EL SENTIDO COMUN
La Ciencia descubre la verdad acerca del mundo que existe, en el cual nos encontramos nosotros mismos. Comienza desde el sentido común, el cual incorpora una visión realista de los objetos de la experiencia cotidiana. En ocasiones, entra en conflicto con el sentido común; sin embargo, la Ciencia no conduce a la eliminación del sentido común, antes bien, explica por qué los objetos del sentido común aparecen del modo que lo hacen; explica por qué en algunos casos es errónea la apariencia de las cosas que da el sentido común. Pero el realismo del sentido común permanece como la base para nuestra constante interacción con el mundo.
Si se tiene en cuenta el sentido común, el realismo científico es la posición más natural a la hora de adoptar una interpretación de la investigación científica en el mundo que nos rodea.
CIENCIA Y SENTIDO COMÚN
A lo largo de la historia, el avance de la Ciencia se ha hecho mediante "la eliminación de las creencias del sentido común en favor de las teorías científicas que muestran que el sentido común está equivocado". Ubicar el sentido común en una posición protegida es crear obstáculos al tipo de investigación crítica sistemática que ha permitido a la Ciencia progresar hasta el primer lugar. Personalmente considero que esta objeción descansa en dos supuestos erróneos. En lo que sigue, identificaré estos supuestos erróneos. Posteriormente consideraré dos objeciones más que pueden alzarse contra el estatus especial que adscribo al sentido común.
3.1 El sentido común no es acientífico: dos presupuestos erróneos
3.1.1 ¿El sentido común requiere protección?
El primer supuesto se relaciona con la idea de que el sentido común requiere protección del escrutinio crítico característico de la Ciencia. Mi afirmación que el sentido común tiene un estatus privilegiado no implica que las creencias del sentido común tengan que ser protegidas del escrutinio crítico. Al contrario, ellas están sujetas al escrutinio crítico constante. Las creencias del sentido común son sometidas a pruebas críticas y sobreviven a tales pruebas en numerosas ocasiones cada día. Nuestras interacciones prácticas con el mundo reivindican una visión de sentido común del mundo cotidiano de nuestras vidas. La cuestión no es que el sentido común requiera protección del escrutinio crítico, al contrario, las creencias del sentido común están entre las creencias más altamente confirmadas en nuestro sistema de creencias, precisamente porque están sujetas a escrutinio crítico sobre unas bases regulares.
Puede incluso especularse que el estatus privilegiado del sentido común tiene unas bases evolutivas. Las creencias del sentido común sobreviven debido a que tienen un valor de supervivencia. Nuestras especies no podrían haber sobrevivido si la mayoría de las creencias del sentido común sobre las que basamos nuestra interacción cotidiana con el mundo fueran falsas. Las creencias falsas generalmente no originan acciones de éxito, usualmente conducen al fracaso. Los riesgos para la supervivencia se incrementan cuando la acción está basada en una creencia falsa. El sentido común promueve la supervivencia y es el resultado de un proceso de selección natural. Esta afirmación refleja un enfoque naturalista a la epistemología, pero es un asunto especulativo, así que daré un poco más de peso a estas afirmaciones.
3.1.2 ¿La tierra se mueve?
El segundo error se relaciona con el supuesto conflicto entre Ciencia y sentido común. Tal error descansa en el supuesto que para que la Ciencia progrese, el sentido común debe ser superado y eliminado. Pero no está claro que esto sea lo que ocurra frecuentemente en la Ciencia. La investigación científica conduce a nuevas intuiciones sobre la naturaleza del fenómeno conocido por el sentido común. En vez de eliminar el sentido común, la Ciencia ilumina el fenómeno del sentido común.
Veamos un ejemplo tomado de la historia de la Astronomía: la idea geocéntrica de que la Tierra ocupa una posición fija en el centro del Cosmos y que los cuerpos celestes giran alrededor de la Tierra, recibe apoyo de la experiencia cotidiana. A nosotros nos parece que el Sol sale cada mañana y cruza el cielo cada día, ocultándose en la tarde. Por la noche, las estrellas, los planetas y la luna se hacen visibles, y se mueven cruzando el cielo del mismo modo que el Sol atraviesa el cielo todos los días. Sin embargo, la Astronomía heliocéntrica nos enseña que estas apariencias están equivocadas. El movimiento aparente del Sol y otros cuerpos celestes es debido a la rotación de la Tierra sobre su propio eje, combinado con el movimiento del Sol y otros cuerpos. No es el Sol el que sale y se oculta. El Sol entra al campo visual cuando la Tierra rota, así la rotación de la Tierra hace que el Sol sea visto cada día.
