HISTORIA DE LA POESIA EN ESPAÑA
TERCERA PARTE
EL SIGLO XVI (HASTA CERVANTES)
Acuña (Hernando de)
(Valladolid 1520
- Granada 1580). No conocemos datos sobre su infancia y juventud hasta que se
alistó en el ejército imperial en 1536. Se trata de un poeta-soldado,
perteneciente al petrarquismo español. Su producción poética cuenta con
traducciones de poemas caballerescos y con poesía italianizante al gusto de la
época.
Es muy célebre y conocido su soneto, "Ya se acerca, Señor, o es ya llegada". El conjunto de su obra compuesta por canciones, madrigales, sonetos, etc...fue publicada por su viuda.
SONETO EN RESPUESTA DEL PASADO
Bien os puedo decir, considerando
lo que pruebo del mundo y lo que siento,
que siendo los trabajos dél sin cuento,
se pueden los descansos ir contando.
Mas el fuerte varón, no desmayando,
esfuerza
con valor el sufrimiento,
y
al sabio da el saber un nuevo aliento
con
que, puesto que teme, va esperando.
Y
si hay Fortuna en el humano estado,
no
es justo que ninguno desespere,
pues
todo a su mudanza está sujeto;
mas
de remedio estar desconfiado,
no
se sufre, señor, en el que fuere,
cual
sabemos que sois, fuerte y discreto.
SONETO
AL REY NUESTRO SEÑOR
Ya
se acerca, señor, o es ya llegada
la
edad gloriosa en que promete el cielo
una
grey y un pastor solo en el suelo,
por
suerte a vuestros tiempos reservada.
Ya
tan alto principio, en tal jornada,
os
muestra el fin de vuestro santo celo
y
anuncia al mundo, para más consuelo,
un
monarca, un impeno y una espada.
Ya
el orbe de la tierra siente en parte,
y
espera en todo, vuestra monarquía,
conquistada
por vos en justa guerra:
que
a quien ha dado Cristo su estandarte
dará
el segundo más dichoso día
en
que, vencido el mar, venza la tierra.
SONETO
De
la alta torre al mar Hero miraba,
al
mar que siempre más se embravecia,
y
esperando a Leandro se temía,
mas
siempre con temerse le esperaba.
Cuando
la tempestad ya le acababa
de
su vida la lumbre y de su guía,
y
el cuerpo sin el alma a dar venía,
do
el alma con el cuerpo deseaba,
esclareciendo
en esto, la triste Hero
vio
muerto a su Leandro en la ribera
del
viento y de las ondas arrojado,
y
dejóse venir sobre él diciendo:
«Alma,
pues otro bien ya no se espera,
éste
al menos te será otorgado.»
SONETO
DE DON ALONSO DE ACUÑA
De
mí agora huyendo, voy buscando
donde
pueda ocupar el pensamiento,
para
aliviar en parte mi tormento,
que
el alma y corazón está abrasando.
Yo
no hallo remedio sospirando,
que
suele dar alivio al descontento,
y
es tan grave el dolor del mal que siento,
que
no descansa el corazón llorando.
Y
así como el que está desafiuzado,
que
le dejan comer de lo que quiere,
aunque
sea contrario a su sujeto:
quedando
con disculpa en este estado,
tomado
he por remedio, si lo fuere,
dirigimos,
señor, este soneto.
A
UN BUEN CABALLERO Y MAL POETA,
LA LIRA DE GARCILASO CONTRAHECHA
De
vuestra torpe lira
ofende
tanto el son, que en un momento
mueve
al discreto a ira
y
a descontentamiento,
y
vos solo señor quedáis contento,
Yo
en ásperas montañas,
no
dudo que tal canto endureciese
las
fieras alimañas,
o
a risa las moviese
si
natura el reír les concediese.
Y
cuanto habéis cantado
es
para echar las aves de su nido,
y
el fiero Marte airado
mirándoos
se ha reído
de
veros tras Apolo andar perdido.
¡Ay
de los Capitanes
en
las sublimes ruedas colocados,
aunque
sean Alemanes,
si
para ser loados
fueran
a vuestra musa encomendados!
Mas
¡ay, señor de aquella
cuya
beldad de vos fuere cantada,
que
vos daréis con ella
do
verse sepultada
tuviese
por mejor que ser loada!
Que
vuestra musa sola
basta
a secar del campo la verdura,
y
al lirio y la vïola,
do
hay tanta hermosura,
estragar
la color y la frescura.
Triste
de aquel cautivo,
que
a escuchamos, señor, es condenado,
que
está muriendo vivo,
de
versos enfadado
y
a decir que son buenos es forzado.
Por
vos como solía
no
reprehende Apolo, ni corrige
la
mala Poesía,
ni
ya las plumas rige,
pues
la vuestra anda suelta y nos aflige.
Por
vuestra cruda mano
aquella
triste traducción furiosa
no
tiene hueso sano,
y
vive sospechosa,
que
aun vida le daréis más trabajosa.
Por
vos la docta Musa
no
da favor a nadie con que cante,
y
mil querellas usa
con
un llanto abundante,
mas
nunca escarmentáis para adelante.
A
vos es vuestro amigo
grave
si no os alaba, y enojoso,
y
si verdad os digo
daisme
por envidioso,
por
hombre que no entiende, o sospechoso.
Si
yo poeta fuera,
viendo
la cosa ya rota y perdida,
a
Apolo le escribiera,
pues
que de sí se olvida,
que
reforme su casa, o la despida.
Que
no ha sido engendrada
la
Poesía de la dura tierra,
para
que sea tratada
como
enemigo en guerra
de
quien se muestra amigo y la destierra.
Ella
anda temerosa
con
sobrada razón y tan cobarde,
que
aun quejarse no osa,
ni
halla quien la guarde
de
que en vuestro poder no haga alarde.
Y
estáis vos alegrando,
el
pecho contra Apolo empedernido,
y
a su pesar cantando
de
que él está sentido,
y
el coro de las Musas muy corrido.
Por
ley es condenado
cualquier
que ocupa posesión ajena,
y
es muy averiguado
que
con trabajo y pena
el
oro no se saca do no hay vena.
Pues
¿qué podrá decirse
de
quien de versos llenos de aspereza
no
quiere arrepentirse,
y
para tal dureza
anda
sacando fuerzas de flaqueza?
Señor,
unos dejaron
fama
en el mundo por lo que escribieron,
y
de otros se burlaron,
que
en obras que hicieron
ajeno
parecer nunca admitieron:
Palabras
aplicadas
podrían
ser éstas a vuestra escritura,
pero
no señaladas,
porque
es en piedra dura,
y
ya vuestro escribir no tiene cura.
Mas
digo finalmente,
aunque
decirlo es ya cosa excusada,
que
no hagáis la gente
de
vos maravillada
juntando
mal la pluma con la espada;
mueran
luego a la hora
las
públicas estancias y secretas,
y
no queráis agora
que
vuestras imperfetas
obras
y rudo estilo a los poetas
den
inmortal materia,
para
cantar en verso lamentable,
las
faltas y miseria;
de
la alta torre al mar Hero miraba,
digno
que no sin rosa dél se hable.
Aguilar (Gaspar de)
(Valencia 1561 - 1623). Perteneció
a una familia de artesanos, fue secretario de diversos nobles y mayordomo del
duque de Gandía hasta poco antes de morir. Se especializó en obras de encargo,
generalmente para el municipio valenciano.
Autor de diversas obras entra las que destacan un poema épico muy conocido, LA EXPULSIÓN DE LOS MOROS DE ESPAÑA, LOS AMANTES DE CARTAGO Y EL MERCADER AMANTE. Merece una especial mención su obra EL GRAN PATRIARCA D. JUAN DE RIBERA, obra hagiográfica muy atípica porque presenta una huelga de jornaleros, la represión del bandolerismo y la expulsión de los moriscos.
SONETO
Hurta a Abril la mano artificiosa
del tiempo
la hermosura soberana,
y de
aquellos despojos que le gana
compone el
rostro de Belisa hermosa.
A sus mejillas da encarnada rosa
con que
escurece a Venus y a Dïana;
con la
azucena, de su frente ufana
descubre
la hermosura milagrosa..
Del tornasol le forma los cabellos,
del lirio
azul las venas transparentes,
de la
alegre mosqueta los colores,
del hermoso clavel los labios bellos,
del nevado
jazmín los blancos dientes.
¡Quién
fuese abeja de tan bellas flores!
Alcázar (Baltasar del)
Sevilla 1530 - Ronda
1606). Se tienen pocas noticias acerca de su vida. Estudió Humanidades en su
ciudad natal y muy joven se alistó como soldado en las naves y galeras del marqués de Santa Cruz. Después de
haber sido hecho prisionero y haber conseguido la libertad, dejó el servicio
militar. Fue músico y adquirió fama en Andalucía, no solo de músico sino de
poeta. De salud precaria, padeció durante muchos años de la gota, enfermedad de
la que murió. Escribió poemas amorosos, poesías anacreóntica y burlescas.
Entre estas últimas
destaca, LA CENA JOCOSA, el DIÁLOGO ENTRE PERRILLOS, A DOS ENCORVADOS, MODOS DE
VIVIR LA VEJEZ, etc... Su obra poética se publicó por primera vez en Sevilla en
1856, bajo el título de POESÍAS REUNIDAS.
LA CENA JOCOSA
En
Jaén, donde resido,
vive
don Lope de Sosa,
y
diréte, Inés, la cosa,
más
brava de él que has oído.
Tenía
este caballero
un
criado portugués...
Pero
cenemos, Inés,
si
te parece, primero.
La
mesa tenemos puesta,
lo
que se ha de cenar junto,
las
tazas del vino a punto:
falta
comenzar la fiesta.
Comience
el vinillo nuevo
y
échole la bendición;
yo
tengo por devoción
de
santiguar lo que bebo,
Franco,
fue, Inés, este toque,
pero
arrójame la bota;
vale
un florín cada gota
de
aqueste vinillo aloque.
¿De
qué taberna se traxo?
Mas
ya..., de la del Castillo
diez
y seis vale el cuartillo
no
tiene vino más baxo,
Por
nuestro Señor, que es mina
la
taberna de Alcocer;
grande
consuelo es tener
la
taberna por vecina.
Si
es o no invención moderna,
vive
Dios que no lo sé,
pero
delicada fue
la
invención de la taberna.
Porque
allí llego sediento,
pido
vino de lo nuevo,
mídenlo,
dánmelo, bebo,
págolo
y voyme contento.
Esto,
Inés, ello se alaba,
no
es menester alaballo,-
Solo
una falta le hallo:
que
con la priesa se acaba.
La
ensalada y salpicón
hizo
fin: ¿qué viene ahora?
la
morcilla, ¡oh gran señora,
digna
de veneración!
¡Qué
oronda viene y qué bella!
Qué
través y enjundia tiene!
paréceme,
Inés, que viene
para
que demos en ella.
