TEORIA
DEL CAOS
En el presente ensayo sobre la “Teoría del Caos” realizo un análisis partiendo de las diferencias surgidas entre la Ciencia del siglo XIX y XX, es decir, la posición determinista y la "Nueva Física". Hasta principios del siglo XX, la Física se sitúa en la certeza de la predicción de los fenómenos, a pesar de los antecedentes de Poincaré en el siglo XIX sobre el problema de los tres cuerpos, donde se expresa que sólo podemos tener una “aproximación” y que la predicción se vuelve imposible. Sin embargo, se ignora tal postura y se continúa en la misma línea hasta el fin de la “Revolución de la Física”; es entonces que se retoman las consecuencias del descubrimiento de Poincaré y se observa que las variables pueden desarrollar un comportamiento caótico, complicado e impredecible pero dentro de un orden geométrico observable. Es así que, a partir de este enfoque, se desarrolla la “Teoría de Caos” , aportando un paradigma donde los problemas científicos pueden resolverse desde esta nueva óptica.
Desde hace algunos años oímos mencionar vagamente una “Teoría” a la que se dio por llamar “del Caos”. No obstante, pocas de las referencias han sido claras. Para comprender el significado de la Teoría del Caos es conveniente analizar las diferencias entre la Ciencia del siglo XIX y la del XX.
Durante el siglo XIX, la Ciencia llegó a un triunfalismo determinista. Se creía que la Física, la más rigurosa e importante de las Ciencias, estaba a punto de cerrarse, ya que casi estaba todo concluido. Las leyes se expresaban en la Física de manera estrictamente determinista. Aunque ninguna otra Ciencia (excluiremos a las Matemáticas por ser otra su naturaleza y metodología) podía jactarse de lo mismo, se suponía que como la Física expresaba las leyes fundamentales del Universo, éstas eran igualmente aplicables en Química, Biología, Psicología, etc. sólo que en éstas, los temas de estudio se presentaban con mayor complejidad (una bacteria es mucho más compleja que el Sol mismo).
Pierre Simon de Laplace, el gran matemático, ya desde el siglo XVIII había expresado la idea dominante: “El estado presente del sistema de la Naturaleza es evidentemente una consecuencia de lo que fue en el momento precedente, y si concebimos una inteligencia tal que a un instante dado conociera todas las fuerzas que animan la Naturaleza y las posiciones de los seres que las forman, podría condensar en una única fórmula el movimiento de los objetos más grandes del Universo y de los átomos más ligeros: nada sería incierto para dicho ser, y tanto el futuro como el pasado estarían presentes ante sus ojos”. Ese era el anhelo de la Ciencia: ser capaz de predecirlo todo.
Pero en la misma Física, hacia finales del siglo XIX, aparecieron unos problemas que no parecían encontrar solución dentro del marco científico existente: eran llamados "el problema del éter" y la "catástrofe ultravioleta". Estos problemas llevaron a la Física a una revolución que desembocó en la Teoría de la Relatividad por un lado, y la Mecánica Cuántica, por el otro. Ambas teorías parecen desafiar el sentido común al proponer que el tiempo es relativo o que existen partículas virtuales llenando el Universo. La Mecánica Cuántica, en particular, postuló un principio devastador para la fe del científico en la posibilidad de hacer predicciones de todo; en pocas palabras, el Principio de Incertidumbre de Heisenberg afirma que nunca es posible tener mediciones exactas: sólo se podrán hacer aproximaciones. Nunca podremos conocer con exactitud la magnitud de lo ancho de esta hoja, sólo podremos decir, realmente que está entre 21.55 y 21.65, por ejemplo.
Muchos científicos se resistían a aceptar este principio, entre ellos Albert Einstein, quien trató de demostrar su inconsistencia, pero lo único que logró fue fortalecerlo aún más.
