla se relacionó con los principales literatos de la época y dentro de la escuela tradicional poética inicia su tendencia hacia el gongorismo. 

Su obra principal es el poema narrativo PRIMERA PARTE DE ANGÉLICA O LAS LÁGRIMAS DE ANGÉLICA, imitación del poema de Ariosto Orlando furioso.  Sus poesías líricas siguen la métrica tradicional en algunas obras y la italianizante en otras.

CONTRA UN POETA (HERRERA) QUE USABA MUCHO DE ESTAS VOCES EN SUS POESÍAS

Esplendores, celajes, rigoroso,

salvaje, llama, líquido, candores,

vagueza, faz, purpúrea, Cintia, ardores,

otra vez esplendores, caloroso;

ufanía, apacible, numeroso,

luengo, osadía, afán, verdor, errores,

otra y quinientas veces esplendores,

más esplendores, crespo, glorïoso;

cercos, ásperos, albos, encrespado,

esparcir, espigar, lustre, fatales,

cambiar, y de esplendor otro poquito;

luces, ebúrneo, nítido, asombrado,

orna, colora, joven, celestiales...

Esto quitado, cierto que es bonito.

VE, SUSPIRO CALIENTE...

Ve, suspiro caliente, al pecho frío

de aquella viva piedra por quien muero;

cual libre va de culpa el mensajero,

aunque no sé a qué parte, aun siendo mío.

 

Loarte has que en extraño señorío

entraste mis querellas tú el primero,

y que ablandaste un corazón de acero,

que se templó en mis ojos, hechos río.

 

Seguro vas, pues el amor te guía,

y más llevando nuevas de mi muerte

adonde buscan gloria con mis daños.

 

Quizá entrará el amor do no solía,

y con el fin de mis pasados años

comenzarán los buenos de mi suerte.

Barros (Alonso de)

(Segovia 1ª mitad del s. XVI - Madrid 1604). Servidor de la Casa Real y escribano mayor de rentas en Santo Domingo de Silos. Considerado como una autoridad en materia de lenguaje por la Real Academia Española. 

Le hizo famoso su obra, FILOSOFÍA CORTESANA MORALIZADA, que se conoció también con el título de PROVERBIOS MORALES y también como PERLA DE PROVERBIOS MORALES. Se trataba de una serie de avisos para desengaño de cortesanos, compuesta por 1062 proverbios y que se reimprimió varias veces.

PROVERBIOS MORALES

Cuanto más lo considero,

más me lastima y congoja

ver que no se muda hoja

que no me cause algún, daño;

aunque, si yo no me engaño,

todos jugamos un juego,

y un mismo desasosiego

padecemos sin reposo;

pues no tengo por dichoso

el que el vulgo se lo llama,

ni por verdadera fama

la voz de solos amigos.

Ni por fieles testigos

los que son apasionados.

Ni tampoco por honrados

los que no son virtuosos.

Ni los que son envidiosos

por vecinos de codicia.

Ni pienso que hará justicia

el que no tiene conciencia.

Ni al que le falta experiencia

tendré por buen consejero.

Ni capitán que presuma

de serio, no estando alerta.

Ni el cobarde hallará puerta

segura para escaparse.

Ni acertará a disculparse

el que hiciere cosa fea.

Ni tiene cebo el amor

como amar y ser amado.

Ni más infelice estado

que es el falto de esperanza.

Ni hay quien tenga vida larga

que no tenga larga pena.

Ni es sabio el que se condena

por culpa que otro merece.

Ni puede un engaño estar

por mucho tiempo ocultado.

Ni hay hombre muy descuidado

que también no sea perdido.

Ni más cierto y deleitoso

amigo que el libro bueno.

Ni sabio que en vicio ajeno,

para el suyo no escarmiente.

Ni falta jamás qué hacer

al que bien quiere ocuparse.

Ni puede alguno librarse

de envidia o de menosprecio.

Ni hay provecho cual gastar

bien el tiempo antes que acabe.

Ni sabe poco el que sabe

vencer su dificultad.

Ni tan ligera saeta

como el pensamiento humano.

Ni más bárbaro tirano

que el que con muerte castiga.

Ni hay Milón tan esforzado

a quien no venza un mosquito.

Ni término más finito

ni infinito que el del hombre.

Ni caudal tan suficiente

que baste al gasto de un loco.

Ni quien suba poco a poco,

cue no descienda rodando.

Ni se puede una verdad,

si es cruda, dar a comer.

Ni hay quien se pueda valer

contra su propio deseo.

Ni puede haber calidad

de que el hombre no sea dino.

Ni más bravo desatino

que el desprecio de la vida.

Ni ofensa que se haya hecho

que a tiempo no resucite.

Ni habrá contento que quite,

tan solamente una cana.

Ni manjar tan exquisito

que mucho tiempo no enfade.

Ni vicio que más agrade

que no remuerda o condene.

Ni loco y desenfrenado

como el ignorante y rico.

Ni grande que no sea chico

si carece de virtud.

Ni aprovecha un buen varón

tanto como daña un malo.

Ni es menester gran regalo

para conservar la vida.

Ni hay precio que satisfaga

al hombre que es codicioso.

Ni está alegre el envidioso

no estando el vecino triste.

Ni amistad con interés,

que pueda mucho durar.

Ni quien guste de tratar

con amigo que empobrece.

Ni hay alguno tan sabido

que sepa lo que le basta.

Ni es justo que por ser casta

la mujer se haga insufrible.

Ni habrá tan cierta victoria

como una segura paz.

Ni razón más eficaz

que el ejemplo y la experiencia.

Ni será una medicina

para todos los humores.

Ni jamás vi dos señores

que quieran juntos mandar.

Ni comienza el hombre sabio,

sin gran consejo, gran cosa.

Ni puede ser provechosa

reprehensión con menosprecio.

Ni está lejos de negar

el que duda en responder.

Ni hay cosa que a la mujer

sea más propia que el adorno.

Ni se deben diferir

las cosas para mañana.

Ni aunque es sabrosa, muy sana

la salsa de murmurar.

Ni hay caudal que a la doncella

iguale a ser vergonzosa.

Ni hay vida más deleitosa

que el estudio en cosas varias.

Ni hay buena conversación

que no deleite el sentido.

Ni plazo menos sabido

ni más cierto que la muerte.

Ni quien ame o aborrezca

sin medio, si no es mujer.

Ni es a todos el leer

igualmente provechoso.