Debido a que la Astronomía geocéntrica fue rechazada a favor de la Astronomía heliocéntrica, podría pensarse que el heliocentrismo implica la superación del sentido común. "El heliocentrismo muestra que el sentido común es falso, lo que nos lleva a rechazar el sentido común". Pero no está claro que esto sea lo que ocurra. Nuestra experiencia del sentido común permanece exactamente como antes: el Sol parece salir, atravesar el cielo y ocultarse cada día, y los objetos en el cielo nocturno parecen comportarse de similar manera. Las apariencias no cambian como tampoco la experiencia del sentido común. Lo que cambia es lo que creemos que ocurre. Nuestra comprensión de lo que sucede se altera.
El heliocentrismo explica por qué la experiencia del sentido común es del modo que es, pero no que la experiencia del sentido común sea falsa. Explica por qué tenemos la experiencia de los cuerpos celestes moviéndose a través del cielo. Al menos en este caso, la Ciencia no erradica el sentido común, sino que nos enseña cómo entender la experiencia del sentido común. Por consiguiente, el supuesto que la Ciencia elimina el sentido común, en vez de dar una explicación de tal experiencia, puede rechazarse como erróneo.
En efecto, un sólo caso que muestre cómo la Ciencia conserva el sentido común no demuestra que siempre lo conserve, sin embargo, no hay razón para suponer que el caso presentado sea un caso excepcional. La conformidad con la evidencia empírica es un requisito estándar para la aceptación de una teoría en Ciencia. En tanto es primeramente observacional, la evidencia empírica frecuentemente forma parte de o está, al menos, disponible al sentido común. En la medida en que esto es así, la conformidad de la teoría con la evidencia asegura que la Ciencia preserva el sentido común.
Hemos visto por qué el estatus especial otorgado aquí al sentido común no es a-científico. El sentido común no necesita ser dogmáticamente protegido del escrutinio crítico, así como tampoco es superado con el avance de la Ciencia. Pero todavía podría pensarse que apelar al sentido común sigue siendo problemático.
En ocasiones se dice que el sentido común es una teoría falsa transmitida a nosotros por nuestros antepasados. Por tanto, el sentido común se rechaza como una teoría pasada de moda, en vez de dársele un estatus privilegiado. Las creencias del sentido común son creencias falibles sin garantía de verdad, sin embargo, mientras esto sea así, no puede aceptarse la asimilación del sentido común a una teoría pasada de moda, ya que es necesario distinguir el sentido común de la creencia profundamente asumida. Las creencias con las que los miembros de una sociedad o época histórica están profundamente comprometidos pueden rechazarse en cualquier sociedad o época. Pero el sentido común opera en un nivel más básico que tales compromisos transitorios.
El sentido común tomado en su compromiso práctico y usual con el mundo cotidiano es la propiedad natural de la Humanidad, y bien puede compartirse con algunas especies de animales no-humanos. No es algo que pueda enmarcarse dentro o fuera de una moda social o histórica, sino una pre-condición para la interacción práctica exitosa con el mundo. Pero mientras podemos defender las credenciales del sentido común del modo como lo hemos hecho, la ontología del sentido común también está abierta a la refutación. El mundo del sentido común es el mundo de los objetos ordinarios de tamaño medio con los que interactuamos causalmente, en la medida en que avanzamos en nuestra vida diaria; sin embargo, se puede aducir que no existe tal mundo, que no hay tales objetos, que todo lo que existe son entidades elementales de un micro-nivel descubiertas por la Física moderna.
No hay rocas ni montañas, no hay mesas ni sillas, sólo hay “átomos y vacío”.