Pues,
sus, encójase y entre
que
es algo estrecho el camino,
no
eches agua, Inés, al vino
no
se escandalice el vientre,
Echa
de lo trasañejo,
porque
con más gusto comas,
Dios
te guarde, que así tomas,
como
sabia mi consejo.
Mas
di, ¿no adoras y aprecias
la
morcilla ilustre y rica?
¡Cómo
la traidora pica;
tal
debe tener especias!
¡Qué
llena está de piñones!
morcilla
de cortesanos,
asada
por esas manos
hechas
a cebar lechones.
El
corazón me revienta
de
placer; no sé de ti.
¿Cómo
te va? Yo, por mí,
sospecho
que estás contenta.
Alegre
estoy, vive Dios;
mas
oye un punto sutil.
¿no
pusiste allí un candil?
¿Cómo
me parecen dos?
Pero
son preguntas viles;
ya
sé lo qué puede ser:
con
este negro beber
se
acrecientan los candiles.
Probemos
lo del pichel,
alto
licor celestial;
no
es el aloquíllo tal,
ni
tiene que ver con él.
¡Qué
suavidad! ¡Qué clareza!
¡Qué
rancio gusto y olor!
¡Qué
paladar! ¡Qué color!
¡Todo
con tanta fineza!
Mas
el queso sale a plaza
la
moradilla va entrando,
y
ambos vienen preguntando
por
el pichel y la taza.
Prueba
el queso, que es extremo
el
de Pinto no le iguala;
pues
la aceituna no es mala
bien
puede bogar su remo.
Haz,
pues, Inés, lo que sueles,
daca
de la bota llena
seis
tragos; hecha es la cena,
levántense
los manteles,
Ya
que, Inés, hemos cenado
tan
bien y con tanto gusto,
parece
que será justo
volver
al cuento pasado.
Pues
sabrás, Inés hermana,
que
el Portugués cayó enfermo...
Las
once dan, yo me duermo,
quédese
para mañana.
MADRIGAL
Rasga
la venda y mira lo que haces,
rapaz;
que en esta edad no es hecho honroso
romperme
el sueño y las antiguas paces;
desarma
el arco, déjame en reposo,
porque
la helada sangre no aprovecha,
ni
es dispuesto sujeto
donde
haga su efeto
la
venenosa yerba de tu flecha.
Pero
si determinas
con
tus armas divinas,
rompiendo
mis entrañas,
hacerme
historiador de tus hazañas,
ablanda
el pecho désta que te priva
de
tu imperio y valor con su dureza,
igual
a su belleza,
si
no quieres, Amor, que, cuando escriba,
forzado
en las cadenas,
cante
por tus hazañas las ajenas.
CANCIÓN
Tres
cosas me tienen preso
de
amores el corazón:
la
bella Inés, y jamón
y
berenjenas con queso.
Una
Inés, amante, es
quien
tuvo en mí tal poder
que
me hizo aborrecer
todo
lo que no era Inés.
Trájome
un año sin seso,
hasta
que en una ocasión
me
dio a merendar jamón
y
berenjenas con queso.
Fue
de Inés la primer palma;
pero
ya juzgarse ha mal
entre
todos ellos cuál
tiene
más parte en mi alma.
En
gusto, medida y peso
no
les hallo distinción
ya
quiero Inés, ya jamón,
ya
berenjenas con queso.
Alega
Inés su beldad;
el
jamón, que es de Aracena;
el
queso y la berenjena,
su
andaluza antigüedad.
Y
está tan en fil el peso
que,
juzgado sin pasión,
todo
es uno: Inés, jamón
y
berenjenas con queso.
Servirá
este nuevo trato
destos
mis nuevos amores
para
que Inés sus favores
nos
los venda más barato,
pues
tendrá por contrapeso,
si
no hiciere razón,
una
lonja de jamón
y
berenjenas con queso.
SONETO
Yo
acuerdo revelaros un secreto
en
un soneto, Inés, bella enemiga;
mas,
por buen orden que yo en éste siga,
no
podrá ser en el primer cuarteto.
Venidos al segundo, yo os prometo
que
no se ha de pasar sin que os lo diga;
mas
estoy hecho, Inés, una hormiga,
que
van fuera ocho versos del soneto.
Pues ved, Inés, qué ordena el duro
hado,
que
teniendo el soneto ya en la boca
y
el orden de decillo ya estudiado,
conté
los versos todos y he hallado
que,
por la cuenta que a un soneto toca,
ya
este soneto, Inés, es acabado.
Aldana, Francisco de
(Nápoles (Italia), hacia 1537 - Alcazalquivir (N. de Marruecos) 1578). Militar y político, combatió en San Quintín y en los campos de Flandes.
Estudió en Florencia bajo la protección de los Médicis. Llegó a ser general de artillería a las órdenes del tercer duque de Alba. Fue enviado por Felipe II como consejero militar del rey D. Sebastián de Portugal y con él murió en Africa, en la famosa batalla de Alcazalquivir en 1578. Quevedo sentía gran admiración por este poeta, y lo mismo Cervantes (quien lo nombra en "La Galatea") y Lope de Vega.
Sus poesías abarcan temas religiosos, amorosos y patrióticos. Su bellísima EPÍSTOLA A ARIAS MONTANO, es un verdadero tratado de filosofía del amor.
SONETO AL CIELO
Clara
fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico
de luminarias, patrio Cielo,
casa
de la verdad sin sombra o velo,
de
inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh
cómo allá te estás cuerpo glorioso,
tan
lejos del mortal caduco velo,
casi
un Argos divino alzado a vuelo,
de
nuestro humano error libre y piadoso!
¡Oh
patria amada!, a ti sospira y llora
esta
en su cárcel alma peregrina,
llevada
errando de uno en otro instante;
esa
cierta beldad que me enamora
suerte
y sazón me otorgue tan benina
que,
do sube el amor, llegue el amante.
SONETO
«¿Cuál
es la causa, mi Damón, que estando
en
la lucha de amor juntos trabados
con
lenguas, brazos, pies y encadenados
cual
vid que entre el jazmín se va enredando
y
que el vital aliento ambos tomando
en
nuestros labios, de chupar cansados,
en
medio a tanto bien somos forzados
llorar
y suspirar de cuando en cuando?»
«Amor,
mi Filis bella, que allá dentro
nuestras
almas juntó, quiere en su fragua
los
cuerpos ajuntar también tan fuerte
que
no pudiendo, como esponja el agua,
pasar
del alma al dulce amado centro,
llora
el velo mortal su avara suerte.»
SONETO
De
sus hermosos ojos dulcemente
un
tierno llanto Filis despedía
que
por el rostro amado parecía
claro
y precioso aljófar transparente;
en
brazos de Damón, con baja frente,
triste,
rendida, muerta, helada y fría,
estas
palabras breves le decía,
creciendo
a su llorar nueva corriente:
«¡Oh
pecho duro, oh alma dura y llena
de
mil durezas! ¿Dónde vas huyendo?
¿Do
vas con ala tan ligera y presta?»
Y
él, soltando de llanto amarga vena,
della
las dulces lágrimas bebiendo,
besola,
y sólo un ¡ay! fue su respuesta.
SONETO
Reconocimiento de la vanidad del mundo
En
fin, en fin, tras tanto andar muriendo,
tras
tanto varïar vida y destino,
tras
tanto de uno en otro desatino
pensar
todo apretar, nada cogiendo,
tras
tanto acá y allá yendo y viniendo
cual
sin aliento inútil peregrino,
¡oh
Dios!, tras tanto error del buen camino,
Yo
mismo de mi mal ministro siendo,
hallo,
en fin, que ser muerto en la memoria
del
mundo es lo mejor que en él se asconde,
pues
es la paga dél muerte y olvido,
y
en un rincón vivir con la vitoria
de
sí, puesto el querer tan sólo adonde
es
premio el mismo Dios de lo servido.
SONETO
Mil
veces digo, entre los brazos puesto
de
Galatea, que es más que el sol hermosa;
luego
ella, en dulce vista desdeñosa,
me
dice, «Tirsis mío, no digas esto.»
Yo
lo quiero jurar, y ella de presto
toda
encendida de un color de rosa
con
un beso me impide y presurosa
busca
atapar mi boca con su gesto.
Hágole
blanda fuerza por soltarme,
y
ella me aprieta más y dice luego:
«No
lo jures, mi bien, que yo te creo.»
Con
esto de tal fuerza a encadenarme
viene
que Amor, presente al dulce juego,
hace
suplir con obras mi deseo.
SONETO
Otro
aquí no se ve que, frente a frente,
animoso
escuadrón moverse guerra,
sangriento
humor teñir la verde tierra,
y
tras honroso fin correr la gente;
éste
es el dulce son que acá se siente:
«Eespaña,
Santïago, cierra, cierra!»,
y
por süave olor, que el aire atierra,
humo
de azufre dar con llama ardiente;
el
gusto envuelto va tras corrompida
agua,
y el tacto sólo apalpa y halla
duro
trofeo de acero ensangrentado,
hueso
en astilla, en él carne molida,
despedazado
arnés, rasgada malla:
¡oh
sólo de hombres digno y noble estado!
Andrade Caminha (Pedro de)
Poeta portugués, (Oporto 1520 - Villaviciosa 1589).Debió cursar humanidades en Lisboa o Coimbra ya que su conocimiento de los clásicos revelan un profundo estudio de las humanidades. . Sirvió como camarero mayor del hijo del infante D.Duarte, cargo que le permitió dedicarse por completo a la poesía.
Alternó la poesía italianizante con la tradicional octosilábica característica de los cancioneros peninsulares. Compuso en portugués sonetos, epigramas, canciones. balatas, sextinas, elegías y odas en los que se hace patente el influjo de Petrarca, Sannazaro y los clásicos.
Su poesía octosilábica está escrita en su mayor parte en castellano y se compone de glosas a canciones y villancicos "velhos", preciosas reliquias, fundamentales para el conocimiento de la lírica tradicional y que reflejan por otra parte, el amor del porta por la poesía cantada en lengua romance, fenómeno característico del Renacimiento hispano. Obtuvo una encomienda en 1581, gracias al influjo de los Braganza, a cuyo servicio permaneció hasta su muerte.
VILLANCICO A ESTE CANTAR VIEJO
Señora, que no miráis
que
si penas tengo,
vos
me Ias dais
Cuanto sufro y cuanto siento
escrito
traigo en mis ojos,
mil
cuidados, mil enojos,
y
nunca un contentamiento.
Vase
como niebla al viento
la
vida, y vos lo causais,
señora,
y no lo miráis.
Yó vivo de mi cuidado
y
muero de vuestro olvido;
cuanto
por uno he ganado,
tanto
por otro he perdido.
Ando
como sin sentido,
ciego
y loco, y no miráis
que
sola vos lo causais.
