¡VUELVE!
Hay un sabor que me amarga,
una risa que se pierde,
aprieta una oscura carga
…vuelve!
Hay un espacio vacío,
hay promesas que no vienen,
hay un camino sombrío
…vuelve!
Busco un calor que no tengo,
oigo una boca que miente,
en unos brazos me vengo
…vuelve!
Y luego el débil quejido
de la tarde que comprende,
que anochece mi gemido
…vuelve!
Y la muda, quieta pena,
y la luz que no se enciende
y el aire que no me llena
…vuelve!
Y un recuerdo que palpita
en un árbol se detiene
y entre sus ramas me grita
…vuelve!
Y el silencio que me toca
¡tengo miedo que me bese
con su agria y fría boca
…vuelve!
Y el vacío que me espera,
el vacío que me envuelve
y la nada compañera
…vuelve!
Y yo solo en el camino,
y el sonido que se pierde
de mis pasos sin destino
…vuelve!
Vuelve a casa, tengo frío,
tengo miedo y oscurece,
estoy solo, estoy vacío,
¡por lo que más quieras… vuelve!
NO ES PARA MÍ
Hay una lánguida mirada
que se desliza por tu rostro
y llega tarde hasta la nada,
pero a mis ojos llega pronto
y allí se queda en el recodo
de otras miradas que perdí;
hay una lánguida mirada
que sé muy bien no es para mí.
Hay una voz que suavemente
más que palabras, se desgrana
en un sonido transparente,
como susurros de campanas,
abriendo puertas y ventanas
de esta mansión donde crecí;
hay una voz que se desgrana
que sé muy bien no es para mí.
Hay unas manos que acarician
seguramente, otras manos,
hay unos brazos que terminan
seguramente, en otros brazos,
hay una boca que en sus trazos
dibujan besos que intuí;
hay un vivir en otro espacio
que sé muy bien no es para mí.
No te preocupes si una tarde
pienso en la luz de tu mirada
y una nostalgia imperdonable
me habla de ti y te reclama…
estas ideas que te llaman
son invisibles para ti;
para esta flor de porcelana
ya sé que no hay ni habrá un mañana,
ya sé que no eres para mí.
VOLVEREMOS A VERNOS
Volveremos a vernos, no sé cuándo ni dónde,
quizás el mes que viene o en el próximo año,
en la sombra de un parque que del ruido se esconde
o en un café del centro, del trabajo cercano.
Me contarás tu vida apresuradamente
mientras miras inquieta la gente a nuestro lado,
habrá luces y sombras en lo que tú me cuentes,
habrá pocas sorpresas, habrá muy pocos cambios.
El mayor tiene novia, se ha vuelto independiente,
es más serio, tranquilo, más como yo el mediano,
la pequeña ha crecido así tan de repente
que me hace mayor con su continuo cambio.
Y así, luces y sombras, sin perder la sonrisa,
esa sonrisa mía que se llevó el diablo,
me hablarás de tu vida, te hablaré de la mía,
te cogeré un instante, a escondidas, la mano.
Y en un momento dado, cuando no te des cuenta,
como un ladrón furtivo te rozaré los labios
con un beso de niños, con un beso de menta
que tendrá la dulzura de nuestros veinte años.
Tus ojos en mis ojos, un apunte de lágrima
brillará en la mirada cuando nos despidamos,
pasaremos después, nuevamente, una página
en este diario nuestro, sin tiempo y sin espacio.
Volveremos a vernos quizás el mes que viene
o pasado mañana o el próximo verano,
alguna cana nueva recorrerá las sienes
mas para nuestro amor no pasarán los años.
SI TE PREGUNTAN
Si te preguntan
quién es ese con quien ayer te vieron
andando por la calle, manos juntas,
miradas encendidas, algún beso,
si te preguntan
no intentes explicarles este asunto,
diles que soy tu lago de ternura,
diles que soy tu amor, tu amor y punto.
Si me preguntan
quién es esa mujer de rubio pelo
con quien iba ayer tarde, manos juntas,
un poema en los labios, un te quiero,
si me preguntan
les diré que no es parte de este mundo,
que camina conmigo por la luna,
les diré que es mi amor, mi amor y punto.
Si nos preguntan
dónde vamos, qué somos, qué sentimos,
qué es este deambular de manos juntas
por lánguidos y mágicos caminos,
si nos preguntan
cómo estamos así, lejos y juntos,
di que al amor el tiempo no le asusta
y la distancia menos. Dilo y punto.