Ni suele ser la riqueza

de la vida compañera.

Ni hay amistad verdadera

entre el rico y el que es pobre.

Ni hay cosa más natural

que al ingenio ser curioso.

Ni hay artificio engañoso,

que el tiempo no lo descubra.

Ni presteza y providencia

a quien fortuna no asista,

Ni hay fuerza que no resista

contra el poder de verdad.

Ni necio más arrogante

que un bajo con dignidad.

Ni quien tenga libertad

contra aquel que algo le dio.

Y pues llega el San Martín

del mayor y del menor,

cada uno en su dolor

se consuele, que no hay mal

a quien le falte su igual,

y serán sus duelos menos,

medidos con los ajenos.

Boscán (Juan)

(Barcelona, hacia 1492 - id. 1542).Perteneció a una noble familia. Fue discípulo del famoso humanista Lucio Marineo Sículo. Fue preceptor del duque de Alba y amigo de Garcilaso de la Vega. Se embarcó en la expedición española a Rodas. 

Conoció en Granada a Andrea Navagiero, embajador de Venecia , quien le propuso trasladar al castellano la versificación italiana lo que llevó a cabo a pesar de su escasez de recursos.  Su mérito está en haber puesto en manos de su amigo Garcilaso todo su intento.

En 1522 se casó, entrado en años, con Dª. Ana Girón de Rebolledo, culta dama sobrina de dos poetas valencianos. Se ha dicho que fue ella quien publicó sus obras junto con las de Garcilaso, pero no fue así, sino que se limitó a pedir el permiso de aprobación del libro. Fue un excelente poeta de Cancionero, el más innovador junto a Garci Sánchez de Badajoz y Castillejo, aunque en el endecasílabo no llegara a adquirir la gracia y la soltura de su amigo Garcilaso.

SONETO

Cargado voy de, mí doquier que ando,

y cuerpo y alma todo me es pesado;

sin causa vivo, pues que estó apartado

de do el vivir su causa iba ganando.

 

Mi seso está sus obras desechando;

no me queda otra renta ni otro estado

sino pasar pensando en lo pasado,

y caigo bien en lo que voy pensando.

 

Tanto es el mal que mi corazón siente

que sola la memoria de un momento

viene a ser para mí crudo accidente.

 

¿Cómo puede vivir mi pensamiento

si el pasado placer y el mal presente

tienen siempre ocupado el sentimiento?

CLAROS Y FRESCOS RIOS

Claros y frescos ríos

que mansamente vais

siguiendo vuestro natural camino;

desiertos montes míos,

que en un estado estáis

de soledad muy triste de contino;

aves, en quien hay tino

de descansar cantando;

árboles que vivís,

y en fin también morís,

y estáis perdiendo a tiempos y ganando;

¡oídme juntamente

mi voz amarga, ronca y tan doliente!

Pues quiso mi ventura

que hubiese de apartarme

de quien jamás osé pensar partirme;

en tanta desventura

conviene consolarme,

que no es agora tiempo de morirme.

El alma ha de estar firme:

que en un tan bajo estado

vergonzosa es la muerte;

si acabo en mal tan fuerte,

todos dirán que voy desesperado;

y quien tan bien amó

no es bien que digan que tan mal murió.

He de querer la vida,

fingiéndome esperanza,

y engañar mal que tanto desengaña.

Fortuna tan perdida

ha de traer bonanza.

No durará dolor que tanto daña.

Un mal que así se ensaña,

amansará si espero.

Adonde voy, iré:

y en fin yo volveré

a ver mi bien, si triste no me muero.

Pero, ¿quién pasará

este tiempo? que mucho tardará.

Pasaré imaginando;

si en hombre tan revuelto

puede el imaginar hacer su oficio,

pensaré cómo y cuándo

podré verme ya vuelto

do hizo amor de mí su sacrificio;

y tomaré por vicio,

figurar la que quiero;

hablándole en ausencia

harto más que en presencia.

Contarle he desde acá cómo allá muero;

y mi voluntad mucha

me hará parecer que ella me escucha.

Agora ya imagino

lo que estará haciendo.

¿Pensando estoy, quizá si piensa en mí?

El gesto determino,

con que estará riendo

de cual estuve, cuando me partí.

Aunque según sentí

cuitado, la partida

no cabe en su valor

que no sienta dolor

de tan amarga y cruda despedida.

Tan triste partí yo,

que aunque no quiera, ella lo sintió,

Las horas estoy viendo

en ella, y los momentos:

cada cosa pongo en su sazón.

Conmigo acá la entiendo:

pienso sus pensamientos:

por mí saco los suyos cuales son.

Díceme el corazón,

y pienso yo que acierta:

ya está alegre, ya triste;

ya sale, va se viste;

agora duerme, agora está despierta.

El seso y el amor

andan por quien la pintará mejor.

Viéneme a la memoria,

donde la vi primero,

y aquel lugar do comencé de amalla;

y náceme tal gloria

de ver cómo la quiero,

que es ya mejor que el vella el contemplalla.

En el contemplar halla

mi alma un gozo extraño.

Pienso estalla mirando;

después, en mí tornando,

pésame que duró poco el engaño.

No pido otra alegría,

sino engañar mi triste fantasía.

Mas esto no es posible:

vuélvome a la verdad,

y hállome muy solo, y no la veo.

Paréceme imposible

que ya mi voluntad

Traiga más en palabras mi deseo.

Mil negocios rodeo,

por descansar un poco;

y en toda cosa pierdo,

sino en el desacuerdo.

Libro mucho mejor cuando estoy loco.

Mira qué gentil cura,

que es forzado valerme con locura.

El vano imaginar

en yéndome, cayo

en cómo para vella no hay remedio.

Allí empiezo a pensar,

y en el pensar desmayo,

de ver cuántos lugares dejo en medio.

Si entonces me remedio,

rasgo más la herida,

viénenseme a los ojos

los presentes enojos,

y los gozos de la pasada vida.

Cada palmo de tierra

para mí triste es ora una gran sierra.

Tengo en el alma puesto

su gesto tan hermoso,

y aquel saber estar adonde quiera;

el recoger honesto,

el alegre reposo,

el no sé qué de no sé qué manera;

y con llaneza entera

el saber descansado,

el dulce trato hablando,

el acudir callando,

y aquel grave mirar disimulado.

Todo esto está ausente,

y otro tiempo lo tuve muy presente.