Arbolanche (Jerónimo)
(Tudela (Navarra) hacia 1546 - ? 1572). Estudió humanidades en su ciudad natal, y tras una corta trayectoria como escritor, se dedicó a sus actividades mercantiles. Aparte de algún tema encomiástico, su única obra conocida es LAS ABIDAS (Zaragoza 1566). Se trata de un largo poema en nueve libros sobre la historia del rey tarteso Habis, a caballo entre los libros de caballerías y la novela pastoril. Su estilo resulta farragoso y el alarde de erudición del que hace gala no sirve sino para recargarlo.
El libro está precedido de una
crítica contra poetas como Dante, Petrarca, Garcilaso y Montemayor, y contra
varios géneros literarios, por lo que no resulta extraño que recibiera pullas
de casi todos los escritores de la época.
CANCIÓN
Cantaban las aves
con el
buen pastor,
herido de
amor.
Si en la primavera
canta el
ruiseñor,
también el
pastor
que está
en la ribera
con herida
fiera,
con grande
dolor,
herido de
amor.
Los peces gemidos
dan allá
en la hondura;
el viento
murmura
en robres
crecidos,
los cuales
movidos
siguen al
pastor
herido de
amor.
Los claros corrientes,
montes y
collados,
praderas y
prados,
cristalinas
fuentes
estaban
pendientes
oyendo el
pastor
herido de
amor.
Argensola (Bartolomé Leonardo)
(Barbastro (Huesca) 1559 - Nápoles 1613). Nació de familia de procedencia italiana afincada en Aragón. Después de estudiar en Huesca y Zaragoza fue secretario del duque de Villahermosa primero y más tarde de la emperatriz María de Austria. Se trasladó a Italia con el Virrey de Nápoles, conde de Lemos, como secretario de Guerra y de Estado. Allí murió, pero antes destruyó casi todas sus poesías. Su hijo sólo pudo salvar algunas y las publicó en 1634 junto a las de su hermano Bartolomé, en una obra titulada RIMAS.
Hombre de cultura muy amplia, cultivó la poesía, la historia y el drama. Sus sonetos se caracterizan por cierta finura en la idea y expresión, pero adolecen de una excesiva retórica y de cierta frialdad emotiva. y también del conde de Lemos. Marchó a Italia donde murió (1613) después de destruir casi todas sus poesías, de las que su hijo solo pudo salvar algunas.
SONETO
«Dime,
Padre común, pues eres justo,
¿por
qué ha de permitir tu providencia,
que,
arrastrando prisiones la innocenda,
suba
la fraude a tribunal augusto?
¿Quién
da fuerzas al brazo, que robusto
hace
a tus leyes firme resistencia,
y
que el celo, que más las reverencia,
gima
a los pies del vencedor injusto?
Vemos
que vibran vitoriosas palmas
manos
inicias, la virtud gimiendo
del
triunfo en el injusto regocijo.»
Esto
decía yo, cuando, riendo,
celestial
ninfa apareció, y me dijo:
«¡Ciego!,
¿es la tierra el centro de las almas?»
SONETO
A un caballero y una dama que se
criaban
juntos desde niños y siendo mayores
de
edad perseveraron en la misma
conversación
Firmio,
en tu edad ningún peligro hay leve;
porque
nos hablas ya con voz escura,
y,
aunque dudoso, el bozo a tu blancura
sobre
esse labio superior se atreve.
Y
en ti, oh Drusila, de sutil relieve
el
pecho sus dos bultos apresura,
y
en cada cual sobre la cumbre pura
vivo
forma un rubí su centro breve.
Sienta
vuestra amistad leyes mayores;
que
siempre Amor para el primer veneno
busca
la inadvertencia más sencilla.
Si
astuto el áspid se escondió en lo ameno
de
un campo fértil, ¿quién se maravilla
de
que pierdan el crédito sus flores?
SONETO
A una muger que se afeitaba y estaba hermosa
Yo
os quiero confesar, don Juan, primero:
que
aquel blanco y color de doña Elvira
no
tiene de ella más, si bien se mira,
que
el haberle costado su dinero.
Pero
tras eso confesaros quiero
que
es tanta la beldad de su mentira
que
en vano a competir con ella aspira
belleza
igual de rostro verdadero.
Mas,
¿qué mucho que yo perdido ande
por
un engaño tal, pues que sabemos
que
nos engaña así Naturaleza?
Porque
ese cielo azul que todos vemos
ni
es cielo ni es azul: ¡Lástima grande
que
no sea verdad tanta belleza!
Argensola, (Lupercio Leonardo)
(Barbastro (Huesca)1562- Zaragoza 1631). Fue
sacerdote, capellán de María de Austria, esposa de Maximiliano, y canónigo de
la catedral de Zaragoza. Su retiro le inspiró la famosa epístola, Con tu
licencia, Fabio, hoy me retiro. Sustituyó a su hermano como cronista de Aragón
y perteneció a varias academias literarias.
Escritor pulcro, correcto, de lenguaje puro y castizo, con alardes de antigongorismo. Sus obras fueron publicadas, junto con las de su hermano Lupercio por un hijo de éste, en una obra titulada Rimas.
SONETO
Al sueño
Imagen
espantosa de la muerte,
sueño
cruel, no turbes más mi pecho,
mostrándome
cortado el nudo estrecho,
consuelo
solo de mi adversa suerte.
Busca
de algún tirano el muro fuerte,
de
jaspe las paredes, de oro el techo;
o
el rico avaro en el angosto lecho
haz
que temblando con sudor despierte.
El
uno vea el popular tumulto
romper
con furia las herradas puertas,
o
al sobornado siervo el hierro oculto;
el
otro, sus riquezas descubiertas
con
llave falsa o con violento insulto:
i
déjale al Amor sus glorias ciertas.
SONETO
No
fueron tus divinos ojos, Ana,
los
que al yugo amoroso me han rendido;
ni
los rosados labios, dulce nido
del
ciego niño, donde néctar mana;
ni
las mejillas de color de grana;
ni
el cabello, que al oro es preferido;
ni
las manos, que a tantos han vencido;
ni
la voz, que está en duda si es humana.
Tu
alma, que en tus obras se trasluce,
es
la que sujetar pudo la mía,
porque
fuese inmortal su cautiverio.
Así
todo lo dicho se reduce
a
solo su poder, porque tenía
por
ella cada cual su ministerio.
SONETO
Tras
importunas lluvias amanece,
coronando
los montes, el sol claro;
salta
del lecho el labrador avaro,
que
las horas ociosas aborrece.
La
torva frente al duro yugo ofrece
el
animal que a Europa fue tan caro;
sale,
de su familia firme amparo,
y
los surcos solícito enriquece.
Vuelve
de noche a su mujer honesta,
que
lumbre, mesa y lecho le apercibe,
y
el enjambre de hijuelos le rodea.
Fáciles
cosas cena con gran fiesta,
el
sueño sin envidia le recibe:
¡o Corte, o confusión!, ¿quién te desea?
Arguijo (Juan de)
(Sevilla 1560 - 1623). Escribió algunos excelente sonetos de gusto clásico y fue autor también de una colección de narraciones breves en prosa. Nace en Sevilla en 1562 en la collación de San Andrés, en una de las casas que conformarán su futura residencia.Hijo de Gaspar de Arguijo, comerciante tinerfeño, y Doña Petronila Manuel, gracias a la preeminencia social y económica que había alcanzado la familia con el comercio de América, ostentará cargos y honores públicos como veinticuatro de la ciudad hispalense en 1590, cuyo cargo cederá a Juan de Zuñiga, y como procurador de las Cortes en 1598 tras la muerte de Felipe II.
Fallecido su padre en 1593, heredará un extenso patrimonio entre los que se encuentra la Casa de Arguijo, ya entonces un amplio espacio fruto de la adquisición de los inmuebles aledaños a la residencia inicial. Insigne poeta y generoso mecenas, será alabado por sus contemporáneos como prueban las numerosas muestras de aprecio y admiración. Un ejemplo son los versos que le dedica Lope de Vega en La Hermosa Ángelica, en La Dragontea y en las Rimas Humanas y Divinas calificándole como “famoso hijo de las Musas” o“Mecenas Claro” entre otros epítetos Son también conocidas las alabanzas que le dirige Rodrigo Caro, su discípulo, en su obra manuscrita Los claros varones en letras naturales de Sevilla, que lo nombra “no solo elegantísimo poeta, sino el Apolo de todos los poetas de España”.
SONETO
A Ariadna, dejada de Teseo
«¿A
quién me quejaré del cruel engaño,
árboles mudos, en mi triste duelo?
¡Sordo
mar! ¡Tierra extraña! ¡Nuevo cielo!
¡Fingido
amor! ¡Costoso desengaño!
Huye
el pérfido autor de tanto daño,
Y
quedo sola en peregrino suelo,
Do
no espero a mis lágrimas consuelo;
Que
no permite alivio mal tamaño.
Dioses,
si entre vosotros hizo alguno
De
un desamor ingrato amarga prueba,
Vengadme,
os ruego, del traidor Teseo.»
Tal
se queja Ariadna en importuno
Lamento
al cielo; y entretanto lleva
El
mar su llanto, el viento su deseo.
SONETO
A Narciso
Crece
el insano amor, crece el engaño
Del
que en las aguas vio su imagen bella;
Y
él, sola causa en su mortal querella,
Busca
el remedio y acrecienta el daño.
Vuelve
a ver en la fuente ¡caso extraño!
Que
de ella sale el fuego; mas en ella
Templarlo
piensa, y la enemiga estrella
Sus
ojos cierra al fácil desengaño.
Fallecieron
las fuerzas y el sentido
Al
ciego amante amado; que a su suerte
La
belleza fatal cayó rendida:
Y
ahora, en flor purpúrea convertido,
La
agua, que fue principio de su muerte,
Hace
que crezca, y prueba a darle vida.
SONETO
A Cartago
Este
soberbio monte y levantada
Cumbre,
ciudad un tiempo, hoy sepultura
De
la grandeza, cuya fama dura
Contra
la fuerza de la suerte airada,
Ejemplo
cierto fue en la edad pasada,
Y
será fiel testigo a la futura,
Del
fin que ha de tener la más segura
Pujanza,
vanamente confiada.
Mas
en tanta ruina nueva gloria
No
os pudo fallecer, ¡oh celebrados
De
la antigua Cartago ilustres muros!,
Que
mucho más creció vuestra memoria,
Porque
fuisteis del tiempo derribados,
Que
si permaneciérades seguros.
SONETO
La tempestad y la calma
Yo
vi del rojo sol la luz serena
Turbarse,
y que en un punto desparece
Su
alegre faz, y en torno se oscurece
El
cielo con tiniebla de horror llena.
El
austro proceloso airado suena,
Crece
su furia, y la tormenta crece;
Y
en los hombros de Atlante se estremece
El
alto Olimpo y con espanto truena.
Mas
luego vi romperse el negro velo
Deshecho
en agua, y a su luz primera
Restituirse
apriesa el claro día.