LA BARCA DEL ADIÓS
Irán poco a poco creciendo las olas
en un mar de azules, de azules y negros,
y como un presagio
oscuro y sin nombre,
buscará una barca el alma de un hombre.
De un hombre que espera atento y a solas
en la incertidumbre y en el desencuentro,
un hombre reacio
a tiempos y a marcas
y a la sombra oculta que habita la barca.
Llevará esa barca un adiós profundo,
un adiós inmenso y definitivo,
remoto destino,
ignorado puerto
al que todos llegan, del que nadie ha vuelto.
Viaje imposible por rutas extrañas
sin tiempo ni espacio, sin sol y sin luna,
incierta aventura
buscando el olvido
y a los olvidados que en el mundo han sido.
Buscará la barca el alma del hombre
que espera, reacio, en la incertidumbre,
y sabrá encontrarle
como encuentra a todos,
de distinta forma, mas del mismo modo.
Llevará esa barca un adiós profundo,
un adiós inmenso y definitivo,
subiré tranquilo,
detrás, el pasado,
delante, la ruta de los olvidados.
Y las alegrías y las emociones
y los sentimientos que encendí algún día,
se vendrán conmigo
para acompañarme
al camino incierto, de todos, de nadie.
BAILAR ABRAZADOS
Déjale al corazón si se estremece
oyendo la canción “bailar pegados”,
amarrados dos cuerpos, abrazados,
una vez y otra vez… y muchas veces.
Déjale al corazón si ha despertado
del espacio en que, solo, languidece,
y un latido olvidado reaparece
cuando bailan dos cuerpos apretados.
La música navega por las rosas
y bailan entre sí las mariposas
y bailan las gaviotas, los delfines;
qué pena que entre tantos bailarines,
nosotros, fugitivos del edén,
no estemos abrazándonos también.
TU FANTASMA
Cuando desperté
el silencio me agredió por la mañana
con un soplo de mortal indiferencia
que recorrió las puertas y ventanas…
cuando me miré,
el espejo reflejó solo tu cara
desde un mundo de grises y de ausencias
por donde agonizaba la esperanza.
Si tanto te amé
que aunque el gris se haya instalado en mi alma,
que aunque el frío me haya helado hasta la sangre,
aún conservo el calor de tu mirada;
si tanto te amé
que te llevo en el espíritu grabada,
que aún pregunto a las estrellas por tu nombre,
que aún le hago el amor a tu fantasma.
De nuevo el por qué
aparece como un pájaro en el alba
mensajero de sutil melancolía
que me envuelve en sus brazos y me atrapa,
y es que ya no sé
cómo engañarme a mí mismo con palabras
asumiendo que fuiste y no eres mía,
que un día te perdí, te fuiste y basta.
Si tanto te amé
que aún despierto con el alma envuelta en llamas
cuando sueño con tu cuerpo alguna noche
y despierto abrazado a la almohada;
si tanto te amé
que aún habitas los rincones de la casa,
que aún le hablo al silencio de tu nombre,
que aún le hago el amor a tu fantasma.
PÁGINA AMARGA
Acércate,
no ves
que el tiempo es poco,
mi corazón
es un reloj
que se me ha roto,
y sírveme
por favor,
algo especial,
que hay que engañar
al dolor
hasta el final.
Esta vez se acabó,
tú lo sabes muy bien
aunque finjas que no,
y no quieras pensar ni entender
que se quiebra mi voz,
que se apaga mi fe
que me falla el valor
que me queda un momento tal vez,
y que luego me romperé
y ya no tendrás lágrimas
y te arranques la página
que ahora escribes, amarga.
Hace calor
quizá
sube la fiebre,
ponme otra vez
esa canción
pero más fuerte,
no quiero oír
a quien ya viene
tras de mis pasos…
quiero morir,
amor,
entre tus brazos.
Esta vez se acabó,
tú lo sabes muy bien
aunque finjas que no,
y no quieras pensar ni entender
que se quiebra mi voz,
que se apaga mi fe
que me falla el valor
que me queda un momento tal vez,
y que luego me romperé
y ya no tendrás lágrimas
y te arranques la página
que ahora escribes, amarga.
TU FRÍA PALIDEZ
Cómo quise esperarte cuando el día
me sugirió tu aliento
con ese tono grave de tu acento
y tu melancolía…
cómo quise pensar que ya eras mía
robándole a tu piel
aquella sensación que te invadía
de fría palidez.