Contando estoy los días

que paso no sé cómo;

con los pasados no oso entrar en cuenta.

Acuden fantasías;

allí a llorar me torno,

de ver tanta flaqueza en tanta afrenta.

Allí se me presenta

la llaga del penar.

Hácenseme mil años

las horas de mis daños;

por otra parte, el siempre imaginar

me hace parecer

que cuanto he pasado fue ayer.

Algunas cosas miro

por ocuparme un rato,

y ver si de vivir terné esperanza.

Entonces más sospiro;

porque en cuanto yo trato,

hallo allí de mi bien la semejanza.

Por doquiera me alcanza

amor con su vitoria.

Mientras más lejos huyo,

más recio me destruyo:

que allí me representa la memoria

mi bien a cada instante,

por su forma contraria o semejante.

Cuanto veo me carga;

muestro holgar con ello,

por pasar y vivir entre la gente.

Si cayo con la carga,

levanto, y no querello,;

y sabe Dios lo que mi vida siente.

Mas tan crudo accidente

¿por qué no resiste?,

¿por qué mi sufrimiento

no esfuerza al sentimiento?

Cobra buen corazón, mi alma triste,

que yo la veré presto,

y miraré aquel cuerpo y aquel gesto.

Canción: bien sé donde volver querrías,

y la que ver deseas;

pero no quiero que sin mí la veas.

SONETO

Como el triste que a muerte está juzgado

y de esto es sabidor de cierta ciencia,

y la traga y la toma en paciencia,

poniéndose al morir determinado;

tras esto dícenle que es perdonado,

y estando así se halla en su presencia

el fuerte secutor de la sentencia

con ánimo y cuchillo aparejado:

así yo, condenado a mi tormento,

de tenelle tragado no me duelo;

pero, después, si el falso pensamiento

me da seguridad de algún consuelo,

volviendo el mal, mi triste sentimiento

queda envuelto en su sangre por el suelo.

EL RUISEÑOR QUE PIERDE SUS HIJUELOS

Cual suele el ruiseñor entre las sombras

de las hojas del olmo o de la haya

la pérdida llorar de sus hijuelos,

a los cuales sin plumas aleando

el duro labrador tomó del nido;

llora la triste pajarilla entonces

la noche entera sin descanso alguno,

y desde allí, do está puesta en su ramo,

renovando su llanto dolorido,

de sus querellas hincha todo el campo.

SONETO

Dulce soñar y dulce congojarme,

cuando estaba soñando que soñaba;

dulce gozar con lo que me engañaba,

si un poco más durara el engañarme;

dulce no estar en mí, que figurarme

podía cuanto bien yo deseaba;

dulce placer, aunque me importunaba

que alguna vez llegaba a despertarme:

¡oh sueño, cuánto más leve y sabroso

me fueras si vinieras tan pesado

que asentaras en mí con más reposo!

Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,

y es justo en la mentira ser dichoso

quien siempre en la verdad fue desdichado.

SONETO

Ha tanto ya que mi desdicha dura

que en esto solo tuve mi esperanza:

esperé de fortuna su mudanza,

que por mí no negara su natura.

Entendióme, yo pienso, la ventura,

y ha tornado al revés mi confianza,

que por tenerme siempre so la lanza,

firme se ha hecho, y de su ser no cura.

Para bien destruirme, se destruye;

deja de ser, por ser contra mí fuerte;

sus leyes naturales en mí vence.-

Pensé, do no hay razón, que hubiera suerte;

agora sé que el mundo ya me huye

y es fuerza que otro mundo se comience.

SONETO

Nunca de amor estuve tan contento

que en su loor mis versos ocupase,

ni a nadie consejé que se engañase

buscando en el amor contentamiento.

Esto siempre juzgó mi entendimiento:

que de este mal todo hombre se guardase;

y así, porque esta ley se conservase,

holgué de ser a todos escarmiento.

Oh, vosotros que andáis tras mis escritos

gustando de leer tormentos tristes,

según que por amar son infinitos,

mis versos son decíros: «¡Oh benditos

los que de Dios tan gran merced hubistes

que del poder de amor fuésedes quitos!»

SONETO

Soy como aquel que vive en el desierto,

del mundo y de sus cosas olvidado,

y a descuido veis donde le ha llegado

un gran amigo, al cual tuvo por muerto.

Teme luego de un caso tan incierto;

pero, después que bien se ha segurado,

comienza a holgar pensando en lo pasado,

con nuevos sentimientos muy despierto.

Mas cuando ya este amigo se le parte,

al cual partirse presto le conviene,

la soledad empieza a selle nueva;

con las hierbas del monte no se aviene,

para el yermo le falta toda el arte,

y tiembla cada vez que entra en su cueva.

A LA TRISTEZA

  Tristeza, pues yo soy tuyo,

tú no dexes de ser mía;

mira bien que me destruyo

sólo en ver que el alegría

presume de hacerme suyo.

  ¡Oh tristeza!,

que apartarme de contigo

es la más alta crueza

que puedes usar conmigo.

  No huyas ni seas tal

que me apartes de tu pena;

soy tu tierra natural,

no me dexes por la ajena

do quizá te querrán mal.

  Pero di:

ya que estó en tu compañía,

¿cómo gozaré de ti,

que no goce de alegría?

  Que el placer de verte en mí,

no hay remedio para echallo,

¿quién jamás estuvo así?

Que, de ver que en ti me hallo,

me hallo que estoy sin ti.

 ¡Oh ventura!

¡Oh amor que tú hiciste

que el placer de mi tristura

me quitase de ser triste!

Pues me das, por mi dolor,

el placer que en ti no tienes,

porque te sienta mayor,

no vengas, que si no vienes,

entonces vendrás mejor.

  Pues me places

vete ya, que en tu ausencia

sentiré yo lo que haces

mucho más que en tu presencia.

SONETO

Un nuevo amor un nuevo bien me ha dado,

ilustrándome el alma y el sentido,

por manera que a Dios ya yo no pido

sino que me conserve en este estado.

A mi bien acrecienta el mal pasado,

tan sin temor estoy de lo que ha sido;

y en las hierbas compuestas que he bebido,

mi fuerza y mi vivir se hn mejorado.

Anduvo sobre mí gran pestilencia

hasta matar los pájaros volando

y casi cuanto en vida fue crïado;

este influjo crüel se fue pasando,

y así de esta mortal, brava dolencia

con más salud quedó lo que ha quedado.