Y
de nuevo esplendor ornado el cielo
Miré,
y dije: «¿Quién sabe, si le espera
Igual
mudanza a la fortuna mía?»
Balbuena (D. Bernardo de)
(Valdepeñas (Ciudad Real) 1568 - Puerto Rico 1627). Se educó en Méjico y se doctoró en España en 1606. Abad de Jamaica y Obispo de Puerto Rico. Su obra más importante es EL BERNARDO O LA VICTORIA DE RONCESVALLES, representativa de la épica culta, escrita en 5.000 octavas reales.
Tiene por modelo los poetas italianos y su concepción responde a la teoría de la épica de la fantasía. El conjunto resulta confuso y falto de unidad.
SONETO
Perdido
ando, señora, entre la gente
sin vos,
sin mí, sin ser, sin Dios, sin vida:
sin vos
porque de mí no sois servida,
sin mí
porque con vos no estóy presente;
sin ser porque del ser estando ausente
no hay
cosa que del ser no me despida,
sin Dios
porque mi alma a Dios olvida
por
contemplar en vos continuamente;
sin vida porque ausente de su alma
nadie
vive, y si ya no estoy difunto
es en fe
de esperar vuestra venida.
¡Oh bellos ojos, luz preciosa y alma,
vuelve a
mirarme, volveréisme al punto
a vos, a
mí, mi ser, mi Dios, mi vida!
Barahona de Soto (Luis)
(Lucena (Córdoba) 1548 - Antequera (Málaga 1548). Bachiller en Artes y en Medicina en la que adquirió fama, ejerciendo como médico en Archidona (Málaga). En Granada y en Sevilla se relacionó con los principales literatos de la época y dentro de la escuela tradicional poética inicia su tendencia hacia el gongorismo.
Su obra principal es el poema
narrativo PRIMERA PARTE DE ANGÉLICA O LAS LÁGRIMAS DE ANGÉLICA, imitación del
poema de Ariosto Orlando furioso. Sus
poesías líricas siguen la métrica tradicional en algunas obras y la
italianizante en otras.
CONTRA UN POETA (HERRERA) QUE USABA MUCHO DE ESTAS VOCES EN SUS POESÍAS
Esplendores,
celajes, rigoroso,
salvaje,
llama, líquido, candores,
vagueza,
faz, purpúrea, Cintia, ardores,
otra vez
esplendores, caloroso;
ufanía,
apacible, numeroso,
luengo,
osadía, afán, verdor, errores,
otra y
quinientas veces esplendores,
más
esplendores, crespo, glorïoso;
cercos,
ásperos, albos, encrespado,
esparcir,
espigar, lustre, fatales,
cambiar, y
de esplendor otro poquito;
luces,
ebúrneo, nítido, asombrado,
orna,
colora, joven, celestiales...
Esto
quitado, cierto que es bonito.
VE, SUSPIRO CALIENTE...
Ve,
suspiro caliente, al pecho frío
de aquella
viva piedra por quien muero;
cual libre
va de culpa el mensajero,
aunque no
sé a qué parte, aun siendo mío.
Loarte has
que en extraño señorío
entraste
mis querellas tú el primero,
y que
ablandaste un corazón de acero,
que se
templó en mis ojos, hechos río.
Seguro
vas, pues el amor te guía,
y más
llevando nuevas de mi muerte
adonde
buscan gloria con mis daños.
Quizá
entrará el amor do no solía,
y con el
fin de mis pasados años
comenzarán
los buenos de mi suerte.
Barros (Alonso de)
(Segovia 1ª mitad del
s. XVI - Madrid 1604). Servidor de la Casa Real y escribano mayor de rentas en
Santo Domingo de Silos. Considerado como una autoridad en materia de lenguaje
por la Real Academia Española.
Le hizo famoso su
obra, FILOSOFÍA CORTESANA MORALIZADA, que se conoció también con el título de
PROVERBIOS MORALES y también como PERLA DE PROVERBIOS MORALES. Se trataba de
una serie de avisos para desengaño de cortesanos, compuesta por 1062 proverbios
y que se reimprimió varias veces.
PROVERBIOS MORALES
Cuanto
más lo considero,
más
me lastima y congoja
ver
que no se muda hoja
que
no me cause algún, daño;
aunque,
si yo no me engaño,
todos
jugamos un juego,
y
un mismo desasosiego
padecemos
sin reposo;
pues
no tengo por dichoso
el
que el vulgo se lo llama,
ni
por verdadera fama
la
voz de solos amigos.
Ni
por fieles testigos
los
que son apasionados.
Ni
tampoco por honrados
los
que no son virtuosos.
Ni
los que son envidiosos
por
vecinos de codicia.
Ni
pienso que hará justicia
el
que no tiene conciencia.
Ni
al que le falta experiencia
tendré
por buen consejero.
Ni
capitán que presuma
de
serio, no estando alerta.
Ni
el cobarde hallará puerta
segura
para escaparse.
Ni
acertará a disculparse
el
que hiciere cosa fea.
Ni
tiene cebo el amor
como
amar y ser amado.
Ni
más infelice estado
que
es el falto de esperanza.
Ni
hay quien tenga vida larga
que
no tenga larga pena.
Ni
es sabio el que se condena
por
culpa que otro merece.
Ni
puede un engaño estar
por
mucho tiempo ocultado.
Ni
hay hombre muy descuidado
que
también no sea perdido.
Ni
más cierto y deleitoso
amigo
que el libro bueno.
Ni
sabio que en vicio ajeno,
para
el suyo no escarmiente.
Ni
falta jamás qué hacer
al
que bien quiere ocuparse.
Ni
puede alguno librarse
de
envidia o de menosprecio.
Ni
hay provecho cual gastar
bien
el tiempo antes que acabe.
Ni
sabe poco el que sabe
vencer
su dificultad.
Ni
tan ligera saeta
como
el pensamiento humano.
Ni
más bárbaro tirano
que
el que con muerte castiga.
Ni
hay Milón tan esforzado
a
quien no venza un mosquito.
Ni
término más finito
ni
infinito que el del hombre.
Ni
caudal tan suficiente
que
baste al gasto de un loco.
Ni
quien suba poco a poco,
cue
no descienda rodando.
Ni
se puede una verdad,
si
es cruda, dar a comer.
Ni
hay quien se pueda valer
contra
su propio deseo.
Ni
puede haber calidad
de
que el hombre no sea dino.
Ni
más bravo desatino
que
el desprecio de la vida.
Ni
ofensa que se haya hecho
que
a tiempo no resucite.
Ni
habrá contento que quite,
tan
solamente una cana.
Ni
manjar tan exquisito
que
mucho tiempo no enfade.
Ni
vicio que más agrade
que
no remuerda o condene.
Ni
loco y desenfrenado
como
el ignorante y rico.
Ni
grande que no sea chico
si
carece de virtud.
Ni
aprovecha un buen varón
tanto
como daña un malo.
Ni
es menester gran regalo
para
conservar la vida.
Ni
hay precio que satisfaga
al
hombre que es codicioso.
Ni
está alegre el envidioso
no
estando el vecino triste.
Ni
amistad con interés,
que
pueda mucho durar.
Ni
quien guste de tratar
con
amigo que empobrece.
Ni
hay alguno tan sabido
que
sepa lo que le basta.
Ni
es justo que por ser casta
la
mujer se haga insufrible.
Ni
habrá tan cierta victoria
como
una segura paz.
Ni
razón más eficaz
que
el ejemplo y la experiencia.
Ni
será una medicina
para
todos los humores.
Ni
jamás vi dos señores
que
quieran juntos mandar.
Ni
comienza el hombre sabio,
sin
gran consejo, gran cosa.
Ni
puede ser provechosa
reprehensión
con menosprecio.
Ni
está lejos de negar
el
que duda en responder.
Ni
hay cosa que a la mujer
sea
más propia que el adorno.
Ni
se deben diferir
las
cosas para mañana.
Ni
aunque es sabrosa, muy sana
la
salsa de murmurar.
Ni
hay caudal que a la doncella
iguale
a ser vergonzosa.
Ni
hay vida más deleitosa
que
el estudio en cosas varias.
Ni
hay buena conversación
que
no deleite el sentido.
Ni
plazo menos sabido
ni
más cierto que la muerte.
Ni
quien ame o aborrezca
sin
medio, si no es mujer.
Ni
es a todos el leer
igualmente
provechoso.
Ni
suele ser la riqueza
de
la vida compañera.
Ni
hay amistad verdadera
entre
el rico y el que es pobre.
Ni
hay cosa más natural
que
al ingenio ser curioso.
Ni
hay artificio engañoso,
que
el tiempo no lo descubra.
Ni
presteza y providencia
a
quien fortuna no asista,
Ni
hay fuerza que no resista
contra
el poder de verdad.
Ni
necio más arrogante
que
un bajo con dignidad.
Ni
quien tenga libertad
contra
aquel que algo le dio.
Y
pues llega el San Martín
del
mayor y del menor,
cada
uno en su dolor
se
consuele, que no hay mal
a
quien le falte su igual,
y
serán sus duelos menos,
medidos
con los ajenos.
Boscán (Juan)
(Barcelona, hacia 1492
- id. 1542).Perteneció a una noble familia. Fue discípulo del famoso humanista
Lucio Marineo Sículo. Fue preceptor del duque de Alba y amigo de Garcilaso de
la Vega. Se embarcó en la expedición española a Rodas.
Conoció en Granada a Andrea Navagiero, embajador de Venecia , quien le propuso trasladar al castellano la versificación italiana lo que llevó a cabo a pesar de su escasez de recursos. Su mérito está en haber puesto en manos de su amigo Garcilaso todo su intento.
En 1522 se casó, entrado en años, con Dª. Ana Girón de Rebolledo, culta dama sobrina de dos poetas valencianos. Se ha dicho que fue ella quien publicó sus obras junto con las de Garcilaso, pero no fue así, sino que se limitó a pedir el permiso de aprobación del libro. Fue un excelente poeta de Cancionero, el más innovador junto a Garci Sánchez de Badajoz y Castillejo, aunque en el endecasílabo no llegara a adquirir la gracia y la soltura de su amigo Garcilaso.
SONETO
Cargado
voy de, mí doquier que ando,
y
cuerpo y alma todo me es pesado;
sin
causa vivo, pues que estó apartado
de
do el vivir su causa iba ganando.
Mi
seso está sus obras desechando;
no
me queda otra renta ni otro estado
sino
pasar pensando en lo pasado,
y
caigo bien en lo que voy pensando.
Tanto
es el mal que mi corazón siente
que
sola la memoria de un momento
viene
a ser para mí crudo accidente.
¿Cómo
puede vivir mi pensamiento
si
el pasado placer y el mal presente
tienen
siempre ocupado el sentimiento?