Los físicos se hallaban extremadamente atareados en desarrollar estas nuevas ideas. Algunos químicos se interesaban por el efecto de la Mecánica Cuántica en su disciplina. Los demás científicos, en tanto, se encontraban ocupados en sus propias disciplinas, menos maduras. Ninguno de ellos veían efectos importantes de las nuevas teorías de la Física sobre sus áreas. En efecto, la Teoría de la Relatividad se aplica a lo muy grande (del tamaño del Sol o mayor) o lo muy veloz (a velocidades cercanas a las de la luz); mientras que la Mecánica Cuántica se ocupa de lo muy pequeño (de tamaño menor que el átomo).
Mientras esto ocurría, pocos reparaban en un tercer problema insoluble de la Física que traería consecuencias insospechadas en el examen científico de los fenómenos cotidianos: el problema de los tres cuerpos.
El problema de los tres cuerpos era más que nada astronómico: si se tienen dos cuerpos en el espacio, es fácil deducir las ecuaciones del movimiento: se moverán en elipses, por ejemplo. Pero si se tienen tres cuerpos, ya no hay manera de encontrar tales ecuaciones exactas, solamente aproximaciones válidas para un intervalo. Al salir de ese intervalo de validez, se debe hacer otras aproximaciones.
Henri Poincaré decidió atacar el problema de los tres cuerpos a finales del siglo XIX, con motivo de un concurso de Matemáticas organizado en Suecia. Al estudiarlo, encontró algo que le sorprendió: un sistema tan sencillo de plantear como el de los tres cuerpos podría dar un comportamiento extremadamente complicado, tanto que imposibilitaba hacer predicciones a largo plazo en el mismo.
Poincaré mismo lo expresa de esta manera: “Una pequeña causa que nos pasa desapercibida determina un considerable efecto que es imposible de ignorar, y entonces decimos que el efecto es debido al azar. Si conocemos exactamente las leyes de la Naturaleza y la situación del Universo en el momento inicial, podemos predecir exactamente la situación de este mismo Universo en un momento posterior. Pero aun si fuera el caso que las leyes de la Naturaleza no nos guardasen ningún secreto, todavía nosotros conoceríamos la situación inicial sólo aproximadamente. Si esto nos permitiera predecir la situación posterior con la misma aproximación, que es todo lo que necesitamos, podríamos afirmar que el fenómeno ha sido predicho, que es gobernado por leyes conocidas. Pero esto no es siempre así; puede pasar que pequeñas diferencias en las condiciones iniciales produzcan grandes diferencias en el fenómeno final. Un pequeño error al principio produce un error enorme al final. La predicción se vuelve imposible, y tenemos un fenómeno fortuito”.
Los físicos y demás científicos hicieron poco caso de este descubrimiento matemático (de hecho sólo los matemáticos continuaron trabajando en ello). Hasta el último cuarto del siglo XX donde, una vez apaciguada la llama de la Revolución de la Física, se observaron las consecuencias del descubrimiento de Poincaré. Y sobre todo por la ayuda de los ordenadores.
Se pretendía hacer predicciones a medio plazo del clima apoyándose en cálculo computacional intensivo. Pero se vio que era imposible porque simplemente tres variables podían desarrollar un comportamiento “caótico”, es decir, muy complicado e impredecible (cambios no periódicos y crecimiento del efecto de las pequeñas diferencias en el inicio). Sin embargo, este caos es distinto del comportamiento al azar. Existe un orden dentro del caos que puede observarse geométricamente.
Imaginemos una curva en el espacio. La curva nunca se cruza, pero es infinita. Se construyó con unas determinadas condiciones iniciales (es decir, a partir de un punto determinado en el espacio). Si hubiésemos iniciado desde otro punto, por muy cercano que estuviera al punto original, la trayectoria hubiera sido distinta en el sentido de que si en la primera dio 4 vueltas alrededor del un lóbulo antes de pasarse al otro, en la segunda trayectoria daría, digamos 17 vueltas antes de pasar al otro lóbulo. Pero ¡las dos trayectorias, en conjunto se verían como la curva imaginada. Siempre la misma figura. Ninguna trayectoria puede alejarse de los lóbulos ni entrar dentro de ellos, no son trayectorias al azar, aunque no sean predictibles.