Camoéns (Luis de)

Poeta portugués, (Lisboa o Coimbra 1524 - Lisboa 1580). Residió en Lisboa donde disfrutó el favor de Juan III que perdió más tarde y le valió el destierro a Ribajeto, probablemente por el desagrado que produjo su auto EL REY SELÉUCO. De 1547 a 1549, se hallaba en Ceuta en uno de cuyos combates perdió el ojo derecho.

En 1553 marchó a la India y a otras posesiones portuguesas donde permaneció 16 años. Naufragó cerca de Goa, sin salvar más que vida y el manuscrito de su poema. Es el representante de la lírica petrarquista en Portugal y la figura cumbre de la Literatura de aquel país.

Su epopeya OS LUISIADAS capta plenamente el alma nacional portuguesa y la identifica con la épica culta del Renacimiento. La producción de Camoens abarca los tres géneros poéticos fundamentales: lírico, épico y dramático.  Tiene 300 sonetos al modo italianizante y entre ellos algunos magistrales en castellano. También abordó el teatro.

SONETO

El vaso reluciente y cristalino,

de ángeles agua clara y olorosa,

de blanda seda ornado y fresca rosa,

ligado con cabellos de oro fino,

 

  bien claro parecía el don divino

labrado por la mano artificiosa

de aquella blanca ninfa, gracïosa

más que el rubio lucero matutino.

 

  Nel vaso vuestro corpo se afigura,

rajado de los blandos miembros bellos,

y en el agua vuestra ánima pura;

 

  la seda es la blancura, y los cabellos

son Ias prisiones, y la ligadura

con que mi libertad fue asida dellos.

VERSO AJENO

     Vos tenéis mi corazón, GLOSA

   Mi corazón me han robado,

y Amor, viendo mis enojos,

me dijo:- "Fuete llevado

"por Ios más hermosos ojos

"que desque vivo he mirado.

"Gracias sobrenaturales

"te lo tienen en prisión:'

Y si Amor tiene razón,

señora, por Ias señales,

vos tenéis mi corazón.

MOTE

   ¿Dó la mi ventura?

   Que no veo ninguna.

         VOLTAS

   Sepa quien padece

que en la sepultura

se esconde ventura

de quien la merece.

Allá me parece

que quiere fortuna

que yo halle ninguna.

   Naciendo mesquino,

dolor fue mi cama;

tristeza fue el ama,

cuidado el padrino.

Vestióse el destino

negra vestidura,

huyó la ventura.

   No se halló tormento

que allí no se hallase;

no bien, que pasase

sino como viento.

¡Oh, qué nacimiento,

que luego en la cuna

me siguió fortuna!

   Esa dicha mía,

que siempre busqué,

buscándola, hallé

que no la hallaría;

que quien nace en día

d´estrella tan dura,

nunca halla ventura

No puso mi estrella

más ventura en min;

ansi vive en fin

quien nace sin ella.

No me quejo della;

quéjome que atura

vida tan escura.

Caro (Rodrigo)

(Utrera (Sevilla) 1573 - Sevilla 1647). Estudió en Osuna y ejerció la abogacía. Más tarde se hizo eclesiástico. Fue amigo de Quevedo, Rioja y el pintor Pacheco. Por su gran cultura y depurado gusto además de extraordinaria paciencia en el retoque de sus versos, consiguió un puesto destacado en la literatura española sobre todo por su famosa CANCIÓN A LAS RUINAS DE ITÁLICA, de gran belleza plástica y clásica.      

CANCIÓN A LAS RUINAS DE ITÁLICA

Estos, Fabio, ¡ay dolor! que ves ahora

campos de soledad, mustio collado

fueron un, tiempo Itálica famosa.

Aquí de Cipión la vencedora

colonia fue: por tierra derribado

yace el temido honor de la espantosa

muralla, y lastimosa

reliquia es solamente.

De su invencible gente

sólo quedan memorias funerales,

donde erraron ya sombras de alto ejemplo.

Este llano fue plaza, allí fue templo:

de todo apenas quedan las señales.

Del gimnasio y las termas regaladas

leves vuelan cenizas desdichadas.

Las torres que desprecio al aire fueron

a su gran pesadumbre se rindieron.

               II

Este despedazado anfiteatro,

impío honor de los dioses, cuya afrenta

publica el amarillo jaramago,

ya reducido a trágico teatro,

¡oh fábula del tiempo! representa

cuánta fue su grandeza, y es su estrago.

¿Cómo en el cerco vago

de su desierta arena

el gran pueblo no suena?

¿Dónde, pues fieras hay, está el desnudo

luchador, dónde está el atleta fuerte?

Todo despareció: cambió la suerte

voces alegres en silencio mudo:

mas aun el tiempo da en estos despojos

espectáculos fieros a los ojos:

y miran tan confusos lo presente,

que voces de dolor el alma siente.

               III

Aquí nació aquel rayo de la guerra,

gran padre de la patria, honor de España,

pío, felice, triunfador Trajano,

ante quien muda se prostró la tierra

que ve del sol la cuna, y la que baila

el mar también vencido gaditano.

Aquí de Elio Adriano,

de Teodosio divino,

de Silio peregrino

rodaron de marfil y oro las cunas.

Aquí ya de laurel, ya de jazmines

coronados los vieron los jardines

que ahora son zarzales y lagunas.

La casa para el César fabricada

¡ay! yace de lagartos vil morada.

Casas, jardines, césares murieron,

y aun las piedras que de ellos se escribieron.

               IV

Fabio, si tú no lloras, pon atenta

la vista en luengas calles destruidas,

mira mármoles y arcos destrozados,

mira estatuas soberbias, que violenta

Némesis derribó, yacer tendidas;

y ya en alto silencio sepultados

sus dueños celebrados.

Así a Troya figuro,

así a su antiguo muro.

Y a ti, Roma, a quien queda el nombre apenas,

oh patria de los dioses y los reyes:

y a ti, a quien no valieron justas leyes,

fábrica de Minerva, sabia Atenas.

Emulación ayer de las edades,

hoy cenizas, hoy vastas soledades;

que no os respetó el hado, no la muerte

¡ay! ni por sabia a ti, ni a ti por fuerte.

               V

Mas ¿para qué la mente se derrama

en buscar al dolor nuevo argumento?

Basta ejemplo menor, basta el presente.