CLAROS Y FRESCOS RIOS
Claros
y frescos ríos
que
mansamente vais
siguiendo
vuestro natural camino;
desiertos
montes míos,
que
en un estado estáis
de
soledad muy triste de contino;
aves,
en quien hay tino
de
descansar cantando;
árboles
que vivís,
y
en fin también morís,
y
estáis perdiendo a tiempos y ganando;
¡oídme
juntamente
mi
voz amarga, ronca y tan doliente!
Pues
quiso mi ventura
que
hubiese de apartarme
de
quien jamás osé pensar partirme;
en
tanta desventura
conviene
consolarme,
que
no es agora tiempo de morirme.
El
alma ha de estar firme:
que
en un tan bajo estado
vergonzosa
es la muerte;
si
acabo en mal tan fuerte,
todos
dirán que voy desesperado;
y
quien tan bien amó
no
es bien que digan que tan mal murió.
He
de querer la vida,
fingiéndome
esperanza,
y
engañar mal que tanto desengaña.
Fortuna
tan perdida
ha
de traer bonanza.
No
durará dolor que tanto daña.
Un
mal que así se ensaña,
amansará
si espero.
Adonde
voy, iré:
y
en fin yo volveré
a
ver mi bien, si triste no me muero.
Pero,
¿quién pasará
este
tiempo? que mucho tardará.
Pasaré
imaginando;
si
en hombre tan revuelto
puede
el imaginar hacer su oficio,
pensaré
cómo y cuándo
podré
verme ya vuelto
do
hizo amor de mí su sacrificio;
y
tomaré por vicio,
figurar
la que quiero;
hablándole
en ausencia
harto
más que en presencia.
Contarle
he desde acá cómo allá muero;
y
mi voluntad mucha
me
hará parecer que ella me escucha.
Agora
ya imagino
lo
que estará haciendo.
¿Pensando
estoy, quizá si piensa en mí?
El
gesto determino,
con
que estará riendo
de
cual estuve, cuando me partí.
Aunque
según sentí
cuitado,
la partida
no
cabe en su valor
que
no sienta dolor
de
tan amarga y cruda despedida.
Tan
triste partí yo,
que
aunque no quiera, ella lo sintió,
Las
horas estoy viendo
en
ella, y los momentos:
cada
cosa pongo en su sazón.
Conmigo
acá la entiendo:
pienso
sus pensamientos:
por
mí saco los suyos cuales son.
Díceme
el corazón,
y
pienso yo que acierta:
ya
está alegre, ya triste;
ya
sale, va se viste;
agora
duerme, agora está despierta.
El
seso y el amor
andan
por quien la pintará mejor.
Viéneme
a la memoria,
donde
la vi primero,
y
aquel lugar do comencé de amalla;
y
náceme tal gloria
de
ver cómo la quiero,
que
es ya mejor que el vella el contemplalla.
En
el contemplar halla
mi
alma un gozo extraño.
Pienso
estalla mirando;
después,
en mí tornando,
pésame
que duró poco el engaño.
No
pido otra alegría,
sino
engañar mi triste fantasía.
Mas
esto no es posible:
vuélvome
a la verdad,
y
hállome muy solo, y no la veo.
Paréceme
imposible
que
ya mi voluntad
Traiga
más en palabras mi deseo.
Mil
negocios rodeo,
por
descansar un poco;
y
en toda cosa pierdo,
sino
en el desacuerdo.
Libro
mucho mejor cuando estoy loco.
Mira
qué gentil cura,
que
es forzado valerme con locura.
El
vano imaginar
en
yéndome, cayo
en
cómo para vella no hay remedio.
Allí
empiezo a pensar,
y
en el pensar desmayo,
de
ver cuántos lugares dejo en medio.
Si
entonces me remedio,
rasgo
más la herida,
viénenseme
a los ojos
los
presentes enojos,
y
los gozos de la pasada vida.
Cada
palmo de tierra
para
mí triste es ora una gran sierra.
Tengo
en el alma puesto
su
gesto tan hermoso,
y
aquel saber estar adonde quiera;
el
recoger honesto,
el
alegre reposo,
el
no sé qué de no sé qué manera;
y
con llaneza entera
el
saber descansado,
el
dulce trato hablando,
el
acudir callando,
y
aquel grave mirar disimulado.
Todo
esto está ausente,
y
otro tiempo lo tuve muy presente.
Contando
estoy los días
que
paso no sé cómo;
con
los pasados no oso entrar en cuenta.
Acuden
fantasías;
allí
a llorar me torno,
de
ver tanta flaqueza en tanta afrenta.
Allí
se me presenta
la
llaga del penar.
Hácenseme
mil años
las
horas de mis daños;
por
otra parte, el siempre imaginar
me
hace parecer
que
cuanto he pasado fue ayer.
Algunas
cosas miro
por
ocuparme un rato,
y
ver si de vivir terné esperanza.
Entonces
más sospiro;
porque
en cuanto yo trato,
hallo
allí de mi bien la semejanza.
Por
doquiera me alcanza
amor
con su vitoria.
Mientras
más lejos huyo,
más
recio me destruyo:
que
allí me representa la memoria
mi
bien a cada instante,
por
su forma contraria o semejante.
Cuanto
veo me carga;
muestro
holgar con ello,
por
pasar y vivir entre la gente.
Si
cayo con la carga,
levanto,
y no querello,;
y
sabe Dios lo que mi vida siente.
Mas
tan crudo accidente
¿por
qué no resiste?,
¿por
qué mi sufrimiento
no
esfuerza al sentimiento?
Cobra
buen corazón, mi alma triste,
que
yo la veré presto,
y
miraré aquel cuerpo y aquel gesto.
Canción:
bien sé donde volver querrías,
y
la que ver deseas;
pero
no quiero que sin mí la veas.
SONETO
Como
el triste que a muerte está juzgado
y
de esto es sabidor de cierta ciencia,
y
la traga y la toma en paciencia,
poniéndose
al morir determinado;
tras
esto dícenle que es perdonado,
y
estando así se halla en su presencia
el
fuerte secutor de la sentencia
con
ánimo y cuchillo aparejado:
así
yo, condenado a mi tormento,
de
tenelle tragado no me duelo;
pero,
después, si el falso pensamiento
me
da seguridad de algún consuelo,
volviendo
el mal, mi triste sentimiento
queda
envuelto en su sangre por el suelo.
EL RUISEÑOR QUE PIERDE SUS HIJUELOS
Cual
suele el ruiseñor entre las sombras
de
las hojas del olmo o de la haya
la
pérdida llorar de sus hijuelos,
a
los cuales sin plumas aleando
el
duro labrador tomó del nido;
llora
la triste pajarilla entonces
la
noche entera sin descanso alguno,
y
desde allí, do está puesta en su ramo,
renovando
su llanto dolorido,
de
sus querellas hincha todo el campo.
SONETO
Dulce
soñar y dulce congojarme,
cuando
estaba soñando que soñaba;
dulce
gozar con lo que me engañaba,
si
un poco más durara el engañarme;
dulce
no estar en mí, que figurarme
podía
cuanto bien yo deseaba;
dulce
placer, aunque me importunaba
que
alguna vez llegaba a despertarme:
¡oh
sueño, cuánto más leve y sabroso
me
fueras si vinieras tan pesado
que
asentaras en mí con más reposo!
Durmiendo,
en fin, fui bienaventurado,
y
es justo en la mentira ser dichoso
quien
siempre en la verdad fue desdichado.
SONETO
Ha
tanto ya que mi desdicha dura
que
en esto solo tuve mi esperanza:
esperé
de fortuna su mudanza,
que
por mí no negara su natura.
Entendióme,
yo pienso, la ventura,
y
ha tornado al revés mi confianza,
que
por tenerme siempre so la lanza,
firme
se ha hecho, y de su ser no cura.
Para
bien destruirme, se destruye;
deja
de ser, por ser contra mí fuerte;
sus
leyes naturales en mí vence.-
Pensé,
do no hay razón, que hubiera suerte;
agora
sé que el mundo ya me huye
y
es fuerza que otro mundo se comience.
SONETO
Nunca
de amor estuve tan contento
que
en su loor mis versos ocupase,
ni
a nadie consejé que se engañase
buscando
en el amor contentamiento.
Esto
siempre juzgó mi entendimiento:
que
de este mal todo hombre se guardase;
y
así, porque esta ley se conservase,
holgué
de ser a todos escarmiento.
Oh,
vosotros que andáis tras mis escritos
gustando
de leer tormentos tristes,
según
que por amar son infinitos,
mis
versos son decíros: «¡Oh benditos
los
que de Dios tan gran merced hubistes
que
del poder de amor fuésedes quitos!»
SONETO
Soy
como aquel que vive en el desierto,
del
mundo y de sus cosas olvidado,
y
a descuido veis donde le ha llegado
un
gran amigo, al cual tuvo por muerto.
Teme
luego de un caso tan incierto;
pero,
después que bien se ha segurado,
comienza
a holgar pensando en lo pasado,
con
nuevos sentimientos muy despierto.
Mas
cuando ya este amigo se le parte,
al
cual partirse presto le conviene,
la
soledad empieza a selle nueva;
con
las hierbas del monte no se aviene,
para
el yermo le falta toda el arte,
y
tiembla cada vez que entra en su cueva.
A LA TRISTEZA
Tristeza, pues yo soy tuyo,
tú
no dexes de ser mía;
mira
bien que me destruyo
sólo
en ver que el alegría
presume
de hacerme suyo.
¡Oh tristeza!,
que
apartarme de contigo
es
la más alta crueza
que
puedes usar conmigo.
No huyas ni seas tal
que
me apartes de tu pena;
soy
tu tierra natural,
no
me dexes por la ajena
do
quizá te querrán mal.
Pero di:
ya
que estó en tu compañía,
¿cómo
gozaré de ti,
que
no goce de alegría?
Que el placer de verte en mí,
no
hay remedio para echallo,
¿quién
jamás estuvo así?
Que,
de ver que en ti me hallo,
me
hallo que estoy sin ti.
¡Oh ventura!
¡Oh
amor que tú hiciste
que
el placer de mi tristura
me
quitase de ser triste!
Pues
me das, por mi dolor,
el
placer que en ti no tienes,
porque
te sienta mayor,
no
vengas, que si no vienes,
entonces
vendrás mejor.
Pues me places
vete
ya, que en tu ausencia
sentiré
yo lo que haces
mucho
más que en tu presencia.
SONETO
Un
nuevo amor un nuevo bien me ha dado,
ilustrándome
el alma y el sentido,
por
manera que a Dios ya yo no pido
sino
que me conserve en este estado.
A
mi bien acrecienta el mal pasado,
tan
sin temor estoy de lo que ha sido;
y
en las hierbas compuestas que he bebido,
mi
fuerza y mi vivir se hn mejorado.
Anduvo
sobre mí gran pestilencia
hasta
matar los pájaros volando
y
casi cuanto en vida fue crïado;
este
influjo crüel se fue pasando,
y
así de esta mortal, brava dolencia
con
más salud quedó lo que ha quedado.