Cómo quise volcarme en un segundo
al borde de tu vida
así, sin más, jugándome mi mundo
a una sola partida;
cómo quise saberte sorprendida,
inquieta, aquella vez,
en que besé en silencio y a escondidas
tu fría palidez.
Cómo puse el amor en un te quiero
envuelto en tu mirada,
aquella tan azul que era primero,
que fue antes que nada;
cómo quise cubrir tu retirada,
vencerte la altivez
y cruzarme de un salto aquella helada
y blanca palidez.
Y todo en el entorno de un momento,
y todo en un instante,
como una inesperada voz de viento
que lleva por delante;
con ese sentimiento fue bastante
¡qué impulso de niñez
querer como yo quiero tu distante
y fría palidez!
DILE AL MAR QUE ME ESPERE
Dile al mar que me espere,
que llegaré algún día
con el pelo de nieve
y las manos vacías,
con surcos en la frente
que serán los caminos
en donde quise verte
y tan poco nos vimos.
Dile al mar que me espere,
que llegaré algún día
con un poco de siempre
atrapado en mi vida
y otro poco de nunca
en los ojos cansados
de quien te amó de lejos,
y aunque de lejos, ¡cuánto!
Dile al mar que me espere,
que la esperanza asoma
en mi pelo de nieve
y en sus abruptas rocas,
que la esperanza vive,
que nunca la arrancaron
de este pecho que vuelve
a su mar del pasado.
Que me espere, que un día
cerraré las ventanas,
clausuraré las puertas,
me alejaré de casa,
y llegaré de noche
a tu lejana playa,
alegre por si vienes
y triste por si faltas.
TU SOMBRA LUMINOSA
Amanece,
el sol es una llama que lentamente asoma,
amanece,
la noche va dejando tinieblas y derrotas,
y ya cuando despierto, y ya cuando mi mente
se separa del sueño y la conciencia brota,
ya entonces aparece
tu sombra azul y rubia, tu sombra luminosa.
Me levanto,
me miro en el espejo y siento que eres tú
quien, acaso,
responde a mi mirada con serena quietud,
me das los buenos días con ese desencanto
de ser solo reflejo, reflejo de mi luz…
yo siempre me levanto
con tu sombra en los ojos, tan rubia y tan azul.
Por el día
tu recuerdo se aleja, tu recuerdo se nubla
en la fría
distancia del trabajo, la prisa y la minucia;
no queda ni un resquicio en esa algarabía
para traer tu sombra, que en el día se enturbia,
no es, entonces, mía,
tu sombra luminosa, tu sombra azul y rubia.
Anochece,
llega pausadamente la noche silenciosa
y en mi mente
los números se callan, las fórmulas se agotan,
y junto con la noche que silenciosa vuelve,
vuelve también tu sombra a reinar en mis cosas,
como una diosa frágil, lejana y transparente
tu sombra azul y rubia, tu sombra luminosa.
APÚNTATE A LA VIDA
Te han salido más canas este invierno
y arrugas que bordean tu mirada,
te has vuelto más tranquilo, más sereno
y has sabido encajar el sufrimiento
sin derramar apenas una lágrima.
Comprendiste que tú no eres eterno,
que esto tiene un principio y que se acaba,
sabes bien la importancia del dinero
y aunque aquí casi todo tiene un precio,
hay valores que no los compra nada.
Has aprendido mucho del concierto
que la vida le pone a la mañana,
mas también aprendiste que es incierto
el camino que pisas y un momento
puede cambiar del todo tus pisadas.
Lo que dejaste atrás, lo que está muerto,
lo que barrió el pasado y la distancia,
a veces, por la noche, en el silencio,
se viste de cruel remordimiento
y golpea las puertas de tu alma.
Sin embargo te sientes satisfecho
en general, de ti y tu circunstancia,
esas gotas con que te llama el miedo
aparecen solo de tiempo en tiempo
y tú no las concedes importancia.
Te dispones a entrar en el milenio
con la mitad del siglo en tus espaldas,
sabes que cada día es un día menos
y quisieras, a veces, detenerlos
por vivirlos distintos, con más calma.
Porque ya has aprendido de lo incierto,
porque ya recorriste la distancia,
porque sabes mirar el lado bueno
de esta vida cuajada de misterios…
vivir vale la pena, camarada.
Así que desde el fondo del espejo,
despinta incertidumbres en tu cara,
borra oscuros presagios, desalientos,
las canas, las arrugas, los inviernos
y apúntate a la vida. Muchas gracias.