Que aún se ve el humo aquí, aún se ve la llama

aún se oyen llantos hoy, hoy ronco acento,

Tal genio, o religión fuerza la mente

de la vecina gente

que refiere admirada

que en la noche callada

una voz triste se oye que llorando

Cayó Itálica dice: y lastimosa

Eco reclama Itálica en la hojosa

selva, que se le opone resonando

Itálica: y el caro nombre oído

de Itálica renuevan el gemido

mil sombras nobles en su gran ruina.

¡Tanto, aun la plebe a sentimiento inclina!

               VI

Esta corta piedad, que agradecido

huésped a tus sagrados manes debo,

les dó y consagro, Itálica famosa.

Tú, (si lloroso don han admitido

las ingratas cenizas de que llevo

dulce noticia asaz si lastimosa)

permíteme piadosa

usura a tierno llanto

que vea el cuerpo santo

de Geroncio, tu mártir y prelado.

Muestra de su sepulcro algunas señas,

y cavaré con lágrimas las peñas

que ocultan su sarcófago sagrado.

Pero mal pido el único consuelo

de todo el bien que airado quitó el cielo.

Goza en las tuyas sus reliquias bellas,

para invidia del mundo y las estrellas.

Carrillo y Sotomayor (D. Luis)

(Córdoba 1584 - Puerto de Santa María 1610). Caballero de Santiago y cuatralbo (jefe de cuatro galeras) de las galeras de España. Quizá uno de nuestros mejores líricos. En él viene a cerrarse la trayectoria que va de Herrera a Góngora. Sus poesía y traducciones de los clásicos se hallan incluidas en la edición de sus obras que publicó su hermano, después de su muerte, entre 1611 y 1613. Consta de una colección de sonetos amorosos, unas canciones en liras, dos églogas y la famosa FÁBULA DE ACIS Y GALATEA, dedicada al Conde de Niebla.

A LAS PENAS DEL AMOR INMORTALES

  Hambriento desear, dulce apetito,

hambriento apetecer, dulce deseo,

detened el rigor, ¡ay!, ya, pues veo

mi negro día en vuestro enojo escrito.

 

  Mientras con más calor os solicito

vuestro ardiente querer, mi dulce empleo,

por más que el bien a vuestro bien rodeo,

huye el remedio término infinito.

 

  Sin duda moriré, pues que mis bienes

alimentan hambrientos a mis males:

tú, dulce apetecer, la culpa tienes.

 

  Muriendo, de sus penas desiguales,

pecho, será imposible te enajenes:

hijos del alma son, son inmortales.

A LA ALTEZA DEL PENSAMIENTO, Y SU CONSUELO

  Pues servís a un perdido, y tan perdidos,

dejadme, pensamientos desdichados.

Basten los pasos por mi mal andados,

basten los pasos por mi mal perdidos.

 

  ¿Qué osados, me queréis? ¿A dó, atrevidos,

montes altos ponéis de mis cuidados?

Mirad vuestros iguales fulminados,

mirad los robles, de su piel vestidos.

 

  Dan vida a mi mediano pensamiento

el ver un pino y una fuente clara,

en esta soledad que el alma adora:

 

  el árbol tiembla al proceloso viento,

corrida el agua, de humildad, no para;

que el alto teme y el humilde llora.

Castillejo (Cristóbal de)

Ciudad Rodrigo 1490 - Viena 1550). Después de servir como paje en la Corte de los Reyes Católicos, fue monje del Císter en San Martín de Valdeiglesias.  En 1525 pasó a ser Secretario del Archiduque Fernando, hermano de Carlos I, con quien asistió a la Dieta de Augsburgo. Viajó mucho por Europa y murió cerca de Viena. Siguió como poeta la escuela tradicional castellana, oponiéndose a los innovadores italianizantes: dominó el octosílabo, de hecho su obra poética está toda ella escrita en octosílabos, con versos de pie quebrado al estilo de los poetas cancioneriles, componiendo poesías de carácter religioso o festivo que llegan a veces a los picante.

En sus OBRAS DE AMORES, recoge un pequeño cancionero amoroso a una dama llamada Ana (se ha querido identificar con Dña. Ana de Schauumburg), a quien dedica también en 1528, la FÁBULA DE PÍRAMO Y TÍSBE. En las OBRAS DE CONVERSACIÓN Y PASATIEMPO recoge varios poemas satíricos o jocosos, como la FIESTA DE LAS CHAMARRAS y la FÁBULA DE ACTEÓN. Su REPREHENSIÓN CONTRA LOS POETAS ESPAÑOLES QUE ESCRIBEN EN VERSO ITALIANO, viene a ser una suave burla contra los que utilizan las nuevas formas métricas. CONTRA LOS ENCARECIMIENTOS DE LAS COPLAS ESPAÑOLAS QUE TRATAN DE AMORES, se burla de la retórica amatoria de los cancioneros. OBRAS MORALES Y DE DEVOCIÓN, recoge un extenso poema sobre el hallazgo de la Cruz por Constantino y un canto de la sibila que es representable. Por sus ideales lingüísticos en verso y en prosa y por su actitud tan crítica, Castillejo es un escritor que enlaza con lo medieval aunque pertenezca a la cultura renacentista.

  DA MI BASIA MILLE

         (Catulo)

Dame, amor, besos sin cuento,

asida de mis cabellos,

y mil y ciento tras ellos,

y tras ellos mil y ciento,

y después

de muchos millares, tres;

y porque nadie lo sienta,

desbaratemos la cuenta

y contemos al revés.

REPRENSIÓN CONTRA LOS POETAS ESPAÑOLES

     QUE ESCRIBEN EN VERSO ITALIANO

Pues la sancta Inquisición

suele ser tan diligente

en castigar con razón

cualquier secta y opinión

levantada nuevamente,

resucítese Lucero,

a corregir en España

una tan nueva y extraña,

como aquella de Lutero

en las partes de Alemaña.

Bien se pueden castigar

a cuenta de anabaptistas,

pues por ley particular

se tornan a baptizar

y se llaman petrarquistas.

Han renegado la fee

de las trovas castellanas,

y tras las italianas

se pierden, diciendo que

son más ricas y lozanas.

 

El juicio de lo cual

yo lo dejo a quien más sabe;

pero juzgar nadie mal

de su patria natural

en gentileza no cabe;

y aquella cristiana musa

del famoso Joan de Mena,

sintiendo desto gran pena,

Por infieles los acusa

Y de aleves los condena.