Camoéns (Luis de)
Poeta portugués, (Lisboa o Coimbra 1524 - Lisboa 1580). Residió en Lisboa donde disfrutó el favor de Juan III que perdió más tarde y le valió el destierro a Ribajeto, probablemente por el desagrado que produjo su auto EL REY SELÉUCO. De 1547 a 1549, se hallaba en Ceuta en uno de cuyos combates perdió el ojo derecho.
En 1553 marchó a la India y a otras posesiones portuguesas donde permaneció 16 años. Naufragó cerca de Goa, sin salvar más que vida y el manuscrito de su poema. Es el representante de la lírica petrarquista en Portugal y la figura cumbre de la Literatura de aquel país.
Su epopeya OS
LUISIADAS capta plenamente el alma nacional portuguesa y la identifica con la
épica culta del Renacimiento. La producción de Camoens abarca los tres géneros
poéticos fundamentales: lírico, épico y dramático. Tiene 300 sonetos al modo italianizante y entre ellos algunos
magistrales en castellano. También abordó el teatro.
SONETO
El
vaso reluciente y cristalino,
de
ángeles agua clara y olorosa,
de
blanda seda ornado y fresca rosa,
ligado
con cabellos de oro fino,
bien claro parecía el don divino
labrado
por la mano artificiosa
de
aquella blanca ninfa, gracïosa
más
que el rubio lucero matutino.
Nel vaso vuestro corpo se afigura,
rajado
de los blandos miembros bellos,
y
en el agua vuestra ánima pura;
la seda es la blancura, y los cabellos
son
Ias prisiones, y la ligadura
con
que mi libertad fue asida dellos.
VERSO AJENO
Vos tenéis mi corazón, GLOSA
Mi corazón me han robado,
y
Amor, viendo mis enojos,
me
dijo:- "Fuete llevado
"por
Ios más hermosos ojos
"que
desque vivo he mirado.
"Gracias
sobrenaturales
"te
lo tienen en prisión:'
Y
si Amor tiene razón,
señora,
por Ias señales,
vos
tenéis mi corazón.
MOTE
¿Dó la mi ventura?
Que no veo ninguna.
VOLTAS
Sepa quien padece
que
en la sepultura
se
esconde ventura
de
quien la merece.
Allá
me parece
que
quiere fortuna
que
yo halle ninguna.
Naciendo mesquino,
dolor
fue mi cama;
tristeza
fue el ama,
cuidado
el padrino.
Vestióse
el destino
negra
vestidura,
huyó
la ventura.
No se halló tormento
que
allí no se hallase;
no
bien, que pasase
sino
como viento.
¡Oh,
qué nacimiento,
que
luego en la cuna
me
siguió fortuna!
Esa dicha mía,
que
siempre busqué,
buscándola,
hallé
que
no la hallaría;
que
quien nace en día
d´estrella
tan dura,
nunca
halla ventura
No
puso mi estrella
más
ventura en min;
ansi
vive en fin
quien
nace sin ella.
No
me quejo della;
quéjome
que atura
vida
tan escura.
Caro (Rodrigo)
(Utrera (Sevilla) 1573 - Sevilla 1647). Estudió en Osuna y ejerció la abogacía. Más tarde se hizo eclesiástico. Fue amigo de Quevedo, Rioja y el pintor Pacheco. Por su gran cultura y depurado gusto además de extraordinaria paciencia en el retoque de sus versos, consiguió un puesto destacado en la literatura española sobre todo por su famosa CANCIÓN A LAS RUINAS DE ITÁLICA, de gran belleza plástica y clásica.
CANCIÓN A LAS RUINAS DE ITÁLICA
Estos,
Fabio, ¡ay dolor! que ves ahora
campos
de soledad, mustio collado
fueron
un, tiempo Itálica famosa.
Aquí
de Cipión la vencedora
colonia
fue: por tierra derribado
yace
el temido honor de la espantosa
muralla,
y lastimosa
reliquia
es solamente.
De
su invencible gente
sólo
quedan memorias funerales,
donde
erraron ya sombras de alto ejemplo.
Este
llano fue plaza, allí fue templo:
de
todo apenas quedan las señales.
Del
gimnasio y las termas regaladas
leves
vuelan cenizas desdichadas.
Las
torres que desprecio al aire fueron
a
su gran pesadumbre se rindieron.
II
Este
despedazado anfiteatro,
impío
honor de los dioses, cuya afrenta
publica
el amarillo jaramago,
ya
reducido a trágico teatro,
¡oh
fábula del tiempo! representa
cuánta
fue su grandeza, y es su estrago.
¿Cómo
en el cerco vago
de
su desierta arena
el
gran pueblo no suena?
¿Dónde,
pues fieras hay, está el desnudo
luchador,
dónde está el atleta fuerte?
Todo
despareció: cambió la suerte
voces
alegres en silencio mudo:
mas
aun el tiempo da en estos despojos
espectáculos
fieros a los ojos:
y
miran tan confusos lo presente,
que
voces de dolor el alma siente.
III
Aquí
nació aquel rayo de la guerra,
gran
padre de la patria, honor de España,
pío,
felice, triunfador Trajano,
ante
quien muda se prostró la tierra
que
ve del sol la cuna, y la que baila
el
mar también vencido gaditano.
Aquí
de Elio Adriano,
de
Teodosio divino,
de
Silio peregrino
rodaron
de marfil y oro las cunas.
Aquí
ya de laurel, ya de jazmines
coronados
los vieron los jardines
que
ahora son zarzales y lagunas.
La
casa para el César fabricada
¡ay!
yace de lagartos vil morada.
Casas,
jardines, césares murieron,
y
aun las piedras que de ellos se escribieron.
IV
Fabio,
si tú no lloras, pon atenta
la
vista en luengas calles destruidas,
mira
mármoles y arcos destrozados,
mira
estatuas soberbias, que violenta
Némesis
derribó, yacer tendidas;
y
ya en alto silencio sepultados
sus
dueños celebrados.
Así
a Troya figuro,
así
a su antiguo muro.
Y
a ti, Roma, a quien queda el nombre apenas,
oh
patria de los dioses y los reyes:
y
a ti, a quien no valieron justas leyes,
fábrica
de Minerva, sabia Atenas.
Emulación
ayer de las edades,
hoy
cenizas, hoy vastas soledades;
que
no os respetó el hado, no la muerte
¡ay!
ni por sabia a ti, ni a ti por fuerte.
V
Mas
¿para qué la mente se derrama
en
buscar al dolor nuevo argumento?
Basta
ejemplo menor, basta el presente.
Que
aún se ve el humo aquí, aún se ve la llama
aún
se oyen llantos hoy, hoy ronco acento,
Tal
genio, o religión fuerza la mente
de
la vecina gente
que
refiere admirada
que
en la noche callada
una
voz triste se oye que llorando
Cayó
Itálica dice: y lastimosa
Eco
reclama Itálica en la hojosa
selva,
que se le opone resonando
Itálica:
y el caro nombre oído
de
Itálica renuevan el gemido
mil
sombras nobles en su gran ruina.
¡Tanto,
aun la plebe a sentimiento inclina!
VI
Esta
corta piedad, que agradecido
huésped
a tus sagrados manes debo,
les
dó y consagro, Itálica famosa.
Tú,
(si lloroso don han admitido
las
ingratas cenizas de que llevo
dulce
noticia asaz si lastimosa)
permíteme
piadosa
usura
a tierno llanto
que
vea el cuerpo santo
de
Geroncio, tu mártir y prelado.
Muestra
de su sepulcro algunas señas,
y
cavaré con lágrimas las peñas
que
ocultan su sarcófago sagrado.
Pero
mal pido el único consuelo
de
todo el bien que airado quitó el cielo.
Goza
en las tuyas sus reliquias bellas,
para
invidia del mundo y las estrellas.
Carrillo y Sotomayor (D. Luis)
(Córdoba 1584 - Puerto de Santa
María 1610). Caballero de Santiago y cuatralbo (jefe de cuatro galeras) de las
galeras de España. Quizá uno de nuestros mejores líricos. En él viene a
cerrarse la trayectoria que va de Herrera a Góngora. Sus poesía y traducciones
de los clásicos se hallan incluidas en la edición de sus obras que publicó su
hermano, después de su muerte, entre 1611 y 1613. Consta de una colección de
sonetos amorosos, unas canciones en liras, dos églogas y la famosa FÁBULA DE
ACIS Y GALATEA, dedicada al Conde de Niebla.
A LAS PENAS DEL AMOR INMORTALES
Hambriento desear, dulce apetito,
hambriento
apetecer, dulce deseo,
detened el
rigor, ¡ay!, ya, pues veo
mi negro
día en vuestro enojo escrito.
Mientras con más calor os solicito
vuestro
ardiente querer, mi dulce empleo,
por más
que el bien a vuestro bien rodeo,
huye el
remedio término infinito.
Sin duda moriré, pues que mis bienes
alimentan
hambrientos a mis males:
tú, dulce
apetecer, la culpa tienes.
Muriendo, de sus penas desiguales,
pecho,
será imposible te enajenes:
hijos del
alma son, son inmortales.
A LA ALTEZA DEL PENSAMIENTO, Y SU CONSUELO
Pues servís a un perdido, y tan perdidos,
dejadme,
pensamientos desdichados.
Basten
los pasos por mi mal andados,
basten
los pasos por mi mal perdidos.
¿Qué osados, me queréis? ¿A dó, atrevidos,
montes
altos ponéis de mis cuidados?
Mirad
vuestros iguales fulminados,
mirad
los robles, de su piel vestidos.
Dan vida a mi mediano pensamiento
el
ver un pino y una fuente clara,
en
esta soledad que el alma adora:
el árbol tiembla al proceloso viento,
corrida
el agua, de humildad, no para;
que
el alto teme y el humilde llora.
Castillejo (Cristóbal de)
Ciudad Rodrigo 1490 - Viena 1550). Después de servir como paje en la Corte de los Reyes Católicos, fue monje del Císter en San Martín de Valdeiglesias. En 1525 pasó a ser Secretario del Archiduque Fernando, hermano de Carlos I, con quien asistió a la Dieta de Augsburgo. Viajó mucho por Europa y murió cerca de Viena. Siguió como poeta la escuela tradicional castellana, oponiéndose a los innovadores italianizantes: dominó el octosílabo, de hecho su obra poética está toda ella escrita en octosílabos, con versos de pie quebrado al estilo de los poetas cancioneriles, componiendo poesías de carácter religioso o festivo que llegan a veces a los picante.