SI TANTO AMOR TE DI
Si tanto amor te di
que fuiste mi pasado,
aunque esperé de ti
más de lo que me has dado…
no has salido de mi,
aún sigues a mi lado,
si tanto amor te di,
si tanto amor te he dado.
Si nunca te olvidé,
si en mí siempre has estado,
no puedes suponer,
no debes preguntarlo,
que me olvide de ti,
que todo ha terminado,
si nunca te olvidé,
si nunca te he olvidado.
Si tanto te soñé,
si el sueño es un milagro
que en primavera fue
y al otoño ha llegado,
aunque ahora no estés
te quiero, aún no estando,
si tanto te soñé,
si tanto te he soñado.
Si tanto amor te di,
resisto el frío manto
que ha crecido ante mí
y el corazón me ha helado,
y aunque no estás aquí
aguanto solo, impávido,
si tanto amor te di,
si tanto amor te he dado.
DISTANCIA
Esa inquieta distancia
que me crece en el alma
aunque estemos tan cerca
que tropiece tu espalda…
esa lenta distancia
que consume las horas,
es peor que la otra,
más cruel, más amarga.
Esos ojos que fijan
tu mirada en la mía
y que piensas que expresan
aunque no lo consigan;
esas cuatro palabras
que remedian la tarde,
le decoran al aire
su color de distancia.
Esas manos que saben,
que cultivan y abren,
que recorren mi cuerpo
como el río su cauce,
son la pálida imagen
de un mecánico rito,
un guión tan sabido
que perdió su mensaje.
Cómo y cuánto daría
por cambiar algún día
esta absurda distancia
de las manos cogidas,
por un mundo entre ambos
y una carta viajera
que tan solo dijera
dos palabras: “Te amo”.
NO VUELVEN LOS MUERTOS
Cayeron las manos
buscando aquel cuerpo
que ya le era extraño,
que ya le era incierto,
y luego, en la senda,
se paró diciendo:
“donde van, se quedan,
no vuelven los muertos”.
Sintió, de los brazos,
las fuerzas huyendo,
su sombra buscando,
pidiendo su cuerpo;
estaba tan cerca
y estaba tan lejos
pues, de donde llegan,
no vuelven los muertos.
Secados los llantos,
pasados los rezos,
crecía entretanto
más fuerte, el silencio;
la tierra a la tierra,
el hombre al sendero,
por más que se quiera
no vuelven los muertos.
Quizá en otro Mayo,
allá en otro tiempo
entrado el verano
o quizá en invierno
no duela la llaga
que se abrió por dentro,
la herida que clama:
“no vuelven los muertos”.
No caigan las manos
buscando aquel cuerpo,
no giman los brazos
abrazando al viento,
no quiebren las rimas,
no crezca el acento
de la voz que grita:
“no vuelven los muertos”.
Quizá en otro Mayo,
quizá con el tiempo
se muera despacio,
despacio, el recuerdo…
se olviden, se quemen
los viejos momentos
porque nunca vuelven.
No vuelven. Los muertos.
UN AVE PEREGRINA
Te tocará en el hombro
cuando pálidas, brillen las estrellas,
con ese rumor hondo
que sabe tan bien dar a sus empresas,
y mientras la canción, muy suavemente
os invite a moveros abrazados,
sin darte apenas cuenta, nuevamente
te habrás perdidamente enamorado.
Te irás desentendiendo
de todo aquel ayer que compartimos,
de todos los recuerdos
que hicimos uno a uno, tan seguidos…
cuando toque tu hombro, dulcemente,
ese toque fugaz, irresistible,
el pasado huirá de tu presente
y otra vez sentirás lo indefinible.
Quizás, algún momento,
como ave peregrina, pasajera,
te acordarás del tiempo
que fuiste tú la luz de mis estrellas,
y borroso el contorno de mi rostro
y apagadas las luces de mi calma,
pensarás si el amor tocó en mi hombro
como ahora transita por tu alma.
Y el ave peregrina
vendrá para contarte mis andanzas,
será una golondrina
que susurre en tu oído estas palabras:
“te dijo, al marcharte, que ese día
el amor de su vida se escapó,
te dijo que ya nunca volvería
y ves, desde aquel día, no volvió”.
PINCELES
Las dos de la mañana, todos duermen,
la casa está en silencio, aprovecha,
levanta de la cama donde tienes
al hombre que camina por tu senda,
y recoge de nuevo tus pinceles,
destapa tus pinturas y comienza
un cuadro para alguien que se pierde
envuelto en el pasado y la leyenda…
y píntame del verde de esperanza,
que la esperanza vive en tus pinceles,
y píntame de amor, que el amor salta
cada vez que tu alma me recuerde,
y píntame de azul en la mirada
que se va marchitando de no verte,
y rojo el corazón, como una llama,
y blancos los caminos de mis sienes.