Cuando se piensa de este modo, se fracasa al momento de apreciar la naturaleza de la composición física. Los objetos materiales ordinarios están compuestos por componentes mucho más básicos, tales como moléculas, átomos y partículas elementales. Creer que los objetos ordinarios no existen porque están compuestos de entidades microscópicas es asumir que una cosa que está hecha de otras cosas no es real. Pero el que una cosa esté hecha de otras no significa que no sea real. Un ordenador ensamblado a partir de sus componentes todavía es un ordenador. Sin ensamblar, los componentes del ordenador no constituyen un ordenador, esto sólo ocurre cuando se juntan para formar una unidad. El ordenador sólo existe una vez que sus partes constituyentes estén ensambladas de un modo particular. Los objetos ordinarios del sentido común existen a pesar de estar compuestos de miríadas de partículas demasiado pequeñas como para ser vistas.
APLICANDO EL SENTIDO COMUN AL MOMENTO ACTUAL
Vivimos tiempos difíciles, tiempos extraños en los cuales los datos científicos que nos llegan a través de los medios de comunicación, tanto los tradicionales (periódicos, revistas, radio, televisión, etc.), como los telemáticos (Internet, redes sociales, etc.), son ambiguos, contradictorios, sesgados, es decir, todo lo contrario de lo que caracteriza la rigurosidad que deben atribuirse a los datos científicos. Estos "nuevos tiempos" comenzaron cuando un acontecimiento especial, extraordinario, un acontecimiento que entraba por completo dentro del ámbito científico (medicina, química, biología, etc.) apareció de repente cogiendo por sorpresa al mundo entero.
La principal autoridad científica mundial ocultó el hecho hasta varios meses después de tener conocimiento de la situación (no lo hizo hasta el 30 de Enero de 2020, cuando desde Septiembre de 2019 lo sabía). El gobierno español minimizó la gravedad del suceso con fines partidistas, mintiendo una y otra vez para permitir la celebración de una manifestación afín a sus intereses ya bien entrado el mes de Marzo (¿Cuánto se hubiera salvado de haber actuado con responsabilidad?). El día después decretó un encierro inconstitucional que intentaba poner freno a la extensión del problema...y a partir de aquí comenzó una gestión incompetente y plagada de incoherencias que no sirvió para otra cosa que no fuera para agravar la situación.
Pero esto, por supuesto, no ocurrió solamente en nuestro país, sucedió en todo el planeta. Llegaron las declaraciones de supuestos "expertos" que podían decir una cosa y su contraria el mismo día. Los científicos fueron arrinconados por los políticos, que ejercieron de manera miserable su poder para conducir la situación según sus propios intereses y no en beneficio de sus gobernados. Siempre he mantenido la opinión de que cuando un gobierno entra en una cuestión importante, y no hay una oposición fuerte y respetable para hacerle frente, los resultados suelen ser calamitosos. Desgraciadamente, igual que ocurre con otros colectivos sociales, como sindicatos, policía, ejército, etc., tiene que haber políticos para que exista democracia...(pero no en el número desorbitado que acontece en nuestro país).
Durante los años 2020, 2021 y lo que llevamos de 2022, los ciudadanos hemos sido bombardeados con todo tipo de opiniones sobre el tema que nos ocupa, opiniones que, dependiendo de donde vinieran, daban un sentido diferente, o al menos no uniforme, al gran problema. Y es aquí cuando la Ciencia y el sentido común entran en juego. Con toda la información de la que disponemos, almacenada durante más de dos años de informaciones de variopinto signo, debemos darle el verdadero valor que tiene el sentido común. Como he explicado anteriormente, el sentido común no es acientífico, ni mucho menos. El sentido común es el que debe guiar nuestros pasos en estos momentos para tomar las decisiones precisas que necesitamos en este mundo cambiante y asolado por una crisis sin precedentes. El sentido común, nuestro sentido común avalado por el bagaje científico acumulado durante estos dos años, es quien debe dictarnos qué tenemos que hacer, qué decisiones tomar en cada situación nueva que se presente, a qué decir no y a qué decir sí y a no dejarnos intimidar por los poderes políticos y sus medios afines (que son casi todos).
Nuestro sentido común, el nuestro, el más importante.
© 2022 JAVIER DE LUCAS