En sus OBRAS DE AMORES, recoge un pequeño cancionero amoroso a una dama llamada Ana (se ha querido identificar con Dña. Ana de Schauumburg), a quien dedica también en 1528, la FÁBULA DE PÍRAMO Y TÍSBE. En las OBRAS DE CONVERSACIÓN Y PASATIEMPO recoge varios poemas satíricos o jocosos, como la FIESTA DE LAS CHAMARRAS y la FÁBULA DE ACTEÓN. Su REPREHENSIÓN CONTRA LOS POETAS ESPAÑOLES QUE ESCRIBEN EN VERSO ITALIANO, viene a ser una suave burla contra los que utilizan las nuevas formas métricas. CONTRA LOS ENCARECIMIENTOS DE LAS COPLAS ESPAÑOLAS QUE TRATAN DE AMORES, se burla de la retórica amatoria de los cancioneros. OBRAS MORALES Y DE DEVOCIÓN, recoge un extenso poema sobre el hallazgo de la Cruz por Constantino y un canto de la sibila que es representable. Por sus ideales lingüísticos en verso y en prosa y por su actitud tan crítica, Castillejo es un escritor que enlaza con lo medieval aunque pertenezca a la cultura renacentista.
DA MI BASIA MILLE
(Catulo)
Dame,
amor, besos sin cuento,
asida de
mis cabellos,
y mil y
ciento tras ellos,
y tras
ellos mil y ciento,
y después
de muchos
millares, tres;
y porque
nadie lo sienta,
desbaratemos
la cuenta
y contemos
al revés.
REPRENSIÓN
CONTRA LOS POETAS ESPAÑOLES
QUE ESCRIBEN EN VERSO ITALIANO
Pues la
sancta Inquisición
suele ser
tan diligente
en
castigar con razón
cualquier
secta y opinión
levantada
nuevamente,
resucítese
Lucero,
a corregir
en España
una tan
nueva y extraña,
como
aquella de Lutero
en las
partes de Alemaña.
Bien se
pueden castigar
a cuenta
de anabaptistas,
pues por
ley particular
se tornan
a baptizar
y se
llaman petrarquistas.
Han
renegado la fee
de las
trovas castellanas,
y tras las
italianas
se
pierden, diciendo que
son más
ricas y lozanas.
El juicio
de lo cual
yo lo dejo
a quien más sabe;
pero
juzgar nadie mal
de su
patria natural
en
gentileza no cabe;
y aquella
cristiana musa
del famoso
Joan de Mena,
sintiendo
desto gran pena,
Por
infieles los acusa
Y de
aleves los condena.
«Recuerde
el alma dormida»
dice don
Jorge Manrique;
Y
muéstrese muy sentida
de cosa
tan atrevida,
por que
más no se platique.
Garcí-Sánchez
respondió:
«¡Quién me
otorgase, señora,
vida y
seso en esta hora
para
entrar en campo yo
con gente
tan pecadora!»
«Si algún Dios
de amor había,
dijo luego
Cartagena,
muestre
aquí su valentía
contra tan
gran osadía,
venida de
tierra ajena.»
Torres
Naharro replica:
«Por
hacer, Amor, tus hechos
consientes
tales despechos,
y que
nuestra España rica
se prive
de sus derechos.»
Dios dé su
gloria a Boscán
y a
Garcilaso poeta,
que con no
pequeño afán
y por
estilo galán
sostuvieron
esta seta,
y la
dejaron acá
ya
sembrada entre la gente;
por lo
cual debidamente
les vino
lo que dirá
este
soneto siguiente:
SONETO
Garcilaso
y Boscán, siendo llegados
al lugar
donde están los trovadores
que en
esta nuestra lengua y sus primores
fueron en
este siglo señalados,
los unos a
los otros alterados
se miran,
con mudanza de colores,
temiéndose
que fuesen corredores
espías o
enemigos desmandados;
y juzgando
primero por el traje,
paresciéronles
ser, como debía,
gentiles
españoles caballeros;
y
oyéndoles hablar nuevo lenguaje
mezclado
de extranjera poesía,
con ojos
los miraban de extranjeros.
Mas ellos,
caso que estaban
sin favor
y tan a solas,
contra
todos se mostraban,
y
claramente burlaban
de las
coplas españolas,
canciones
y villancicos,
romances y
cosa tal,
arte mayor
y real,
y pies
quebrados y chicos,
y todo
nuestro caudal.
Y en lugar
destas maneras
de
vocablos ya sabidos
en
nuestras trovas caseras,
cantan
otras forasteras,
nuevas a
nuestros oídos:
sonetos de
grande estima,
madrigales
y canciones
de
diferentes renglones,
de octava
y tercera rima
y otras
nuevas invenciones.
Desprecian
cualquier cosa
de coplas
compuestas antes,
por baja
de ley, y astrosa
usan ya de
cierta prosa
medida sin
consonantes.
A muchos
de los que fueron
elegantes
y discretos
tienen por
simples pobretos,
por sólo
que no cayeron
en la
cuenta a los sonetos.
Daban, en
fin, a entender
aquellos
viejos autores
no haber
sabido hacer
buenos
metros ni poner
en estilo
los amores;
y qu'el
metro castellano
no tenía
autoridad
de decir
con majestad
lo que se
dice en toscano
con mayor
felicidad.
Mas esta
falta o manquera
no la dan
a nuestra lengua,
qu'es
bastante y verdadera,
sino sólo
dicen que era
de buenos
ingenios mengua;
y a la
causa en lo pasado
fueron
todos carescientes
destas
trovas excellentes
que han
descubierto y hallado
los
modernos y presentes.
Viendo
pues que presumían
tanto de
su nueva ciencia
dijéronles
que querían
de aquello
que referían
ver algo
por experiencia;
para
prueba de lo cual,
por
muestra de novel uso,
cada cual
de ellos compuso
una rima
en especial,
cual se
escribe aquí de yuso.
SONETO
Si las
penas que dais son verdaderas,
como bien
lo sabe el alma mía,
¿por qué
no me acaban? y sería
sin ellas
el morir muy más de veras;
y si por
dicha son tan lisonjeras,
y quieren
retozar con mi alegría,
decid,
¿por qué me matan cada día
de muerte
de dolor de mil maneras?
Mostradme
este secreto ya, señora,
sepa yo
por vos, pues por vos muero,
si lo que
padezco es muerte o vida;
porque,
siendo vos la matadora,
mayor
gloria de pena ya no quiero
que poder
alegar tal homicida.
OCTAVA
Ya que mis
tormentos son forzados
bien que
son sin fuerza consentidos,
¿qué mayor
alivio en mis cuidados
que ser
por vuestra causa padecidos?
Sí como
son en vos bien empleados
de vos
fuesen, señora, conoscidos,
la mayor
angustia de mi pena
sería de
descanso y gloria llena.
Juan de
Mena, como oyó
la nueva
trova polida,
contentamiento
mostró,
caso que
se sonrió
como de
cosa sabida,
y dijo:
«Según la prueba,
once
sílabas por pie
yo hallo
causa por qué
se tenga
por cosa nueva,
pues yo
mismo las usé.
Don Jorge
dijo: «No veo
nescesidad
ni razón
de vestir
nuevo deseo
de coplas
que por rodeo
van
diciendo su intención.
Nuestra
lengua es muy devota
de la
clara brevedad,
y esta
trova, a la verdad,
por el
contrario, denota
oscura
prolijidad.»
Garci-Sánchez
se mostró
estar con
alguna saña,
y dijo:
«No cumple, no,
al que en
España nasció
valerse de
tierra extraña;
porque en
solas mis liciones,
miradas
bien sus estancias,
veréis
tales consonancias,
que
Petrarca y sus canciones
queda
atrás en elegancias.»
Cartagena
dijo luego,
como
plático en amores:
«Con la
fuerza d'este fuego
no nos ganarán
el juego
estos
nuevos trovadores;
muy
melancólicas son
estas
trovas, a mi ver,
enfadosas
de leer,
tardías de
relación
y enemigas
de placer.»
Torres
dijo: «Si yo viera
que la
lengua castellana
sonetos de
mí sufriera,
fácilmente
los hiciera,
pues los
hice en la romana;
pero
ningún sabor tomo
en coplas
tan altaneras,
escriptas
siempre de veras,
que corren
con pies de plomo,
muy
pesadas de caderas.»
Al cabo la
conclusión
fue que
por buena crianza
y por
honrar la invención
de parte
de la nación
sean dignas
de alabanza.
Y para que
a todos fuese
manifiesto
este favor,
se dio
cargo a un trovador
que aquí
debajo escribiese
un soneto
en su loor.
SONETO
Musas
italianas y latinas,
gentes en
estas partes tan extrañas,
¿cómo
habéis venido a nuestra España
tan nuevas
y hermosas clavellinas?
O ¿quién
os ha traído a ser vecinas
del Tajo,
de sus montes y campaña?
o ¿quién
es el que os guía y acompaña
de tierras
tan ajenas peregrinas?
Don Diego
de Mendoza y Garcilaso
nos
trujeron, y Boscán y Luis de Haro
por orden
y favor del dios Apolo.
Los dos
llevó la muerte paso a paso,
Solimán el
uno y por amparo
nos queda
don Diego, y basta solo.
VISITA DE AMOR
Unas coplas muy cansadas,
con muchos
pies arrastrando,
a lo
toscano imitadas,
entró un
amador cantando,
enojosas y
pesadas.
Cada pie con dos corcovas,
y de peso
doce arrobas,
trovadas
al tiempo viejo.
Dios
perdone a Castillejo.
que bien
habló de estas trovas.
Dijo Amor: «¿Dónde se aprende
este metro
tan prolijo,
que las
orejas ofende?
«Alglrabía
de allende»:
el sujeto
frío y duro,
y el
estilo, tan escuro,
que la
dama en quien se emplea
duda, por
sabia que sea,
si es
requiebro o es conjuro.»
«Ved si la invención es basta,
pues
Garcilaso y Boscán,
las plumas
puestas por asta
cada uno
es un Roldán,
y, con
todo, no le basta;
yo no
alcanzo cuál engaño
te hizo
para tu daño,
con locura
y desvarío,
meter en
mi señorío
moneda de
reino extraño.»
«Con
dueñas y con doncellas
(dijo
Venus), ¿qué pretende
quien las
dice sus querellas
en
lenguaje que no entiende
él, ni yo,
ni vos, ni ellas?
Sentencio
al que tal hiciere
que la
dama por quien muere
lo tenga
por cascabel,
y que haga
burla dél
y de
cuanto le escribiere.»
SUEÑO
Yo,
señora, me soñaba
un sueño
que no debiera:
que por
mayo me hallaba
en un
lugar do miraba
una muy
linda ribera,
tan verde,
florida y bella,
que de
mirallia y de vella
mil
cuidados deseché,
y con solo
uno quedé
muy
grande, por gozar della.
Sin temer
que allí podría
haber
pesares ni enojos,
cuanto más
dentro me vía,
tanto más
me parecía
que se gozaban
mis ojos.
Entre las
rosas y flores
cantaban
los ruiseñores,
las
calandrias y otras aves,
con sones
dulces, suaves,
pregonando
sus amores.
Agua muy
clara corría,
muy serena
al parecer,
tan dulce
si se bebía,
que mayor
sed me ponía
acabada de
beber.