Las dos de la mañana, de repente
has abierto los ojos y recuerdas
tus diecisiete años, diecisiete
hermosas y radiantes primaveras,
y yo, que estaba allí, y que en tu frente
dejé ya para siempre una honda huella,
te pido que recojas tus pinceles
y en el lienzo desates tus quimeras…
y píntame una luz dentro del alma
que nació cuando yo te conocía
y aún alumbra el camino y no se apaga,
que apagarse del todo es cobardía,
y píntame el amor como un murmullo
de eterna y ancestral melancolía,
píntame joven, sonriente y tuyo,
que yo te estoy pintando siempre mía.
LOS OJOS DE LA LUNA
Miraba tus ojos, tus ojos de luna,
argéntico sueño de remotas playas,
de blanca aventura
allá en las alturas
tus ojos de luna, de luna tan alta.
Y alzaba los brazos pidiendo el milagro
de ser un motivo para tu mirada,
mirada de mayo,
romántico ensayo
en el nacimiento de la madrugada.
Quién fuese en tus hilos mariposa leve,
tus hilos de noche, tus hilos de plata,
ave que se mece
y que se estremece
en tus hilos blancos, como la alborada.
Quién fuese camino en el ignorado
paisaje remoto de arenas intactas,
paisaje robado
a un cuadro pintado
por luces y sombras en noches extrañas.
Y al mirar tus ojos, tus ojos de luna
buscando refugio de alguna mirada,
midiendo tu altura,
aquella estatura
era inaccesible, era demasiada.
Bajé la cabeza y al mirar el río
te vi, blanca luna, que te reflejabas…
ahora sonrío
porque en ese río
estás a mi alcance, ya no estás tan alta.
CUESTIONES DE FECHAS
Volveremos a ser los de siempre,
tú, belleza de cuerpo inaudito,
no fantoche de rostro marchito
con que te ha sorprendido la muerte.
Volveremos a ser los de siempre,
yo, poeta de ingenio exquisito,
no patán de agotados escritos
con que me ha abandonado la suerte.
Volverán los azules del cielo
a pintar ilusiones y anhelos
en dos cuerpos, dos mentes maltrechas,
no será ya cuestiones de fechas,
volveremos, al fin de los tiempos,
yo escribiendo mejor, tú más bella.
SONABAN LAS GUITARRAS
Sonaban las guitarras
fundidas en la arena,
la noche estaba llena
de ti, que la llenabas;
sonaban las guitarras
mis ojos te seguían,
mis brazos te pedían
y tú me enamorabas.
Y el lento pensamiento
que entonces despertabas,
tu piel acariciaba,
jugaba con tu aliento;
sonaban las guitarras
sus cuerdas y tu acento
y yo de sentimiento
allí me emborrachaba.
Tus ojos y tu risa,
tapándote la brisa,
la playa era tu marco,
el agua tu sonrisa;
la noche era de farra,
mis ojos te seguían,
sonaban las guitarras
y entonces te quería.
Y al rojo de falda
o al negro de tu blusa,
mi mente, ya confusa,
te dio débil la espalda:
al eco de guitarras
despacio interpretaba
que irremediablemente
de ti me enamoraba.
Y mientras se perdían
los ecos en la arena,
a solas me bebía
sangría: vino y pena…
callaban las guitarras
y ya no te veía,
callaban las guitarras
y yo por ti moría.
PARA VIVIR
Recibirás un poco de costumbre
como torpe moneda clandestina
y una nerviosa luna que te alumbre
de manera fugaz y repentina
porque nada te dan, ni como pago
a tanta mala leche y tanto trago.
Reclamarás entonces al eterno
intérprete ritual de ventanilla
y será tu intención tan solo un tierno
canto de cisne, huérfano de orilla,
porque nadie te mira ni te escucha
aunque exista la gente y haya mucha.
Te inventarás quizás algún camino
por aislarte del grito lapidario
y un apunte de cambio de destino
que ocupará muy poco en tu diario,
porque nadie te quiere diferente,
que la gente te quiere solo gente.
Rebuscarás detrás por si en el paso
hubiese alguna voz como la tuya,
pero tu voz es parte del fracaso
y es probable que pronto se destruya
y amanezca un silencio cualquier tarde
en esa mueca tuya de cobarde.