Ahora, ¿qué importancia tenía para las Ciencias? Si tres variables generan un comportamiento complicado, no aleatorio, ¿qué no harán más variables? Aquí acaba la posibilidad de predicción a largo plazo de la Ciencia. Sin embargo, visto al revés, un comportamiento complejo, en lugar de ser causado por un enorme número de variables, la mayoría indeterminadas, ¿no será en realidad manejado por un puñado de variables en comportamiento caótico?
La teoría del Caos aporta un nuevo enfoque a la complejidad que es la característica común en la inmensa mayoría de los problemas de la Ciencia: reacciones químicas en el suelo, el comportamiento humano... todo eso rebosa complejidad. Y el caos no es desorden simplemente, sino un orden diferente, que debe verse de otro modo. Más aún, muchas variables no necesariamente han de generar un comportamiento tan complicado que parezca al azar. Muchas veces, de sus interacciones emerge un orden diferente. Por ejemplo, de la interacción de muchos seres humanos puede surgir una sociedad, que contiene un orden evidente. No es predecible a largo plazo, pero el orden existe, como en el atractor de Lorentz.
Así, la teoría del Caos puede aplicarse a toda Ciencia, pero hay que entender el enfoque nuevo que aporta, una especie de paradigma que no descarta ni el desorden aparente ni lo que parece ser “ruido de fondo” de un comportamiento lineal perfecto. Muchos problemas científicos podrían resolverse con una nueva óptica.
El caos es impredecible, pero
determinable. O dicho de otro modo, el caos no es aleatorio, tiene
un orden subyacente. En un principio, la teoría del caos se aplicaba al análisis
de circuitos electrónicos, encontrando resultados tales como el aumento de la
potencia de láseres (Ditto y Pecora) y la sincronización de circuitos.
Se demostró entonces, que era posible sincronizar
dos sistemas caóticos, siempre y cuando fuesen excitados por la misma señal,
independientemente del estado inicial de cada sistema (Neff y Carroll).
O sea, que al perturbar adecuadamente un sistema
caótico, se le está forzando a tomar uno de los muchos comportamientos posibles.
Lo que ocurre es que el caos es sensible a las
condiciones iniciales. Sin sincronismo, dos sistemas caóticos virtualmente
idénticos, evolucionarán hacia estados finales distintos.
Más tarde, pudo aplicarse al análisis de oscilaciones
en reacciones químicas, y al seguimiento del latido cardíaco. En los últimos
años, la Biología se hace cargo de este nuevo tipo de procesos,
modelizando comportamientos enzimáticos (Hess y Markus). Los sistemas naturales
son, en su gran mayoría, no lineales, y justamente el caos es un comportamiento
no lineal.
Un ejemplo introductorio: entendemos perfectamente lo que significa que alguien
afirme que pesa 80.5 Kg. También es razonable que aceptemos que un boxeador pesa
75,125 Kg (sabemos que este peso sólo es válido en el momento del pesaje). Pero ¿
que opinaríamos de una persona que afirmara pesar 78,12456897355568793 Kg?. No
parece razonable. Con cada exhalación eliminamos vapor de agua y
dióxido de carbono en cantidades mayores a 0,0000001 Kg, con lo cual dejamos sin
valor las últimas 10 cifras del peso mencionado. Y en este punto es donde empiezan algunos conceptos
fundamentales.
Observación Fundamental: si empleamos un peso de 80,5 Kg en nuestras cuentas,
en realidad, matemáticamente estamos empleando el número
80,5000000000000000000000000...... y ahí es donde conviene comenzar a
replantearse el empleo de las Matemáticas para describir la realidad física.
Porque si no especificamos 100, 200 o un millón de cifras significativas, y
hacemos cuentas con números redondos, en realidad estamos empleando ceros para
completar las cifras significativas que no conocemos.
Por supuesto que toda persona que trabaja con datos
experimentales sabe que no puede obtener resultados con mayor cantidad de cifras
significativas que las que le permiten sus mediciones experimentales. Pero la
pregunta vuelve a ser la misma: aunque no dispongamos de 100 cifras
significativas (y en ninguna medición real se superan las 10 cifras
significativas), ¿éstas cifras existen?.