 

«Recuerde el alma dormida»

dice don Jorge Manrique;

Y muéstrese muy sentida

de cosa tan atrevida,

por que más no se platique.

Garcí-Sánchez respondió:

«¡Quién me otorgase, señora,

vida y seso en esta hora

para entrar en campo yo

con gente tan pecadora!»

 

«Si algún Dios de amor había,

dijo luego Cartagena,

muestre aquí su valentía

contra tan gran osadía,

venida de tierra ajena.»

Torres Naharro replica:

«Por hacer, Amor, tus hechos

consientes tales despechos,

y que nuestra España rica

se prive de sus derechos.»

 

Dios dé su gloria a Boscán

y a Garcilaso poeta,

que con no pequeño afán

y por estilo galán

sostuvieron esta seta,

y la dejaron acá

ya sembrada entre la gente;

por lo cual debidamente

les vino lo que dirá

este soneto siguiente:

        SONETO

Garcilaso y Boscán, siendo llegados

al lugar donde están los trovadores

que en esta nuestra lengua y sus primores

fueron en este siglo señalados,

 

los unos a los otros alterados

se miran, con mudanza de colores,

temiéndose que fuesen corredores

espías o enemigos desmandados;

 

y juzgando primero por el traje,

paresciéronles ser, como debía,

gentiles españoles caballeros;

 

y oyéndoles hablar nuevo lenguaje

mezclado de extranjera poesía,

con ojos los miraban de extranjeros.

 

Mas ellos, caso que estaban

sin favor y tan a solas,

contra todos se mostraban,

y claramente burlaban

de las coplas españolas,

canciones y villancicos,

romances y cosa tal,

arte mayor y real,

y pies quebrados y chicos,

y todo nuestro caudal.

 

Y en lugar destas maneras

de vocablos ya sabidos

en nuestras trovas caseras,

cantan otras forasteras,

nuevas a nuestros oídos:

sonetos de grande estima,

madrigales y canciones

de diferentes renglones,

de octava y tercera rima

y otras nuevas invenciones.

 

Desprecian cualquier cosa

de coplas compuestas antes,

por baja de ley, y astrosa

usan ya de cierta prosa

medida sin consonantes.

A muchos de los que fueron

elegantes y discretos

tienen por simples pobretos,

por sólo que no cayeron

en la cuenta a los sonetos.

 

Daban, en fin, a entender

aquellos viejos autores

no haber sabido hacer

buenos metros ni poner

en estilo los amores;

y qu'el metro castellano

no tenía autoridad

de decir con majestad

lo que se dice en toscano

con mayor felicidad.

 

Mas esta falta o manquera

no la dan a nuestra lengua,

qu'es bastante y verdadera,

sino sólo dicen que era

de buenos ingenios mengua;

y a la causa en lo pasado

fueron todos carescientes

destas trovas excellentes

que han descubierto y hallado

los modernos y presentes.

 

Viendo pues que presumían

tanto de su nueva ciencia

dijéronles que querían

de aquello que referían

ver algo por experiencia;

para prueba de lo cual,

por muestra de novel uso,

cada cual de ellos compuso

una rima en especial,

cual se escribe aquí de yuso.

 

             SONETO

Si las penas que dais son verdaderas,

como bien lo sabe el alma mía,

¿por qué no me acaban? y sería

sin ellas el morir muy más de veras;

 

y si por dicha son tan lisonjeras,

y quieren retozar con mi alegría,

decid, ¿por qué me matan cada día

de muerte de dolor de mil maneras?

 

Mostradme este secreto ya, señora,

sepa yo por vos, pues por vos muero,

si lo que padezco es muerte o vida;

 

porque, siendo vos la matadora,

mayor gloria de pena ya no quiero

que poder alegar tal homicida.

             OCTAVA

Ya que mis tormentos son forzados

bien que son sin fuerza consentidos,

¿qué mayor alivio en mis cuidados

que ser por vuestra causa padecidos?

Sí como son en vos bien empleados

de vos fuesen, señora, conoscidos,

la mayor angustia de mi pena

sería de descanso y gloria llena.

Juan de Mena, como oyó

la nueva trova polida,

contentamiento mostró,

caso que se sonrió

como de cosa sabida,

y dijo: «Según la prueba,

once sílabas por pie

yo hallo causa por qué

se tenga por cosa nueva,

pues yo mismo las usé.

Don Jorge dijo: «No veo

nescesidad ni razón

de vestir nuevo deseo

de coplas que por rodeo

van diciendo su intención.

Nuestra lengua es muy devota

de la clara brevedad,

y esta trova, a la verdad,

por el contrario, denota

oscura prolijidad.»

Garci-Sánchez se mostró

estar con alguna saña,

y dijo: «No cumple, no,

al que en España nasció

valerse de tierra extraña;

porque en solas mis liciones,

miradas bien sus estancias,

veréis tales consonancias,

que Petrarca y sus canciones

queda atrás en elegancias.»

Cartagena dijo luego,

como plático en amores:

«Con la fuerza d'este fuego

no nos ganarán el juego

estos nuevos trovadores;

muy melancólicas son

estas trovas, a mi ver,

enfadosas de leer,

tardías de relación

y enemigas de placer.»

Torres dijo: «Si yo viera

que la lengua castellana

sonetos de mí sufriera,

fácilmente los hiciera,

pues los hice en la romana;

pero ningún sabor tomo

en coplas tan altaneras,

escriptas siempre de veras,

que corren con pies de plomo,

muy pesadas de caderas.»

Al cabo la conclusión

fue que por buena crianza

y por honrar la invención

de parte de la nación

sean dignas de alabanza.

Y para que a todos fuese

manifiesto este favor,

se dio cargo a un trovador

que aquí debajo escribiese

un soneto en su loor.

         SONETO

Musas italianas y latinas,

gentes en estas partes tan extrañas,

¿cómo habéis venido a nuestra España

tan nuevas y hermosas clavellinas?

 

O ¿quién os ha traído a ser vecinas

del Tajo, de sus montes y campaña?

o ¿quién es el que os guía y acompaña

de tierras tan ajenas peregrinas?

 

Don Diego de Mendoza y Garcilaso

nos trujeron, y Boscán y Luis de Haro

por orden y favor del dios Apolo.

 

Los dos llevó la muerte paso a paso,

Solimán el uno y por amparo

nos queda don Diego, y basta solo.