Posiblemente así, algo maltrecho,
querrás echarte un día por la borda,
rompiéndote la espalda por derecho,
huyendo del tumulto y de la horda
de bárbaros extraños que te invitan,
te engañan, te prometen y te quitan.
Mas verás que no existe otra salida
y lo quieras o no, tendrás que hacerte
traicionero, ladrón, bala perdida,
viajero perseguido de la suerte
y tendrás que vivir la vida entera,
y tendrás que vivirla a tu manera.
TE BUSCARÉ
Si un día amanece
y te parece
que el tiempo manda
y tú obedeces;
si un día en el alma
quiebra una voz,
pierdes un cuento,
nace un silencio…
Cuando el invierno
parezca eterno,
cuando no traiga
aroma el viento,
cuando se caiga
roto el dolor,
y la costumbre
ciegue tu lumbre…
Cuando la tarde
te haga cobarde,
mendigo apenas
de cien cadenas;
cuando se pare
pronto el reloj
y duela dentro
todo el silencio.
Te buscaré
y te diré
que estoy contigo,
que soy tu amigo...
te ayudaré
yo, que bien sé
cómo engañar
a la soledad.
CUMBRE DE ESTILO
Por esa cumbre de estilo
quisiera poner mi garra,
como un abrazo de parra
para sujetarte en vilo
y volcarte boca abajo
y tirar por el atajo
por deshojarte la frente
de la costumbre y la gente.
Ponerte el cuerpo perdido
de sueños y sin razones,
desenredar los rincones
que aún son presa del olvido;
hacerme en tu piel más fuerte
para que puedas perderte
y deshacerte el aliento
desde este mismo momento.
Entrar a saco en tus brazos
sin permiso ni licencia,
firmarte yo la sentencia
de encaramarte a mis pasos;
abrirte luego cerrojos
para que pasen tus ojos
y desnudar tu mirada
hasta el fondo de la nada.
Volver de sangre y de llama
lo que es de mármol y hielo,
perder el aire en tu pelo
cuando ruedes por mi cama;
salpicarte en un segundo
todo el barro de mi mundo
y morir luego tranquilo
por esa cumbre de estilo.
MI PIZARRA
Sobre su cara
la tiza corre
y nunca para,
escribe sobre
el encerado
los mil absurdos,
grotescos, burdos,
quedan grabados.
Y los axiomas,
y los problemas
que a diario tomas,
que a diario cenas…
¿cómo resistes,
cómo digieres,
cómo persistes
y no te mueres?
“Haz como yo”
me dijo ella,
y se borró.
Si tú, pizarra,
eres mi mente,
locuras grabas
eternamente…
ya no es posible
escribir más,
ya es imposible:
¡estallará!
“Haz como yo”
me dijo ella,
y se borró.
Borré la mente,
quedó limpiada,
vi de repente
en mí, la nada.
Vacío sentí,
angustia tuve,
pensar no pude,
¡a ella pedí!
“Haz como yo”
dijo, “no temas”,
y se llenó
de mil problemas.
LOCA Y ARDIENTE
Entre sueños, mi mente,
me abandona furtiva,
porque presa, cautiva
y amargada se siente;
es que loca y ardiente,
a que duerma se espera,
y hacia el cielo viajera,
yo la siento partir.
Y la miro vagando
por estrellas y mares,
y sus locos pesares
me despierto soñando;
y la sigo mirando
en la noche, en el viento,
recorrer sin aliento
por llegar hacia ti.
A los sueños que fueron,
a los tristes rincones
de las rotas pasiones
que en el tiempo murieron;
y a las rosas, que vieron
tu mirar hacia ellas,
cuando un cielo de estrellas
tuvo envidia de ti.
En un mundo sin tiempo
a esa playa tan sola,
con espuma de olas
que se rompen al viento;
cuando el dulce lamento
de tu voz escuchaba,
y en la noche juraba
mi cariño por ti.
Por la estrecha ventana
ya regresa la mente,
y al volver la mañana
vuelve, triste, a mi frente;
ella siempre me engaña:
“ya su amor he olvidado”,
pero luego, a tu lado,
vuelve ciega a partir.
Y a la noche siguiente,
me abandona, furtiva,
porque presa, cautiva
y amargada se siente;
es que loca y ardiente,
a que duerma se espera,
y hacia el cielo viajera
yo la siento partir.
LA VUELTA
Soplaba un viento que
me obligó a ponerme el jersey,
y allí solo, en la terraza del café,
con el mar abajo,
con las rocas blancas de espuma,
tuve frío.