Para ser más específico: si dos cuerpos chocan entre sí, aunque no podamos medir su masa con mayor exactitud que 6 cifras significativas, ¿podemos afirmar que las leyes que rigen la colisión responden a valores de masa expresados con 50 cifras significativas? (o con un millón de cifras)? ¿O para la Naturaleza existe un grado máximo de exactitud, a partir del cual la respuesta es indeterminada?.
De modo que ahora se puede formular la PREGUNTA (para
la que no se tiene respuesta): ¿Con cuántas cifras significativas trabaja la
Naturaleza? ¿Tiene sentido la pregunta
anterior?
Todo esto no pasaría de ser un juego intelectual si
no hubiera aparecido en escena la Teoría del Caos. Porque después de
todo: ¿qué nos importan las cifras significativas que no podemos medir ni en los
datos ni en los resultados experimentales?. Pero resulta que la Teoría del Caos puso de manifiesto que
existen numerosos sistemas reales donde la respuesta a un estímulo varía en
forma manifiesta con cambios minúsculos en las condiciones iniciales.
El primer experimentador del caos fue un meteorólogo
llamado Edward Lorentz. En 1960 estaba trabajando en el problema de predecir
el tiempo. Tenía un ordenador que calculaba el tiempo con 12 ecuaciones. La
máquina no predijo el tiempo, pero en principio predijo cómo sería el tiempo
probablemente. Un día, en 1961, Lorentz quiso ver unos datos de
nuevo. Introdujo los números de nuevo en el ordenador, pero para ahorrar con el
papel y el tiempo, solo calculó con 3 números decimales en vez de 6. Le salieron
resultados totalmente diferentes. Lorentz intentó encontrar una explicación. Así surgió la Teoría
que está tan de moda en nuestros días: la Teoría del Caos.
Según las ideas convencionales, los resultados
habrían tenido que ser prácticamente los mismos. Lorentz ejecutó el mismo
programa, y los datos de inicio casi fueron iguales (" esas diferencias muy
pequeñas no pueden tener efecto verdadero en los resultados finales"). Lorentz
demostró que esa idea era falsa. Al efecto que tienen las diferencias pequeñas e
iniciales, después se le dió el nombre del 'efecto mariposa':
"El movimiento de una simple ala de mariposa hoy,
produce un diminuto cambio en el estado de la atmósfera. Después de un cierto
período de tiempo, el comportamiento de la atmósfera diverge del que debería
haber tenido. Así que, en un período de un mes, un tornado que habría devastado
la costa de Indonesia no se forma. O quizás, uno que no se iba a formar, se
forma."
Este fenómeno, y toda la Teoría del Caos es también conocido
como dependencia sensitiva de las condiciones iniciales. Un cambio pequeño puede
cambiar drásticamente el comportamiento a largas distancias de un sistema. Al
medir, una diferencia tan pequeña puede ser considerada 'ruido experimental' o
impuntualidad del equipo. Esas cosas son imposibles de evitar, incluso en el
laboratorio más moderno. Con un número inicial 1,001 el resultado puede ser
totalmente diferente que con 1,000543.
Es simplemente imposible alcanzar este nivel de
eficacia al medir. De esta idea, Lorentz concluyó que era imposible predecir
exactamente el tiempo. Pero esto llevó a Lorentz a otros aspectos de lo que
viene llamándose Teoría
del Caos.
Lorentz intentó encontrar un sistema menos complejo
que dependiera sensitivamente de las condiciones iniciales. Estudió las ecuaciones
de convección y los simplificó. El sistema ya no tuvo que ver con la convección,
pero sí dependía mucho de los datos iniciales, y esta vez solo había 3
ecuaciones. Después se vió que sus ecuaciones describen
precisamente una "rueda de agua".
En 1963 Lorenzo publicó lo que había descubierto,
pero como lo publicó en un periódico meteorológico, nadie le lo
tomó en consideración. Su
descubrimiento solo fue reconocido más tarde, cuando fueron redescubiertos
por otros científicos. Lorentz descubrió algo revolucionario, pero tuvo que esperar a
alguien que le descubriera a él.