 

VISITA DE AMOR

  Unas coplas muy cansadas,

con muchos pies arrastrando,

a lo toscano imitadas,

entró un amador cantando,

enojosas y pesadas.

 

  Cada pie con dos corcovas,

y de peso doce arrobas,

trovadas al tiempo viejo.

Dios perdone a Castillejo.

que bien habló de estas trovas.

 

  Dijo Amor: «¿Dónde se aprende

este metro tan prolijo,

que las orejas ofende?

«Alglrabía de allende»:

el sujeto frío y duro,

y el estilo, tan escuro,

que la dama en quien se emplea

duda, por sabia que sea,

si es requiebro o es conjuro.»

 

  «Ved si la invención es basta,

pues Garcilaso y Boscán,

las plumas puestas por asta

cada uno es un Roldán,

y, con todo, no le basta;

yo no alcanzo cuál engaño

te hizo para tu daño,

con locura y desvarío,

meter en mi señorío

moneda de reino extraño.»

 

«Con dueñas y con doncellas

(dijo Venus), ¿qué pretende

quien las dice sus querellas

en lenguaje que no entiende

él, ni yo, ni vos, ni ellas?

Sentencio al que tal hiciere

que la dama por quien muere

lo tenga por cascabel,

y que haga burla dél

y de cuanto le escribiere.»

SUEÑO

Yo, señora, me soñaba

un sueño que no debiera:

que por mayo me hallaba

en un lugar do miraba

una muy linda ribera,

tan verde, florida y bella,

que de mirallia y de vella

mil cuidados deseché,

y con solo uno quedé

muy grande, por gozar della.

 

Sin temer que allí podría

haber pesares ni enojos,

cuanto más dentro me vía,

tanto más me parecía

que se gozaban mis ojos.

Entre las rosas y flores

cantaban los ruiseñores,

las calandrias y otras aves,

con sones dulces, suaves,

pregonando sus amores.

 

Agua muy clara corría,

muy serena al parecer,

tan dulce si se bebía,

que mayor sed me ponía

acabada de beber.

Si a los árboles llegaba,

entre las ramas andaba

un airecico sereno,

todo manso, todo bueno,

que las hojas meneaba.

 

Buscando dónde m'echar,

apartéme del camino,

y hallé para holgar

un muy sabroso lugar

a la sombra de un espino;

do tanto placer sentí

y tan contento me vi,

que diré que sus espinas

en rosas y clavellinas

se volvieron para mí.

 

En fin, que ninguna cosa

de placer y de alegría,

agradable ni sabrosa,

en esta fresca y hermosa

ribera me fallecía.

Yo, con sueño no liviano,

tan alegre y tan ufano

y seguro me sentía,

que nunca pensé que había

de acabars'allí el verano.

 

Lejos de mi pensamiento

dend'a poco me hallé,

que así durmiendo contento,

a la voz de mi tormento

el dulce sueño quebré;

y hallé que la ribera

es una montaña fiera

muy áspera de subir,

donde no espero salir

de cautivo hasta que muera.

Cervantes (Miguel de)

(Alcalá de Henares, 1547 - Madrid 1616). Ignoramos el día que nació el más importante de nuestros escritores, pero fue bautizado en Alcalá de Henares el 9-X-1547. Tampoco son bien conocidos los primeros años de su vida; con su familia vivió en Valladolid, donde estudió, Madrid y diversas ciudades andaluzas. Posteriormente se estableció en Madrid.

En 1569 pasó a Italia, como camarero del cardenal Acquaviva. Se alistó en el ejército y en la batalla naval de Lepanto (1571) recibió heridas, una de las cuales le dejó inhábil la mano izquierda.  Siguió como soldado y cuando regresaba a España, la galera Sol, en la que venía, fue apresada por los turcos y él fue llevado como prisionero a Argel, donde vivió un cautiverio de cinco años. Fue rescatado finalmente por los trinitarios y de vuelta a España se instaló en Madrid, donde se dedicó sin éxito a la literatura, entre otras actividades; en 1597 pasó tres meses en la cárcel en Sevilla por un asunto de recaudación de impuestos.

Publicó en 1605 la primera parte de EL QUIJOTE con lo que, al fin, consiguió fama y prestigio. Aunque su novela es la que le dio fama, no se puede ignorar que también fue poeta, es más escribió muchos poemas y él mismo se quejaba de "la gracia que no quiso darme el cielo", aludiendo a su lucha por ser un buen poeta. Gran parte de su obra lírica se ha perdido, en especial los numerosísimos romances que compuso.  El fue una de los impulsores del Romancero nuevo.  Está enterrado en el convento de las Trinitarias de Madrid, aunque se ignora el lugar exacto de su tumba. 

DIÁLOGO ENTRE BABIECA Y ROCINANTE

               Soneto

                    (De los versos preliminares de

                    El Ingenioso Hidalgo

                    Don Quijote de la Mancha)

B. ¿Cómo estáis, Rocinante, tan delgado?

R. Porque nunca se come, y se trabaja.

B. Pues ¿qué es de la cebada y de la paja?

R. No me deja mi amo ni un bocado.

 

B. Andá, señor, que estáis muy mal criado,

   pues vuestra lengua de asno al amo ultraja.

R. Asno se es de la cuna a la mortaja.

   ¿Queréislo ver? Miraldo enamorado.

 

B. ¿Es necedad amar? R. No es gran prudencia.

B. Metafísico estáis. R. Es que no como.

B. Quejaos al escudero. R. No es bastante.

 

   ¿Cómo me he de quejar en mi dolencia,

   si el amo y escudero o mayordomo

   son tan rocines como Rocinante?

 

SONETO

 

Cuando Preciosa el pandereta toca,

y hiere el dulce son los aires vanos,

perlas son que derrama con las manos;

flores son que despide de la boca.

 

Suspensa el alma, y la cordura loca,

queda a los dulces actos sobrehumanos,

que, de limpios, de honestos y de sanos,

su fama al cielo levantado toca.

 

Colgadas del menor de sus cabellos

mil almas lleva, y a sus plantas tiene

Amor rendidas una y otra flecha.

 

Ciega y alumbra con sus soles bellos,

su imperio Amor por ellos le mantiene,

y aún más grandezas de su ser sospecha.

 

SONETO

  ¿Quién dejará, del verde prado umbroso,

las frescas yerbas y las frescas fuentes?

¿Quién, de seguir con pasos diligentes

la suelta liebre o jabalí cerdoso?