El cielo estaba gris
¡no es raro eso en Zarauz!
pero en octubre es más oscuro,
todo está solo
y huele a lluvia.
Tengo frío,
solo siento eso hoy
último día de mi verano,
el mantel de colores fuertes,
un pernod en la mesa
y el camarero, silencioso y ausente.
Tengo el coche a la puerta,
con la maleta, todo listo,
pero algo me faltaba:
eran los recuerdos, que se quedaban aquí
en el café, en el mar picado,
en el cielo gris y en el viento.
Me vino una canción a la memoria:
“ya nunca podré olvidar
el verano en que me amabas”...
esto es el cierre, el fin
del capítulo más hermoso
y único de mi vida.
Por eso consumo hasta el fin
estas últimas gotas de afán,
“tengo miedo al invierno
sin tus recuerdos llenos de sol”,
porque todo esto muere en Madrid,
lo aplasta, lo ahoga el asfalto,
la prisa, el trabajo, los nervios
y la lucha.
Aquí está mi alma al aire,
las emociones a flor de piel
en poca cosa: en la playa, en una roca,
bajo unos tamarindos, en la brisa
de mar y lluvia, en el mantel,
en el pernod… en tu imagen
diciendo adiós, en tus ojos…
Nunca me viste llorar
y hoy al irme
lo hice, y te extrañaste,
mi adiós no es solo a ti,
mi adiós es ancho y profundo
y no tiene vuelta ni salida.
Se me han nublado los ojos
y en la boca tengo el gusto amargo
del sentimiento.
Tengo frío,
media vuelta y todo habrá acabado
carretera adelante,
es mi estúpido cambio:
brisa de mar por humo,
vida por nada.
Ha sido fácil:
un salto, un choque,
¡y aquí para siempre
aplastado contra una roca!
TODOS MATAN LO QUE AMAN
Todo el mundo mata lo que ama;
aquello que con más fuerza persigue,
una vez que lo atrapa cuando huye
y lo consigue,
lo destruye.
Todo el mundo mata lo que ama,
hoy más que nunca sé que es realidad,
todos juntos matamos la verdad
porque la amamos,
y nunca a la mentira, pues la odiamos.
Yo, que ansioso de amor no lo encontraba,
y vi a mi juventud sola y perdida,
tuve al fin algo hermoso, que me daba
su simple corazón, su simple vida,
sin pedir nada.
Sin motivo, sin causa, fui matando
como un ladrón demente, su ilusión,
acabando fui con fría precisión
su cariño y su fe,
sin un por qué.
Yo tuve en mi vida algo sincero,
algo limpio que daba y no pedía,
¡yo tuve un corazón entre mis manos…!
sencillo, transparente y anhelante
de darse entero a mí,
¡y yo, al destruirlo, me reí!
Porque todos matamos lo que amamos
aquello que de jóvenes tenemos
por grande y por hermoso, lo pisamos,
lo escondemos,
y en una noche oscura lo matamos.
Yo también maté mi pensamiento
porque siempre brillante lo creí,
deshice su ambición y su talento,
a fuerza de alcohol lo embrutecí
y en algo miserable convertí
hasta hacerlo mi angustia y mi tormento.
Porque el hombre mata lo que ama,
ciega la luz, enturbia el manantial,
destruye la inocencia, y en el mal
se revuelca, solo y satisfecho,
removiendo el fango con su pecho.
Yo todo lo que quise lo maté,
todo, mas aun queda mi vida,
mi cuerpo enfermo y viejo que gasté
tan solo en destruir… yo no lo quiero
¡yo no lo quiero,
por eso estoy aquí y no me muero!
TU JAMÁS
Esperé tu llegada inútilmente
y a través del cristal te quise ver,
me perdí en aquel quieto atardecer
cuando quise tenerte frente a frente.
Y te quise besar y quise ser
lo que fui para ti antiguamente,
lo que dejé escapar, indiferente,
lo que dejé morir sin nada hacer.
Pero el cristal ya nada reflejó,
tan solo me vi yo, yo nada más
como una marioneta que perdió
los hilos que la mueven desde atrás,
un muñeco de trapo me vi yo
bebiéndome en silencio tu jamás.
OLVÍDALA
Olvídala, le dije, que su daño
te mata, poco a poco, el corazón,
olvida ya sus ojos, su canción,
sus palabras, sus besos y su engaño.
Hoy hace ya de aquello más de un año,
¡no sigas aferrado a su ilusión!
no recuerdes, llorando, su traición,
no sufras más tu amargo desengaño.