Así surgió la nueva Ciencia que todavía en nuestros
día también es muy jóven. Hay muchas ideas falsas sobre el caos, según las
cuales la Teoría del Caos es
un tratado del desorden.
Nada más lejos de la verdad. Es cierto que la Teoría dice que cambios
pequeños pueden causar cambios enormes, pero no dice que no hay orden
absolutamente. Una de las ideas más principales es que mientras es casi
imposible predecir exactamente el estado futuro de un sistema, es posible, y aún
más, muchas veces fácil, modelar el comportamiento general del sistema. Eso es lo
que se muestra en el "Atractor" de Lorentz. O sea, el Caos no se trata del
desorden, incluso en cierto sentido podemos decir que es determinista.
¿Qué es un atractor? Consta de múltiples órbitas
periódicas, representa un sistema cuya velocidad y posición cambian a lo largo
de una sola dirección. Consta de dos ejes; uno representa la posición, el otro
la velocidad. Los atractores pueden ser multidimensionales, pues los sistemas
pueden tener muchas variables, que equivalen a otras tantas dimensiones en el
espacio de estados: por ejemplo, posiciones y velocidades que varíen en tres
dimensiones. Pero veamos un ejemplo.
"La rueda de agua" de Lorentz, antes mencionada, es
parecida a la rueda en el parque de atracciones. Tiene cajitas (generalmente más
de siete), que están colgadas a la rueda, o sea, su 'boca' siempre mira para
arriba. Abajo todas tienen un hueco pequeño. Y todo eso está dispuesto bajo un
flujo de agua. Si le echamos agua a velocidad pequeña, el agua después de entrar
en el cajón, sale inmediatamente por el hueco. Así que no pasa nada. Si
aumentamos la corriente del agua un poco, la rueda empieza a rotar, porque el
agua entra más rápido a las cajitas que sale. Así, las cajas pesadas por el agua
descienden dejando el agua, y cuando están vacías y ligeras, ascienden para ser
llenadas de nuevo. El sistema está en un estado fijo, y va a continuar rotando a
una velocidad prácticamente constante. Pero si aumentamos la corriente más, van
a pasar cosas extrañas. La rueda va a seguir rotando en la misma dirección, pero su
velocidad va a decrecer, se para y luego gira en la dirección contraria. Las
condiciones de las cajitas ya no están suficientemente sincronizadas como para
facilitar solamente una rotación simple, el caos ha conseguido el mando
en este sistema aparentemente tan sencillo. Ahora no podemos decir nada del estado de la rueda
en concreto, porque el movimiento nos parece hecho totalamente al azar.
Los sistemas caóticos están presentes todos los días. Y en vez de mirarlos cada uno, investigamos los comportamientos de los sistemas parecidos. Por ejemplo, si cambiamos un poco los números iniciales del atractor, siempre nos dará números distintos que en el caso anterior, y la diferencia con el tiempo va a ser cada vez más grande, de tal forma que después de un tiempo, los dos casos aparentemente ya no tendrán que ver, pero sus gráficas serán iguales.
¿Y por qué no se desarolló esta Ciencia hasta ahora?
El 'padre' del conjunto Mandelbrot fue un libro publicado por Gaston Maurice
Julia, y aunque recibió el 'Grand Prix de'l Academie des Sciences', sin
visualizar sus funciones nadie le dio mucha importancia. La respuesta es simple:
ordenadores. Para poner un conjunto Mandelbrot en la pantalla se necesitan 6
millones de cálculos (operaciones), que son mucho para ser calculados por
científicos, pero para los ordenadores actuales es una tarea de
todos los días. Y de verdad, la Teoría surgió cuando
los
matemáticos empezaron a introducir números al ordenador y miraron lo que éste hacía
con ellos. Después trataron de visualizarlo todo de alguna forma.