 

  ¿Quién, con el son amigo y sonoroso,

no detendrá las aves inocentes?

¿Quién, en las horas de la siesta, ardientes,

no buscará en las selvas el reposo,

 

  por seguir los incendios, los temores,

los celos, iras, rabias, muertes, penas

del falso amor que tanto aflige al mundo?

 

  Del campo son y han sido mis amores,

rosas son y jazmines mis cadenas,

libre nací, y en libertad me fundo.

 

OVILLEJOS

¿Quién menoscaba mis bienes?

     Desdenes.

Y ¿quién aumenta mis duelos?

     Los celos.

Y ¿quién prueba mi paciencia?

     Ausencia.

 

De este modo, en mi dolencia,

ningún remedio se alcanza,

pues me matan la esperanza,

desdenes, celos y ausencia.

 

¿Quién me causa este dolor?

     Amor.

Y ¿quién mi gloria repuna?

     Fortuna.

Y ¿quién consiente mi duelo?

     El cielo,

 

De este modo, yo recelo

morir deste mal extraño,

pues se aúnan en mi daño

amor, fortuna y el cielo.

 

¿Quién mejorará mi suerte?

     La muerte.

Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?

     Mudanza.

Y sus males, ¿quién los cura?

     Locura.

 

De este modo, no es cordura

querer curar la pasión,

cuando los remedios son

muerte, mudanza y locura.

A LA ENTRADA DEL DUQUE DE MEDINA

(En Cádiz, en julio de 1596, con socorro de tropas enseña-

 das en Sevilla por el capitán Becerra, después de haber

 evacuado aquella ciudad las tropas inglesas y saqueádola

 por espacio de veinticuatro días al mando del conde

 de Essex.)

Vimos en julio otra Semana Santa

atestada de ciertas cofradías,

que los soldados llaman compañías,

de quien el vulgo, y no el inglés, se espanta.

 

Hubo de plumas muchedumbre tanta,

que en menos de catorce o quince días

volaron sus pigmeos y Golías,

y cayó su edificio por la planta.

 

Bramó el becerro, y púsoles en sarta;

tronó la tierra, oscurecióse el cielo,

amenazando una total rüina;

 

y al cabo, en Cádiz, con mesura harta,

ido ya el conde, sin ningún recelo,

triunfando entró el gran duque de Medina.

SONETO CON ESTRAMBOTE

 AL TÚMULO DEL REY FELIPE II EN SEVILLA

«Voto a Dios que me espanta esta grandeza

y que diera un doblón por describilla;

porque ¿a quién no sorprende y maravilla

esta máquina insigne, esta riqueza?

 

Por Jesucristo vivo, cada pieza

vale más de un millón, y que es mancilla

que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!

Roma triunfante en ánimo y nobleza.

 

Apostaré que el ánima del muerto

por gozar este sitio hoy ha dejado

la gloria donde vive eternamente.»

 

Esto oyó un valentón, y dijo: «Es cierto

cuanto dice voacé, señor soldado.

Y el que dijere lo contrario, miente.»

 

Y luego, incontinente,

caló el chapeo, requirió la espada,

miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.

 

ROMANCE DE LOS CELOS

Yace donde el sol se pone,

entre dos partidas peñas,

una entrada del abismo,

quiero decir una cueva,

 

oscura, lóbrega y triste,

aquí mojada, allí seca,

propio albergue de la noche,

de terror y de tinieblas.

 

Por su boca sale un aire

que al alma encendida yela,

y un fuego, de cuando en cuando,

que al pecho de nieve quema.

 

óyese dentro un rüido

como un crujir de cadenas,

y unos ayes luengos, tristes,

envueltos en tristes quejas.

 

Por las funestas paredes,

por los resquicios y quiebras,

mil víboras se descubren

y ponzoñosas culebras.

 

A la boca tienen puestos,

en una amarilla piedra,

huesos de muerto encajados

de modo que forman letras,

 

las cuales, vistas al fuego

que sale de la caverna,

dicen: «Esta es la morada

de los celos y sospechas.»

 

Un pastor contaba a Lauso

esta maravilla cierta

de la cueva, fuego y yelo,

aullidos, sierpes y piedra.

 

El cual, viéndole, le dijo:

«Pastor, para que te crean

no has menester jurallo,

ni hacer dello experiencia.

 

El mismo traslado es ése

de lo que mi pecho encierra,

el cual, como cueva oscura,

ni siente luz, ni la espera.

 

Seco le tienen desdenes;

bañado, lágrimas tiernas;

aire y fuego en los suspiros

arroja: se abrasa y yela.

 

Los lamentables aullidos

son mis continuas querellas;

víboras mis pensamientos,

que en mis entrañas se ceban.

 

La piedra escrita amarilla

es mi sin igual firmeza;

que los huesos, en mi muerte,

dirán como fui de piedra.

 

Los celos son los que habitan

en esta morada estrecha,

que causaron los descuidos

cuidadosos de Silena.»

 

En pronunciando este mal,

cayó como muerto en tierra;

que de memorias de celos

tales sucesos se esperan.

POEMA BURLESCO SOBRE SÍ MISMO

Yo corté con mi ingenio aquel vestido

con que al mundo la hermosa Galatea

salió para librarse del olvido.

 

Soy por quien La Confusa nada fea

pareció en los teatros admirable,

si esto a su fama es justo se le crea.

 

Yo, con estilo en parte razonable,

he compuesto Comedias que en su tiempo

tuvieron de lo grave y de lo afable.

 

Yo he dado en Don Quijote pasatiempo

al pecho melancólico y mohíno

en cualquier sazón, en todo tiempo.

 

Yo he abierto en mis Novelas un camino

por do la lengua castellana puede

mostrar con propiedad un desatino.

 

Yo soy aquel que en la invención excede

a muchos, y al que falta en esta parte,

es fuerza que su fama falta quede.

 

Desde mis tiernos años amé el arte

dulce de la agradable poësía,

y en ella procuré siempre agradarte.

 

Nunca voló la pluma humilde mía

por la región satírica, bajeza

que a infames premios y desgracias guía.

 

Yo el soneto compuse que así empieza,

por honra principal de mis escritos:

Voto a Dios, que me espanta esta grandeza.

 

Yo he compuesto romances infinitos,

y el de Los celos es aquel que estimo,

entre otros que los tengo por malditos.

                                                                                                     Continuará...

                                                

                                                                                                                   © 2020 JAVIER DE LUCAS