Piensa que en ella el amor fue ciego;
solo un día fue tuya, es el ayer,
hoy tienes que empezar a reír de nuevo;
¿dónde está tu juventud?: “se fue”
¡olvídala!, y contestó: “no puedo”
¡vive sin ella! y respondió: “no sé”.
LA VELA APAGADA
Así todo empezará:
en la noche estrellada, una canción,
y a su encanto, tú le escucharás,
“te quiero”, te dirá,
y aunque entonces, tal vez, le digas sí,
cuando lo digas,
te acordarás de mí.
Y luego cogerá
tu mano y mirándote a los ojos,
tu boca en la noche besará;
“mi vida”, te dirá,
y aunque sientas amor dentro de ti,
cuando le beses,
te acordarás de mí.
Te llevará
a esos sitios que ya otro te llevó,
las mismas cosas, quizá, te contará,
te extrañará
su voz, su risa su mirarte así,
porque de pronto,
te acordarás de mí.
Y ante un altar
el mismo que tanto prometí,
como soñaste, de blanco vestirás;
y al verle a él
solo un momento tu alma dudará,
y al decir sí,
dirás no al pasado y esta vez
te olvidarás de mí.
LO QUE SIENTO POR TI
Tú me inspiras
cuando hablas, cuando ríes, cuando miras,
me provoca
solamente el aliento de tu boca,
y el sentido de mi vida tú lo tienes
en medio de tus ojos, escondido.
Porque creo
que solo tengo fe cuando te veo,
me iluminan
tus ojos, mi mente se fascina
y se adormece,
mas luego, tu presencia
me llena, me agita y me estremece.
Tú me inspiras,
yo me siento morir si no me miras,
necesito
tanto de ti, que al no tenerte grito
¡cariño mío!
sin ti soy como un niño…
un niño que llora y tiene frío,
que adora
el brillo de tus ojos cuando lloras,
el cielo
metido en la noche de tu pelo,
la guarida
de tu cuerpo caliente,
de tus brazos abiertos a mi vida.
NO LO VISTE
La fuente fue derramando
agua y colores, y el rojo
¡el rojo me estaba ahogando!
“tú no me quieres”, dijiste,
¡mi amor estaba en los ojos
y no lo viste!
Recuerdo el verde mantel,
la azucarada sangría,
un sabor de alcohol y miel,
“tú te has cansado”, dijiste,
¡mi amor estaba en la piel
y no lo viste!
La tarde estaba muriendo
y a mi mente creí loca,
“no es posible”, repitiendo,
“todo ha acabado”, dijiste,
¡mi amor estaba en la boca
y no lo viste!
Sonó luego una canción,
¿te acuerdas?, era la nuestra,
nos vimos entre la gente
bailando con ilusión…
“no queda nada”, dijiste,
¡mi amor estaba en la frente
y no lo viste!
Te despedí como siempre,
adiós, dije, estaba en calma,
un “nunca más”, de repente,
solo escuché que dijiste…
¡mi amor estaba en el alma,
mas tú no verlo quisiste
y no lo viste!
LA ILUSIÓN
Llegó la noche y pensé:
“otra vez, ya pasará”
la ilusión dijo: “por qué
tan pronto se marchará”.
Claridad y luna vio,
negrura y abismo vi,
“¿ves la luna?”, dijo: “sí”,
“¿ves el cielo?”, dije: “no”.
Ante la vida negué,
la ilusión siempre afirmaba,
yo pregunté: “para qué”
mas ella no contestaba.
Alegría y luces vio,
vacío y tristeza vi,
“¿algo esperas?”, dije “no”
“no puedes vivir así”.
“¿Tú piensas?”, me preguntó,
“¿y lloras?”, le dije “sí”,
“tú ríes”, le dije yo,
¿y piensas?, me dijo “no”,
¡entonces la comprendí!
ME VUELVES LOCO
Por qué me dejas solo tantas veces
si sabes que al marcharte no soy nada,
y por qué vuelves luego ilusionada
y así juegas conmigo y me enloqueces.
Si a veces yo te encuentro enamorada
y con besos de fuego me estremeces,
por qué en otros momentos me pareces
lejos de mí, ausente y desgraciada.
Tus mentiras esperas que me crea
cuando solo otra vez quieres dejarme
y a otros brazos marchar sin que te vea;
vuelvo a pensar que algo va a estallarme,
y a sentir otra vez ¡maldita sea!
que la sangre me hierve… y aguantarme.
© Javier de Lucas