Pasado un tiempo, las imágenes se veían como la naturaleza. Nubes, montañas y bacterias. Así indicaron por qué no podemos predecir el tiempo. Parecían ser iguales al comportamiento de la bolsa y de las reacciones químicas a la vez. Sus investigaciones dieron respuestas a preguntas puestas hace 100 años sobre el flujo de fluidos, cómo pasaban de un flujo suave hacia un flujo caótico, o sobre el comportamiento del corazón, o las formaciones de rocas. Los sistemas caóticos no son hechos al azar, y se conocen por unos rasgos muy simples.
Las nuevas
investigaciones muestran que sí hay
esperanzas de 'domesticar' el caos. Edward Ott, Ceslo
Grebogi (físicos) y James A. Yorke (matemático) elaboraron un algoritmo
matemático con el que un caos puede ser transformado
en procesos periódicos sencillos. Y ya superaron experimentos, de
los que probablemente el más importante es el experimento de A. Garfinkel de la
Universidad de California. Logró transformar el movimiento caótico de un corazón
sacado de un conejo en un movimiento regular. Obviamente el uso de esto en la
medicina significaría un avance enorme.
La idea nueva es que no hace falta comprenderlo todo
sobre el movimiento caótico para regularlo. El algoritmo Ott-Grebogi-Yorke mira
continuamente a qué 'dirección' tiende el proceso, y variarlo
con perturbaciones pequeñas
para lograr que esté de nuevo en el 'camino' antes deseado. Naturalmente aquí no
se termina de vigilar el sistema, porque después el caos aparecerá de nuevo.
Yorke dice que el método es como "ayudar a andar a un elefante con un palito".
Parece que habrá más avances en el regulamiento del
caos, lo cual nos daría
respuesta a muchas preguntas, nos ayudaría evitar catástrofes, y daría un avance
enorme a toda la Ciencia, todo el saber logrado hasta
ahora.
Los sistemas caóticos son muy flexibles. Si tiramos
una piedra al río, su choque con las partículas del agua no cambia el cauce del
río, sino que el caos se
adapta al cambio. Sin embargo, si el río hubiese sido creado por nosotros con un
orden artificial, donde cada partícula de agua tuviera una trayectoria
determinada, el orden se hubiera derrumbado completamente. El caos en realidad es mucho
más perfecto que nuestro orden artificial; hemos de comprender el caos y no intentar crear un
orden rígido, que no sea flexible ni abierto a la interacción con el
medio.
Siempre hemos estado obsesionados por el control,
creemos que cuantas más técnicas creemos, más control tendremos sobre el mundo.
Pero con cada tecnología nueva que introducimos se nos echan encima muchos
problemas, para cada uno de los cuales hemos de inventar nuevas tecnologías.
Volvamos al ejemplo del río: si tiramos una piedra el cauce no cambia, pero si
tiramos una roca gigante la flexibilidad del sistema caótico no será suficiente.
Es lo que ocurre en la Tierra: es un sistema caótico, siempre cambiante y
adaptándose, pero si nos pasamos de la raya el sistema se puede romper. De echo
lo está haciendo y por eso tenemos problemas con la capa de ozono, el aumento de
la temperatura global y el deshielo, problemas con los recursos como el
petróleo, etc.
Aprender a vivir en el caos no significaría
aprender a controlarlo, ni a predecirlo. Al contrario: hemos de enfocar la
cuestión desde el punto de vista de que nosotros también somos parte del caos, no nos podemos
considerar como elementos aparte. Desde esa perspectiva lo que podemos hacer es
vivir de la creatividad del caos, sin intentar
imponernos: si conseguimos realmente formar parte del sistema, el concepto de
sujeto y objeto desaparecerán, con lo cual el problema del control
también.
Veamos unos ejemplos donde se ve claramente que la
Tierra es una unidad caótica: un bosque, por citar algo, puede llegar a ser muy
flexible y adaptable debido a su rica red de rizos retroalimentadores que
interactúan con el medio constantemente. Algunos bosques, incluso, se han
ajustado a cambios drásticos. Per cuando este sistema caótico se desestabiliza
(porque empezamos a talar bosques, por ejemplo), la conducta no lineal puede
hacer que su dinámica cambie abruptamente o que incluso se colapse. Ya tenemos
el ejemplo de tierras sobre las que hace años hubo ricos bosques que creaban su
propio microclima y ellos mismos hacían que las condiciones les fueran
favorables; sin embargo, ahora no se puede plantar ni una sola planta ahí.