Si a los
árboles llegaba,
entre las
ramas andaba
un
airecico sereno,
todo
manso, todo bueno,
que las
hojas meneaba.
Buscando
dónde m'echar,
apartéme
del camino,
y hallé
para holgar
un muy
sabroso lugar
a la
sombra de un espino;
do tanto
placer sentí
y tan
contento me vi,
que diré
que sus espinas
en rosas y
clavellinas
se
volvieron para mí.
En fin,
que ninguna cosa
de placer
y de alegría,
agradable
ni sabrosa,
en esta
fresca y hermosa
ribera me
fallecía.
Yo, con
sueño no liviano,
tan alegre
y tan ufano
y seguro
me sentía,
que nunca
pensé que había
de
acabars'allí el verano.
Lejos de
mi pensamiento
dend'a
poco me hallé,
que así
durmiendo contento,
a la voz
de mi tormento
el dulce
sueño quebré;
y hallé
que la ribera
es una
montaña fiera
muy áspera
de subir,
donde no
espero salir
de cautivo
hasta que muera.
Cervantes (Miguel de)
(Alcalá de Henares, 1547 - Madrid
1616). Ignoramos el día que nació el más importante de nuestros escritores,
pero fue bautizado en Alcalá de Henares el 9-X-1547. Tampoco son bien conocidos
los primeros años de su vida; con su familia vivió en Valladolid, donde
estudió, Madrid y diversas ciudades andaluzas. Posteriormente se estableció en
Madrid.
En 1569 pasó a Italia, como
camarero del cardenal Acquaviva. Se alistó en el ejército y en la batalla naval
de Lepanto (1571) recibió heridas, una de las cuales le dejó inhábil la mano
izquierda. Siguió como soldado y cuando
regresaba a España, la galera Sol, en la que venía, fue apresada por los turcos
y él fue llevado como prisionero a Argel, donde vivió un cautiverio de cinco
años. Fue rescatado finalmente por los trinitarios y de vuelta a España se
instaló en Madrid, donde se dedicó sin éxito a la literatura, entre otras
actividades; en 1597 pasó tres meses en la cárcel en Sevilla por un asunto de
recaudación de impuestos.
Publicó en 1605 la primera parte de EL QUIJOTE con lo que, al fin, consiguió fama y prestigio. Aunque su novela es la que le dio fama, no se puede ignorar que también fue poeta, es más escribió muchos poemas y él mismo se quejaba de "la gracia que no quiso darme el cielo", aludiendo a su lucha por ser un buen poeta. Gran parte de su obra lírica se ha perdido, en especial los numerosísimos romances que compuso. El fue una de los impulsores del Romancero nuevo. Está enterrado en el convento de las Trinitarias de Madrid, aunque se ignora el lugar exacto de su tumba.
DIÁLOGO ENTRE BABIECA Y ROCINANTE
Soneto
(De los versos
preliminares de
El Ingenioso Hidalgo
Don Quijote de la Mancha)
B. ¿Cómo
estáis, Rocinante, tan delgado?
R. Porque
nunca se come, y se trabaja.
B. Pues
¿qué es de la cebada y de la paja?
R. No me
deja mi amo ni un bocado.
B. Andá,
señor, que estáis muy mal criado,
pues vuestra lengua de asno al amo ultraja.
R. Asno se
es de la cuna a la mortaja.
¿Queréislo ver? Miraldo enamorado.
B. ¿Es
necedad amar? R. No es gran prudencia.
B.
Metafísico estáis. R. Es que no como.
B. Quejaos
al escudero. R. No es bastante.
¿Cómo me he de quejar en mi dolencia,
si el amo y escudero o mayordomo
son tan rocines como Rocinante?
SONETO
Cuando
Preciosa el pandereta toca,
y hiere el
dulce son los aires vanos,
perlas son
que derrama con las manos;
flores son
que despide de la boca.
Suspensa
el alma, y la cordura loca,
queda a
los dulces actos sobrehumanos,
que, de
limpios, de honestos y de sanos,
su fama al
cielo levantado toca.
Colgadas
del menor de sus cabellos
mil almas
lleva, y a sus plantas tiene
Amor
rendidas una y otra flecha.
Ciega y
alumbra con sus soles bellos,
su imperio
Amor por ellos le mantiene,
y aún más
grandezas de su ser sospecha.
SONETO
¿Quién dejará, del verde prado umbroso,
las
frescas yerbas y las frescas fuentes?
¿Quién, de
seguir con pasos diligentes
la suelta
liebre o jabalí cerdoso?
¿Quién, con el son amigo y sonoroso,
no
detendrá las aves inocentes?
¿Quién, en
las horas de la siesta, ardientes,
no buscará
en las selvas el reposo,
por seguir los incendios, los temores,
los celos,
iras, rabias, muertes, penas
del falso
amor que tanto aflige al mundo?
Del campo son y han sido mis amores,
rosas son
y jazmines mis cadenas,
libre
nací, y en libertad me fundo.
OVILLEJOS
¿Quién
menoscaba mis bienes?
Desdenes.
Y ¿quién
aumenta mis duelos?
Los celos.
Y ¿quién
prueba mi paciencia?
Ausencia.
De este
modo, en mi dolencia,
ningún
remedio se alcanza,
pues me
matan la esperanza,
desdenes,
celos y ausencia.
¿Quién me
causa este dolor?
Amor.
Y ¿quién
mi gloria repuna?
Fortuna.
Y ¿quién
consiente mi duelo?
El cielo,
De este
modo, yo recelo
morir
deste mal extraño,
pues se
aúnan en mi daño
amor,
fortuna y el cielo.
¿Quién
mejorará mi suerte?
La muerte.
Y el bien
de amor, ¿quién le alcanza?
Mudanza.
Y sus
males, ¿quién los cura?
Locura.
De este
modo, no es cordura
querer
curar la pasión,
cuando los
remedios son
muerte,
mudanza y locura.
A LA ENTRADA DEL DUQUE DE MEDINA
(En Cádiz,
en julio de 1596, con socorro de tropas enseña-
das en Sevilla por el capitán Becerra,
después de haber
evacuado aquella ciudad las tropas inglesas y
saqueádola
por espacio de veinticuatro días al mando del
conde
de Essex.)
Vimos en
julio otra Semana Santa
atestada
de ciertas cofradías,
que los
soldados llaman compañías,
de quien
el vulgo, y no el inglés, se espanta.
Hubo de
plumas muchedumbre tanta,
que en
menos de catorce o quince días
volaron
sus pigmeos y Golías,
y cayó su
edificio por la planta.
Bramó el
becerro, y púsoles en sarta;
tronó la
tierra, oscurecióse el cielo,
amenazando
una total rüina;
y al cabo,
en Cádiz, con mesura harta,
ido ya el
conde, sin ningún recelo,
triunfando
entró el gran duque de Medina.
SONETO CON ESTRAMBOTE
AL TÚMULO DEL REY FELIPE II EN SEVILLA
«Voto a
Dios que me espanta esta grandeza
y que diera
un doblón por describilla;
porque ¿a
quién no sorprende y maravilla
esta
máquina insigne, esta riqueza?
Por
Jesucristo vivo, cada pieza
vale más
de un millón, y que es mancilla
que esto
no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!
Roma
triunfante en ánimo y nobleza.
Apostaré
que el ánima del muerto
por gozar
este sitio hoy ha dejado
la gloria
donde vive eternamente.»
Esto oyó
un valentón, y dijo: «Es cierto
cuanto
dice voacé, señor soldado.
Y el que
dijere lo contrario, miente.»
Y luego,
incontinente,
caló el
chapeo, requirió la espada,
miró al
soslayo, fuese, y no hubo nada.
ROMANCE DE LOS CELOS
Yace donde
el sol se pone,
entre dos
partidas peñas,
una
entrada del abismo,
quiero
decir una cueva,
oscura,
lóbrega y triste,
aquí
mojada, allí seca,
propio
albergue de la noche,
de terror
y de tinieblas.
Por su
boca sale un aire
que al
alma encendida yela,
y un
fuego, de cuando en cuando,
que al
pecho de nieve quema.
óyese
dentro un rüido
como un
crujir de cadenas,
y unos
ayes luengos, tristes,
envueltos
en tristes quejas.
Por las
funestas paredes,
por los
resquicios y quiebras,
mil
víboras se descubren
y
ponzoñosas culebras.
A la boca
tienen puestos,
en una
amarilla piedra,
huesos de
muerto encajados
de modo
que forman letras,
las
cuales, vistas al fuego
que sale
de la caverna,
dicen:
«Esta es la morada
de los
celos y sospechas.»
Un pastor
contaba a Lauso
esta
maravilla cierta
de la
cueva, fuego y yelo,
aullidos,
sierpes y piedra.
El cual,
viéndole, le dijo:
«Pastor,
para que te crean
no has
menester jurallo,
ni hacer
dello experiencia.
El mismo
traslado es ése
de lo que
mi pecho encierra,
el cual,
como cueva oscura,
ni siente
luz, ni la espera.
Seco le
tienen desdenes;
bañado,
lágrimas tiernas;
aire y
fuego en los suspiros
arroja: se
abrasa y yela.
Los lamentables
aullidos
son mis
continuas querellas;
víboras
mis pensamientos,
que en mis
entrañas se ceban.
La piedra
escrita amarilla
es mi sin
igual firmeza;
que los
huesos, en mi muerte,
dirán como
fui de piedra.
Los celos
son los que habitan
en esta
morada estrecha,
que
causaron los descuidos
cuidadosos
de Silena.»
En
pronunciando este mal,
cayó como
muerto en tierra;
que de
memorias de celos
tales
sucesos se esperan.
POEMA BURLESCO SOBRE SÍ MISMO
Yo corté
con mi ingenio aquel vestido
con que al
mundo la hermosa Galatea
salió para
librarse del olvido.
Soy por
quien La Confusa nada fea
pareció en
los teatros admirable,
si esto a
su fama es justo se le crea.
Yo, con
estilo en parte razonable,
he
compuesto Comedias que en su tiempo
tuvieron
de lo grave y de lo afable.
Yo he dado
en Don Quijote pasatiempo
al pecho
melancólico y mohíno
en
cualquier sazón, en todo tiempo.
Yo he
abierto en mis Novelas un camino
por do la
lengua castellana puede
mostrar
con propiedad un desatino.
Yo soy
aquel que en la invención excede
a muchos,
y al que falta en esta parte,
es fuerza
que su fama falta quede.
Desde mis
tiernos años amé el arte
dulce de
la agradable poësía,
y en ella
procuré siempre agradarte.
Nunca voló
la pluma humilde mía
por la
región satírica, bajeza
que a
infames premios y desgracias guía.
Yo el
soneto compuse que así empieza,
por honra
principal de mis escritos:
Voto a
Dios, que me espanta esta grandeza.
Yo he
compuesto romances infinitos,
y el de
Los celos es aquel que estimo,
entre
otros que los tengo por malditos.
Continuará...
© 2020 JAVIER DE LUCAS