Cortar un árbol puede significar que el bosque se quede con un árbol menos.
Cortar diez árboles también. Pero cortar mil árboles puede no significar que el
bosque se quede con mil menos, sino que a partir de ahí se extingan todos. Los
procesos naturales de la Tierra son indivisibles y constituyen un holismo capaz
de mantenerse y alimentarse, al menos que en el sistema caótico intervenga algún
factor que lo desestabilice.
En la atmósfera de nuestro planeta hay considerables
cantidades de metano. Por lógica, todo el metano y el oxígeno libres deberían
haber entrado en una reacción de combustión. Como Lovelock remarcó, metano,
oxígeno, sulfuro, amoníaco y cloruro de metilo están en la atmósfera en
diferentes niveles de concentración de lo que podríamos esperar que ocurriera en
una probeta. Lo mismo ocurre con el porcentaje de sal del mar. Estas
concentraciones aparentemente extrañas resultan ser las óptimas para la
supervivencia de la vida sobre la Tierra, es decir, la Tierra se comporta como
un ser vivo, con los bosques, los océanos y la atmósfera como sus órganos.
Cuando un automóvil (fruto de la visión mecanicista)
se avería, buscamos la parte averiada. Es una parte la que hace que todo el coche
deje de comportarse como una unidad (porque por mucho que metamos la llave no
arranca). Pero en los sistemas caóticos, como son las familias, las sociedades o
los sistemas ecológicos, el problema se desarrolla siempre a partir de todo el
sistema, nunca a partir de una "parte" defectuosa. Siempre es necesario tener en
cuenta todo el contexto en el que se manifiesta un problema.
El cuerpo humano también es un sistema caótico. Está
claro que es imposible predecir el recorrido que una partícula cualquiera tendrá
dentro de nuestro cuerpo. También está claro que la medicina todavía no puede
hacer una predicción acerca de la evolución del cuerpo de determinado individuo.
Sin embargo, el cuerpo humano, a pesar de las muy diferentes condiciones externas
a que puede estar expuesto (clima, alimento, esfuerzo físico, etc), siempre
mantiene una forma general. Es tan resistente a cambios (dentro de lo que cabe)
porque los sistemas caóticos son muy flexibles. Una enfermedad es algo
impredecible, pero si el cuerpo no tuviera la libertad de ponerse enfermo, con
cualquier cambio producido el sistema se desmoronaría.
Hasta tal punto es flexible dicho sistema, que
mantiene una forma más o menos parecida durante más de 70 años, a pesar de que
ningún átomo de los que hoy forman nuestro cuerpo era el mismo hace 7 años. La
explicación de que un sistema tan impredecible como el cuerpo humano sea tan
estable está en que es un atractor extraño y está lleno de atractores extraños.
El sistema siempre es atraído hacia un determinado modelo de conducta; si
cambiamos algo en el sistema éste vuelve cuanto antes hacia el atractor extraño.
Esto no significa que la conducta sea mecánica, todo lo contrario: es
impredecible. Sólo sabemos hacia dónde va a tender.
Por ejemplo, en el corazón la conducta atractora es
el disparo de una secuencia de neuronas. Conocemos aproximadamente el ritmo que
debería tener el corazón, pero éste siempre tiene pequeñas irregularidades.
Estas pequeñas alteraciones son una señal de salud del corazón, una muestra del
vigor del sistema caótico, que es flexible a los cambios. El caos permite al corazón un
abanico de comportamientos (grados de libertad) que le permiten volver a su
ritmo normal después de un cambio.
Un organismo sano, animal o vegetal, es un atractor
extraño, cada uno con su particular grado de libertad y grado de
regularidad
©
2011 Javier de Lucas